Tras la lectura de su anterior
y exitosa “Morir no es lo que más duele”, que reseñamos el pasado año en esta
sección, esperábamos con impaciencia la nueva novela de Inés Plana (Barbastro,
1959), que no ha tardado ni dos años en llegar a las librerías. Su título,
“Antes mueren los que no aman”, otra vez largo y con referencias a la muerte, parece
evocar una conocida cita de Emily Dickinson: “Los que son amados no pueden
morir, porque amor significa inmortalidad”. Y hay que decir ya de inicio que “Antes
mueren los que no aman” responde a las expectativas creadas y que quienes
disfrutamos con “Morir no es lo que más duele” hemos vuelto a hacerlo con esta
segunda entrega de la novelista barbastrense afincada en Madrid.
Encontramos en “Antes mueren los que no aman” a algunos
de los personajes de la fascinante novela anterior. Empezando por Julián
Tresser, el teniente de la Guardia Civil que vuelve a ser protagonista de este
nuevo relato. Especial relevancia adquiere ahora la niña Luba, que aparecía al
final de la novela anterior y a través de la cual el lector se adentra en el
siniestro mundo de la trata de blancas y la prostitución infantil. Junto a
Tresser, también reencontramos a la psicóloga Adelaida, con quien el teniente
había tenido un breve escarceo sentimental que ahora intentan ambos consolidar aproximando
sus vidas con su atormentada carga de pasado a cuestas. También el cabo Coira
vivirá una sorprendente e inesperada aventura en su Galicia natal, donde, tras
la decepción sentimental sufrida con su anterior novia, se reencontrará con sus
orígenes familiares y con los problemas endémicos de su tierra de origen. El
capitán Díaz Visedo, tras su viudez, acentúa su carácter solitario, amargo y
egoísta. Vemos, por tanto, evolucionar y desarrollarse en sus nuevas etapas y
situaciones vitales a algunos de los personajes que ya conocimos en “Morir no
es lo que más duele”.
La novela comienza con la muerte accidental de
una funcionaria de la Tesorería de la Seguridad Social, empujada fatalmente contra
una cristalera por una airada mujer apremiada por las deudas. El teniente Tresser
se hará cargo del caso y su investigación transcurre en paralelo con su
desesperada búsqueda de Luba, que inicia una rocambolesca peripecia tras lograr
escapar del prostíbulo en que se hallaba encerrada. Ambas líneas narrativas
transcurren en paralelo en una ágil sucesión de capítulos, narrados con rápidos
y fluidos diálogos. Todo ello en una bien ensamblada estructura
narrativa en la que se abren varias tramas y cuya intriga y suspense mantienen
permanentemente vivo el interés del lector. De tal manera que, pese a sus más
de quinientas páginas, la novela se devora con creciente interés, rapidez y
disfrute.
La
narración transcurre en las navidades del año 2009, con una España sumida en
plena crisis económica, con manifestaciones de fondo contra los recortes
sociales y con un estado de ánimo colectivo bastante pesimista. El relato
aborda diversos temas de interés: el mundo sórdido de la prostitución y la
esclavitud sexual de niñas y mujeres, un negocio que convierte en millonarios a
hombres y mujeres sin escrúpulos que actúan con una brutalidad despiadada con
el único objeto de enriquecerse; la corrupción y el contrabando en las
poblaciones costeras de Galicia; las luchas intestinas entre los cuerpos policiales
y la oscuridad de las actuaciones del CNI (en concreto la UCO o Unidad Central
Operativa) en una época en que ETA daba sus últimos coletazos; la soledad y el
mundo fantasioso en que viven algunos personajes y la generosidad solidaria de
otros... Todo un mundo de realidades diversas que laten con vigor detrás de una
trama trepidante.
No
falta tampoco esta vez un guiño de la autora a sus orígenes altoaragoneses
cuando Julián y un compañero de la UCO quedan en un restaurante en el que pican
unas rodajas de chireta rebozada como aperitivo, comen una ensalada ilustrada
aragonesa y una longaniza de Graus, acompañadas de un vino del Somontano, y
toman como postre unos crespillos de Barbastro.
Inés
Plana ha vuelto a dar en el clavo con una novela que a los ingredientes
clásicos del thriller une otros de fondo social y sentimental que componen un
relato sólido y atractivo, que gustará sin duda a un amplio espectro de
lectores. Queda abierta la relación de Julián –en sus nuevas obligaciones de
padre– y Adelaida, de Luba tras su traumático pasado, del cabo Coria después de
sus reencuentros gallegos... Esperaremos impacientes las sorpresas que pueda
depararnos la siguiente entrega de esta absorbente historia literaria surgida
de la fértil imaginación de la novelista altoaragonesa.