Sin embargo, son menos conocidas algunas ermitas románicas que se encuentran en las cercanías del castillo de Fantova pero que resultan más difíciles de localizar y visitar. Las tres geográficamente más próximas a la fortaleza son las de San Gregorio, San Clemente de la Tobeña y San Pedro de Sarrau. Las tres tienen grandes similitudes constructivas. A la primera voy a referirme en este artículo. La segunda, a la cual es preferible acceder por las pequeñas localidades de Bellestar y Colloliva, y la tercera, perteneciente al disperso núcleo de Güel, las dejo para próximos artículos.
La ermita de San Gregorio se encuentra a poco más de dos kilómetros de la antigua “civitas” de Fantova, a 1011 metros de altitud, en lo alto de un cerro que se levanta casi enfrente de la citada fortaleza, al otro lado del barranco de la Bodegueta en dirección sureste. Para llegar hasta ella hay que seguir la estrecha carretera que desde Fantova continúa hacia Güel y el valle del Isábena. Primero en una suave bajada y después en rápido ascenso hasta llegar a la Portiella, lugar así llamado por ser el punto en que se produce el cambio de vertiente entre el valle del Ésera y el del Isábena. Sólo unos metros antes de alcanzar la Portiella, arranca a nuestra derecha una pista de tierra que debemos seguir unos doscientos metros para continuar después por un camino, también a la derecha, que se va estrechando y asciende entre árboles hasta llegar a la ermita. Desde la carretera, donde no hay ninguna indicación y desde donde la ermita no llega a verse por la vegetación que la envuelve, solamente habremos tenido que andar alrededor de un cuarto de hora para encontrarnos, casi de repente, frente al ábside de esta pequeña construcción religiosa.
La ermita de San Gregorio, que pertenece al término de La Puebla de Fantova y por tanto al municipio de Graus, se sitúa en el extremo oriental de un pequeño altozano situado en el cerro del mismo nombre. Se levanta sobre un espolón rocoso que muestra su mayor caída por el lado sur, hacia donde se abre la puerta de entrada de la ermita. Desde allí contemplamos unas magníficas vistas del valle del Isábena, que la sierra del Castillo de Laguarres cierra por su parte meridional. Hacia el este, nuestra mirada se topa con las escarpadas paredes de los cercanos morrones de Güel, en cuyas faldas y muy próximas entre sí, pueden identificarse las casas Buira y Betrán, a las que llegaríamos enseguida si continuáramos por la carretera que nos ha traído desde Fantova. Ambas pertenecen ya a Güel, una localidad hoy casi del todo despoblada que cuenta con aproximadamente una treintena de casas diseminadas por un extenso y solitario territorio. En un cerro más bajo, y también en dirección al sur, se esconde la antes citada ermita de San Pedro de Sarrau.
Desde la pequeña explanada que corona el cerro donde se encuentra la ermita de San Gregorio, veremos claramente la silueta del recinto de Fantova, compuesta por su magnífica torre circular y la ermita románica de Santa Cecilia. La conexión entre ambos lugares y el dominio que desde San Gregorio se tiene sobre las tierras del Isábena hacen pensar que tal vez desde aquí se complementaran y ampliaran las labores de vigilancia que en su momento ejercía sobre el territorio la cercana fortaleza de Fantova.
La ermita de San Gregorio es de una sola nave rectangular cubierta con bóveda de cañón y con ábside canónicamente orientado al este. Está construida con sillares bastante grandes, algo irregulares pero bien alineados. Sobre el muro occidental se levanta una espadaña de un único ojo con arco superior. Esta parte de la ermita parece haber sido construida algo más tarde que el resto del edificio. Muy cerca del citado muro aparecen restos de otras paredes de piedra cuya antigua función es difícil de determinar. La techumbre de San Gregorio es de losas con doble caída, reforzada con algunas tejas.
La puerta de la ermita se abre, como se ha dicho, en su fachada meridional. Es de arco de medio punto y tiene varios escalones que permiten acceder a ella. El interior del templo está iluminado por dos ventanas, una en el centro del ábside y otra, enfrente, en la pared occidental. En un extremo de su muro norte se abre una cavidad en arco de medio punto que contiene un sarcófago de piedra. Algunos fragmentos de la lápida que lo cubría se apoyan sobre el borde exterior del féretro. Hay que decir que de un tiempo a esta parte el interior de la ermita ya no presenta el aspecto tan descuidado que tuvo durante años.
San Gregorio, como el cercano castillo de Fantova, es un lugar con mucho encanto, con espléndidas vistas, donde se respira una paz y un silencio en los que quien esto escribe gusta de perderse con frecuencia.
Fotos: La ermita -ábside y puerta- en primavera y en otoño, lado occidental, interior y sarcófago.
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
¿Escribirá usted próximamente sobre las otras dos ermitas que cita en esta entrada?
ResponderEliminarSí, lo haré próximamente. He estado recientemente en las dos ermitas -San Pedro de Sarrau y San Clemente de la Tobeña- e hice fotos de ambas. De la primera ya tengo medio redactado el texto y de la segunda lo haré posteriormente. Más adelante pondré las entradas en el blog.
ResponderEliminarUn saludo muy cordial y gracias por interesarse por los contenidos de mi blog.