domingo, 31 de octubre de 2021

LOS VENCEJOS

Tras el enorme éxito obtenido por su anterior novela “Patria” (Tusquets, 2016), Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) ha publicado recientemente “Los vencejos”, una larga novela de más de setecientas páginas que ha sido recibida con gran expectación.

Hay que empezar diciendo que “Los vencejos” nada tiene que ver con “Patria” y que quienes esperaban que el autor guipuzcoano, afincado en Alemania, iba a continuar abordando el conflicto en el País Vasco con la valentía y objetividad con que lo hizo en su anterior narración pueden sentirse tal vez algo decepcionados. “Patria” fue una novela excepcional y vino a llenar un escandaloso vacío en la literatura española en el tratamiento del problema vasco, poniendo el foco en las verdaderas víctimas del fanatismo nacionalista y el terrorismo asesino tan presentes durante décadas en aquella comunidad. “Los vencejos” no tiene nada que ver con todo ello. Aramburu ha dado un giro a su narrativa y ha escrito una novela diferente, con un cambio radical de temática y enfoque. Y sería un error comparar una novela con la otra pues ambas se mueven en parámetros totalmente diferentes.

“Los vencejos”, que transcurre casi íntegramente en Madrid, tiene como protagonista a Toni, un profesor de instituto que imparte la asignatura de Filosofía, cincuentón y desencantado, que vive solo con su perra Pepa y que ha programado su suicido para dentro de un año. Inicia así un diario en el que, a lo largo de 365 textos agrupados en doce capítulos, va contando sus impresiones y sus vivencias presentes y pasadas. Conocemos así su relación con su mujer, Amalia, de la que se separó no muy amistosamente; con su hijo, Nikita, que llega a tatuarse una esvástica en la espalda; con su padre, su madre y su hermano; con sus suegros… Y con su único amigo, al que llama Patachula, que perdió una pierna en el atentado del 11-M y con quien se toma las cervezas y conversa sobre los temas de actualidad política y social de nuestro país. Toma protagonismo en la última parte del libro Águeda, una antigua novia de Toni, a la que el profesor rechazó por su poco atractivo físico pero que se incorpora luego a las tertulias con Patachula. Aunque su ex mujer y los familiares tienen un importante papel en partes del relato, Patachula y Águeda son los dos personajes secundarios más logrados de la novela.

En buena medida, “Los vencejos” pretende ser una crónica social y política de la España de estos últimos años. Son muchos los temas de actualidad que, de una u otra manera, aparecen en el libro: el feminismo, la relación entre hombres y mujeres, el papel del hombre ante el nuevo rol de la mujer, el lesbianismo, el auge del independentismo catalán, la aparición de nuevos partidos más extremos como Vox y Podemos, la situación de la enseñanza o, aunque no tanto como podría parecer, el suicidio. Y, aunque el autor nunca ideologiza su novela, hace opinar a su narrador y a otros personajes sobre estos temas y muestran con frecuencia posiciones contracorriente, alejadas de la ortodoxia y la corrección política imperantes. Obviamente, y algunos críticos parecen no observarlo, aunque el libro esté escrito en primera persona, las opiniones vertidas por el narrador, o por los diferentes personajes, no tienen por qué coincidir con las del autor.

Aunque “Los vencejos”, cuyo título hace una referencia simbólica a la libertad que representan para el narrador estas aves permanentemente aéreas, es una novela de más de setecientas páginas, se lee con mucha facilidad y fluidez. Está escrita en una prosa sencilla, con muchas expresiones coloquiales y mucho diálogo y estructurada en secuencias diarias breves. El libro no se hace largo al lector y eso que solamente hay dos cuestiones que mantienen en lo fundamental la intriga del relato: saber si el narrador cumplirá su promesa de suicidarse en la fecha prevista y descubrir la autoría de las notas anónimas que recibe continuamente en su buzón.

A mí, el Aramburu que más me gusta es el que trata la situación en el País Vasco: las novelas “Patria” y “Los años lentos” y el libro de relatos “Los peces de la amargura”. Pero un novelista necesita cambiar de registros y de temática y Aramburu es un escritor con una ya dilatada obra literaria que incluye novelas, relatos, ensayo, poesía y traducciones. “Los vencejos” engrosa esa larga lista y se lee con facilidad y ganas. No es una obra maestra, pero es una novela más que aceptable.

