domingo, 22 de diciembre de 2019

CANTO YO Y LA MONTAÑA BAILA

                                                                                                                              
                                                                                                                                                  “Canto yo y la montaña baila” es una original y sorprendente novela publicada muy recientemente por Anagrama. Su autora es Irene Solà (Malla, Osona, 1990), joven escritora catalana a quien desconocía hasta la fecha y que tiene publicados, y no traducidos al castellano, un libro de poesía (“Bèstia”) y otra novela anterior (“Els dics”), ganadora del Premio Documenta en 2017. “Canto yo y la montaña baila”, que ganó el 4º Premio Llibres Anagrama de Novel·la, fue también escrito originariamente en catalán y ha sido muy bien traducido al castellano por Concha Cardeñosa.

La novela transcurre en el Pirineo catalán, junto a la frontera francesa, entre Camprodon (sin tilde en lengua catalana) y Prats de Molló; en buena parte, en un pequeño pueblo con el sonoro nombre de Matavaques. Como dice la contraportada del libro, “una zona de alta montaña y de frontera que, más allá de la leyenda, conserva la memoria de siglos de lucha por la supervivencia, de persecuciones guiadas por la ignorancia y el fanatismo, de guerras fratricidas, pero que encarna también una belleza a la que no le hacen falta muchos adjetivos. Un terreno fértil para liberar la imaginación y el pensamiento, las ganas de hablar y de contar historias. Un lugar, quizás, para empezar de nuevo y encontrar cierta redención”. Allí ocurren, en diversos momentos cronológicos aleatorios, enamoramientos y separaciones, accidentes de caza, historias trágicas de la guerra civil, muertes por un rayo, brujas que son quemadas, setas que surgen de la tierra tras la lluvia, la celebración de la fiesta del oso en Prats de Molló… Historias contadas en primera persona por narradores diversos: las nubes, una seta, unas brujas, un corzo o distintos personajes humanos masculinos y femeninos. “Primero llegan la tormenta y el rayo y la muerte de Domènec, el campesino poeta. Luego, Dolceta, que no puede parar de reír mientras cuenta las historias de las cuatro mujeres a las que colgaron por brujas. Sió, que tiene que criar sola a Mia e Hilari ahí arriba en Matavaques. Y las trompetas de los muertos (setas), que, con su sombrero negro y apetitoso, anuncian la inmutabilidad del ciclo de la vida”.

Es una narración hipnótica, de ambientación rural, que está a caballo entre la novela y el libro de relatos, donde se mezclan el presente y el pasado, la realidad y la fantasía, la historia, la fábula y la leyenda. Donde cada capítulo cuenta con un narrador distinto y se podría leer como un relato autónomo, pero con personajes que van reapareciendo, incluso con sucesión de generaciones familiares, y que se entrelazan y configuran una hermosa historia novelesca con connotaciones imaginativas mágicas. Se nota que la autora conoce la montaña pirenaica de primera mano, sus leyendas, su mitología, su arrebatadora y salvaje belleza, su flora, su fauna y sus gentes. Y también las dificultades y problemas que entraña vivir en ella.

Un libro lleno de lirismo y poesía, de fascinante finura literaria, con dominio de la escritura y los registros, pero también jalonado de soledades, tristezas, tragedias y fatalidades, que no carga nunca las tintas en intenciones ideológicas  o doctrinarias ni en un sentimentalismo excesivo o superfluo. Un verdadero canto a la vida y a la naturaleza, entendidas como un todo casi panteísta, donde todos los elementos, sean o no estrictamente humanos, tienen su propia voz y pensamiento y componen armoniosa danza.

La lectura de “Canto yo y la montaña baila” ha sido una muy grata sorpresa, una experiencia tan original y diferente que podría decirse casi única. Estamos ante un libro que seducirá y gustará especialmente a quienes, como es mi caso, vivimos en el ámbito rural y amamos con cierta pasión la montaña. Habrá que estar atento a esta joven escritora catalana que apunta a un brillante futuro literario.

  “Canto yo y la montaña baila”. Irene Solà. Anagrama. 2019. 168 páginas    

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