viernes, 6 de mayo de 2011

DESGRACIA, AZAR Y CULPA

Némesis. Philip Roth. Mondadori. 2011. 208 páginas.

En los últimos tiempos, el veterano escritor estadounidense Philip Roth, ya próximo a los ochenta años, atraviesa una etapa de intensa creación literaria que le lleva a publicar prácticamente un libro cada año. Tras Indignación y La humillación, ambas reseñadas en estas páginas, acaba de editarse en España su última novela titulada Némesis que, manteniendo algunos puntos en común con las dos anteriores, las supera, a mi entender, en interés, profundidad y perfección literaria.

Némesis vuelve a situarse en la ciudad de Newark, en New Jersey, en una comunidad judía cuya base son los principios familiares y religiosos más conservadores. La novela transcurre en el verano de 1944, cuando muchos jóvenes estadounidenses estaban combatiendo y muriendo en Europa y en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Para aumentar las desgracias, en aquellos días de sofocantes calores, se produce en Newark una epidemia de poliomielitis que se ceba principalmente con los niños y los más jóvenes.

El protagonista de la novela es el joven Bucky Cantor, sensato y responsable monitor de las actividades al aire libre de los alumnos de una escuela judía. Tanto los padres como los niños adoran al joven, que se ha prometido con la hija de un prestigioso médico de la ciudad. Bucky es muy exigente consigo mismo y vive como una enorme frustración que sus problemas con la vista le hayan impedido participar en la guerra como están haciendo casi todos sus amigos. Las muertes producidas por la polio y por el lejano conflicto bélico tendrán como consecuencia que sus principios religiosos y su creencia en Dios acaben desmoronándose. La búsqueda de una explicación a tanta desgracia y la no aceptación de ésta como contingencia o azar harán que la tragedia vivida acabe convirtiéndose en su interior en un desasosegante y angustioso sentimiento de culpa.

La novela, como las anteriores del autor, está dividida en tres partes, siguiendo de nuevo el esquema clásico de la tragedia griega, cuyo espíritu flota sobre el libro ya desde su título. El narrador externo, que no se descubre hasta muy avanzada la novela y no se conoce del todo hasta casi su final, contribuye a aumentar el aspecto trágico del relato. Roth utiliza un lenguaje descriptivo, con una objetividad casi periodística, pero, a lo largo del texto, introduce reflexiones profundas sobre el caprichoso azar que rige los destinos del ser humano y sobre la angustia y la culpa con que deben cargar quienes se hacen preguntas que no tienen respuesta. La novela plantea, a través de una historia muy bien contada, numerosas y perturbadoras cuestiones sobre las incomprensibles y arbitrarias fuerzas que reparten a discreción y de manera inexplicablemente injusta las desgracias que padecemos los humanos.

Carlos Bravo Suárez

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