domingo, 22 de noviembre de 2020

LOS CHICOS DE LA NICKEL

Colson Whitehead (Nueva York, 1969) es ahora mismo el más importante de los escritores estadounidenses negros. O afroamericanos, como prefieren decir algunos en un eufemismo al uso y más en la línea imperante de lo políticamente correcto. Whitehead ganó el Premio Pulitzer en 2017 con su novela “El tren subterráneo” y ha vuelto a ganarlo en 2020 con su última novela “Los chicos de la Nickel”, que ha sido publicada recientemente en España por Random House con traducción del inglés a cargo de Luis Murillo Fort. Autor de siete novelas y dos libros de ensayo, Whitehead es un escritor comprometido con la causa de la lucha de los negros por los derechos civiles y la denuncia de la violencia y el maltrato contra este colectivo en Estados Unidos, pero evita obviamente caer en sus obras en cualquier tipo de maniqueísmo o en el relato políticamente panfletario y partidista. Todo lo contrario, sin perder la carga de  compromiso y denuncia propia de su temática y posición, sus dos principales narraciones logran un alto nivel literario tanto en su forma como en sus contenidos.

“Los chicos de la Nickel” parte de un hecho real: en 2014, se encontraron los restos de más de ochenta jóvenes enterrados en el jardín de un reformatorio del estado de Florida. A partir de ese hecho, la acción se retrotrae varias décadas atrás y la novela narra principalmente la vida cotidiana en ese extenso instituto-reformatorio en el que encontramos jóvenes tanto blancos como negros que sobreviven a un duro régimen de internado. Elwood Curtis es el principal personaje del relato, un joven negro, impregnado de la filosofía pacifista y antisegregacionista de Martin Luther King. Un chico serio, responsable y trabajador, que por una nefasta coincidencia es detenido por ir junto a un conductor negro en un coche robado. Elwood ha sido recogido tras hacer autoestop para ir a la universidad en la que va a iniciar estudios. De manera paradójica y cruel, lo que era el inicio de un viaje hacia la dignidad y la libertad va a llevarlo al infierno de un internado que marcará su juventud y su futuro. Su sueño acaba convirtiéndose en una terrible pesadilla y Elwood será testigo y víctima de los abusos y torturas que allí se practican, y que son especialmente crueles y vejatorios con los internos negros, así como de la corrupción y depravación que se ha ido apoderando del instituto fundado por el personaje cuyo apellido le ha dado el nombre que aparece en el título del libro.

Además de Elwood, encontramos en la novela, que da varios saltos en el tiempo y acaba transcurriendo en Nueva York, otros personajes interesantes, como la abuela del protagonista, una mujer estricta y luchadora con la que vive tras ser abandonado por sus padres. También el aprovechado abogado que lleva el caso de Elwood y lo deja en la estacada o algunos de sus compañeros internos, tanto los amigos que lo apoyan como los abusones y enemigos que le crean complicaciones. Y, entre los más despreciables, el temido y despiadado superintendente Spencer. Algunos episodios, como el del campeonato anual de boxeo del internado del capítulo 9, constituyen en sí mismos verdaderas joyas literarias del relato breve.

Obviamente, el tema principal de la novela es la denuncia de los abusos y el trato humillante en el reformatorio y en especial sobre los internos negros. Pero, sobre ese sustrato racista, por otra parte real e incontestablemente presente en la sociedad estadounidense de aquellos años, Colson Whitehead construye una narración sólida y bien estructurada, contada con elegancia y variedad de recursos, que engancha al lector y evita tanto el panfletismo político y racial como el cargar las tintas sobre un dramatismo demasiado sentimentalista. En el plano del contenido, es muy interesante constatar las dudas que va experimentado Elwood a medida que avanza la novela y va recibiendo golpes a pesar de la nobleza que preside siempre su comportamiento. Elwood, que comienza siendo un lector devoto de Martin Luther King y defensor a ultranza de sus ideas pacifistas y antiviolentas, acaba teniendo algunas dudas sobre la verdadera utilidad de ese tipo de repuesta.

En resumen, “Los chicos de la Nickel” es una magnífica novela, comprometida y de denuncia pero equilibrada y literariamente excelsa, que consolida a Colson Whitehead (qué curioso y paradójico por otro lado su apellido) como uno de los grandes escritores actuales. Son muy pocos los autores que han ganado el Premio Pulitzer con dos novelas consecutivas. Esperaremos con impaciencia su nueva entrega. Tampoco sería de extrañar que no tardáramos mucho en ver “Los chicos de la Nickel” adaptada al cine. La novela contiene todos los ingredientes para que un director adecuado la convierta en una película de éxito. 

“Los chicos de la Nickel”. Colson Whitehead. Random House. 2020. 224 páginas.




 

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