Ruinas de la ermita románica del antiguo hospital de Gorgutes
La desaparecida Casa Cabellud
La desaparecida Casa Cabellud
La desaparecida Casa Cabellud Hospital de Benasque antes de su reforma
Hospital de Benasque antes de su reforma. Foto de Maurice Gourdon de 1875
La Renclusa en 1919
Refugio de Estós en su inauguración en 1949
Refugio de Estós antes de su incendio
Las relaciones entre España y Francia a través de los valles de Benasque y Luchon se han producido de forma más o menos fluida desde tiempos muy antiguos. Por los pasos fronterizos que separan ambos valles han transitado a lo largo de los siglos peregrinos, montañeros, contrabandistas, mulateros, exiliados, comerciantes, refugiados, emigrantes, maquis y viajeros de todo tipo y condición.
Para conocer con detalle cómo han sido estas relaciones transfronterizas en la historia, es muy recomendable visitar la magnífica exposición permanente que se ubica en los sótanos del Hospital de Benasque, convertido hoy en un moderno hotel de montaña. En las vitrinas de dicha exposición -que es posible recorrer virtualmente en Internet en la página web de Los Llanos del Hospital- pueden conocerse, con abundancia de ilustraciones, algunos aspectos del pasado histórico de las localidades de Luchon y Benasque. También se describen los diversos pasos fronterizos y hospitales que han servido para facilitar a lo largo del tiempo la conexión entre ambas poblaciones pirenaicas.
Es asimismo recomendable la lectura del folleto "Hospital, Hospitalidad y Hospedaje. Historia del Hospital de Benasque", disponible en versión PDF en la citada página web. Fue escrito por Vicente Juste Moles, cronista benasqués fallecido hace unos años y autor de una magnífica "Aproximación a la historia de Benasque", en la que se puede encontrar más información sobre el tema que nos ocupa en este artículo.
Cuatro han sido los pasos fronterizos utilizados históricamente en el alto valle de Benasque. El Puerto Viejo o Paso de los Caballos, al parecer usado ya por los romanos, fue el más antiguo. En la Edad Media, el más transitado fue el Puerto de la Glera o de Gorgutes. Posteriormente, el protagonismo pasó al llamado Puerto Nuevo, también denominado Portillón o Puerto de Benasque. Algo más al este, y ya acondicionado desde el siglo XIV, se encuentra el Puerto de la Picada, que conecta el valle de Benasque con el vecino valle de Arán a través de Artiga de Lin, por lo que es también conocido como Puerto de los Araneses. Desde él se puede acceder al Hospital de Bagnères de Luchon por el llamado paso de la Escaleta.
Sabemos que el Puerto de la Glera fue acondicionado por los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XII, y que ellos mismos construyeron o se hicieron cargo de los dos hospitales que acogían a los viajeros a ambos lados de la frontera. La palabra hospital tenía entonces un significado diferente del que tiene en nuestros días. Los hospitales no sólo servían para acoger a enfermos sino, sobre todo, a los peregrinos y viajeros de todo tipo que se atrevían a cruzar los duros puertos pirenaicos. Con ellos, las órdenes religiosas encargadas de su custodia ponían en práctica la virtud de la hospitalidad a la que estaban obligados. Del viejo hospital medieval español del Puerto de la Glera sólo han quedado algunas ruinas. Las excavaciones realizadas recientemente han permitido sacar a la luz los restos de una antigua capilla románica construida junto al albergue. En el año 1200 está documentado el Hospital de Saint Jean de Joeu, equivalente francés del hospital español ubicado al otro lado de la frontera. En el lugar donde se hallaba antiguamente, existe hoy un edificio que la Universidad de Toulouse utiliza como laboratorio.
Por motivos que desconocemos -tal vez fuera destruido por un alud-, el viejo hospital benasqués de Gorgutes o de la Glera fue abandonado y sustituido por otro al que se llamó Hospital Nuevo en contraposición al anterior. Este nuevo hospital, ya propiedad del Ayuntamiento de Benasque que lo ponía en régimen de arriendo, sería construido a finales del siglo XVI y estaría al servicio del también nuevo y cada vez más transitado paso fronterizo que se había abierto entre los picos Salvaguardia y de la Mina. Las ruinas de la planta rectangular de este edificio pueden verse en la actualidad en un extremo del llano del Hospital, casi al pie de la ladera que queda a la derecha del curso descendente del río Ésera. En esa misma época fue construido el llamado Hospice de France, situado al otro lado de la frontera, a unos once kilómetros de la villa de Bagnères de Luchon.
Sabemos que el nuevo hospital de Benasque fue destruido por un devastador alud el día de Reyes del año 1826. En el terrible suceso murieron cinco mujeres: la esposa y las tres hijas del hospitalero y una criada que trabajaba en el lugar. El hospitalero pudo salvarse porque en el momento de la tragedia se hallaba fuera del edificio. Este trágico suceso obligó a construir un nuevo hospital, que ya estaba terminado en 1840, en una ubicación más protegida que el anterior. Se trata ya del hospital actual que, tras abandonos, ampliaciones y distintas peripecias, es desde hace unos años un moderno hotel de montaña, punto de partida de un circuito invernal de esquí de fondo. La primera foto conocida de este edificio fue realizada en 1875 por el gran pirineísta francés Maurice Gourdon.
