Sebastian Junger es un periodista estadounidense que ha cubierto algunas de las guerras más sangrientas ocurridas en nuestro planeta en los últimos años. Es autor, entre otros libros, de La tormenta perfecta, cuya adaptación al cine obtuvo un importante éxito en el año 2000.
Entre los meses de junio de 2007 y de 2008, por encargo de la revista Vanity Fair, Junger realizó cinco viajes al valle de Korengal, en aquellos momentos el lugar más avanzado y peligroso de los ocupados por el ejército estadounidense en Afganistán, muy cerca de la frontera con Pakistán y punto de entrada y salida de talibanes. Junger y el fotógrafo Tim Hethering, recientemente muerto en la guerra de Libia, trabajaron dentro de la avanzadilla del ejército norteamericano en calidad de periodistas “empotrados”, es decir, dependientes de las fuerzas militares estadounidenses en alimentación, refugio, transporte o seguridad. Pese a esa relación, Junger destaca que nadie le pidió nunca que alterara los contenidos de sus reportajes.
Fruto de esa estancia en Afganistán fueron también su libro Guerra y el documental Restrepo, que el periodista dirigió junto a Hethering y que obtuvo el premio del jurado en el festival de Sundance del pasado año. Documental y libro constituyen un complemento perfecto, de tal manera que el primero pone, en buena medida, imágenes al contenido, más profundo y analítico, del segundo.
El libro de Sebastián Junger constituye una verdadera radiografía de las entrañas de la guerra. Conocemos por un lado la situación de la infantería estadounidense en la zona más peligrosa y mortífera de Afganistán. En su mayor parte, se trata de chicos de veinte años –la sección está al mando de un capitán de veintisiete -, que se juegan la vida cada día en una tierra montañosa, alejada y absolutamente extraña para ellos. A pesar de su moderno armamento y del importante apoyo de la fuerza aérea, los combates se producían a veces casi cuerpo a cuerpo y las bajas norteamericanas eran muy frecuentes en aquellos años.
Además de mostrarnos la realidad militar de la zona, Junger, que es también licenciado en antropología, hace un verdadero análisis de la vinculación con la guerra de unos jóvenes que antes de llegar a ella bordearon a menudo la delincuencia y que, tras ella, difícilmente lograrán encontrar su lugar en la sociedad estadounidense. El combate directo, con su “insuperable” descarga de adrenalina, constituye para ellos una verdadera adicción. Es en el grupo -siempre por encima del individuo y una verdadera tribu por la que son capaces de sacrificar su vida-, donde encuentran un incomparable cobijo y una plena identificación.
El libro de Junger describe la situación bélica en el valle de Korengal, de donde los americanos se retiraron poco después, pero también analiza muchos aspectos, psicológicos y antropológicos, de la guerra en su sentido más abstracto y general.
Carlos Bravo Suárez
¿Pero lo de Afganistán, al menos para España, no era una misión humanitaria?
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