domingo, 6 de diciembre de 2015

LA LEY DEL MENOR

                                                 

“La ley del menor”. Ian McEwan. Anagrama. 2015. Traducción de Jaime Zulaika. 216 páginas.
            
Con una larga carrera literaria y numerosos premios en su haber, Ian McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948) es uno de los escritores europeos actuales más destacados y conocidos y posiblemente el mejor de los escritores británicos vivos. En las últimas décadas, Anagrama ha publicado en España sus dos libros de relatos, “Primer amor, últimos ritos” y “Entre las sábanas”, y las novelas “El placer del viajero”, “Niños en el tiempo”, “En las nubes”, “El inocente”, “Los perros negros”, “Amor perdurable”. “Ámsterdam”, “Expiación”. “Sábado”, “Chesil Beach”, “Solar” y “Operación Dulce”. En la misma editorial, y con la buena traducción habitual de Jaime Zulaika, acaba de aparecer en nuestro país su última novela “La ley del menor”.
            
Con los años, Ian McEwan tal vez ha perdido algo de la intención provocadora de sus inicios, pero ha ganado en contención y elegancia. Con un estilo austero que huye de las florituras léxicas, aunque puede detenerse hasta el detalle en algunas descripciones del trabajo en la judicatura o de un concierto musical, el ya casi septuagenario autor británico ha publicado una hermosa novela, llena de concisión y sensibilidad. La protagonista de “La ley del menor” es Fiona Maye, importante jueza del Tribunal Superior británico especializada en derecho de familia, una mujer cercana a los sesenta años totalmente entregada a su trabajo, al que ha sacrificado su maternidad y en los últimos años también su relación de pareja. Ahora, de manera sorprendente e inesperada, su marido acaba de pedirle compatibilizar su matrimonio con una aventura más pasional con una amante más joven. En esa situación de crisis personal, Fiona debe juzgar el caso de Adam Henry, un chico que aún no ha cumplido los 18 años que padece una grave enfermedad. Tanto él como sus padres son testigos de Jehová y rechazan la posibilidad de una transfusión de sangre que los médicos estiman vital para salvar la vida del muchacho. Al ser aún menor de edad, Fiona debe decidir sobre la cuestión, aplicando la ley del menor que aboga por la prioridad de la defensa del bienestar del menor ante cualquier duda o dilema. Además de juzgar su caso, la estricta y encorsetada jueza conocerá a Adam y descubrirá en él a un joven sensible y atractivo, amante de la poesía y de la música, que introducirá en su vida una nueva presencia inquietante e inesperada.
           
“La ley del menor” es una novela de corte clásico. Algún crítico ha dicho que con ella McEwan ha pasado de una estética narrativa del siglo XXI, presente en muchas de sus novelas anteriores, a inspirarse ahora, aunque tal vez con una mayor economía de lenguaje, en la estética narrativa de los grandes novelistas del XIX. A pesar de su aparente simplicidad y de la poca acción física del relato, subyacen en él numerosos conflictos del presente: los nuevos problemas jurídicos que el multiculturalismo y sus diversas religiones plantean en las sociedades europeas modernas, el cansancio y el aburrimiento en las relaciones matrimoniales prolongadas, la frecuente necesidad de nuevas experiencias antes del declive físico y sexual y la diferente manera de afrontarlo en los hombre y las mujeres, el choque entre la necesaria defensa de la vida y los preceptos que defienden algunas religiones, entrte la fe y la legalidad, la diferente valoración social de la diferencia de edad en las relaciones de pareja según los sexos…
            
Todo depende de gustos y preferencias, pero ojalá Ian McEwan siga por la línea narrativa que parece inaugurar con “La ley del menor”. Una novela espléndida que deja en el lector un inmejorable sabor de boca.

Carlos Bravo Suárez

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