domingo, 22 de junio de 2014

LA CHICA DE NUEVA INGLATERRA Y OTROS RELATOS


La chica de Nueva Inglaterra.  Sherwood Anderson. Nórdica Libros. 2014. 232 páginas.

Sherwood Anderson (Ohio, EE. UU., 1876 – Panamá, 1941) es un escritor norteamericano poco conocido en nuestro país. No así en Estados Unidos, donde se considera una figura muy influyente en la literatura posterior y en autores como  Hemingway o Faulkner. Su obra más conocida es Winesburg, Ohio, una novela publicada en 1919 y estructurada como una colección de veintidós relatos que tienen como nexo común a un joven reportero local de una pequeña localidad estadounidense. A través de su mirada, conocemos la vida cotidiana y casi siempre gris de un buen número de habitantes del pueblo, en un relato lleno de realismo poético y de una fina y aguda observación, que logra traspasar lo superficial para adentrarse en los problemas interiores de los personajes.

En esta misma línea está La chica de Nueva Inglaterra, publicada recientemente en España por Nórdica Libros. Se trata de una colección de trece relatos extraídos del libro El triunfo del huevo, editado en Estados Unidos en 1921 y considerada como la segunda gran obra de la carrera literaria de Anderson. Son narraciones breves, a excepción de la última, “De la nada hacia la nada”, que es casi una pequeña novela.

Sherwood Anderson rompe con la tendencia a los relatos fantásticos más habitual en la narrativa breve estadounidense de su época y desarrolla un estilo nuevo, personal e inconfundible, que pasó a denominarse “slice of life”, o “narración de lo cotidiano”, y que tiene ciertas similitudes con el estilo de algunos escritores modernos como la reciente premio Nobel Alice Munro.

Los cuentos de La chica de Nueva Inglaterra se ambientan en los primeros años del siglo XX, en plena industrialización de los Estados Unidos, y tienen con frecuencia como fondo el contraste entre el mundo rural y el urbano y la emigración del campo a la ciudad. En este aspecto, destaca el magnífico relato que cierra el libro, “De la nada hacia la nada”, en el que una joven que ha emigrado a Chicago vuelve por unos días a su pueblo natal y constata que en ninguno de ambos mundos halla respuesta a sus preguntas e inquietudes personales.

Son frecuentes los personajes femeninos desconcertados, con un impulso sexual sin cauce definido, a veces jóvenes todavía vírgenes o mujeres indecisas ante situaciones nuevas, que buscan en la naturaleza el refugio a sus inquietudes y a los interrogantes y fuegos interiores que las agobian y atenazan. El devenir de los cuentos puede parecer en ocasiones improvisado, pero eso les proporciona mayor verosimilitud y realismo. Un realismo que se basa en lo cotidiano y que alcanza también bellos momentos de lirismo y poesía. Sobre todo, en descripciones de la naturaleza o en metáforas o comparaciones entre esta y el mundo interior de algunos personajes. Sherwood Anderson pretende atravesar la fachada superficial de unos tipos cotidianos para adentrarse en su realidad más profunda, sus mundos interiores y las causas reales de sus miedos y desasosiegos.

Importante es la presencia de la naturaleza y una cierta consciencia de la brutalidad que supone la industrialización del país y del desarraigo que provoca la vida urbana, aunque no faltan algunas muestras del puritanismo nocivo del mundo rural y su efecto pernicioso sobre los jóvenes.

A pesar de haber pasado casi cien años desde que fueron escritos, los relatos de Sherwood Anderson siguen teniendo hoy bastante vigencia y se leen con fruición y deleite.

Carlos Bravo Suárez


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