En el lado español, a pocos metros del paso del Portillón y en su confluencia con el camino de la Picada, existió en la segunda mitad del siglo XIX y hasta los años treinta del pasado siglo XX un pequeño refugio albergue conocido como Casa Cabellud. Estuvo regentado por Francisco Cabellud, bodeguero y comerciante de Benasque que quiso aprovechar económicamente el auge del pirineísmo y el creciente tránsito de viajeros por el Puerto de Benasque. Se conservan algunas fotos de la casa, de la que aún quedan algunas ruinas, y al menos una del propio Cabellud, un hombre alto y encorvado, tuerto, de nariz aguileña y larga barba blanca. Al parecer tenía un gran sentido comercial. Tal vez algo excesivo, pues en aquellos tiempos llegaba a cobrar una peseta a cada montañero que ascendía al pico Salvaguardia, que algunos llamaban Tuca Cabellud, aduciendo que el dinero recaudado era para acondicionar el camino de subida a la cumbre y que disponía de autorización real para efectuar dicho cobro. La Casa Cabellud fue lugar de parada de muchos pirineístas franceses en su paso por la frontera. Con algunos de ellos su propietario mantuvo buenas relaciones de amistad. Sobre todo con Henri Russell, de quien se conserva una postal que el excéntrico conde franco-irlandés envió al avispado comerciante ribagorzano en 1903.
Una de las causas del ocaso de la Casa Cabellud fue la construcción del nuevo refugio de la Renclusa. La Renclusa empezó siendo una pequeña cabaña de pastores que fue ampliándose para hacer cada vez más funciones de refugio de montañeros. La construcción de un gran refugio que sirviera de punto de partida a las ascensiones al Aneto y a los Montes Malditos fue impulsada sobre todo por Juli Soler i Santaló, ilustre pirineísta, pionero de la fotografía de montaña y presidente del Centro Excursionista de Cataluña. Tras superar múltiples trabas burocráticas y continuos retrasos, las obras del nuevo refugio quedaron terminadas en 1914. Soler murió de penosa enfermedad poco antes de la inauguración del edificio, que quedó finalmente fijada para el 5 de agosto de 1915. Una semana antes, un terrible suceso obligó a retrasar el acto inaugural. El 27 de julio, el prestigioso guía benasqués y encargado de administrar la nueva Renclusa, José Sayó, murió fulminado por un rayo en el Paso de Mahoma junto a uno de los dos clientes alemanes a los que acababa de acompañar hasta la cima del Aneto. El otro viajero teutón y el cura montañero catalán mosén Jaume Oliveras, que iban unos metros por delante de los fallecidos, lograron salvar sus vidas. El suceso conmocionó a todo el valle de Benasque porque José Sayó, "Pepe el de Llausia", era una persona muy conocida y apreciada en la villa ribagorzana y sus alrededores y por todos los aficionados a la montaña. Finalmente, La Renclusa fue inaugurada sin celebraciones festivas a finales de 1916. Fue nombrado administrador del nuevo edificio el yerno de Sayó, Antonio Abadías, que regentó el lugar ininterrumpidamente durante casi cincuenta años. Abadías continuó de manera destacada el trabajo de guía de montaña que había ejercido su suegro, y por sus numerosas ascensiones a la máxima cima pirenaica fue conocido como "El león del Aneto". El pasado año 2006 se terminó la ampliación del emblemático refugio montañero, gestionado en la actualidad por el Ayuntamiento de Benasque, el Centro Excursionista de Cataluña y la Federación Aragonesa de Montañismo.
Otro refugio ubicado en el término de Benasque es el de Estós, situado casi al final del hermoso valle de ese nombre. En su origen fue también una cabaña de pastores que los lugareños conocían como El Cantal, denominación que todavía hoy se utiliza. La idea de construir allí un gran refugio para montañeros y excursionistas fue impulsada en este caso por la Federación Española de Montaña. Tras superar también numerosos retrasos por las continuas trabas administrativas, el nuevo edificio fue inaugurado a finales de julio de 1949, en una celebración que duró una semana y que llegó a reunir a más de doscientas personas. Un incendio, probablemente intencionado, destruyó el refugio el 4 de octubre de 1979. En 1983 se iniciaron las obras de construcción del nuevo albergue montañero, más grande y moderno que el destruido por las llamas. El 15 de noviembre de 1987 terminaron las obras del edificio actual, que el pasado año cumplió por tanto dos décadas de existencia.
Sirva este modesto resumen, escrito con intenciones didácticas y divulgativas, para conocer mejor algunos aspectos históricos del valle de Benasque, uno de los lugares más hermosos y atractivos de nuestros montes Pirineos.
Carlos Bravo Suárez
(Fotos: Ruinas de la ermita románica del antiguo hospital de Gorgutes, ruinas del hospital sepultado por un alud en 1826, tres imágenes de la desaparecida Casa Cabellud, dos del Hospital de Benasque antes de su reforma -la segunda es una foto de Maurice Gourdon de 1875-, una de La Renclusa en 1919 y las dos últimas del antiguo refugio de Estós antes de quemarse -la primera, de la inauguración del refugio en 1949-).
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón, el 8 de junio de 2008.
En la Fundación Hospital de Benasque seguimos investigando sobre este tema y muchos más relacionados con el Pirineo. Os invitamos a visitarnos in situ o virtualmente:
ResponderEliminarhttp://www.fundacion-hospital-benasque.org/
www.facebook.com/FundacionHospitalBenasque
Buenas tardes,
ResponderEliminarMe ha resultado interesante y amena la lectura de este artículo. Estoy preparando un artículo sobre aludes históricos para la revista Tiempo y Clima de la Asociación Meteorológica Española y estoy documentándome sobre los aludes históricos en el Hospital de Benasque y en otros puntos del Pirineo.
Un saludo cordial,
Ramón Pascual
Interesantisimo artículo. Me interesa especialmente la Edad Media y su uso como ruta jacobea.
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