domingo, 27 de noviembre de 2016

CAMINAR Y LEER


Caminar”. William Hazlitt y Robert Louis Stevenson. Nórdica Libros. 2015. 96 páginas.

Dos textos del siglo XIX que unen las pasiones de pasear y leer

Leer y caminar son dos de mis principales aficiones. Por eso, me llamó la atención este librito, publicado el pasado año por la editorial Nórdica, que reúne dos breves textos de dos destacados escritores británicos del siglo XIX: “De las excursiones a pie”, de William Hazlitt, y “Caminatas”, de Robert Louis Stevenson, traducidos del inglés por Enrique Maldonado Roldán. Tratan ambos sobre la devoción que estos dos autores tenían por la práctica de las caminatas, preferentemente en solitario. El opúsculo se completa con un estupendo prólogo de Juan Marqués.

William Hazlitt (1778 – 1830) fue un célebre escritor inglés, autor de ensayos humanísticos y críticas literarias. Ha sido considerado como el mejor crítico literario británico después de Samuel Johnson, sobre todo en lo que al análisis y estudio de las obras de Shakespeare se refiere. Robert Louis Stevenson (Edimburgo, 1850 – Samoa Occidental, 1894) es uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Autor de novelas excepcionales como “La isla del tesoro” o “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”, sus restos mortales reposan en la isla de Samoa, donde terminó sus días y era conocido como Tusitala (“el contador de historias”) por los nativos del lugar.

En el prólogo del libro, Juan Marqués establece una interesante diferencia entre pasear y caminar: “Pasear es un entretenimiento distinguido, burgués, ocioso, elegante...; caminar es más bien algo instintivo, natural, salvaje. Pasear es un rito civil, y caminar es un acto animal. Pasear es algo social, y caminar algo más bien selvático, aunque sea por las calles de una ciudad. El que pasea se imagina paseando, o gusta de observarse según la perspectiva de los otros; el que camina es, en ese sentido, extrovertido, solo le importa el afuera. El que pasea coquetea diciendo que sale a buscarse a sí mismo, a conversar machadianamente con uno mismo, a reencontrarse o reconstruirse...; el que camina tampoco sabe nada pero por lo menos ya ha alcanzado a darse cuenta de que hay poco que escarbar dentro de sí, y rastrea vorazmente el exterior, las calles, los campos, los cielos. […] Caminar es algo que está decisivamente relacionado con la independencia y con la libertad”. Marqués establece también la estrecha relación entre las caminatas y la lectura y escribe que es “incomprensible no llevarse libros a los viajes”. Los dos autores de los textos, sobre todo Hazlitt, coinciden en que uno de los mayores placeres tras una solitaria caminata es, además de la cena, la lectura de un buen libro en la posada.

El texto de Hazlitt es anterior al de Stevenson y este glosa a aquel en buena parte de su escrito. Ambos son partidarios de caminar en soledad, pues cualquier conversación puede estropear, salvo en algún caso excepcional, el disfrute del camino. “Una de las experiencias más placenteras de la vida es una excursión a pie. Eso sí, prefiero hacerlas a solas. Puedo disfrutar de la compañía en un salón, pero al aire libre la naturaleza es compañía suficiente para mí. Nunca me hallo en estos momentos menos solo que cuando me encuentro a solas”.“No es posible leer el libro de la naturaleza con la continua molestia de traducirlo para beneficio de otros”.Sólo de una temática le resultaría agradable a Hazlitt conversar en una excursión: de lo que uno tomará de cena al llegar por la noche a la posada. El anonimato en la posada o el alejamiento de la ciudad proporciona una plenitud de los sentidos y una intensa sensación de libertad. El caminante busca la calma y la tranquilidad de la naturaleza frente a las prisas y urgencias del mundo moderno.

Como se ha dicho, Stevenson ratifica en su texto “Caminatas” las afirmaciones de Hazlitt, añadiendo algunas sensaciones placenteras, como las de perder la noción del tiempo y abandonar cualquier consulta al reloj cuando se camina o disfrutar de las paradas, incluso fumándose una buena pipa. En lo único que discrepa del ensayista y crítico es en saltar o correr durante las excursiones, pues las alteraciones en el paso aceleran la respiración, rompen el ritmo, no son agradables para el cuerpo y “distraen e irritan la mente”.

“Caminar” es un librito ameno, entretenido y jugoso, que hay que situar en su contexto del siglo XIX. Lástima que su excesiva brevedad haga que su lectura sepa a poco.

