domingo, 17 de marzo de 2013

INTEMPERIE


    
Intemperie. Jesús Carrasco. Seix Barral. 2013. 213 páginas.

Intemperie es la primera novela de Jesús Carrasco (Badajoz, 1972). Esta ópera prima del escritor extremeño afincado en Sevilla se anuncia como uno de los más importantes lanzamientos editoriales de este año. Tras el éxito obtenido por el libro en la pasada feria de Frankfurt, sus derechos han sido ya vendidos a más de una docena de países.

Intemperie es un relato seco, intenso, incisivo, desnudo, sin concesiones de ningún tipo. Absolutamente carente de antropónimos y fechas, sin una sola referencia histórica ni geográfica en sus páginas. Un niño huye de su casa y se esconde en un agujero de la partida de hombres que lo anda buscando. Cuando sale de su escondite, se abre ante él una inmensa y árida llanura, castigada por una sequía pertinaz e inmisericorde, un sol implacable y un calor asfixiante. Solo encontrará a un viejo pastor que busca alimento para sus cabras por el páramo seco, desierto y hostil. Con él aprenderá a sufrir y a sobrevivir en un mundo inmoral y violento.

La novela logra atrapar al lector desde el principio y crear una atmósfera de desasosiego e inquietud permanentes. Y todo ello con muy pocos personajes –cuatro únicamente intervienen en el relato–, descripciones rápidas y precisas y unos diálogos lacónicos y escasos. Otra novela de iniciación de un niño, en este caso víctima desde el principio de un mundo dominado por una violencia descarnada y la más absoluta falta de moral y de principios, pero que sin embargo logrará la ayuda de un viejo solitario que deambula con sus cabras por ese territorio inhóspito y cruel.

Pocas veces un debut literario ha tenido tan buena acogida general. La escritura de Jesús Carrasco ha sido comparada con la de Faulkner, Coetzee o Cormac McCarthy y sus desolados paisajes desiertos. Entre los escritores españoles puede establecerse algún paralelismo con algunas obras de Miguel Delibes, con quien el escritor extremeño parece compartir su conocimiento del lenguaje y de la realidad del campo en todos sus detalles.

Estamos, pues, ante un relato duro y cargado de violencia pero no exento de lirismo. Una novela que transciende desde su misma concepción cualquier vinculación temporal o geográfica y que, si no fuera por la presencia momentánea de una moto, podría situarse en cualquier instante de la historia. Una travesía por un desierto de reminiscencias casi bíblicas que lleva a un niño y a un anciano en busca de una tierra menos implacable, hostil y desagradecida que aquélla que les ha tocado habitar.

Carlos Bravo Suárez

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