“Los vencejos”. Fernando Aramburu. Tusquets Editores. 2021.704 páginas.

 

POR LA BELLEZA OTOÑAL DE LOS BOSQUES DE OBARRA

El grupo grausino Tardes al Sol realizó esta semana una preciosa excursión por el congosto de Obarra, uno de los lugares donde mejor se puede contemplar en estas fechas la belleza del colorido de los bosques otoñales.

Los diecinueve participantes en la actividad salimos de Graus a las tres de la tarde y nos dirigimos con nuestros vehículos hasta Obarra y Río Blanco, paraje situado un poco más arriba del monasterio. Para poder hacer un itinerario lineal, combinamos coches en ambos lugares. Iniciamos la excursión andando en la carretera de Espés, reabierta al tráfico desde hace unos días. Aparcamos un poco más arriba del cruce del sendero GR-18.1 con la carretera. Descendimos unos metros por el asfalto y nos adentramos en el sendero a nuestra derecha bajando, perfectamente señalizado en una curva y con las indicaciones en dirección a Ballabriga y Obarra. Este camino se conoce como el de la Croqueta, por el nombre del paso más elevado del recorrido, situado entre unas elevadas peñas y llamado también la Portiella. El itinerario transita por la margen derecha del río Isábena, por encima de la carretera A-1605, que va más próxima al río.

Iniciamos el sendero con una ligera bajada, por una zona conocida como la Ubaga, en el paraje llamado Gabarret. Siempre entre bosque variado,  llegamos a un desvío a la izquierda que lleva a la font o fuente dels Fusters, es decir, de los carpinteros o madereros. Está a solo cien metros y el pequeño manantial surge junto a una gran haya. El camino principal llanea o desciende ligeramente entre paredes de piedra a ambos lados y algún pequeño claro del bosque. Tras pasar el barranco de las Garantas, prácticamente seco, iniciamos un ascenso por un bello camino empedrado hasta el paso de la Croqueta, situado a 1350 m. de altitud.

En este tramo del recorrido, y al ser la excursión por la tarde, disfrutamos de la belleza y variedad de los colores del bosque que veíamos en la ladera de enfrente, plenamente iluminada por el sol. Todo un bosque mixto con hayas, arces, robles, bojes, servales, pinos…Una belleza cromática otoñal en su máximo esplendor. Tras una parada en la Croqueta para merendar, iniciamos el descenso hacia Ballabriga y Obarra. Disfrutamos de algunas bonitas vistas aéreas del monasterio de Obarra, pasamos por la llamada Roca del Castell, donde supuestamente estaba el antiguo castillo de Ripacurtia, y llegamos a Ballabriga, pequeña localidad hoy despoblada pero con varias casa arregladas, donde hicimos una breve parada.

Desde allí, primero por sendero y luego por estrecha carretera, llegamos a la A-1605 y al aparcamiento de Obarra, donde habíamos dejado algunos vehículos, y terminamos la excursión. Habíamos recorrido 8,5 km, con 350 m. de desnivel de subida y 600 de bajada. El punto más alto fueron 1354 m. y 1007 m. el más bajo. Invertimos tres horas y media con paradas. Y disfrutamos del espectáculo del otoño en su máximo apogeo.

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jueves, 21 de octubre de 2021

EXCURSIÓN OTOÑAL POR EL BOSQUE DE LA PARDINA DEL SEÑOR


El pasado domingo, el Centro Excursionista Ribagorza organizó una excursión desde Fanlo a Sarvisé, pasando por el famoso bosque de la Pardina del Señor, considerado uno de los bosques más bonitos de nuestra provincia. Excepto el tramo final, entre Buesa y Sarvisé, que transcurrió por el PR-HU118, durante el resto del itinerario, desde Fanlo hasta Buesa, fuimos siempre por el sendero GR-15, que fue inaugurado en octubre de 2015, en una recordada jornada que contó con la asistencia de numerosos clubes de montaña.

Los diecinueve participantes en la actividad salimos de Graus a las 6.30 horas para dirigirnos a Fanlo en autobús. Iniciamos nuestro recorrido andando a poco menos de un kilómetro de Fanlo, en el punto en que el sendero, perfectamente señalizado, cruza la carretera para descender, en pronunciadas lazadas entre pinos, hasta el río Chate. Tras cruzarlo sin problemas, ascendimos por un bello sendero envuelto en un precioso bosque caducifolio y variado. Ahora, además de pinos y bojes y algunos abetos y acebos, encontramos hayas, arces, abedules, avellanos, serbales de los cazadores, tilos, álamos temblones, majuelos, olmos de montaña y fresnos. Y cada vez más presencia de robles, uno de los cuales destaca junto al camino por su monumentalidad y enorme tamaño.

