Hay
unanimidad casi completa entre críticos y lectores en considerar “Ordesa” como
el mejor libro de Manuel Vilas (Barbastro, 1962) hasta la fecha. “Ordesa” es
una gran novela de madurez que confirma y consolida al escritor barbastrense
como una de las figuras más destacadas de la literatura española actual. Vilas
había publicado hasta ahora cinco novelas y diez poemarios, además de tres
libros de relatos, varios ensayos y numerosos artículos en importantes diarios
nacionales. Una ya dilatada carrera en el mundo de las letras en la que su
última novela, “Ordesa”, parece a día de hoy su punto culminante.
Manuel
Vilas, que es a la vez un destacado narrador y un extraordinario poeta, ha
compuesto –él también, como hace con los personajes de su familia, podría ser
asimilado a un músico– una hermosa y entrañable autobiografía, personal y
familiar al mismo tiempo, un ajuste de cuentas con su propia existencia y su
pasado, con sus luces y sus sombras, y, como él mismo ha dicho, un bello y
sincero –los adjetivos los añado yo– homenaje a la paternidad. Alejado de
tópicos, complejos y lugares comunes, y con un estilo arriesgado, singular y
propio, que permite leer cada uno de sus breves capítulos como si de un
poema en prosa se tratara, “Ordesa” es un relato excepcional en el que el
escritor se muestra desnudo ante el lector, de una manera transparente y
descarnada muy poco habitual en nuestra literatura. El propio Vilas lo ha
explicado en una entrevista reciente: “Este es un libro autobiográfico, lo que
pasa es que tiene la arquitectura de una novela. Está en la línea de un libro
de memoria, sobre mi pasado. Lidiar con la verdad personal es un poco complejo
en una tradición literaria como la nuestra, en la que escasean libros así”.
Tanto
o más que el narrador son protagonistas de la novela sus propios padres, sobre
cuyo pasado siente el autor la necesidad de escribir precisamente después de
que ellos hayan muerto. El relato se convierte así en una declaración de amor
tardía, nunca expresada suficientemente en vida, a sus progenitores
desaparecidos. En un paralelismo, tal vez asimétrico en cuanto al espacio
narrativo que ocupa en la novela, el narrador pasa de la condición de hijo a la
de padre y nos cuenta su relación con sus dos hijos, con los que, en una suerte
de eterno retorno nietzscheano, va a repetirse el ciclo paterno-filial que
mueve el mundo y conecta en lo esencial el pasado con el futuro. “Ordesa” puede
inscribirse así en una tradición literaria tal vez no muy abundante, pero con
obras excepcionales como la “Carta al padre”, de Kafka, o “Los hermanos
Karamazov”, de Dostoiesvski. Además del recuerdo de los padres y de otros
familiares (los tíos Monteverdi y Rachma en sus nombres musicales), hay espacio
para confesiones personales de borrosos abusos infantiles, periodo de
alcoholismo destructor, trabajo algo frustrante en la enseñanza o fracasos de
pareja. Hay confesión de errores que tal vez conviertan la escritura y este
libro en terapia y en catarsis.
Y,
como fondo del recuerdo de sus padres, aquella España que fuimos dejando atrás
y en la que nos reconocemos claramente quienes, por tener una edad similar a la
del autor, vivimos en nuestra infancia y juventud. La España del “Un, dos,
tres…” de Kiko Ledgard, de los Seat y los Simca, del Julio Iglesias que tanta
gustaba a la madre de Vilas, de las máquinas del millón, de las primeras
piscinas municipales… Una España pobre, aunque de la pobreza auténtica y letal
ya estábamos saliendo, y en buena medida prosaica y vulgar, y de eso ya no sé muy
bien si hemos acabado de salir. Porque, como se lee en el libro, “somos
vulgares, y quien no reconozca su vulgaridad es aún más vulgar”.
Muchas cosas más podrían decirse de este magnífico libro
que termina con un epílogo poético, en el que aflora de manera explícita la
poesía que implícitamente ha recorrido todas sus páginas anteriores. Un libro
para leer despacio y recrearse en él. Para saborear cada uno de sus capítulos y
subrayar frases y párrafos que conjugan a la perfección la magia de la
literatura: la profundidad del contenido y la belleza de la forma y la
escritura. Pocos escritores tan literariamente completos, sabrosos y densos hay
hoy en nuestras letras como Manuel Vilas.
“Ordesa”. Manuel Vilas. Alfaguara.
2018. 387 páginas.
No conocía a esta autor. El libro está muy bien escrito con una excelente narrativa y con pasajes filosóficos de gran calado literario, pero, contos mis respetos: deprimente.
ResponderEliminarBuscaré otro titulo de este autor que sea más alegre.
Lopito