Carlos Bravo Suárez


domingo, 13 de noviembre de 2016

LOS BOSQUES IMANTADOS



“Los bosques imantados” es una novela sorprendente y atípica. Su autor es Juan Vico (Badalona, 1975), licenciado en comunicación audiovisual y máster en Teoría de la Literatura. Colaborador en diversos medios de comunicación, fue redactor de la revista literaria Quimera y es autor de los libros de poesía “Víspera de ayer” (2005), “Still Life” (2011) y “Balada de Molly Sinclair (2014), el libro de relatos “El claustro rojo” (2014) y las novelas “Hobo” (2012) y “El teatro de la luz”” (2013). Con la publicación de su reciente novela “Los bosques imantados” por la editorial Seix Barral, el escritor badalonés ha dado un importante salto en la mayor difusión y conocimiento de su obra literaria.

“Los bosques imantados” presenta un interesante caso de enfrentamiento entre ciencia y superstición, entre racionalidad y falsas creencias populares. En el verano de 1870, en el bosque de Samiel, a las afueras de Saint-Boffon, un pequeño pueblo de la Francia rural, se reúnen centenares de curiosos, devotos, médiums, magos y periodistas para asistir a un fenómeno único y sin parangón. Durante la noche del 10 de julio, se va a producir un eclipse de luna que va a aumentar las supuestas propiedades magnéticas y curativas que, según la tradición, posee ese inmenso bosque. Entre los periodistas desplazados al lugar figura Victor Blum, corresponsal del diario El Siécle y hombre escéptico y empeñado en una cruzada personal contra la superchería, el engaño y el fraude pseudocientífico tan frecuentes en aquel tiempo. Blum se convierte en el protagonista de la novela y luchará por desenmascarar las falsas teorías del mesmerismos y del magnetismo animal, defendidas y propagadas por un oscuro personaje llamado Locusto, al que pocos han visto pero cuya aparición estelar para curar a los enfermos todos esperan en la mágica noche del eclipse. En el siglo XIX, cuando mucha gente dejó de creer en Dios, afloraron estas teorías que se relacionaron con la hipnosis y que defendían la existencia de un fluido magnético que podía ser manipulado para acabar con algunas enfermedades extrañas. Victor Blum es, sin embargo, admirador y biógrafo del mago francés Robert-Houdin, auténtico mago que explica racionalmente cada uno de sus trucos y cuya existencia real está, según ha explicado el propio Juan Vico en alguna entrevista, en la base de la génesis de su libro.

La novela explica la llegada de Victor Blum a Saint-Boffon tras un largo viaje en diligencia -donde coincide con un enigmático interlocutor- , su relación con sus colegas de la prensa parisina también desplazados hasta allí y con algunos personajes del pueblo que le irán descubriendo un extraño y misterioso pasado, en el que se incluyen algunos episodios aparentemente paranormales, ocurridos a las mujeres de la casa en que se hospeda el periodista, que no ha sido aceptado en el principal establecimiento hotelero de la localidad. A aumentar el misterio y la intriga contribuyen varios hechos ocurridos en el pueblo antes de la noche del eclipse: el asalto nocturno que sufre el propio Blum, la enigmática profanación de la iglesia parroquial de Saint-Boffon y el asesinato de uno de los periodistas venidos de París. Vico presenta un interesante elenco de variados personajes, descritos con certera verosimilitud realista, y combina con acierto la novela de misterio y el genero detectivesco. La novela mezcla en dosis equilibradas la acción, los diálogos, el suspense y la información que algunos de los personajes aportan sobre el mesmerismo, el magnetismo, la hipnosis o las diversas creencias falsamente científicas que tanto fascinan a la masa y que Blum intenta combatir y desenmascarar de todas las maneras posibles. A eso se puede añadir la importancia creciente de la prensa en el tramo final del siglo XIX y la manipulación de la información y los diferentes enfoques y versiones que dan de la misma noticia los distintos periódicos de la época, según la ideología imperante en cada uno de ellos.

Juan Vico escribe con precisión y elegancia; aportando mucha información, pero sin perderse en alardes vacíos ni innecesarias florituras de estilo. En muchos momentos, añade a la seriedad del relato buenas dosis de un fino sentido del humor, que eclosiona ruidosamente en el momento cumbre del relato. “Los bosques imantados” es una novela de lectura muy recomendable y Juan Vico una prometedora figura de la nueva narrativa española.

Los bosques imantados”. Juan Vico. Seix Barral. 2016. 224 páginas.