Tras algo menos de hora y media de camino, llegamos a la Pardina del Señor, también llamada Pardina Ballarín. Se conserva buena parte del edificio y unas ruinas de una antigua ermita románica.  Allí hicimos una breve parada y, en una de las fachadas de la pardina, nos hicimos la foto de grupo. Continuamos la senda en descenso para cruzar el barranco A Casa y adentrarnos en un bello hayedo. Un poco más adelante, dejamos el municipio de Fanlo y entramos en el de Broto. Siempre siguiendo las marcas rojiblancas, el camino combina algún tramo de pista con sendero y el bosque se hace menos variado y predominan los robles. Pasamos por la Fuen Cubillata y dejamos a la derecha el conjunto de bordas de San Esteban, con alguna de ellas completamente envuelta en hiedra.

Ya pertenecen a la localidad de Buesa, cuyo caserío, con un gran edificio blanco en primer plano y la esbelta torre de su iglesia a continuación, pronto divisamos. Tras dejar en un altozano a nuestra derecha la ermita de Bun, entramos en Buesa. Aquí, dejamos el GR-15 y, junto a la iglesia de Santa Eulalia, tomamos el sendero PR-HU118 que, por el Quejigar, desciende en pronunciada bajada hasta Sarvisé. Tras pasar por la ermita de San Cristóbal, llegamos al pueblo, en uno de cuyos restaurantes, situado a las afueras, comimos al terminar la excursión.

Fueron 17 km de recorrido, con 721 m. de desnivel acumulado de subida y 1133 m. de bajada. La altitud máxima fue de 1374 m. y la mínima de 865 m. El tiempo total invertido, incluidas las paradas, fue de unas cinco horas y media. Habíamos disfrutado de un bonito itinerario por bellos bosques otoñales en un día de temperatura bastante benigna. Después de la comida, y ya avanzada la tarde, nos esperaba un largo camino de vuelta a Graus en autobús.

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domingo, 17 de octubre de 2021

LA PODA

“La poda” es la primera novela de Laura Beatty (Londres, 1963). Fue publicada en Inglaterra en 2008 y obtuvo varios premios literarios importantes. Ahora, tras su éxito internacional, la exquisita editorial Impedimenta la ha publicado en nuestro país, con traducción del inglés a cargo de Ce Santiago. Laura Beatty estudió Filología Inglesa en Oxford y más tarde se especializó en Griego Antiguo. Ha publicado un par de novelas más que no han sido traducidas al español. Ha trabajado como periodista y escrito varios relatos cortos. Durante un tiempo vivió en Salcey, uno de los pocos bosques medievales que quedan en Inglaterra, y actualmente vive entre la ciudad inglesa de Bath y su casa en Grecia.

“La poda” está protagonizada por Anne, una joven inglesa de 15 años, desgarbada y larguirucha, que, cansada de la vida con su caótica familia que la ignora y ningunea, decide irse a vivir al bosque, donde aprenderá a sobrevivir en la naturaleza, convirtiéndose en buena medida en una vagabunda.Poco a poco, aprende a buscar comida y a cazar con sus propias manos; a construir una casa con los materiales que el propio bosque le regala, y a descifrar el hipnotizante coro griego de los árboles. Observa a los zorros y a los ciervos, sobrevive a su primer y terrible invierno, y conoce la amarga y cálida belleza del amor. Pero en el bosque escucha otras voces: la noche y sus rumores, un hombre armado con una pistola, niños que chapotean en las charcas… y pronto el sonido de unas motosierras lejanas, que presagian senderos bajo los árboles y pasarelas bajo el dosel de las ramas. La ciudad que poco a poco empieza a cercarla”.

