jueves, 21 de febrero de 2008

TRAS LAS HUELLAS DE AL-MALIK

Abizanda

                                                              San Antón de Pano

                                                         San Martín de Caballera

                                                    Ermita de la Piedad de Santaliestra

                                                        San Saturnino de Aguilar

                                                                      Abenozas

                                                                       Nocellas

                                                                       Raluy

                                                                         Raluy

                                                                      Obarra


                                                               Roda de Isábena

Las crónicas medievales sitúan en el verano del año 1006 al caudillo árabe Abd al-Malik al frente de una expedición de castigo dirigida contra el condado de Ribagorza. En estas crónicas, sólo se citan unos pocos lugares destruidos por los sarracenos en su devastadora "razzia" estival. Por ello, a la luz de los escasos documentos existentes, no es posible reconstruir con seguridad el itinerario que las tropas musulmanas siguieron hace mil años por tierras ribagorzanas. Sin embargo, uniendo los eslabones conocidos, podemos elaborar algunas hipótesis que permitan trazar el posible camino recorrido por las huestes sarracenas en aquella violenta incursión.

Abd al-Malik era hijo del caudillo musulmán al-Mansur, nombre castellanizado en Almanzor, azote de los reinos cristianos en las postrimerías del siglo X. Almanzor era chambelán del califa Hisam II, pero en la práctica ostentaba el poder real en al-Andalus. A su muerte en Medinaceli en el año 1002, al-Malik heredó el cargo de su padre y continuó la política de castigo sobre los territorios cristianos del norte. Si Almanzor había atacado en los años 999 y 1000 los condados de Aragón y de Pallars, al-Malik hizo lo propio seis años después sobre Ribagorza y, según algunos historiadores, también sobre Sobrarbe.

El siglo X fue de gran actividad en el incipiente condado ribagorzano que había empezado siendo una pequeña entidad dependiente de los condes de Toulouse en la llamada Marca Hispánica. Si hacemos caso a Fernando Galtier en su libro "Ribagorza, condado independiente" (Pórtico, Zaragoza, 1981), al final de la centuria el condado disponía de un mínimo de veintidós castillos, once monasterios, diecinueve iglesias rurales y una catedral. Y eso pese a que en el año 908 el walí de Huesca y Barbitania, Mohamed al-Tawil, había devastado la zona meridional del territorio en otra violenta "razzia" veraniega.

En Ribagorza, al conde Ramón I le había sucedido Bernardo Unifredo, y el hermano de éste, Atón, se convirtió en obispo de Roda y continuó la labor de Adulfo, quien, apoyado por el conde, había logrado la independencia eclesiástica del obispado de Urgel. Muerto Bernardo hacia el 950, le sucedió su hijo Ramón II, que tuvo a su vez seis hijos, cuatro varones y dos hembras: Unifredo, Arnaldo, Isarno, Odesindo, Toda y Ava. Para que todo siguiera en la familia, Odesindo fue nombrado obispo de Roda. A su muerte hacia el año 976, ocupó el cargo el arcediano Aimerico, en cuyo episcopado se produjo la "razzia" de al-Malik. Por otro lado, ni Unifredo ni Arnaldo, ambos sucesivamente condes, dejaron descendencia, y el título condal recayó en el tercero de los varones, Isarno. Éste, intentando frenar la temida incursión de al-Malik, salió de los límites de su territorio para enfrentarse al caudillo musulmán que se dirigía a Cataluña. No sólo no logró su objetivo, sino que encontró la muerte en Monzón en el año 1003. Murió también sin descendencia directa, aunque de una aventura pasajera había tenido un hijo, Guillermo, que era educado esmeradamente en la corte castellana por su tía Ava, casada con Garci Fernández de Castilla. A la espera de que el retoño -reconocido en vida por su padre- creciera, la muerte de Isarno en Monzón abrió una grave crisis dinástica en Ribagorza. Fue Toda quien a sus casi cincuenta años tomó la dirección del condado y debió hacer frente, tres años después, a la esperada y temida "razzia" del hijo de Almanzor.

En la parte norte de Barbitania, los musulmanes habían construido una línea de castillos y fortificaciones que constituían la frontera o marca superior de Al-Andalus. En la zona que aquí nos interesa, esta delimitación la marcaban los castillos de Naval, Paúl, Secastilla, Muñones, Graus, Laguarres, Lascuarre y Castigaleu. Frente a ellos, los cristianos habían levantado una línea paralela cuyos puntos principales de avanzada eran Abizanda, Pano, Perarrúa, Fantova, Güel, Roda y Montañana.