Carlos Bravo Suárez

jueves, 10 de noviembre de 2016

DE GISTAÍN A SALINAS DE SIN POR EL GR-19









El Centro Excursionista de la Ribagorza, con sede en Graus, ha programado para el domingo 20 de noviembre una nueva excursión que se inscribe dentro de la iniciativa “Aragón a pie por GR”, auspiciada por la FAM. En este caso, se trata de una actividad ya clásica que el club organiza cada año en estas fechas otoñales y que consiste en una excursión matinal y una posterior comida en un restaurante próximo al itinerario elegido. Antes de la comida de hermandad, que tenemos intención de celebrar en el Mesón de Salinas, los participantes recorreremos en alrededor de seis horas, a ritmo tranquilo y con algunas paradas, los aproximadamente 15 km del tramo del sobrarbense GR-19 que une las localidades de Gistaín o Chistén y Salinas de Sin.
Tras el desplazamiento desde Graus en autobús, iniciaremos nuestra excursión en el núcleo de Gistaín o Chistén, situado a 1420 m. de altitud. Desde el pueblo, tendremos unas magníficas vistas de varias peñas del macizo de Cotiella que durante siglos han funcionado como reloj solar para los chistavinos. De este a oeste, son las llamadas peñas de las Diez, las Once, Mediodía y la Una. Además de la de la iglesia parroquial, tiene Chistén dos bonitas torres de planta cuadrada: las de las casas Tardán y Rins. Tras atravesar el pueblo, saldremos de él por la llamada Fuen de Ciella. Siempre siguiendo las marcas rojiblancas del GR-19, y en dirección al oeste, ascenderemos por un camino ancho hacia el llamado barranco Foricón. Atrás dejaremos magníficas vistas de Chisten y de Plan, abajo, en el fondo del valle. Después de una corta subida, seguiremos un camino en suave bajada hacia Feneplán y el barranco del Mon, que normalmente cruzaremos por piedras sin problemas. Siempre con hermosas vistas, entre bojes y robles primero y luego por prados y bordas, en algo más de una hora llegaremos a Serveto (1306 m.) que, junto a Señés y Sin, constituyen los tres pueblos de La Comuna.
Destaca en Serveto, donde hay una placa dedicada al aragonés universal Miguel Servet, la torre cuadrangular de su iglesia de San Félix. Desde Serveto a Sin hay unos dos kilómetros y el GR-19 transcurre en buena parte por la carretera que une ambos pueblos. Junto al cruce entre el GR-19 y el inicio del ramal del GR-19.1 que lleva a Bielsa por el collado de la Cruz de Guardia, estaba la antigua ermita de Santa Lucía, donde se reunían los representantes de la Comuna para tomar las decisiones importantes. Sin tiene interesantes construcciones tradicionales y una magnífica iglesia parroquial.
Desde Sin (1260 m.), el GR-19 inicia una fuerte, aunque corta, subida que va atajando la pista -otra opción- que asciende hasta el Plan de Sebillún, una zona de verdes prados con magníficas vistas que se halla a 1384 m. y constituye el punto más elevado de nuestro recorrido. Desde allí iniciamos un rápido y pronunciado descenso hasta Salinas de Sin (800 m.) por el llamado camino de Escarto. Pasadas las casas de una urbanización hidroeléctrica, llegamos a la confluencia de los ríos Cinca y Cinqueta y, tras cruzar la carretera por un puente, terminaremos nuestro itinerario en el Mesón de Salinas.
Datos útiles
La salida en autobús para acudir a la excursión se ha programado a las 7.00 horas en la glorieta Joaquín Costa de Graus. El inicio de la caminata está previsto a las 8.45 y se prolongara durante unas cinco horas y media, sin contar paradas. El precio es de 14 € para los socios del CER y de 17 € para los no socios. Los no federados deberán abonar 2,5 € en concepto de seguro de excursión obligatorio. La comida en el Mesón de Salinas tiene un precio de 15€.
Las inscripciones pueden realizarse a través del correo electrónico centro.excursionista.ribagorza@hotmail.com, o de los teléfonos 696 86 73 42 (Carlos) y 667 20 97 74 (Ana).

Carlos Bravo Suárez
Presidente del Centro Excursionista Ribagorza

(Artículo publicado hoy en el suplemento "Aragón, un país de montañas", de Heraldo de Aragón)

Fotos: Entrando en Serveto; bajando del plan de Sebillún a Salinas; vista de Gistaín desde el camino; Sin, Señés y Serveto, los tres pueblos de la Comuna, desde el plan de Sebillún; camino de Gistaín a Sin; vista de Sin desde el plan de Sebillún, Sin y el camino de subida al plan de Sebillún.