domingo, 12 de abril de 2009

POESÍA DE LOBOS


Lobotomía. Javier Barreiro. Editorial Renacimiento. Sevilla, 2008, 44 páginas.

El lobo siempre ha sido un animal literario. Y lo sigue siendo, aunque con variaciones que a veces lo alejan de su tradicional aureola mítica de fiereza. Hace poco escribí en estas páginas una reseña sobre la magnífica novela El lobo, de Joseph Smith. Hoy lo haré sobre Lobotomía, un breve y original poemario de Javier Barreiro, profesor de Literatura y autor de numerosos libros sobre temas diversos. También de otros libros de poesía como Dientes en un cofre y Ángel huido del infierno.

Lobotomía es un conjunto de veinte poemas que tienen como único protagonista al lobo. Sin embargo, si buscamos en el diccionario la palabra lobotomía, ésta no hace referencia al animal sino a una operación del cerebro que supuestamente rebaja la agresividad de las personas. Un procedimiento bárbaro que se practicó hace unos años y que hoy parece definitivamente desterrado de la medicina moderna. Tal vez pueda resultar excesivo decir que algunos de los lobos que desfilan por el poemario de Barreiro parecen fieras a las que se haya practicado la lobotomía, desposeyéndolas así de su proverbial ferocidad. Son lobos temerosos, lobos que beben más de la cuenta -qué bello poema y qué humana borrachera la de Lobo en curda-, lobos que se disfrazan de magos, que ya no provocan miedo como antaño sino risa, compasión o pena. Y, claro, son lobos humanizados, tan ridículos y desvalidos como lo somos las personas con frecuencia. Lobos avergonzados de haber dejado de ser lo que eran, de haber perdido su legendario prestigio. Porque del lobo feroz y mítico, como parece indicar ya el primer poema del libro, sólo quedan los retratos de otros tiempos. El lobo de algunos poemas de Lobotomía puede compararse con el famoso lobito bueno de José Agustín Goytisolo y remite, por tanto, a un mundo al revés. Los niños ya no temen al lobo sino a la inversa.

Pero el contenido del libro es complejo y su intención ambigua. Es posible que cada lector dé interpretaciones distintas a sus poemas y metáforas. En eso, entre otras cosas, radica la calidad del poemario del escritor zaragozano. Y en la poesía misma: en el ritmo, musicalidad y armonía verbal que alcanzan sus versos. También en una acertada combinación de registros, con sabia mezcla de lo formal y culto con lo más coloquial y prosaico.

Hay mucha ironía en muchos de los versos de Lobotomía. A veces mezclada con reflexiones metaliterarias. Así ocurre en Lobo alobado, con esa guarida decorada con postal y recorte de Lon Chaney y José Luis López Vázquez que acaban “arruinando el poema”.

Un libro breve de poemas breves, en el que –como en la máxima graciana– lo breve resulta ser doblemente bueno.

Carlos Bravo Suárez


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