Los restos de la iglesia del antiguo monasterio de San Martín de Caballera constituyen uno de los rincones más escondidos e interesantes de la comarca de la Ribagorza. Pertenecen probablemente al que fue monasterio de Esvu, citado en algunos documentos medievales. Tras largos años de ruina y abandono, fueron consolidados y restaurados por Prames en 1998, dentro de un ambicioso plan de conservación de edificios con valor artístico situados en lugares de difícil acceso. San Martín de Caballera se encuentra a tres kilómetros y medio del pueblo de Caballera, en dirección al norte. En la cabecera de un corto barranco, denominado de San Martín o del Convento, que va a parar al río Ésera por su margen derecha, a la altura de Santaliestra.
Caballera es un pueblo que, como muchos otros, quedó despoblado hace unas décadas, pero que de un tiempo a esta parte está recuperando algo de vida. Varias de sus casas han sido rehabilitadas y sus propietarios viven en ellas al menos durante una parte del año. Perteneciente al municipio de Santaliestra, la población está dividida en dos barrios separados por un pequeño barranco. El barrio occidental es el mejor conservado. En él destaca la casa Castillón, de grandes dimensiones y con caballerizas anexas, pero en estado de progresiva ruina. En el otro barrio, casi del todo arruinado, se encuentra la iglesia, construcción de los siglos XVII o XVIII. Próxima a ella, la casa Costa ha sido recientemente rehabilitada.
El acceso más utilizado para llegar a Caballera en vehículo es una pista de unos seis kilómetros que arranca de la pequeña localidad de Besians, perteneciente al municipio de Perarrúa. Este camino se inicia tras cruzar el puente que atraviesa el Ésera y asciende en fuerte pendiente en su tramo primero. A nuestra izquierda dejamos la antigua Vila de Besians con su interesante iglesia románica de San Juan Evangelista. La pendiente se suaviza al llegar al altiplano en que se sitúan las antiguas tierras de labor de Caballera. En este punto, la pista que sube de Besians se encuentra con otra que procede del Mon de Perarrúa. Poco después de esta confluencia de caminos, a nuestra izquierda y poco visible en la distancia, se levanta la ermita de San Marcos, sin demasiado interés arquitectónico pero objeto anual de una concurrida romería. Otro modo de acceder a Caballera es desde Troncedo, por una pista que se toma un kilómetro antes de llegar a esta localidad por la carretera que sube desde Graus y Panillo. Este itinerario discurre siempre en sentido descendente y resulta cómodo y fácil para el caminante, que lo recorre en menos de dos horas.
En línea recta el lugar más próximo a Caballera es Santaliestra. Sin embargo, el camino entre ambas poblaciones es incómodo y difícil. Desde Santaliestra suben hacia Caballera dos estrechos y empinadísimos senderos, uno por cada lado del barranco de San Martín. Resulta algo más sencillo el situado a la izquierda si partimos desde Santaliestra. Siguiéndolo se llega hasta las antenas de un repetidor, visibles en lo alto de la ladera, y desde allí, por camino más ancho, se alcanza la pista que conduce de Caballera a San Martín.
Es ésta una pista de tierra, bastante mala incluso para vehículos todoterreno, que va ascendiendo de manera suave en dirección al norte y ofrece muy buenas vistas de la ladera izquierda del río Ésera. Pueden identificarse pueblos deshabitados como Abenozas y Aguilar, la ermita de San Saturnino perteneciente a este último y, más cerca del río, sobre una pequeña elevación de terreno, la ermita de la Piedad de Santaliestra. Todos estos lugares conforman una interesante alineación de indudable valor estratégico en época medieval. Un poco antes de llegar a San Martín, dejamos un pequeño barranco y una fuente a nuestra izquierda. Los restos del antiguo monasterio, a los que las gentes de Caballera llaman siempre “el convento”, quedan a la derecha del camino. Para no pasar de largo, nos sirve de referencia una caseta o borda recientemente arreglada cuyo tejado nuevo resulta fácilmente visible. San Martín, poco apreciable desde la distancia, se encuentra sólo unos metros antes de ese remozado edificio. Llegar hasta aquí andando desde Caballera viene a costar casi una hora.
Del antiguo monasterio de Esvu sólo ha quedado en pie buena parte de su iglesia. Fue construida probablemente a finales del siglo XI y restaurada, como ya se ha dicho, hace poco más de diez años. Se trata de una construcción románica de nave rectangular, de la que se han conservado sus dos paredes laterales y el magnífico ábside orientado al este. Debajo del presbiterio se encuentra una pequeña cripta de gran encanto, a la que se accede desde un lado del altar por una puerta de arco de medio punto y unos escalones. El ya reducido espacio de la cripta queda dividido en tres diminutas naves por cuatro columnas centrales que soportan arcos de medio punto y son de gran simplicidad, completamente lisas y sin ninguna decoración. Sólo se conservó completa una de las originales, las otras tres habían sido expoliadas y tuvieron que ser reconstruidas al restaurar la ermita. En la parte mural de la cripta, las columnas se convierten en pilares adosados que componen una arquería ciega. Si contemplamos el semicírculo absidal por su parte exterior, comprobamos el desnivel sobre el que se construyó la iglesia y apreciamos la considerable altura del ábside, que puede parecer desde aquí una torre defensiva circular. Tiene tres ventanas para la nave y una más reducida para la cripta. Sólo se ha conservado una pequeña puerta con arco de medio punto que se abre en la fachada meridional de la ermita. Tal vez fuera el acceso a algunas dependencias del monasterio que se hallaran en ese sector, donde hoy quedan restos de construcciones aparentemente más modernas pero quizás herederas de las del antiguo cenobio medieval.
San Martín de Caballera aparece citado por vez primera con ese nombre y como abadía en el año 1068. Sin embargo, en los archivos del monasterio de Obarra se hace referencia a la existencia a finales del siglo IX de la villa de Esvu, situada en el valle del Ésera, en un lugar muy próximo a Santaliestra. También se dice que entre los años 915 y 925 el abad Ramiro de Obarra compró nuevas tierras cercanas al castro de Santaliestra -situado en la actual ermita de la Piedad- y organizó el monasterio de Esvu. Probablemente afectado por la devastadora “razzia” de al-Malik del año 1006, quedó más tarde dedicado a San Martín, con cuya denominación se cita con frecuencia a partir del año 1068. En el siglo XIX, con la desamortización, fue comprado por Vicente Bistué, de la casa Sarradico de Caballera, a la que sigue perteneciendo en la actualidad. Por ese motivo, algunos en la zona lo conocen aún como “el convento de Sarradico”.
Descrita someramente esta iglesia y explicados sus accesos desde diferentes puntos cercanos, pueden proponerse diversas excursiones andando hasta este sorprendente lugar. Tal vez la más recomendable sea la que lleva de Troncedo a Besians pasando por Caballera y visitando San Martín. Algo más complicado para quien no conozca el terreno es terminar la excursión en Santaliestra. Si no se dispone de transporte para efectuar estos recorridos, siempre se puede salir desde Troncedo o Besians, o desde Perrarrúa o Santaliestra, y regresar de nuevo al punto de partida. Más fácil todavía es una sencilla excursión de ida y vuelta desde Caballera hasta el convento. En cualquier caso, la visita a los restos del antiguo monasterio de San Martín de Caballera habrá merecido la pena.
Carlos Bravo Suárez
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón, el 18-4-2010)
Fotos - Ermita de San Martín de Caballera: interior y altar (dos fotos), ábside (parte exterior), puerta de la ermita, ruinas anexas y cripta.