jueves, 27 de octubre de 2011

HABLADLES DE ELEFANTES...

Habladles de batallas, de reyes y elefantes. Mathias Enard. Mondadori. (2011). 182 páginas.

Mathias Enard (1972), hasta hace poco profesor de lengua árabe en la Universidad Autónoma de Barcelona, políglota y gran conocedor de Oriente Próximo, ha conseguido un importante éxito de crítica y lectores, tanto en su Francia natal como en otros países europeos, con su quinta novela titulada Habladles de batallas, de reyes y elefantes, ganadora del prestigioso premio Goncourt des Lycéens en el país vecino.

Habladles de batallas, de reyes y elefantes, que toma su título de una cita de Kipling, es una novela que puede situarse entre la ficción histórica y la narración poética. Mathias Enard rellena con su invención narrativa un episodio desconocido de la vida de Michelangelo Buonarroti, el gran artista del Renacimiento italiano que en España conocemos como Miguel Ángel. A partir del escueto dato biográfico de la estancia del creador florentino en Constantinopla, invitado por el gran sultán turco Beyazid para construir un puente sobre el Bósforo, el escritor francés crea una historia de contraste de culturas -siempre Oriente y Occidente- y de reflexiones poéticas sobre la creación artística y las difíciles relaciones del artista con el mundo circundante. Miguel Ángel vivirá en la populosa y mestiza Constantinopla de principios del siglo XVI una historia de incertidumbres creadoras, dependencias incómodas del poder y pasiones ambiguas con un final precipitado y abrupto. Despechado por un ingrato y mal pagador papa Julio II, el arquitecto, pintor y escultor toscano, al que se presenta como muy poco dado a la higiene personal, acepta la invitación del gran sultán turco que había rechazado antes un proyecto de su gran competidor Leonardo da Vinci.

En la última página del libro, Enard indica brevemente lo que de verdad histórica hay en su novela. Cita en esas líneas a su compatriota Pierre Michon, quien en su última novela Los once, reseñada aquí hace unos meses, lleva a cabo, en este caso en los días del Terror de la Revolución Francesa, un ejercicio de invención histórica a partir de algunos personajes y datos reales. Sin embargo, Michon y Enard tienen estilos bien distintos: frente a la frase larga del primero, el segundo usa un periodo breve, con abundancia de elipsis, concisión y síntesis. Además, en Habladles de batallas, de reyes y elefantes encontramos una hermosa prosa poética llena de sentimiento, lirismo y ambigüedad.

Como se dice en la parte intermedia del relato, los hombres son como niños a los que hay que hablarles de batallas, de reyes, de elefantes y de seres maravillosos, y también del amor como promesa de olvido y saciedad. Pero, en el fondo, “todo eso no es más que un velo perfumado que esconde el eterno dolor de la noche”.

Carlos Bravo Suárez

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