Según el cronista árabe Ibn Idarí, al-Malik salió de Córdoba hacia Zaragoza en julio de 1006 y desde allí se dirigió a Huesca y Barbastro. Algunos historiadores, siguiendo la línea argumental iniciada por Durán Gudiol, creen que el ejército árabe se dividió en dos brazos en la ciudad del Vero: uno tomó rumbo a Sobrarbe y el otro a Ribagorza. Así se explica el significado de los dos topónimos que Ibn Idarí menciona como lugares atacados en la incursión: Abinyunash y Shant Yuanish. Correspondería el primero a Binueste y el segundo a San Juan de Matidero, ambos en Sobrarbe. Sin embargo, Galtier, que ha estudiado bien el episodio, cree que esos nombres podrían referirse a Abizanda y a San Juan de Pano. Las huestes de al-Malik, tras destruir en parte la torre del primero, habrían cruzado el Cinca y ascendido hasta Pano, donde en la actual ubicación de la ermita de San Antón se hallaría el pequeño cenobio de San Juan Bautista, muy cerca del castillo hoy más llamado de Panillo que de Pano. Las explicaciones de Ibn Idarí son escasas y el resto de los nombres de los lugares atacados por al-Malik hay que buscarlo en documentos cristianos. Tampoco éstos son muy explícitos. Sabemos que las iglesias de Nocellas y Raluy fueron destruidas y que también la sede episcopal de Roda fue atacada, pero no aparecen más nombres en los documentos conservados.

Desde Pano, el ejército musulmán habría seguido hacia el norte hasta el monasterio de Esvu, que según algunas fuentes sufrió el ataque de los expedicionarios. La ubicación histórica de este pequeño cenobio medieval parece corresponder al actual San Martín de Caballera. Surgen para mí las dudas en este punto del itinerario. La siguiente referencia documentada es Nocellas, pero ¿cómo llegaron hasta allí los musulmanes? Parece lógico pensar que siguieron por lo alto de la margen derecha del Ésera, hasta cruzar el río a la altura del actual Morillo de Liena, y remontaron por el barranco de Bacamorta para llegar a Nocellas. No obstante, de algunos documentos podría deducirse que quizás los expedicionarios cruzaron el río más al sur, atacaron Santa Liestra y desde allí ascendieron hasta donde hoy se halla la ermita de San Saturnino, cerca de Aguilar, donde algunos, los menos, sitúan el citado monasterio de Esvu. No hay mucho desde allí hasta Abenozas, que podría ser el mencionado Abenuyash de la crónica sarracena, y que domina desde lo alto buena parte de las tierras cultivadas del sur. Parece seguro, sin embargo, que los guerreros musulmanes evitaron los castillos cristianos de Erdao y de Fantova. Desde Abenozas, por la actual ermita de la Virgen de los Baños, los árabes pudieron pasar al valle de Nocellas y caer por sorpresa sobre dicho pueblo, cuyas casas e iglesia destruyeron en su acometida.

Desde allí las huestes de al-Malik cruzarían tal vez al valle de Lierp por el collado de Merli hasta alcanzar Raluy, que según documentos posteriores también arrasaron (1). No muy lejos de este pueblo se hallaban dos lugares de gran importancia para los ribagorzanos: el castillo de Ripacurza (o Ripacurtia) y el monasterio de Obarra. El segundo sigue existiendo en la actualidad, pero del primero no ha quedado un solo resto. Galtier sitúa la fortaleza en la margen derecha del congosto de Obarra, no lejos del actual Ballabriga. Iglesias Costa parece identificarlo con el llamado castillo de Pagá y lo sitúa al otro lado del río, por encima de Calvera. La primera ubicación parece más probable, si bien ambas quedan cerca de Raluy. Ningún documento menciona el ataque a estos lugares, aunque Galtier aporta argumentos convincentes sobre la posibilidad de que eso ocurriera. El castillo de Ripacurza aparece con frecuencia en los documentos antiguos, pero a partir de 1004 desaparece por completo toda referencia sobre él. Sobre Obarra, escribe Galtier que entre 990 y 1004 estaba constituido por una comunidad de al menos trece miembros además del abad Íñigo; mientras que en un documento de 1007 -el primero desde la incursión de al-Malik- sólo consta la presencia de ocho miembros: el abad Galindo, el decano Íñigo y cuatro monjes, distintos a los del documento anterior. Parece probable que ambos lugares fueran alcanzados por la expedición sarracena y que sus moradores huyeran despavoridos ante su llegada.

