domingo, 26 de julio de 2015

LA CHICA DEL TREN



“La chica del tren”. Paula Hawkins. Planeta. 2015. 496 páginas.

“La chica del tren” se ha convertido en un fenómeno literario sin precedentes. Publicada en Inglaterra a principios de este año, la novela ha vendido ya más de cinco millones de ejemplares en el mundo anglosajón y ha sido traducida a casi 50 idiomas. Según fuentes editoriales, desde que existen datos estadísticos nunca antes una novela se había vendido tanto en tan poco tiempo. Su autora, la británica Paula Hawkins (Zimbabwe, 1973), dejó el periodismo económico para escribir varias novelas románticas de encargo que no acabaron de triunfar. Con “La chica del tren” parece haber dado plenamente con la clave del éxito. En España, ha sido editada recientemente por Planeta, con traducción de Aleix Montoto, y parece seguir el mismo camino triunfal de otros lugares.

“La chica del tren” es lo que solemos definir como un best seller, con las virtudes y defectos de este tipo de narraciones. La novela ha sido etiquetada también como un thriller psicológico, en el que se han querido ver ecos de Alfred Hitchcock (“La ventana indiscreta”), Agatha Christie, Ruth Rendell o  Patricia Highsmith (“Extraños en un tren”).  Se trata de una historia llena de intriga, suspense y tensión, en la que tienen preponderancia temas como la infidelidad y la mentira, el sexo y la dominación o la soledad, las obsesiones y el alcoholismo agudo que lleva incluso a la pérdida momentánea de la memoria.

Estructurada en muchos capítulos que agilizan su lectura, tres son las narradoras de la novela (Rachel, Megan y Anna) que van alternando sucesivamente sus intervenciones, siempre fechadas en su inicio a modo de un puzzle cronológico que, aunque exige la necesaria atención, no resulta difícil de recomponer. La historia transcurre en la periferia de Londres, principalmente en el verano de 2013. La protagonista y principal voz narradora es Rachel, una mujer frágil, obsesiva y alcoholizada que no ha podido superar la separación de su anterior marido, Tom.  

Rachel sobrevive, gracias a los préstamos de su madre, en una habitación alquilada a las afueras de Londres y cada día a primera hora de la mañana coge el tren para ir a la capital donde supuestamente trabaja. En el trayecto, pasa por delante de su antigua casa, ahora ocupada por Tom y Anna con su pequeño bebé. Unas puertas más allá, en la misma calle, reside una pareja a la que Rachel idealiza como modelo de felicidad y para la que inventa dos nombres falsos. Desde la ventanilla del tren, un día observa algo diferente en la terraza de esa casa y al poco tiempo la mujer (Megan) desaparece misteriosamente. Eso inicia una intriga en la que todos estos personajes se ven involucrados en una red a varias bandas de infidelidades adúlteras, pérdidas no superadas, violencias, mentiras y pasiones ocultas. Unos personajes que no son lo que parecen y muestran de puertas afuera, sino que esconden debilidades y pasiones inconfesables que van a comenzar a salir a la luz a medida que avanza la trama del relato.

Probablemente pueden encontrarse si se buscan muchas trampas y trucos literarios en la narración, pero no hay duda de que en ella se teje una historia bien hilvanada, contada con fluidez y buen ritmo, y que, a pesar de lo reducido de los escenarios en que transcurre, se lee con facilidad y creciente interés. Como no podía ser de otra manera, de la novela se han vendido ya los derechos para que pronto sea llevada al cine, con la actriz Emily Blunt en el papel protagonista de Rachel. Antes, “La chica del tren” será casi con total seguridad el libro de moda de este verano también en nuestro país. 

Carlos Bravo Suárez


1 comentario:

  1. Pues leí este libro hace muy poquito y, si bien esperaba algo más potente, disfruté mucho de su lectura.

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