“Los
asquerosos” es la cuarta novela de Santiago Lorenzo (Portugalete, Vizcaya, 1964),
quien, además de escritor, es también guionista, director y productor
cinematográfico, faceta en la que ha estrenado un buen número de cortos y
largometrajes que han obtenido un considerable éxito y reconocimiento. Como
escritor, además de una colección de relatos ilustrados, ha publicado las
novelas “Los millones” (2010), “Los huerfanitos” (2012) y “Las ganas” (2015).
Las dos últimas publicadas por la editorial Blackie Books, en la que también ha
publicado su más reciente y exitosa “Los asquerosos”, que creo que va ya por la
décima edición y ha recibido algunos importantes premios literarios.
"Los
asquerosos" ha sido presentada como un thriller estático y una moderna versión
de Robinson Crusoe ambientada en la España vacía. Es, sin duda, una novela
original y sorprendente, escrita en una prosa innovadora (aunque a veces cargue
demasiado las tintas ese afán innovador) que incluye numerosos neologismos tal
vez afortunados como “sucintez” o “mochufas” entre otros. Manuel, un joven que
vive solo y a quien le cuesta establecer relaciones sociales, tiene, al salir
de su casa en la calle Montera de Madrid, un encontronazo casual con un policía
de paisano que lo toma por un manifestante callejero. Manuel se defiende de la
agresión y hiere con un destornillador al policía. Asustado por las
consecuencias del incidente, se esconde en casa de un tío suyo, único familiar
con el que mantiene trato y narrador en primera persona de la historia de su
sobrino. Entre ambos deciden que lo mejor es que el joven abandone Madrid y se
refugie en alguno de los muchos pueblos castellanos de la España vacía y
despoblada.
Manuel se instala así en un pequeño pueblo
deshabitado al que el narrador denomina Zarzahuriel. Como si de un nuevo Robinson
Crusoe se tratara, el joven aprende a sobrevivir en absoluta soledad y en un
medio que es para él completamente desconocido y novedoso. Y no solo sobrevive,
sino que encuentra en esa soledad alejada de la vida urbana y del mundanal
ruido una verdadera plenitud que hasta entonces nunca había conocido. Vive con
austeridad y “sucintez”, busca remedios ingeniosos a las dificultades que se le
presentan y lee los libros de la colección Austral que encuentra en la casa abandonada
en que se instala. Todo va sobre ruedas hasta que llegan los “mochufas”, urbanitas
rurales de fin de semana que alquilan una casa colindante y terminan con la
tranquilidad de Manuel, al que obligan a esconderse y defenderse como puede de
esa perturbadora intromisión. La crítica al comportamiento de estos “mochufas”
es demoledora. Un accidente inesperado trastoca por completo la situación y los
acontecimientos se precipitan hacia un final sorprendente e inesperado.
No me
ha disgustado esta novela, irónica y divertida, original y distinta, que se lee
con fluidez y defiende la posibilidad de encontrar la paz y la tranquilidad en
estos lugares despoblados de la España vacía. A ello se suma una crítica
implacable y sagaz a quienes acuden al campo con los paradigmas de un falso
disfrute de la naturaleza y reproduciendo los esquemas de la cursilería y
postureo de la vida moderna.
Para
terminar y sobre el título de la novela, transcribo esta respuesta del autor en
una entrevista: “Adoro al género humano y hay veces que esa adoración se me
frustra. He hecho mi propia selección de platos, un menú de asquerosidades, hay
cinco, seis o siete actitudes humanas que sí me han parecido
incuestionablemente asquerosas. Tenemos un casero gorrón, un policía que se sobrepasa,
una empresa que se dedica a timar a la gente y al dominguero como asqueroso
prístino y neto, asqueroso incontaminado. En todo caso deja consignado el aviso
de que todos somos susceptibles de parecer asquerosos a alguien”.
“Los asquerosos”. Santiago Lorenzo. Blackie Books. 2018. 222
Un estupenda reseña. Veo este título en todas las librerías, y leo opiniones muy dispares. La tuya me anima a leerlo.
ResponderEliminarMas vale caer en gracia que ser gracioso, sin duda esta novela ha caido en gracia.
ResponderEliminarLa terminé a base de voluntad pero no la disfruté en absoluto.
es grandilocuente, su lenguaje es ampuloso exagerado un mero exceso de terminos y jerga vacia de poesia.