miércoles, 29 de diciembre de 2021

EXCURSIÓN CIRCULAR Y CON SOL ENTRE GRAUS Y CAPELLA

El pasado martes, el grupo Tardes al Sol organizó una excursión desde Graus a Capella con un itinerario en buena medida circular. El recorrido de ida fue por el llamado camino de Fabardo, la Torre de Valentín y el Centro de Truficultura y la vuelta, en su tramo final, por el Camino de las Huertas.

Los veinte participantes en la actividad salimos de la Glorieta Joaquín Costa de Graus a las 15 horas. Cruzamos el río Ésera por el llamado puente de Capella y, a la salida del puente, nos desviamos a la izquierda para tomar la calle Serreta y subir hacia el barrio de Coscolla. A la entrada de este barrio, tomamos un camino a la izquierda, encementado hasta el Centro de Inseminación de Cerdos. Allí, seguimos un sendero, conocido como el camino de Fabardo, que discurre en su primer tramo entre bellas paredes de piedra con un bosque de encinas o carrascas a la izquierda y, luego, entre campos de labor hasta llegar a la carretera que conecta la A-1605 con la A-139. 

Cruzamos la carretera y continuamos por camino de tierra. Legamos a un cruce de caminos en el que hay una gran carrasca y una explotación ganadera a la derecha. Desechamos los dos caminos laterales y seguimos de frente por estrecho sendero hasta desembocar en una pista. Seguimos por la derecha y llegamos hasta la Torre de Valentín, antigua casa hoy deshabitada. Allí giramos a la izquierda y seguimos por una pista asfaltada hasta el Centro de Truficultura, que dejamos a nuestra derecha. En este punto, se acaba el asfalto y ya seguimos siempre la pista principal que nos lleva hasta Capella.

Cruzamos la carretera de circunvalación de Capella y entramos en la población. Subimos hasta la magnífica iglesia parroquial románica dedicada a San Martín, bajamos hasta la Plaza Mayor y salimos del pueblo. El primer tramo del camino de vuelta fue por el mismo por el que habíamos ido. Pero, después, tomamos una pista a la izquierda, señalizada con marcas azules y blancas de Marcha Nórdica. Un gran hito de piedra nos desvía de nuevo a la izquierda para adentrarnos en un bello bosque de encinas. Junto a una pilona de la luz, descendemos a la carretera A-1605, que cruzamos con atención. Tras un corto tramo en paralelo a la carretera, salimos de ella por una pista con una gran encina a la izquierda.

La pista desciende hasta las orillas del río Isábena y transita luego por su margen derecha. Dejamos a la izquierda la pasarela de Isábena y el lugar de baño conocido como la Gorga del Chuflé y, entre huertas y casetas, llegamos a Graus a las 18 horas y ya anocheciendo. La tarde había sido de una temperatura muy suave, casi primaveral, y entre el grupo reinó un muy buen ambiente navideño.

El recorrido completo de la excursión fue de 12 Km, con 144 m. de desnivel acumulado. Un agradable paseo en el que invertimos tres horas justas. Aunque el camino que va de Graus a Capella por Portaspana siguiendo el GR-1 es más bonito que el que acabo de describir, nosotros elegimos este por ser más corto y soleado y ajustarse mejor al horario de tarde del que disponíamos.

domingo, 26 de diciembre de 2021

OCHO RELATOS BREVES DE MURAKAMI


“Primera persona del singular” es el esperado nuevo libro de Haruki Murakami (Kioto, 1949), el más conocido e internacional de los escritores japoneses y eterno aspirante al Premio Nobel de Literatura. Murakami, nacido en Kioto pero residente en Tokio desde hace años, ha publicado más de una veintena de libros entre novelas, libros de relatos y ensayos. Es autor de títulos como “Tokio blues”, “Kafka en la orilla”, “1Q84” o “La muerte del comendador”, por citar solamente cuatro de sus novelas más exitosas. Ahora, acaba de publicarse en España, como siempre en la colección Andanzas de Tusquets,  “Primera persona del singular”, su quinto libro de relatos, con traducción del japonés de Juan Francisco González Sánchez. 

