domingo, 8 de noviembre de 2015

EL REINO

                                                       
“El Reino”. Emmanuel Carrère. Anagrama. Traducción de Jaime Zulaika. 2015. 520 páginas.
            
Emmanuel Carrère (París, 1957) es una de la figuras más destacadas de la literatura francesa actual. Escritor, guionista y director de cine, Carrère ha publicado en Francia una decena de novelas, las últimas de las cuales (“El adversario”, “Una novela rusa”, “De vidas ajenas” y “Limónov”) han sido editadas en nuestro país por Anagrama. En la misma editorial acaba de aparecer “El Reino”, una aproximación personal y diferente al Nuevo Testamento y a los primeros tiempos del cristianismo.
            
El cristianismo, además de una doctrina, una moral o unas pautas de comportamiento, es también un relato, una historia, una construcción literaria. En “El Reino”, Emmanuel Carrère se acerca a dos de los principales relatos del cristianismo primigenio: “El Nuevo Testamento” y “Los Hechos de los Apóstoles”. Y, de ellos, Carrère deduce que, entre otras cosas, el cristianismo contiene una historia magnífica y extraña, en muchos aspectos fantasiosa, incomprensible, casi de ciencia ficción. Sin embargo, constituye un gran interrogante cómo una religión con elementos tan extraños e inverosímiles tiene aún hoy en todo el mundo tantos millones de creyentes y seguidores. Examinar ese fenómeno tan increíblemente extraño es uno de los objetivos de “El Reino”.
           
En una mezcla de autobiografía, ensayo y literatura de ficción, Carrère acude a las fuentes bíblicas, a los exégetas y a los estudios históricos para, con un enfoque que bascula entre lo personal y lo objetivo, trazar un retrato de los dos principales impulsores y difusores de aquel cristianismo originario: la figura clave, apasionada, arrolladora y contradictoria de Pablo de Tarso y el más tibio e intelectual evangelista Lucas. Ninguno de los dos conoció sin embargo a Jesucristo, pero ambos pusieron los sólidos cimientos del gran edificio que se empezó a construir entonces. Sólo al final del libro hay algunas referencias a los evangelios de Juan y Marcos; mientras que en algunos momentos es Santiago, hermano de Jesús, quien adquiere algo más de protagonismo.
            
Antes, en la primera parte de la novela y de manera autobiográfica, Carrère recuerda su época de creyente cristiano, veinte años atrás, en un momento de crisis, desasosiego e incertidumbre personal. Desde el presente, y para enlazar con la redacción de su nueva novela, el escritor francés desempolva los diarios que escribió en su juventud y que tenía ya olvidados en el fondo de un baúl. Una frase de Mark Twain, citada en el libro, puede servir para resumir aquel periodo: “La fe es creer en algo que sabemos que no es verdad”. El propio Carrère, pasado aquel tiempo y ya declaradamente agnóstico, escribe aproximadamente a mitad de “El Reino”: “No, no creo que Jesús haya resucitado. No creo que un hombre haya vuelto de entre los muertos. Pero que alguien lo crea, y haberlo creído yo mismo, me intriga, me fascina, me perturba, me trastorna: no sé qué verbo es más apropiado. Escribo este libro para no imaginarme que sé mucho más, sin creerlo ya, que los que lo creen, y que yo mismo cuando lo creía. Escribo este libro para no abundar en mi punto de vista”.
            
A la hora de aproximarse al cristianismo y sus orígenes, Carrère descarta los extremos y evita caer tanto en aquella fe ciega de su juventud como en el rechazo completo, según el cual todo el relato del cristianismo consiste en una sarta de exageraciones y fantasías inventadas. Con un estilo sencillo y sobrio, que pretende estar en consonancia con una intención literaria sincera y honesta, Carrère logra construir un libro diferente y personal, que arranca de su propia experiencia y donde tienen cabida desde sus fantasías pornográficas a través de internet hasta la comparación de algunas intrigas del primer cristianismo con las de los primeros comunistas rusos.
            
Otros escritores (Saramago, Martín Garzo, Menéndez Salmón o, ahora mismo, Amos Oz con su novela “Judas”) han buscado inspiración literaria en los textos sagrados del cristianismo. Con “El Reino”, Emmanuel Carrère ha creado un texto misceláneo y personal enormemente completo y decididamente sobresaliente.

Carlos Bravo Suárez       


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