La idea principal de la novela es tal vez la constatación de que la huida a la naturaleza es hoy en cierta manera imposible, pues esa naturaleza en su estado puro y salvaje ya no existe. Al menos en los países occidentales y modernos, como la Inglaterra actual en que transcurre el relato. Así lo dice la narradora: “Era irrespirable. Por todas partes letreros que tenías que leer. Bicicletas, caballos, corredores. Y en el lado más apartado, una tarde, dos chicos haciendo motocrós, arrasando el sotobosque, ilegal”.  Anne busca la fusión con la naturaleza y aprende a conocerla y a convivir con ella de una manera entre utilitaria y panteísta. En cualquier caso, la presencia de otras personas le resulta necesaria y con ellas vive interesantes experiencias. Así, Steve y su madre, que viven junto al vertedero y con los que Anne traba amistad, o el ambiguo guarda forestal que la protege en cierto modo, pero cuyo comportamiento no siempre se ajusta a las obligaciones de su cargo.

Cristóbal Ruitiña hace un espléndido resumen de la novela en un artículo de “Zenda”: “Siglo y medio después de la publicación del Walden de Thoreau, Walden ya no existe. Esta es la tesis central de esta novela que es, pues, una narración sobre la huida a la naturaleza cuando la naturaleza ya no está. A ella se va Anne, una joven inglesa de 15 años, que ya no soporta más a su familia. No puede vivir rodeada de su indiferencia, su solipsismo y su cacharrería. Se diría, por tanto, que su familia no es sino un trasunto de la civilización urbana. Y Anne, que antes lo ha frecuentado ocasionalmente, un día se escapa al bosque cercano para instalarse definitivamente en él. Es un lugar muy poco virgen ya, asediado por las prácticas agropecuarias, los guardabosques y los turistas y que hasta tiene un punto limpio en los márgenes, un vertedero al que van a parar todas las sobras de la civilización urbana que, por cierto, Anne aprende a aprovechar evidenciado así la utilidad que, en el fondo, les otorga”.

Aunque a veces puede parecer que la novela se decanta por un mensaje ecológico demasiado simplista e ingenuo, lo verdaderamente interesante y nuclear del relato es la lucha por la supervivencia de la protagonista en un medio natural que, junto a su cautivadora belleza idílica, muestra también, y en no poca medida, su lado hostil, duro y adverso.

“La poda” puede enmarcarse en esta tendencia a la vuelta a la naturaleza tan presente en nuestros días, pero lo hace de una manera original y mostrando de forma crítica las dificultades que ello entraña y los aspectos desfavorables que presenta esa misma naturaleza, regida por sus propias leyes, que no tienen como prioridad lo individual sino la lucha descarnada por la supervivencia de sus miembros. Y en esa lucha por sobrevivir en un medio tan armónico como despiadado se va forjando la personalidad en desarrollo de la desgarbada Anne.

 “La poda”. Laura Beatty. Impedimenta. 2021. 320 páginas.

 

jueves, 14 de octubre de 2021

EXCURSIÓN POR LA PUEBLA DE CASTRO Y SU RICO PATRIMONIO


 El pasado lunes, el grupo grausino Tardes al Sol realizó una preciosa excursión circular dentro del término municipal de La Puebla de Castro. Durante el recorrido, pasamos por varias de las joyas del rico patrimonio artístico y cultural que alberga esta acogedora localidad ribagorzana.

Los dieciocho participantes en la actividad salimos de Graus a las 15.15 horas y nos dirigimos en nuestro vehículos hasta la urbanización Lago Barasona, a 6 km de la capital ribagorzana. Allí comenzamos nuestra excursión a pie y, siguiendo las marcas del PR-HU74, en menos de media hora llegamos a los restos de la antigua ciudad romana de Labitolosa, que estuvo poblada entre los siglos I a.C. y II d. C. Allí hicimos una parada para ver la Curia y sus dos conjuntos termales y dejamos, en lo alto del llamado cerro del Calvario, los restos de una importante fortaleza medieval musulmana. 

Desde Labitolosa, continuamos por la pista de tierra hasta conectar con la carretera. Dejamos las marcas del PR y retrocedimos hasta tomar otra pista que nos condujo al viejo lavadero circular con tejado en forma de embudo que ha sido recientemente restaurado. Desde allí, tomamos el nuevo GR-17 que, en menos de dos kilómetros, nos llevó a la plaza principal de La Puebla de Castro. Allí nos esperaba la guía local Eva Altemir, que nos abrió la iglesia de Santa Bárbara y nos explicó la composición del magnífico retablo de San Román, procedente de la iglesia de Castro que íbamos a visitar más tarde.