“Primera persona del singular” está compuesto por ocho narraciones cortas. Todas ellas escritas en primera persona del singular, aunque es el último de sus relatos el que coincide con el título del libro. El narrador, que en la mayor parte de los casos puede identificarse como el propio Murakami, parte siempre de recuerdos anteriores, generalmente de la época de su juventud, y parece más que probable que muchos de ellos sean de carácter autobiográfico. Pero, a partir de estas rememoraciones, crecen unos relatos en los que se mezclan con habilidad la realidad y la fantasía, el mundo consciente y lo onírico, lo verosímil y lo inverosímil. De tal manera, que el mundo de la ficción desborda casi siempre por completo las vivencias personales y reales, que funcionan como punto de partida para activar el juego de la imaginación literaria. Lo autobiográfico desencadena la fantasía, a veces llevada al extremo del surrealismo.

En “Áspera piedra, fría almohada”, el narrador recuerda un fugaz encuentro sexual de juventud con una chica que en el orgasmo grita el nombre de otro hombre y días después le envía un autoeditado libro de tankas (poemas breves japoneses) en los que ella, de la que él nunca volvió a saber, parece invocar su propia muerte. En “Flor y nata”, encontramos otro recuerdo de juventud en el que aparece un anciano que, de manera misteriosa, y tal vez con elementos de la filosofía zen de fondo, hace referencia a la enigmática existencia de un círculo con muchos centros. “Charlie Parker Plays Bossa Nova” tiene como arranque un artículo juvenil del narrador donde hace la crítica musical de un inexistente disco en el que el mítico músico de jazz toca junto a Antonio Carlos Jobim temas brasileños.  El desencadenante de “Whit the Beatles” es el recuerdo de una bella compañera de instituto paseando por los pasillos con la carpeta de un elepé del cuarteto de Liverpool pegada a su pecho. Este es el único relato no inédito del libro, pues había sido publicado previamente en “The New Yorker”. “Antología poética de los Yakult Swalows de Tokio” es posiblemente para el lector español el menos interesante de los relatos. En él, Murakami rememora su gran afición al béisbol y su condición de seguidor de un equipo de Tokio que habitualmente perdía casi todos sus partidos. “Carnaval” narra la amistad del autor con la que él mismo llama “la mujer más fea que he visto en mi vida”, con la que comparte su pasión por la música clásica de piano y, sobre todo, por Schumann, cuya pieza preferida de ambos da título al relato. “Primera persona del singular” cierra el libro con una narración diferente, con referencia simbolista final a la presencia de la muerte.  

Conocida su condición de melómano, hay también en estos relatos de Murakami bastantes referencias a la música. Al jazz y a la música clásica, por las que siente preferencia, y al pop, con algunas reflexiones sobre la beatlemanía, como fenómeno social que inundó como banda sonora casi permanente la vida de los jóvenes de los sesenta. Pero si algo translucen estos relatos es nostalgia del pasado y de la juventud y la constatación del paso rápido del tiempo que nos lleva a la vejez sin apenas darnos cuenta. Ya en el primer relato queda esto bastante claro: “Resulta enigmático que envejezcamos en lo que dura un parpadeo, que todo parezca tan breve y que no haya marcha atrás, que cada momento sea un paso más hacia la decadencia, la ruina y la extinción”.

Parece evidente que “Primera persona del singular” está muy por debajo de las mejores obras del escritor nipón, pero a mí no me han disgustado estos relatos, que se leen con facilidad, están escritos con una prosa de periodos largos pero siempre elegante y parecen divertimentos literarios construidos a partir de los recuerdos juveniles del autor. Aunque puedan sonar en cierto modo a despedida, o a obligación o compromiso con el exigente mercado editorial, tal vez Murakami aún pueda sorprendernos en el futuro con alguna otra obra de altos vuelos como algunas de las que sobresalen en su dilatada y exitosa carrera como escritor.

viernes, 24 de diciembre de 2021

EL CER CELEBRA SU COTILLÓN NAVIDEÑO EN LA ERMITA DE SAN MARTÍN




El pasado domingo, el Centro Excursionista Ribagorza celebró su habitual cotillón navideño en la ermita de San Martín, en el término municipal de Secastilla. La actividad, con la que el CER despidió oficialmente la temporada 2021, consistió en un almuerzo al aire libre y en una excursión circular desde Graus, con subida por Grustán y descenso por la ermita de San Pedro de Verona. Como en las ediciones anteriores, la comida fue preparada por los prestigiosos cocineros de la Peña La Meliguera de Capella.

