sábado, 17 de diciembre de 2016

EL CER SUBE SU BELÉN MONTAÑERO A LA CIMA DEL TURBÓN






El Centro Excursionista Ribagorza subió el pasado 8 de diciembre su belén montañero hasta la cima del Turbón. Desde hace siete años, en estas fechas previas a la Navidad, el CER deposita un pequeño nacimiento artesanal, confeccionado por la Asociación Belenista de Graus, en lo más alto de esta mítica y robusta montaña que emerge en el corazón geográfico de nuestra comarca ribagorzana.

A las siete y media de la mañana, nos concentramos en la glorieta Joaquín Costa de Graus para distribuirnos en nuestros vehículos y dirigirnos por carretera hasta la localidad de Las Vilas del Turbón. Eran casi las nueve cuando, un poco más arriba de su famoso balneario, y ya a más de 1400 m. de altitud, los 32 participantes iniciamos andando la ascensión hacia la cima de la montaña. El primer tramo transcurre empinado entre bojes hasta llegar al collado de Porroduno, donde encontramos la primera nieve. Desde allí, y viendo que la nieve estaba blanda y poco peligrosa, decidimos subir por una canal directa que solemos utilizar como atajo. Pese a todo, extremamos las precauciones y, casi al final de la canal, giramos hacia la derecha en lugar de en sentido contrario como hacemos en otras ocasiones.

Al llegar a la parte alta de la montaña y dirigirnos hacia el sur, pudimos comprobar que el espesor de la nieve era mayor del que esperábamos. Abriendo huella, y con cierta lentitud e incomodidad, caminamos por espacios muy abiertos con un sol magnífico brillando en un cielo completamente limpio y azul. Sólo en los pequeños tramos en sombra se dejaba sentir el frío. Tras dejar a nuestra derecha primero el Turbonet y luego la canal de San Adrián, en la zona denominada La Portella viramos hacia el oeste para abordar la última subida hasta la cima. Llegamos a ella algo antes de la una del mediodía. Allí colocamos con mimo nuestro belén, protegido por piedras, en una oquedad de la base del antiguo vértice geodésico, hoy derribado, que corona el llamado Castillo de Turbón, a 2492 m. de altitud. Disfrutamos de las extraordinarias vistas de esta privilegiada atalaya, con Cervín y la población de Campo debajo de nosotros y el nevado Cotiella y la sierra Ferrera, culminada por la Peña Montañesa, en el inmediato poniente. Comimos algo de nuestras mochilas, para reponer fuerzas tras la esforzada subida, y degustamos unas deliciosas almendras garrapiñadas y un calorífico licor de membrillo que una compañera de excursión había traído para el grupo.

Tras más de una hora de estancia en la cima, iniciamos el descenso en el que modificamos el itinerario realizado en la subida. Dejamos la canal de ascenso directo a nuestra derecha y continuamos un rato más, sobre abundante nieve, en dirección al norte. Delante de nosotros se abría un impresionante panorama pirenaico con, entre otras montañas, el Gallinero, las Maladetas, el Aneto, el Tempestades y su brecha y algunas cimas del Pirineo catalán hacia el oriente. Tras realizar un giro de 180º, caminamos por las faldas de las imponentes paredes del frontón de las Brujas, donde vimos algunos sarrios, hasta llegar de nuevo al collado de Porroduno y descender hasta la pista por el sendero entre bojes por el que habíamos subido.

Eran algo más de las cuatro de la tarde cuando llegamos al balneario de las Vilas, donde tomamos cafés y refrescos y nos despedimos para volver a Graus y a otros puntos de procedencia de los participantes en la excursión. Un año más, habíamos cumplido con el ritual de subir nuestro pequeño belén hasta la cima de nuestra montaña preferida.

Carlos Bravo Suárez.

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