lunes, 15 de septiembre de 2008

SAN FERTÚS: UN CERRO Y UNA ERMITA JUNTO A GRAUS

Cachano en la puerta de la ermita 

Placa colocada por Cachano en la ermita

  Piedras de molino encontradas en el cerro de San Fertús

A las afueras de Graus, a poca distancia del pueblo y en dirección al norte, en la orilla izquierda del curso descendente del río Esera, se encuentra un pequeño cerro con forma de tronco cónico conocido como San Fertús. Se accede a él por una pista que arranca del recientemente acondicionado polígono industrial Fabardo. En la falda norte del cerro, con vistas hacia el cercano pueblo de Torre de Ésera, encontramos una flamante ermita reconstruida sobre unos viejos cimientos de otro templo anterior. La nueva obra ha sido realizada, con una dedicación y un esfuerzo admirables, por el señor José Plana Fondevila, conocido por todos como Cachano, propietario de la finca en la que se hallaban los escasos restos de la antigua y derruida ermita primitiva.

Aunque el topónimo San Fertús tiene en Graus una larga tradición  -hay desde hace mucho tiempo un taller textil con ese nombre-, su origen no está del todo claro. Es probable que el término "fertús" proceda de la misma raíz de la que deriva el adjetivo "fértil" y sea, por tanto, sinónimo de "fructuoso" o "fructífero". En aragonés parece existir el termino "fertuoso" para referirse al castellano "fructuoso". Por ello, se relaciona San Fertús con San Fructuoso, obispo de Tarragona y muerto mártir en el año 259 en compañía de sus diáconos Augurio y Eulogio. Su festividad se celebra el 21 de enero, dentro de un ciclo de invierno de apretado santoral (San Antonio, San Sebastián, San Vicente). Es precisamente la imagen de este San Fructuoso, obispo y mártir, la que ha colocado el señor Plana tras el altar mayor de la nueva ermita.

Tenemos noticia de un San Fertús, nombrado por la Ronda de Boltaña en una de sus canciones ("Niña bonita", en la que también se nombra a San Fertuoso), situado al norte de la antigua capital del Sobrarbe. En Bierge encontramos una iglesia dedicada a San Fructuoso con unas importantes pinturas medievales. En Ayera, perteneciente a Loporzano, existe una ermita románica llamada San Fertús, muy reformada y en cuyas proximidades se ha encontrado cerámica hispanovisigoda. Además, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido hay un paraje denominado plano de San Fertús. En Cataluña, próxima a Manresa, se halla la población de San Fructuoso o San Fruitós de Bages. Es asimismo frecuente el topónimo Pertús o Pertusa, aunque en este caso parece clara su derivación del latín "petra" (piedra), presente en numerosos topónimos como Peralta ("piedra alta"), Sopeira ("bajo la piedra" ) o Perarrúa ( "petra rubea", es decir, "piedra roja"). De esta procedencia encontramos un Pertusa, pueblo de la zona más oriental de la Hoya de Huesca, y una Pertusa, ermita de la orilla catalana del Noguera Ribagorzana, un poco más abajo del congosto de Montrebei y frente a la ermita, ya aragonesa, de San Bonifacio y Santa Quiteria de Montfalcó. También en el Pirineo francés hallamos Pertús en el paso fronterizo de La Junquera. Aunque de sonoridad parecida, estos últimos topónimos parecen, como hemos indicado, de procedencia bien distinta al de Fertús.

De la ermita antigua no hemos encontrado documentación alguna, y es muy escaso o casi nulo el recuerdo de su existencia entre la gente del lugar. En el libro de Jorge Mur, "Septembris (Historia y vida cotidiana en Graus entre los siglos XI y XV)", aparece, como referencia, la denominación de San Fertús en un mapa del término municipal de Graus con lugares documentados en la Edad Media. No se cita en dicho mapa la referencia cronológica de San Fertús, que aparece situado en una zona entre la Paúl de Salz y Fabardo, denominaciones sí recogidas en documentos medievales. Sin embargo, a oídos de José Plana Fondevila llegó noticia de la posible existencia de los restos de una ermita dentro de los límites de su finca y muy cercana al cerro homónimo. Tras minuciosa búsqueda consiguió dar con ellos: sólo quedaban los cimientos y una de las esquinas de la primitiva construcción. Una encina o carrasca, que hubo que cortar, había crecido en su interior y tapaba casi por completo las ruinas. Una vez descubiertas éstas y limpiado el recinto, José Plana, de casa Cachano de Graus, aunque originario de Arasanz (Mediano) en la comarca de La Fueva, procedió a su reconstrucción. Acarreando piedras al lugar, levantó las cuatro paredes y construyó un nuevo tejado. El resultado es una ermita de planta rectangular de unos seis metros de largo por unos tres y medio de ancho. No hay restos de ábside y el altar queda orientado al noreste. La puerta, también añadida en la reconstrucción reciente, ha sido abierta hacia el suroeste, frente al altar. Dos pequeñas ventanas, que atraviesan los gruesos muros de la ermita, dan alguna luz a su interior, donde José Plana "Cachano" ha hecho instalar tres filas de bancos de madera y ha revestido de este mismo material la parte interior del tejado. Sobre éste, encima de la puerta, ha levantado una espadaña en la que espera colocar en breve tiempo una pequeña campana. En el otro extremo del tejado, recorta su silueta sobre un pequeño pedestal -antes mojón de carretera- una veleta con la figura del arcángel San Miguel. José Plana lleva más de cuatro años de meritorio trabajo dedicado a la reconstrucción y acondicionamiento de la ermita, a la que ha ido añadiendo sucesivamente nuevos elementos.