En la actividad, participamos cuarenta personas, de las que una treintena realizamos la excursión andando desde Graus. Iniciamos el recorrido a las 8.30 horas en la glorieta Joaquín Costa, bien abrigados para combatir el intenso frío matinal. También la niebla acechaba desde el embalse de Barasona y la parte baja del valle. Tomamos el paseo que va en paralelo al río Ésera y, en el camping Regrustán, cruzamos la carretera A-139 y seguimos la pista de tierra por la que discurre el GR-1.

Siguiendo las marcas rojiblancas, fuimos ascendiendo hacia el despoblado Grustán, situado en una amplia elevación rocosa con aspecto de inexpugnable fortaleza natural. No tardamos mucho en disfrutar de un sol magnífico y dejar atrás la niebla, que veíamos debajo de nosotros como un blanquecino mar de nubes. Al cabo de unos cuatro kilómetros y medio, y tras alrededor de hora y media de camino, llegamos a Grustán, lugar en ruinas del que sólo su magnífica iglesia de Santa María se mantiene en pie. Se trata de una construcción románica, de exterior restaurado hace unos años y cuyo interior, más descuidado, pudimos visitar.

Tras una relajante parada, atravesamos el despoblado y descendimos por un sendero que conduce de nuevo a la pista que habíamos abandonado. Aquí, seguimos el nuevo tramo del GR-1 que fue señalizado hace poco más de un año y acorta algo el recorrido anterior. Pasamos por un horno de cal y por bellos parajes de bosques de pinos hasta desembocar de nuevo en la pista, a la altura del Tozal Panchudo. Continuamos por el GR-1 y, al poco rato, lo abandonamos por otra pista a la izquierda, que en unos quince minutos nos llevó a la ermita de San Martín, a 1.116 m. de altitud. Se trata de una construcción religiosa en un recinto cerrado, con patio y caballerizas, y situada en lo alto de la sierra de Torón o de Panillo, que separa los valles del Ésera y el Cinca. Desde el lugar, se disfruta de unas magníficas vistas del Pirineo y de diversos pueblos de Ribagorza y Sobrarbe. Allí, llegamos sobre las 12.15 horas y, en la explanada contigua a la ermita, en diversas mesas dispuestas para la ocasión, disfrutamos de un extraordinario almuerzo con cotillón navideño.

Sobre las 15 horas, treinta excursionistas iniciamos el camino de retorno a Graus, descendiendo hasta la ermita de San Pedro de Verona. Desde allí, por el camino de la Piedra Plana y El Torroc, llegamos a la placeta de San Miguel de Graus alrededor de las 17.30 horas, justo antes de que empezara a oscurecer. En total, entre la mañana y la tarde, quienes hicimos el itinerario completo recorrimos 22,6 km con 750 m. de desnivel acumulado.

jueves, 16 de diciembre de 2021

POR LA RIBAGORZA MÁS DESCONOCIDA


La pasada semana, el grupo grausino Tardes al Sol organizó una excursión matinal desde Castigaleu a Cajigar, dos pequeñas poblaciones que son cabeza de sendos municipios de la Ribagorza oriental menos conocida. Fue un recorrido circular con inicio y final en Castigaleu. Con subida siguiendo el GR-18, y paradas en las casas Llevot y Ramonico, y bajada por camino que pasa por el pìlaret de Santa Waldesca, La Morera, Casa Llenero y la ermita de San Pedro.

En la actividad participamos 18 personas que salimos de Graus para ir por carretera a Castigaleu, a 25 km de la capital ribagorzana. Aparcamos en la plaza de Castigaleu, junto su iglesia de San Martín, y descendimos por unas escaleras laterales, cruzamos la carretera y tomamos un sendero a la izquierda marcado como GR-1 y GR-18, que comparten un tramo en este punto. Poco después del inicio, llegamos a un cruce de caminos en el que el GR-1 se desvía a la derecha en dirección a Montañana. Nosotros seguimos por la izquierda, por el GR-18, mucho peor marcado, en dirección a Cajigar.

Ascendimos suavemente por una pista que, al cabo de un rato, abandonamos por nuestra derecha para descender a una bonita borda y al barranco Ribañé, que cruzamos sin problemas entre piedras. El sendero sube ahora entre paredes laterales de piedra seca y bosques de robles, quejigos o caixigos. Tras pasar bajo un par de grandes rocas, llegamos a Casa Llevot, despoblada y algo en ruina y con una bonita capilla a la entrada. Aquí hicimos una parada para comer protegidos del viento. Tras el breve receso, continuamos hasta la cercana Casa Ramonico, ya perteneciente al municipio de Monesma y Cajiga, y con unas ruinas de una antigua capilla a su salida.

