sábado, 7 de noviembre de 2009

IRONÍA Y PERDEDORES

La sombra de lo que fuimos, Luis Sepúlveda, Espasa, 2009, 174 páginas

La sombra de lo que fuimos, premiada el pasado año por la editorial Espasa Calpe, es la última novela publicada en España por Luis Sepúlveda. El escritor chileno afincado en Gijón es autor de una extensa obra literaria, con novelas de éxito como El viejo que leía novelas de amor o Patagonia Express. Su penúltimo libro La lámpara de Aladino (Tusquets, 2008) es una muy recomendable colección de relatos de viaje.

La sombra de lo que fuimos es una novela corta, casi un divertimento literario, que trata sobre el reencuentro en Santiago de tres chilenos sesentones a quienes ha tocado vivir los recientes cambios políticos de su país. Desde una férrea militancia izquierdista en los años anteriores a la llegada de Salvador Allende al poder hasta un largo y obligado exilio por diversos países europeos tras el golpe militar del general Pinochet, después de años de fracasos colectivos y personales, vuelven a encontrarse en un viejo almacén de la capital chilena. Allí esperan a un viejo y mítico anarquista -cuyo abuelo participó en 1925 junto a los españoles Durruti, Ascaso y Jover en el primer atraco con fines políticos cometido en Chile-, que los ha convocado para un supuesto plan.
Estos personajes, sobre quienes podría esperarse un tratamiento serio, dramático y algo triste, son mirados sin embargo por Sepúlveda con una ironía y un sentido del humor que provocan la sonrisa del lector en muchos momentos del libro. Y, aunque a veces rocen lo grotesco, el autor, con su manifiesta vocación cervantina, vierte siempre sobre ellos una indulgente mirada de simpatía y ternura.

Conocemos sus años de delirante militancia, su creencia casi religiosa en los principios socialistas, las peleas entre las diferentes tendencias de la izquierda chilena, las expulsiones -como excomuniones papales- sobre las corrientes divergentes del partido. Unas disputas que hacen exclamar a uno de ellos: “La única lección que me dejó la derrota es que nosotros mismos formamos una poderosa quinta columna, la del sectarismo”.

Hay un personaje añadido que, como un Quijote moderno, sólo ve la realidad a través del cine, y dos polis buenos: un viejo detective a punto de jubilarse y una joven ayudante que forma parte de una nueva generación policial que tiene las manos limpias tras la dictadura.

Sepúlveda muestra su habitual dominio de los registros lingüísticos del español de su país y de otros recursos narrativos que hacen que esta novela ligera, que disfrutarán más los lectores con determinados recuerdos políticos, se lea con gusto y, durante muchos momentos, con una sonrisa dibujada en el rostro.

Carlos Bravo Suárez

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