sábado, 18 de mayo de 2024

EL NIÑO


Tras el enorme éxito de su novela “Patria” en 2016, Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) se ha convertido en una referencia imprescindible de la literatura española actual. El escritor vasco, afincado desde hace años en Alemania, es autor de trece novelas, siete libros de relatos, tres ensayos, siete libros de poesía y cinco traducciones del alemán al castellano. Ha recibido numerosos premios literarios y varias de sus novelas han sido llevadas al cine o la televisión. Ahora acaba de publicar “El niño”, el cuarto de los libros de su serie Gentes vascas, cuyos antecesores son “Los peces de la amargura” (2006), “Años lentos” (2012) e “Hijos de la fábula” (2023).

“El niño” es una novela breve que sigue el esquema galdosiano de situar unos personajes ficticios en un contexto real. El punto de partida es un suceso trágico ocurrido en octubre de 1980 en la localidad vizcaína de Ortuella, próxima a Bilbao, donde cincuenta niños de cinco y seis años y tres adultos murieron en una escuela de EGB por una explosión de gas. Sobre este fondo dramático, el escritor pone el foco narrativo en la repercusión que este hecho tiene sobre una familia ficticia, que ha perdido a su único hijo en el fatídico accidente. La familia está compuesta por el abuelo y los padres. Personaje fundamental de la novela es el abuelo Nicasio, que parece no aceptar la tragedia y vive como si su nieto Nuco, al que va a visitar cada jueves al cementerio, siguiera vivo. Los padres intentan afrontar y superar el trauma de la pérdida desde el carácter y la personalidad de cada uno. Mariaje es una mujer fuerte, luchadora, capaz de sobreponerse a lo peor y buscar soluciones prácticas. Una mujer vasca en la línea de otros personajes femeninos de Aramburu. José Miguel es un hombre fornido y a la vez tierno, pero moralmente más frágil y atormentado. Junto a estos tres personajes principales, aparecen algunos otros mucho más secundarios, como la abuela Candelaria, siempre añorante de su Extremadura natal, y ya fallecida cuando ocurre el accidente, y algunos vecinos y conocidos del pueblo.

Con este argumento tan luctuoso y dramático, el autor evita con solvencia el riesgo de incurrir en el exceso de sentimentalismo y emotividad. Y lo hace principalmente a través de un estilo sobrio, alejado de cualquier barroquismo y digresión innecesaria, que busca sobre todo la simplicidad y la precisión extrema. Con un relato breve y sucinto y un registro lingüístico conciso y escueto, escaso de adjetivación y con las descripciones mínimas e imprescindibles. Estructurado en capítulos breves y de lectura rápida, fácil y muy ágil.

Elemento destacadísimo de la novela es el uso de varias voces narrativas que aportan diversas perspectivas y puntos de vista a la lectura. Por un lado, encontramos un narrador en tercera persona, omnisciente y objetivo, que nos cuenta  las andanzas del abuelo Nicasio: sus idas y venidas del cementerio y su relación póstuma con su nieto muerto y con su hija y su yerno. Por otro lado, una parte del relato está contado por la madre del niño, que se convierte en informante del novelista, al que se dirige en ocasiones y a quien impone algunas condiciones sobre cuestiones que deben aparecer o no en el relato. Pero el aspecto más interesante e innovador de “El niño” es la personificación del texto en varios capítulos del libro. Aramburu ya había usado este recurso en alguna otra ocasión, pero no de manera tan destacada y seguida como en esta novela. Incluso ya desde su inicio, el novelista advierte al lector de este recurso, informándole de que los capítulos en los que el texto interviene como personaje están escritos en letra cursiva. En estos capítulos, que se intercalan a lo largo de la novela, el texto interviene con voz propia y en primera persona, haciendo algunos reproches al autor o revelando informaciones que este usó para la confección de la novela y que después eliminó o no tuvo a bien incluir en ella. Aunque el propio escritor advierte al inicio al lector que puede saltar estos capítulos, que no afectan al meollo de la historia que va a contar, en  mi opinión, constituyen todo un logro narrativo y aportan informaciones muy interesantes sobre la elaboración y el proceso creativo de la novela.

Fernando Aramburu demuestra una vez más que domina diversos registros narrativos y no puede encasillarse en ninguno de ellos. Puede escribir novelas largas y densas, divertimentos narrativos, relatos breves, ensayos, poesía… “El niño” es una novela corta pero muy intensa, conmovedora y tierna, a la vez que dura y desnuda de todo artificio superfluo, que narra las diferentes estrategias de los miembros de una familia para afrontar e intentar superar el trauma provocado por la trágica pérdida de un hijo. Una novela que deja una honda huella en el lector.

