Todo
lo que era sólido. Antonio Muñoz Molina. Seix Barral. 2013. 256
páginas.
“Todo
lo que era sólido se desvanece en el aire”. Esta frase, que resume en buena
medida lo ocurrido en nuestro país en los últimos años, aparece en las primeras
páginas del último libro de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956), un referente de
la literatura española de las últimas décadas que ha procurado mantener siempre
una línea independiente y honesta, al margen de las modas y de las corrientes
protectoras de las que no siempre es fácil diferenciarse en una cultura tan
gregaria como la española.
Después
de su extensa novela La noche de los
tiempos, reseñada aquí a principios de 2010, y de la reedición de sus cuentos
en Nada del otro mundo, el escritor y
articulista andaluz ha publicado a principios de este año “Todo lo que era
sólido”, un brillante ensayo sobre la crisis que vive en la actualidad la
sociedad española y algunas de las causas que la han motivado.
Todo lo que era sólido mezcla opiniones, datos e informaciones sacadas de
las hemerotecas, recuerdos y experiencias vividas por el autor y algunas
propuestas para encarar mejor un futuro que no parece ahora mismo demasiado
halagüeño. Muñoz Molina dedica un buen número de páginas de su libro a describir
y analizar los años de delirio de nuevos ricos que hemos vivido en España antes
de la presente crisis. El despilfarro sin control, el afán de aparentar, las
obras faraónicas y desmesuradas, los sueños de grandeza de muchos de nuestros
dirigentes, la especulación inmobiliaria sin freno, la destrucción del paisaje
y del medio ambiente, la corrupción en todos los sectores, la falta de
preparación de muchos políticos que han hecho de la política su única profesión
y su modo de vida y que ya no pueden ni saben dedicarse a otra cosa y han
convertido a los partidos en verdaderas agencias de colocación de los suyos.
A
ese certero análisis de la crisis actual, se añaden muchos recuerdos del pasado
y de las experiencias vividas por el escritor. Su infancia en un mundo rural
que se hundió en pocos años tras siglos de existencia casi inalterada, sus años
de estudiante en el final de franquismo y el inicio de la transición, el
asesinato de Carrero Blanco, la muerte de Franco, el 23-F. También hay
referencias a las culturas de otros países a las que compara en lo bueno y en
lo malo con la nuestra. Sobre todo, la estadounidense, y más en concreto la
neoyorquina, por los años vividos como director del Instituto Cervantes en esta
ciudad. Incluso en las últimas páginas hay algunas descripciones y referencias
a Ámsterdam, donde Muñoz Molina terminó el libro que nos ocupa en una reciente estancia
cultural en la capital holandesa.
En
fin, en Todo lo que era sólido se
mezclan muchas cosas desde una óptica siempre personal y subjetiva. La de un
escritor que, además de utilizar con rigor y maestría nuestro idioma, muestra
siempre una independencia irreductible. Algo muy de agradecer en los tiempos
que corren.
Carlos
Bravo Suárez