Pasamos por la otra plaza de La Puebla y descendimos hacía la carretera para tomar, casi frente al Mesón de la localidad, el sendero PR-HU75 en dirección a Castro. Enseguida desembocamos en una pista que en poco más de media hora nos llevó hasta Castro y su extraordinaria iglesia románica dedicada a San Román. Allí nos esperaba, de nuevo, Eva Altemir, que nos enseñó el interior de la iglesia, cuyo alfarje mudéjar está en proceso de restauración. Tras disfrutar de las explicaciones de la guía, subimos al mirador que se halla donde estaba la torre del antiguo castillo medieval. Desde allí, contemplamos extraordinarias vistas del pantano de Barasona, Lumbierre, el congosto de Olvena, el valle del Sarrón, La Puebla de Castro o Secastilla, entre otros lugares.

Retornamos por el camino de ida hasta llegar a un cruce señalizado en el que nos desviamos hacia la derecha, para descender por un sendero de pronunciada bajada hacia la zona del camping Bellavista o Suvenuix. Desde allí, continuamos por el carril bici y, en menos de media hora, y ya oscureciendo, llegamos a la urbanización Lago Barasona, donde teníamos nuestros vehículos para regresar a Graus.

En total, habíamos recorrido 12,5 km con 340 m. de desnivel acumulado. Y habíamos invertido casi cuatro horas y media incluyendo las paradas. Había sido una tarde verdaderamente redonda de paisaje, cultura, arte y patrimonio.



EXCURSIÓN POR LOS SENDEROS Y LA HISTORIA DE PERARRÚA


La pasada semana, el grupo grausino Tardes al Sol realizó una agradable excursión por algunos lugares del municipio de Perarrúa, una localidad ribagorzana, situada diez kilómetros al norte de Graus, en la margen derecha del río Ésera. Perarrúa tiene un armonioso caserío, en el que destaca su plaza mayor y su iglesia de San Martín, y un precioso puente medieval que atraviesa las aguas del Ésera.

Hasta Perarrúa nos desplazamos desde Graus en nuestros vehículos para iniciar allí nuestra excursión de tarde. Siempre por la margen derecha del río Ésera, nos dirigimos a la parte alta del pueblo, siguiendo las marcas del PR-HU49, en dirección al Mon de Perarrúa, que siempre divisamos majestuoso en lo alto. El sendero asciende de manera directa y cruza en una ocasión la pista asfaltada que lleva al Mon, en la que finalmente desemboca. Ya en la carretera y junto a una llamativa cascada del barranco del Mon o del Cap de la Vila, ahora casi sin agua, dejamos el asfalto y las marcas del PR para ascender por una ladera rocosa que nos deja a pocos metros del castillo.

El castillo del Mon, citado a veces como Castro Pelato, es un conjunto defensivo con una imponente torre troncocónica de la que se consolidaron hace unos años los restos medievales. Por una pasarela metálica, se accede al recinto defensivo, donde se halla la iglesia de San Clemente, del siglo XVI, y la abadía o casa del cura. Desde este punto las vistas son impresionantes. Sobre todo, la panorámica aérea de Perarrúa y del curso del valle del Ésera.

Desde el castillo, nos dirigimos por la pista a algunas casas del Mon (apócope de Mont o Monte). Actualmente despoblado, pero con varias casas arregladas y residentes ocasionales, el lugar tuvo trece viviendas en su momento, todas ellas diseminadas y separadas entre sí. Vimos las ruinas de la escuela, dejamos a la derecha la Casa Sancerni y pasamos junto a las casas Molí, Cera, Castán y Collada. Desde esta última, tomamos una pista, no muy evidente en su inicio, que nos llevó hasta el paraje conocido como San Martín. Entre montones de piedras dispersos, solo quedan en pie unas paredes y parte de la bóveda de una construcción religiosa. Es probable que este fuera el núcleo originario de Petra Rubea (Piedra Roja), la posterior Perarrúa.

Desde las ruinas de San Martín, retornamos al PR-HU49, que transita ahora por una pista en dirección a Ejep o Ixep. Al cabo de media hora, llegamos al despoblado Arués o Argües. Para acceder a su derruido caserío, tuvimos que salirnos de la pista principal hacia la derecha y ascender un breve trecho. No hay ninguna señalización que indique el nombre del despoblado. Allí merendamos antes de regresar por el mismo camino, pero sin pasar ahora por las casas del Mon y atajando por un corto tramo del PR que atraviesa un bello puente de un solo ojo. Eran las ocho de la tarde cuando llegamos de nuevo a Perarrúa. Habíamos recorrido 13,5 km, con unos 400 m. de desnivel, en unas cuatro horas y media con las paradas.