“El niño”. Fernando Aramburu. Tusquets Editores. 2024. 272 páginas.

sábado, 4 de mayo de 2024

EL REY DE VARSOVIA

“El rey de Varsovia” es la primera novela que se publica en España del escritor polaco Szczepan Twardoch (Zernika, 1979), autor de cuatro libros de relatos y diez novelas, ganador de varios premios literarios y considerado uno de los más sólidos valores actuales de las letras polacas. “El rey de Varsovia” fue publicada originariamente en Polonia en 2016 y ha sido objeto de una exitosa serie televisiva. Ahora, la exquisita Acantilado la ha editado en nuestro país en una traducción del polaco a cargo de Bogumila Wyrzykowska y Ester Rabasco. Una magnifica edición que incluye abundantes notas aclaratorias y un glosario final de términos hebreos y yiddish que ayudan a la mejor comprensión del texto

“El rey de Varsovia” transcurre en la convulsa Varsovia de los años treinta del pasado siglo, en los preludios de la Segunda Guerra Mundial, poco antes de la invasión nazi de Polonia y de la aplicación de su política de guetos y deportaciones. El protagonista es Jakup Szapiro, un boxeador judío que, además de destacar en la práctica del pugilato y ser, por ello, un héroe en su círculo hebreo, es también un matón de una mafia (dirigida por un despiadado “padrino”, anteriormente miembro del partido socialista) que aterroriza a la comunidad judía de Varsovia. Sus  extorsiones económicas proporcionan a la banda una vida lujosa y desahogada, envuelta en violencia física, sexo, prostitución, drogas y alcohol.

 El relato se inicia con la victoria de Jakub sobre otro boxeador polaco, en un combate que muestra en el público la gran rivalidad entre los clubes Macabi y Legia, a los que pertenecen respectivamente ambos púgiles y que reflejan el odio entre las dos comunidades de la ciudad: la judía y la polaca cristiana. El gobierno polaco del momento prepara ya leyes antisemitas que poco después los nazis invasores van a aplicar con mayor dimensión y saña. Por otro lado, empieza a tomar cuerpo entre la comunidad judía de Varsovia el deseo de emigrar a Palestina para integrarse en el incipiente estado israelí que allí se está creando. Además del logradísimo Jakup Szapiro, por las páginas del libro desfilan un buen número de magníficos personajes secundarios, que componen un representativo espectro social de una parte de la sociedad varsoviana y, principalmente, de sus bajos fondos. Como indica el crítico Federico Aguilar, encontramos, “una siniestra galería de personajes, igualmente sin escrúpulos, compuesta por confidentes, pistoleros, arribistas, intrigantes, asesinos, funcionarios corruptos...” Uno de los lugares de encuentro de todos ellos es un lujoso burdel regentado por una “madame”, otrora amante de Szapiro.

Uno de los aspectos más destacados de “El rey de Varsovia” es su estructura narrativa y la figura del narrador, en la que no se puede ahondar aquí demasiado para no destripar el relato al lector. El narrador es Mojżesz Bernsztajn, que tenía diecisiete años cuando Jakup Szapiro mató a su padre por no pagar el impuesto de su pequeño comercio a la mafia del barrio judío de Varsovia. Mojżesz Bernsztajn tiene ahora setenta y siete años y vive en Tel Aviv, a donde emigró. Así se presenta él mismo al inicio del libro: “A mi padre lo mató un judío alto, atractivo, ancho de hombros y con una robusta espalda de boxeador macabeo. Ahora está de pie en el cuadrilátero, es el último combate de esta noche y el último asalto de la pelea, y yo lo observo desde la primera fila. Me llamo Mojżesz Bernsztajn, tengo diecisiete años y no existo. Me llamo Mojżesz Bernsztajn, tengo diecisiete años y no soy un ser humano, no soy nadie, no estoy en parte alguna, no existo, soy un pobre y miserable hijo de nadie, y ahora estoy mirando al hombre que mató a mi padre, lo estoy mirando mientras él, bello y fuerte, está de pie en el cuadrilátero. Me llamo Mojżesz Inbar, tengo sesenta y siete años. He cambiado de apellido. Estoy sentado frente a una máquina de escribir y estoy escribiendo. No soy un ser humano. No tengo apellido. El boxeador del cuadrilátero se llama Jakub Szapiro”.

“El rey de Varsovia” combina con maestría un documentado sustrato realista, político y social, sobre la Varsovia de los años treinta con un trepidante relato de género negro, que va ganando en ritmo y acción desenfrenada a medida que avanzan sus páginas. En una suma de variados registros argumentales, encontramos desde algún elemento de tipo surrealista, como el cachalote que solo ve el narrador, hasta algunas profundas reflexiones morales sobre la condición humana y muchos momentos de violencia descritos con suma crudeza. La crítica literaria Ana Calvo lo ha resumido muy bien: “El rey de Varsovia’ es una novela nihilista, hiperbólica y magnética, que puede herir la sensibilidad del lector. Szczepan Twardoch muestra los oscuros abismos infernales, donde impera una maldad, de la que resulta imposible escapar”.

Se ha destacado el aliento tolstoiano que late en la novela, pero hay que señalar las muchas concomitancias en la descripción del gueto judío de Varsovia de los años treinta con las narraciones del escritor judío polaco Isaac Bashevis Singer, en especial con “Keyle la Pelirroja”, publicada también recientemente por Acantilado y reseñada en esta sección. “El rey de Varsovia” es una novela sobresaliente, de una calidad literaria muy por encima de la media.

“El rey de Varsovia”. Szczepan Twardoch. Acantilado. 2013. 448 páginas.