Desde la ermita de San Fertús se contempla una vista amplia y sugerente. Hacia el oeste observamos la ladera ribagorzana de la sierra de Torón, jalonada de pequeñas poblaciones, algunas de ellas deshabitadas. Puede verse Grustán, del que asoma sólo la torre y alguna de las casas sobre el farallón rocoso en que se ubica. También La Terrazuala, La Oliva, Panillo, las construcciones del templo budista, Ejep y Torre de Obato. Por el este, el valle del Isábena, flanqueado por la sierra de Laguarres. Cierra la vista al sur la sierra de la Carrodilla sobre el pantano de Barasona. Al norte, muy próximo, el pueblo de Torre de Ésera, y más lejos, como telón de fondo, las tres habituales referencias pirenaicas divisadas desde estos parajes bajorribagorzanos: Cotiella, Posets y el majestuoso Turbón.

Caminando unos metros hacia el sur desde la ermita, subimos en breve tiempo al citado cerro de San Fertús, cuya silueta troncocónica es un elemento característico de los alrededores grausinos. En la pequeña meseta de la cima, tierra de labor, puede observarse cierta abundancia de piedras que podrían indicar la existencia de antiguas construcciones. No somos arqueólogos ni especialistas en el tema y por tanto nada podemos afirmar sobre el asunto. Sin embargo, José Plana nos aseguró haber encontrado algunas paredes construidas con argamasa al efectuar labores en la parte alta del cerro, y nos mostró varias piedras de molino halladas en sus alrededores. También nosotros encontramos una piedra redonda que muy probablemente fuera para moler a mano y tal vez complementaria de las citadas. La existencia de un pequeño y rudimentario molino en el lugar parece casi del todo segura. Su situación estratégica, con gran dominio sobre el curso del Ésera y de la población grausina, que se contempla desde lo alto, puede hacer pensar en algún otro tipo de edificación o de poblamiento antiguos.

Al observar las fotografías aéreas de San Fertús, Monte Muro y Portaspana, se aprecian muchas similitudes entre estos tres lugares de los alrededores de Graus. Los tres presentan desde el aire un parecido dibujo con una sucesión de círculos concéntricos. Sólo en el despoblado Portaspana, que se halla algo más alejado de los otros dos citados, encontramos las ruinas del antiguo pueblo de ese nombre. Ni en San Fertús ni en Monte Muro quedan restos de construcciones, salvo los de la ermita citada, ahora reconstruida. Ambos lugares están casi en línea en la orilla izquierda del curso del Ésera; Monte Muro, un poco más al norte, enfrente de una quinta modernista conocida como Torre Romero o de Pentineta, muy cerca de Las Ventas de Santa Lucía. Son dos parajes de similares características: ambos tienen forma de tronco de cono con un pequeño llano en la cima en el que se observa presencia de piedras y posibles vestigios de construcciones anteriores. Sería trabajo de arqueólogos confirmar lo que para nosotros no es más que una posibilidad o hipótesis. El topónimo Monte Muro nos remite, además, a otros parecidos, como el de la magnífica fortaleza sobrarbense de Muro de Roda.

En el caso de San Fertús, la tenacidad encomiable y el esfuerzo solitario de José Plana Fondevila han permitido rescatar del olvido los restos de una antigua ermita, en cuyas proximidades tal vez hubiera una mayor presencia humana en épocas pretéritas.

Carlos Bravo Suárez y Francisco Rubio Fuster
(Artículo publicado en el Diario del Alto Aragón el 18 de septiembre de 2005)

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