El PR-HU77 es un sendero de pequeño recorrido que se inicia en
domingo, 29 de abril de 2012
DE SECASTILLA A PUY DE CINCA POR EL CASTIELLO Y SAN VALERO
El PR-HU77 es un sendero de pequeño recorrido que se inicia en
UNA CRISIS DE FAMILIA
martes, 24 de abril de 2012
ADIÓS A LEVON HELM
domingo, 22 de abril de 2012
EL ORIGEN DEL MUNDO
domingo, 15 de abril de 2012
CHIRIVETA, LA ERMITA DEL CONGOSTO Y EL CASTILLO POR EL PR-HU206
ZENOBIA Y JUAN RAMÓN
Las siluetas del fuego. Elisa Arráiz Lucca. Alrevés. 2011. 208 páginas.
Elisa Arráiz Lucca es venezolana, con orígenes corsos por parte materna. Ha trabajado en diversos medios de comunicación audiovisual y ha publicado tres novelas hasta la fecha. En España la editorial Alrevés publicó el pasado año Las siluetas del fuego, una novela de la que es protagonista Zenobia Camprubí, la esposa del poeta Juan Ramón Jiménez, con quien estuvo casada durante cuarenta años, entre 1916 y 1956. Zenobia falleció tres días después de que Juan Ramón recibiera el Premio Nobel de Literatura. El exquisito escritor onubense murió dos años más tarde, en 1958, también, como su mujer, en San Juan de Puerto Rico.
Las siluetas del fuego está narrada en primera persona por una mujer venezolana que suponemos que es la propia autora del libro. Durante prácticamente toda la novela, la narradora dialoga y viaja con Marisa, una amiga puertorriqueña con quien comparte devoción, interés y estudio por la figura de Zenobia Camprubí y, por tanto y sobre todo, por la singular relación que esta mujer moderna y avanzada mantuvo con Juan Ramón Jiménez, un escritor obsesionado por su obra que sufría frecuentes ataques de neurastenia que le obligaban a recibir una permanente atención médica.
La narradora y su amiga han investigado a fondo sobre la vida de Zenobia y en sus sucesivos encuentros en Puerto Rico -al inicio y al final de la novela-, Caracas y Nueva York, ponen en común sus investigaciones y se leen mutuamente lo que sobre Zenobia y Juan Ramón han ido escribiendo anteriormente cada una por su cuenta. Estos fragmentos de sus lecturas constituyen el grueso de la novela y convierten a ésta en casi una biografía de Zenobia Camprubí y de su relación con Juan Ramón Jiménez. La dedicación absoluta, y en buena medida la subordinación, de Zenobia a su marido, renunciando incluso a desarrollar su propia personalidad, exigen una explicación que estas dos inquietas mujeres buscan denodadamente sin que encuentren nunca del todo una respuesta satisfactoria.
Para que el libro no sea casi un ensayo sobre estos dos interesantísimos personajes de la cultura española, las dos amigas nos van contando sus propias peripecias sentimentales dentro de sus respectivos matrimonios más bien fluctuantes e inestables. Y en el caso de la narradora, declaradamente antichavista, nos presenta su visión de la realidad política de la actual Venezuela, un país en manos del populismo sectario del ínclito Hugo Chávez.
En Las siluetas del fuego se pueden encontrar muchos ingredientes para una lectura interesante, pero el libro gustará especialmente a quienes deseen conocer más a fondo la rica y compleja relación entre Zenobia y Juan Ramón, dos personajes prácticamente indisolubles, que conformaron una simbiosis artística sin la que la extraordinaria obra poética de Juan Ramón Jiménez probablemente nunca hubiera sido posible.
Carlos Bravo Suárez
domingo, 8 de abril de 2012
COMPENDIO DE ENFERMEDADES RARAS
El asesino hipocondríaco. Juan Jacinto Muñoz Rengel. Plaza y Janés. 2012. 220 páginas.
El asesino hipocondríaco es la primera novela de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974), un escritor que, además de firmar numerosos artículos en diversas publicaciones y dirigir varios programas culturales en la radio, había publicado hasta la fecha un par de libros de relatos.
El asesino hipocondríaco está protagonizada por un asesino a sueldo, de moral kantiana y con el imperativo categórico de cumplir siempre con su obligación de matar, que tiene un montón de enfermedades raras, síndromes extraños y una salud aparentemente por los suelos. Desde luego el lector aprende sobre muchas de esas extrañas dolencias sobre las que el escritor se ha documentado exhaustivamente, hasta el punto de que por momentos el libro más parece un tratado de medicina que un relato con una trama y un ritmo narrativo que la haga avanzar. Eso sí, además de las enfermedades del protagonista y su continua incapacidad para terminar el trabajo criminal que le han encomendado, se intercalan sucesivos capítulos en los que se ofrecen interesantes datos sobre las dolencias que padecieron unos cuantos personajes históricos ilustres. Estos son Kant, Poe, los hermanos Goncourt, Swift, Descartes, Byron, Coleridge, Tolstoi, Voltaire, Proust, Moliere y, en otro plano, Joseph Merrick, más conocido como El Hombre Elefante.
El libro ha sido promocionado como un relato original, inteligente, divertido e incluso desternillante. No puede negarse que tiene cierta originalidad y buenas dosis de humor negro, pero, al menos en mi opinión, ni es excesivamente divertido ni mucho menos resulta desternillante. Hay en la novela una exposición rigurosa y precisa de muchas enfermedades poco comunes y un buen número de síndromes extraños e inusuales, sin embargo, su ritmo narrativo va decayendo a medida que avanza la lectura, y la trama detectivesca no acaba de tener ni suficiente enjundia ni excesivo interés. Es cierto, por otro lado, que El asesino hipocondríaco es un libro bien escrito, que su autor tiene oficio y que usa una prosa elaborada y un estilo cuidado. No obstante, a pesar de su interés como catálogo médico y anecdotario de personajes ilustres, apenas hay una historia que contar, salvo los continuos fallidos intentos del asesino por lograr su objetivo y una mínima averiguación final sobre la identidad de quien le ha encargado ese asesinato.
Posiblemente habrá muchos lectores que disfrutarán más que yo con la lectura de este libro, que sin duda tiene originalidad y méritos, pero que a lo largo de sus páginas no logra levantar el vuelo como obra narrativa de ficción. De todas maneras no sería de extrañar que al protagonista le ocurra como a algunos de los personajes históricos a los que se asemeja en sus dolencias reales o imaginarias y que, pese a su hipocondría y su salud lamentable que le hacen pensar que apenas le queda vida por delante, aún pueda seguir dando guerra y protagonizar futuras aventuras.
Carlos Bravo Suárez
domingo, 1 de abril de 2012
PÉRDIDA Y DESCUBRIMIENTO
Hisham Matar (1970) es un escritor de origen libio que nació en Nueva York, pasó su infancia en Trípoli y El Cairo y actualmente reside en Londres. Con su anterior y primera novela, Solo en el mundo (Salamandra, 2007), obtuvo un considerable éxito internacional. Ahora, al calor de la reciente revolución libia, Historia de una desaparición ha sido presentada como un exponente de la nueva literatura árabe.