Artículo publicado en Diario del Alto Aragón: 

https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/deportes/2021/10/07/excursion-por-los-senderos-y-la-historia-de-perarrua-1524613-daa.html?fbclid=IwAR02Oofmu4OXBS7YeJRgarXs-FX3HZdtM4zrMVOjYFgFKAwNbpUVKTk9Vuo

lunes, 4 de octubre de 2021

DEL BALNEARIO DE PANTICOSA A BUJARUELO POR EL GR-11


Con motivo del Día del Senderista en Aragón, el Centro Excursionista Ribagorza organizó una excursión desde el Balneario de Panticosa hasta San Nicolás de Bujaruelo por el GR-11 o Senda Pirenaica. En la actividad, participamos 14 personas, que salimos de Graus a las 6.30 horas para dirigirnos en un microbús, y en un largo desplazamiento por carretera, hasta el Balneario de Panticosa.

Aparcamos a la entrada del histórico recinto termal, a 1638 m. de altitud, y buscamos la señalización rojiblanca del GR-11 que viene desde el refugio de la Casa de Piedra. Junto a “La Fontana del Balneario”, conectamos con el sendero y comenzamos hacia la derecha una ascensión zigzagueante por un bosque de pinos. Salimos al poco rato a un espacio abierto y contemplamos frente a nosotros algunos de los tresmiles de la zona, como los picos Garmo Negro y Argualas, todavía envueltos en algunas nubes bajas.

Al cabo de unas dos horas, llegamos al embalse de Brazato, a 2380 m. de altitud, donde hicimos una parada para descansar y comer algo. Muy cerca del camino nos asomamos a ver el ibón bajo de Brazato y continuamos ascendiendo por camino más pedregosa hacia los ibones altos. Al cabo de unos cuarenta minutos llegamos al Collado o Puerto Viejo de Brazato, situado a 2566 m. y punto más alto del recorrido. En este punto, se sitúa el cambio de vertiente entre los valles de los ríos Gállego y Ara. Las vistas del lugar son extraordinarias: hacia el oeste, los ibones de Brazato; hacia el este, los ibones de Batanes y la majestuosa figura del pico Vignemale o Comachibosa frente a nosotros.

Tras una parada para hacer algunas fotos, iniciamos el descenso por el valle de los Batanes, siguiendo el curso del barranco de ese nombre, que un poco más abajo, casi a los pies del Vignemale, vierte sus aguas en el incipiente río Ara. En la intersección de ambos ríos, sobre las 14.30 horas, hicimos la parada para comer. Reiniciada la marcha, y ya siempre en largo pero paulatino y tendido descenso, continuamos el sendero por la margen izquierda del río Ara y por camino cómodo entre verdes prados. A nuestra izquierda, en la zona fronteriza con Francia, dejamos los picos Cerbillona y Tapou, ambos tresmiles, y pasamos junto a la cabaña de Labaza.

Continuamos por algunos tramos de bosque y llegamos al refugio de pastores de Ordiso, donde giramos a la izquierda para continuar por una pista, entre hayedos. Tras pasar por las praderas de Laña Larga, donde el río Ara se remansa, llegamos a San Nicolás de Bujaruelo (1338 m.), con su precioso puente y los restos de la antigua ermita medieval. Allí nos esperaba el autobús y un largo viaje de regreso a Graus.

Habíamos recorrido 22 km, con 1090 m. de desnivel positivo y 1351 m. de negativo. El tramo se subida fue de unos 7 km y de 15 km el de bajada. Invertimos en el itinerario 8 horas y 45 minutos, contando las paradas. Habíamos celebrado el Día del Senderista en Aragón, disfrutando de una larga pero intensa jornada montañera.

https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/deportes/2021/09/30/del-balneario-de-panticosa-a-bujaruelo-por-el-gr11-1522979-daa.html?utm_source=facebook.com&utm_medium=socialshare&utm_campaign=desktop&fbclid=IwAR3wBeewSg44NQBHnC_s-3cDPYzv4aHmq3p5UX0khsthlqn1u-FO4HCOi80