Desde aquí, el camino se desdibuja bastante, aunque ya vemos Cajigar como punto orientativo. Tras cruzar el barranco y después de un ligero ascenso, llegamos al caserío de Cajigar. Un vecino del pueblo nos enseñó su magnífica iglesia parroquial románica dedicada a Santa María. Una verdadera joya cuyo interior pudimos visitar con interesantes explicaciones sobre la misma y la restauración o reconstrucción de la virgen que la preside.

Atravesamos Cajigar y salimos del pueblo por la ermita del Rosario y su merendero anexo. Tomamos la pista que lleva a la casa de La Morera y a un repetidor de telefonía. Dejamos a la izquierda Casa Bonaire y abandonamos la pista para subir al pilaret de Santa Waldesca, donde hay un vértice geodésico. Volvimos a la pista, dejamos a la derecha La Morera, casa bien arreglada, y seguimos por la derecha para pasar junto a la Casa Llenero, gran caserón en ruinas con portada de una iglesia barroca. Antes de regresar a Castigaleu, hicimos una parada en la ermita de San Pedro, construcción popular del siglo XVIII.

Tras seis horas de excursión, contando las paradas, llegamos a la plaza de Castigaleu. Habíamos cerrado el círculo y recorrido 17,5 km con un desnivel de 440 m. El punto más elevado fueron 1160 m. y el más bajo 830.

sábado, 11 de diciembre de 2021

UNA GRAN NOVELA FRANCESA


Sorprendentemente, “Después de la guerra”, una de las más destacadas novelas negras francesas de los últimos años, no había sido publicada todavía en nuestro país. Ahora, Reservoir Books, que ya había editado anteriormente “Perros y lobos” (2018) y “Bajo las llamas” (2020), la acaba de incluir también en su colección Roja & Negra, con traducción de Carlos Mayor Ortega. “Después de la guerra” fue publicada en Francia en 2014 y obtuvo una considerable difusión y numerosos premios literarios. Su autor es Hervé Le Corre (Burdeos, 1955), profesor de Lengua y Literatura que ha publicado cinco novelas y se ha consolidado como uno de los más reputados escritores franceses actuales del género negro y policiaco.

Siendo sobre todo una novela negra, “Después de la guerra” es también, en buena medida, un relato histórico y social, que se inscribe dentro del nuevo enfoque revisionista que desde hace un tiempo se aplica a la historia francesa reciente. Dos son los aspectos históricos en los que la novela entra a fondo: el colaboracionismo francés con los nazis en la deportación de judíos y comunistas durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Argelia que el ejército galo emprendió contra los rebeldes argelinos y en apoyo de los colonos franceses en aquel país norteafricano. En ambos episodios, la actuación francesa sale bastante mal parada en la narración.

Aunque algunos capítulos transcurren en suelo argelino, la mayor parte de la novela sucede en Burdeos, de donde son prácticamente todos los personajes que aparecen en el relato. La ciudad natal de Le Corre, portuaria, industrial y anímicamente deprimida en aquel tiempo, está profusamente descrita en una época especialmente oscura, con la sombra de la guerra, la ocupación nazi, la delación, el colaboracionismo y la impunidad de los recientes verdugos aún muy presente en unos personajes que luchan descarnadamente por la supervivencia en medio de la pobreza, la prostitución, la delincuencia, el alcoholismo, la corrupción y la violencia frecuentes. Una ciudad desolada en la que impera la ley del más fuerte. No con menor crudeza se describe la guerra argelina, con el calor asfixiante, la aridez del paisaje y la ferocidad atroz de los dos bandos contendientes. Y las contradicciones que esa guerra generó en buena parte de la sociedad francesa.

En un relato en buena medida coral, con gran número de personajes, tres son los que centran el foco de la acción y protagonizan alternativamente los capítulos del libro. El principal protagonista es Albert Darlac, comisario del Departamento de la Policía Judicial de Burdeos, un policía violento, despiadado y corrupto que, como tantos otros de la novela, colaboró con los nazis y supo nadar a favor de corriente y escapar a la tibia depuración que se produjo en la ciudad tras el conflicto. Otro personaje clave es André Vaillant, identidad falsa de un deportado a un campo de concentración alemán, donde murió su mujer, que vuelve a Burdeos cuando todos lo creen muerto y vaga por la ciudad en busca de venganza. El tercero en discordia es Daniel, hijo del anterior, que trabaja en un taller mecánico y es enviado como recluta a Argelia, donde vivirá la brutalidad y el sinsentido de la guerra colonial.

