lunes, 11 de mayo de 2020

LAS LÁGRIMAS


“Las lágrimas” es el último libro de Pascal Quignard publicado hace unos meses en España por la editorial Sexto Piso con traducción del argentino Silvio Mattoni. Pascal Quignard (1948), uno de los autores más prestigiosos de la literatura francesa actual, es un escritor con una sólida formación artística y filosófica. Organista virtuoso y especialista en música barroca, abandonó sus cargos de editor de Gallimard y director del Festival de Ópera Barroca de Versalles para buscar el silencio y dedicarse en exclusiva a la escritura que ya cultivaba desde los veinte años. Es autor de más de cincuenta novelas entre las que destacan "Carus", “Todas las mañanas del mundo” ─llevada al cine con música de Jordi Savall─ o “Las sombras errantes”, con la que ganó el premio Goncourt del año 2002. Yo había leído y reseñado “Las solidaridades misteriosas”, que publicó en 2012 Galaxia Gutenberg y que me pareció una exquisita novela de corte intimista.

También “Las lágrimas” es un libro exquisito, sugerente y poético. Quignard es un escritor con cierta vocación minoritaria y sus textos, este más si cabe, se apartan de la ortodoxia y la convencionalidad al uso. “Las lágrimas” es un relato algo misceláneo, escrito con materiales literarios de muy diversas procedencias y categorías textuales en el que se mezclan lo poético, lo histórico, lo religioso, lo legendario e incluso lo relacionado con lo portentoso o el encantamiento, siempre enraizado en el mundo medieval en el que se ambienta la novela. Porque los hechos narrados en “Las lágrimas” se sitúan en el siglo IX, en la época de Carlomagno, cuya coronación como emperador en Roma, que se describe en el libro, se produjo, como es sabido, en el año 800.

Aunque sin acaparar protagonismo, los dos principales personajes del libro son dos nietos gemelos de Carlomagno, hijos de Angilberto y Berta, que responden a los nombres casi simétricos de Nithard y Hartnid. Nithard es escriba e historiador de la corte carolingia y su figura está vinculada a las primeras manifestaciones escritas de la lengua francesa. Hartnid es, sin embargo, un incansable viajero casi siempre ilocalizable que anhela encontrar un rostro femenino con el que soñó años atrás y cuya búsqueda resulta siempre infructuosa.

Muy interesante es la parte histórica vinculada al nacimiento de una cierta idea de Europa que supere las fronteras y los nacionalismos ya incipientes. Esto se pone de manifiesto tras la batalla de Fontenoy en el año 841 y los posteriores juramentos de Estrasburgo del 842, donde se utilizan ya los nuevos idiomas francés y alemán, cuyo uso incluso intercambian los firmantes para mostrar la mejor voluntad de tolerancia y respeto al otro dentro de la nueva unidad surgida tras la guerra fratricida recién terminada. O el nacimiento de la lengua francesa escrita con las Cantilenas de Santa Eulalia, una santa mártir de origen barcelonés.

Hay personajes interesantes y más recurrentes como el monje Frater Lucius, que se enamora de su gato, o la chamana Sar, adivina y poeta. Espacio recurrente es también el monasterio de Saint-Riquier. Estructurada en capítulos muy cortos y variados, “Las lágrimas” no es un libro para cualquier tipo de lector. Hay momentos y pasajes que por su tono poético de raíz medieval pueden ser difíciles de entender y la diversidad y acumulación de registros literarios conduce por momentos a una dispersión que puede dificultar la continuidad de la lectura. Pero habrá lectores, posiblemente los menos, que disfrutarán mucho de la exquisitez, erudición y alto vuelo literario del libro. Una novela breve, pero polifónica, acumulativa e intensa.

“La lágrimas”. Pascal Quignard. Sexto Piso. 2019. 156 páginas.

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