La
pasada semana, el grupo grausino Tardes al Sol realizó una agradable excursión por
algunos lugares del municipio de Perarrúa, una localidad ribagorzana, situada
diez kilómetros al norte de Graus, en la margen derecha del río Ésera. Perarrúa
tiene un armonioso caserío, en el que destaca su plaza mayor y su iglesia de
San Martín, y un precioso puente medieval que atraviesa las aguas del Ésera.
Hasta
Perarrúa nos desplazamos desde Graus en nuestros vehículos para iniciar allí
nuestra excursión de tarde. Siempre por la margen derecha del río Ésera, nos
dirigimos a la parte alta del pueblo, siguiendo las marcas del PR-HU49, en
dirección al Mon de Perarrúa, que siempre divisamos majestuoso en lo alto. El
sendero asciende de manera directa y cruza en una ocasión la pista asfaltada
que lleva al Mon, en la que finalmente desemboca. Ya en la carretera y junto a
una llamativa cascada del barranco del Mon o del Cap de la Vila, ahora casi sin
agua, dejamos el asfalto y las marcas del PR para ascender por una ladera
rocosa que nos deja a pocos metros del castillo.
El
castillo del Mon, citado a veces como Castro Pelato, es un conjunto defensivo
con una imponente torre troncocónica de la que se consolidaron hace unos años los
restos medievales. Por una pasarela metálica, se accede al recinto defensivo,
donde se halla la iglesia de San Clemente, del siglo XVI, y la abadía o casa
del cura. Desde este punto las vistas son impresionantes. Sobre todo, la
panorámica aérea de Perarrúa y del curso del valle del Ésera.
Desde
el castillo, nos dirigimos por la pista a algunas casas del Mon (apócope de
Mont o Monte). Actualmente despoblado, pero con varias casas arregladas y
residentes ocasionales, el lugar tuvo trece viviendas en su momento, todas
ellas diseminadas y separadas entre sí. Vimos las ruinas de la escuela, dejamos
a la derecha la Casa Sancerni y pasamos junto a las casas Molí, Cera, Castán y Collada.
Desde esta última, tomamos una pista, no muy evidente en su inicio, que nos
llevó hasta el paraje conocido como San Martín. Entre montones de piedras
dispersos, solo quedan en pie unas paredes y parte de la bóveda de una
construcción religiosa. Es probable que este fuera el núcleo originario de
Petra Rubea (Piedra Roja), la posterior Perarrúa.
Desde las
ruinas de San Martín, retornamos al PR-HU49, que transita ahora por una pista
en dirección a Ejep o Ixep. Al cabo de media hora, llegamos al despoblado Arués
o Argües. Para acceder a su derruido caserío, tuvimos que salirnos de la pista
principal hacia la derecha y ascender un breve trecho. No hay ninguna
señalización que indique el nombre del despoblado. Allí merendamos antes de
regresar por el mismo camino, pero sin pasar ahora por las casas del Mon y
atajando por un corto tramo del PR que atraviesa un bello puente de un solo ojo.
Eran las ocho de la tarde cuando llegamos de nuevo a Perarrúa. Habíamos
recorrido 13,5 km, con unos 400 m. de desnivel, en unas cuatro horas y media
con las paradas.
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón:
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