Además de estos tres personajes principales, hay muchos secundarios que pueblan la novela: policías, delincuentes de los bajos fondos, dueños de bares y burdeles, prostitutas… También el jefe y los compañeros de trabajo de Daniel en el taller o sus amigos en Burdeos o en el infierno argelino. Predominan los personajes masculinos, pero algunas mujeres tienen un rol importante en el relato. Destaca Annete, la esposa del comisario Darlac, y, en menor medida, Élise, su hija adolescente. Además de la joven prostituta Arlette o Roselyne e Irène, madre adoptiva y gran amor de Daniel, respectivamente.

Hay en la novela, que ya en sí misma es muy cinematográfica, muchas referencias al cine, a algunas películas y actores y actrices de la época. Y mucha violencia física y psicológica, un tema muy presente en toda la obra del autor francés. Sobre el que ha dicho recientemente en alguna entrevista que le asusta y hace que se pregunte por qué la gente la ejerce y por qué quienes la sufren muchas veces no intentan salir de la trampa en que se encuentran.

“Después de la guerra” es una extraordinaria novela, brutal y demoledora en muchos aspectos. Con una trama bien construida y llena de tensión y una estructura literaria perfectamente elaborada que combina diversos enfoques y personas narrativas. Además, pone frente al espejo a la sociedad francesa al abordar algunos de los temas más espinosos del pasado reciente de la historia del país vecino. Es, sin duda, una gran noticia literaria que por fin haya sido traducida a nuestro  idioma y publicada en nuestro país.

“Después de la guerra”. Hervé Le Corre. Reservoir Books. 2021. 560 páginas.

jueves, 9 de diciembre de 2021

EL CER LOGRA SUBIR SU BELÉN A LA CIMA DEL TURBÓN


El pasado lunes, Día de la Constitución, el Centro Excursionista Ribagorza subió, por décimo segundo año consecutivo, su belén montañero a la cima del Turbón, la mítica y mágica montaña ribagorzana cuya silueta figura en el anagrama del club. Como en ediciones anteriores, el pequeño y coqueto nacimiento artesanal fue preparado por la Asociación Belenista de Graus, que este mismo fin de semana inauguró su monumental belén ubicado en la capital ribagorzana.

Los 24 participantes en la actividad salimos de Graus a las 7.30 horas para dirigirnos por carretera en nuestros vehículos hasta Las Vilas del Turbón, donde a las 8.15 horas, y desde las puertas del balneario, iniciamos nuestra ascensión andando. La mañana era bastante fría y había nieve ya desde el principio del itinerario. Además, veíamos cómo el viento levantaba la nieve en la parte alta de la montaña, aunque confiábamos en que, como indicaban los pronósticos, amainara en las horas siguientes. Algunos ya nos calzamos las raquetas desde el inicio del recorrido, otros siguieron solo con la bota y algunos llevábamos también crampones en la mochila por si encontrábamos hielo. Era incierto cuál iba a ser el estado de la nieve a lo largo del recorrido.

Seguimos el itinerario clásico, con un primer tramo protegidos del viento. Primero por pista y luego por bosque, con la nieve aún en los árboles, hasta la fuente de Canales. Allí, iniciamos la primera fuerte subida, con la nieve abundante pero blanda, hasta el collado de Pasoturbiello, donde cambiamos de vertiente y entramos en espacio más abierto. Un par de  participantes acusó su cansancio y decidió darse la vuelta.

Tras una breve parada para comer algo, vimos que el viento era fuerte pero solo a rachas y que, en buena medida iba amainando. Continuamos por lo alto del macizo y encontramos zonas con bastante nieve y otras casi limpias de ella por el efecto del viento. Todas estas adversidades hicieron que el ritmo del grupo fuera más lento de lo esperado. Cuando llegamos cerca del Turbonet, hicimos una parada en la que buena parte del grupo –por el frío, el viento, el cansancio o el temor a que se nos hiciera de noche–, manifestó su deseo de no continuar. Tras barajar la posibilidad de dejar el belén en el Turbonet, y en amistoso consenso, un grupo de diez participante decidimos seguir hasta la cima. Pasamos junto a la parte alta de la Canal de San Adrián y emprendimos la última subida hasta la cima, a la que llegamos a las 14 horas.

