domingo, 28 de junio de 2015

MÚSICA PARA FEOS

                                             
           “Música para feos”. Lorenzo Silva. Destino. 2015. 224 páginas.

Novelista, autor de relatos, ensayista y articulista, Lorenzo Silva (Madrid, 1966) es uno de los escritores españoles actuales más populares y conocidos del gran público. Como narrador, debe su mayor fama a sus novelas policiacas protagonizadas por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. Silva ha publicado recientemente “Música para feos”, una novela que se aleja de las tramas policiales para adentrarse en el mundo de las relaciones amorosas entre dos personajes que se encuentran muy alejados del estereotipo de belleza y juventud de buena parte de la exitosa novela romántica actual.

Mónica es una mujer de casi treinta años que no destaca físicamente y acaba de salir de una frustrante relación con un hombre casado con el que trabajaba en una empresa periodística en bancarrota. Una noche que sale de copas con una amiga, conoce a Ramón, bastante mayor que ella y algo enigmático, por el que, animada por varios gin-tonics, enseguida se siente atraída. Él la acompaña a casa sin subir a su piso, aunque le propone volver a verse el sábado siguiente. Tras ese segundo encuentro, comienzan una relación amorosa que se verá pronto alterada porque él tiene que viajar lejos de España por motivos de un trabajo cuya naturaleza no quiere desvelar. Lo que ocurre luego evito contarlo aquí para no estropear demasiado la lectura a quien no haya leído el libro y pueda tener la intención de hacerlo.

Uno de los ejes del relato, y motivo de su título, es el intercambio de canciones que realiza la pareja a lo largo de su relación. Canciones a las que se hace referencia y de las que se citan algunos fragmentos tanto en español como en inglés, francés o italiano. Música de diversos estilos cuya lista de 21 canciones se recoge al final del libro y conforma su banda sonora.

Mónica es la narradora de la novela. Lorenzo Silva logra con éxito y verosimilitud ponerse en la piel y la voz de una mujer que, cuando ya desfallecía de hacerlo, consigue encontrar el amor de un hombre del que irá conociendo, juntamente con el lector, detalles de su vida: profesión, amigos, familia y pasado. Hay algún aspecto de la temática del libro que se manifiesta sobre todo en su última parte –bien documentada y posiblemente la mejor del relato– que sin duda merecería algún comentario en esta reseña, pero que me contengo de hacer para no dar demasiadas pistas sobre el desenlace de la historia.

Los dos protagonistas encarnan en cierto modo la desmitificación del romanticismo rosa al uso: no son guapos ni demasiado jóvenes ni triunfadores ni ricos; son personas “normalitas” que cargan con un pasado poco feliz y buscan salir adelante cómo pueden, tanto en lo laboral como en el terreno de los sentimientos. Y una de las cosas que va a contribuir a unirlos será la música. La cita que encabeza el primer capítulo del libro, tomada de la canción “Chelsea Hotel #2”, de Leonard Cohen, nos resume en parte lo que nos vamos a encontrar: “We are ugly but we have the music” (“Somos feos pero todavía tenemos la música”).

Tal vez no pueda decirse que “Música para feos” sea una gran novela; pero, además de la originalidad de ponerle banda sonora a la historia que se cuenta, tiene en muchos momentos una fuerte carga sentimental –que no sentimentalista– que la convierten en un relato sobrio, emotivo y entrañable, contado con el registro, la sencillez y los ritmos musicales que más y mejor parecen convenir a su eficaz mezcla de normalidad vital y literatura.

Carlos Bravo Suárez

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