El objetivo fundamental de los musulmanes era Roda, la capital del condado y sede episcopal del mismo. Los árabes la alcanzarían de vuelta de los lugares citados, aunque no pueda descartarse que fuera atacada previamente, siguiendo desde Nocellas las huestes de al-Malik la vertiente oriental del valle que desciende hacia el Isábena. La documentación tampoco es muy explícita sobre los daños causados a la sede rotense y a su catedral. Sabemos que el obispo Aimerico debió salir en busca de dinero -al parecer a Francia- para pagar el rescate de un sobrino suyo, tomado como rehén por los sarracenos. Es probable que en Roda quedaran por un tiempo tropas musulmanas, al menos hasta la recepción del botín, si bien no parece que eso se prolongara demasiado. Sin embargo, el obispo Aimerico, por necesidad o precaución, desplazó durante varios años el ejercicio de su episcopado a Llesp, en la zona más oriental del territorio ribagorzano, aunque en 1007 lo encontramos consagrando la nueva iglesia de Raluy que los árabes habían destruido un año antes (2).

La incursión de al-Malik sembró sin duda el pánico y el desconcierto entre las gentes de Ribagorza. Todavía en 1010 un documento del monasterio de Alaón dice lo siguiente: "Estamos en una grave opresión y vivimos bajo el yugo de los paganos, obligados a pagar enormes tributos y ya no podemos soportar las cargas que se nos echan encima año tras año, si no es vendiendo nuestras fincas a hombres buenos". Como expone Galtier, "la campaña fue concebida como una operación de castigo sobre la cristiandad ribagorzana, sin renunciar por ello a amasar un sustancioso botín". Pero el dramatismo de algunos documentos y las noticias que tenemos de otras expediciones de Almanzor y de al-Malik nos hacen pensar que la "razzia" musulmana tuvo un efecto devastador considerable.

En esas mismas fechas, parece que algo después de la incursión árabe, la condesa Toda, buscando protección a su desamparo, casó con su primo el conde Sunyer de Pallars, a la sazón viudo y con más de sesenta años de edad. Fue una boda por interés, a la espera de que el joven Guillermo, el hijo del conde Isarno, creciera en tierras castellanas. La llegada de Guillermo Isárnez significó la abdicación de Toda y Sunyer, y la presencia del nuevo conde supuso el inicio de la superación de la grave crisis ribagorzana. Abd al-Malik murió en extrañas circunstancias el año 1008, posiblemente envenenado por su hermano "Sanchuelo". Enseguida serían los musulmanes de Al-Andalus quienes iban a sumirse en sangrientas luchas internas que fragmentaron su territorio en reinos de taifas. Eso facilitó que en la segunda mitad del siglo XI se produjera un rápido e irreversible avance cristiano hacia las tierras del sur, cambiando por completo las tornas de los siglos precedentes.

NOTAS:

(1) - Un documento del año 1007 dice que Nocellas "había sido destruido por la gente de los sarracenos, quedando reducido a un desierto y la iglesia y los altares violados y derribados". Sobre Raluy, un diploma del mismo año explica que "había sido destruido por el pueblo de los paganos de tal suerte que no habitaban hombres allí, por miedo a los paganos".

(2) -En efecto, según los documentos, el obispo Aimerico asistió el 25 de noviembre de 1007 a la consagración de la nueva iglesia de San Clemente de Raluy, en compañía del abad Galindo de Obarra y de los condes Sunyer y Toda. Al año siguiente, los condes vendieron la villa como si fuera un yermo al abad Galindo y a la comunidad de Obarra para que procedieran a su repoblación. Según Galtier, el abad Galindo conseguía así su verdadero objetivo de quedarse como dueño y señor de Raluy, pueblo del que según algunos era originario. El acta de consagración de la iglesia de San Clemente es un documento excepcional y un verdadero tesoro que se conserva íntegro en el Archivo Histórico Nacional, en Madrid.




(Fotos: Abizanda, San Antón de Pano, San Martín de Caballera, La Piedad de Santaliestra, San Saturnino de Aguilar, Abenozas, Nocellas, Raluy -dos fotos-, Obarra y Roda de Isábena -panorámica y claustro de la catedral)

Artículo publicado en Diario del Alto Aragón el 14 de mayo de 2006.
http://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasImprimir.aspx?Id=548258

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