En la cima, con bastante frío, comimos algo, depositamos el belén en el lugar acostumbrado, bajo el vértice geodésico, e hicimos algunas fotos. A las 14.30 horas iniciamos un rápido descenso en el que ya no paramos hasta regresar a Las Vilas, adonde llegamos entre las 17.30 y las 18 horas, ya oscureciendo y bastante cansados. Habíamos recorrido 17 km, con 1200 m. de desnivel y más de 9 horas de duración. De todas las ascensiones al Turbón, esta había sido la más dura y sufrida, pero teníamos la satisfacción de haber logrado nuestro objetivo. En primavera, como todos los años, volveremos al Turbón a recoger el belén que, cumpliendo la tradición, dejamos depositado en su cima, a 2492 m. de altitud.

https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/deportes/2021/12/09/el-cer-logra-subir-su-belen-a-la-cima-del-turbon-1539201-daa.html

http://descargas.radioribagorza.es/Carlos%20Bravo,%20balance%20instalacion%20belen%20monta%f1ero%20CER%20en%20El%20Turbon,%209%20Diciembre%202021~0.mp3

domingo, 5 de diciembre de 2021

POR EL CAMINO DE GUATARÁN HASTA MURO DE RODA


El grupo grausino Tardes al Sol organizó esta semana una bonita excursión matinal por el valle de La Fueva, en Sobrarbe. Fue un recorrido circular con inicio y final en El Humo de Muro y con paradas en la Cueva de los Novios, el Cerro de Guatarán, el despoblado Ministirio, la fortaleza de Muro de Roda y la ermita de San Cristóbal.

Los participantes en la caminata salimos de Graus en coche a las 8 horas y nos dirigimos por carretera hasta Tierrantona, capital del municipio de La Fueva donde tomamos un café, y El Humo de Muro, pequeña población en la que iniciamos la excursión a pie a las 9 horas. A la salida del Humo, tomamos el GR-1 que lleva a la presa del pantano de Mediano y al congosto del Entremón, pero a los pocos metros, dejamos este camino para tomar un sendero a la derecha en dirección a Guatarán, que está indicado en el cruce con unas tablillas de madera. Con bastante frío y una intensa escarcha, nos adentramos en un bosque de pinos que se convierten luego en encinas o carrascas por un sendero con algunos hitos que asciende lenta y paulatinamente. En la parte más empinada, nos desviamos brevemente a la izquierda donde, a treinta metros, se encuentra la llamada Cueva de los Novios, pequeña oquedad con buenas vistas y el primer y escaso sol del que disfrutamos en toda la mañana.

De vuelta al sendero, llegamos enseguida al collado de Guatarán y al cerro del mismo nombre, donde han instalado un banco de madera desde el que se contemplan preciosas vistas de Samitier, el pantano de Mediano o el cerro de Monclús, entre otros lugares. Continuamos hasta el despoblado y arruinado Ministirio, pasando antes por la fuente-pozo de la localidad y, desde allí, seguimos por un bello sendero con encinas y musgo hasta la impresionante fortaleza medieval de Muro de Roda. Visitamos primero la ermita y antiguo monasterio de San Bartolomé, situada a extramuros de la fortaleza, y después el interior del recinto amurallado, donde entramos en la extraordinaria iglesia de Santa María, con su cripta y su triple ábside, y en la menos atractiva ermita de Santa Bárbara, situada en el extremo meridional de las murallas. Desde Muro de Roda se contemplan impresionantes vistas del valle de La Fueva y del Pirineo, sobre todo, de Peña Montañesa, Cotiella y el Turbón, ya bastante nevados. Tras hacernos una foto de grupo, salimos del recinto y retornamos hacia Humo de Muro, pasando de nuevo por el exterior de las murallas, pero ahora por el lado occidental.

Dejamos atrás Muro de Roda y tomamos el camino que lleva al Humo por la ermita de San Cristóbal, pequeña construcción religiosa de corte popular en la que hicimos una breve parada. El sendero continúa en progresivo descenso  hasta El Humo de Muro, adonde llegamos sobre las 15 horas para cerrar así nuestro itinerario circular.

Habíamos recorrido 12 km, con 650 m. de desnivel acumulado. El punto más elevado fueron 1004 m. y el más bajo 566 m. Invertimos seis horas en el itinerario, incluyendo las paradas, con una bastante larga en Muro de Roda.

https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/deportes/2021/12/05/por-el-camino-de-guataran-hasta-muro-de-roda-1538504-daa.html