domingo, 22 de septiembre de 2024

"PIRINEOS. MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS": UN VIAJE POR LA CORDILLERA PIRENAICA


 

Kris Ubach, nacida en Barcelona con orígenes familiares pirenaicos, es una reconocida fotógrafa, periodista y viajera. Ha visitado más de ochenta países y publicado numerosos artículos en revistas especializadas y diversos diarios nacionales e internacionales. “Pirineos. Más allá de las montañas”, que creo que va ya por la quinta edición, es su primer libro de viajes.

“Pirineos. Más allá de las montañas” narra un viaje a través de los Pirineos, de extremo a extremo de la cordillera, de oeste a este, desde Irún hasta el Cabo de Creus. Aunque, en cierta medida, sigue el itinerario del GR-11 o senda transpirenaica, no se trata de un recorrido andando, ni siquiera es un viaje lineal ininterrumpido, sino un viaje en coche, con varios puntos de partida desde los que la autora visita diferentes lugares y también hace algunas excursiones a pie, como buena montañera y excursionista que es. Ella misma lo explica en el libro: “Por motivos prácticos y sobre todo porque una modesta escritora de viajes como yo, que vive de publicar artículos en revistas, de hablar sobre viajes en la radio y de hacer fotografías profesionales para los más variados clientes, no puede permitirse el lujo de pasar fuera de casa cuatro meses enteros como hizo Theroux, el viaje en coche desde Irún hasta el Cap de Creus se desarrolló en realidad en cinco viajes largos entre el verano de 2021 y la primavera de 2022: uno para Navarra, otro para Aragón y tres más para la Vall d’Aran, Andorra y Catalunya oriental, además de varias escapadas adicionales para completar informaciones y entrevistas”.

La escritora recorre, por tanto, lugares de los Pirineos vasco y navarro, aragonés (desde el que hace varias incursiones en el francés), aranés, andorrano y catalán oriental. Pero, como indica su título, no se para solo en las montañas y los paisajes, sino que va mucho más allá y atiende a la gastronomía, la cultura, los pequeños pueblos, el patrimonio, las formas de vida, la historia y, sobre todo las gentes que habitan esas montañas. Como símbolo de la condición fronteriza de los Pirineos, el primer capítulo está dedicado a la Isla de los Faisanes, llamada Île de la Conférence por los franceses, situada en la desembocadura del Bidasoa y que, desde el Tratado de los Pirineos en 1659, es española durante seis meses del año y francesa durante los seis siguientes. Luego irán apareciendo historias de brujas, molinos del Batzan, agotes proscritos, monjas de clausura, espías y contrabandistas, el Santo Grial, balnearios, pueblos deshabitados, ciclistas y puertos míticos del Tour, montañeras pioneras, nazis, historias de pastoreo antiguo y de trashumancia  moderna, vírgenes secuestradas, cultivadores andorranos de tabaco, cuadros del Museo del Prado escondidos… También hay muchas referencias gastronómicas y alusiones a personajes importantes de la literatura que visitaron los Pirineos, como Ernest Hemingway, Pío Baroja, Victor Hugo, Gustave Flaubert,  Camilo José Cela, Josep Maria Espinás o George Sand. Pero, como buena periodista, Kris Ubach busca siempre los testimonios personales y orales de gentes que viven en esas montañas o que las conocen bien por su oficio o afición. Muy interesantes son las reflexiones sobre el montañismo actual que se desprenden de la conversación que, en un  día de lluvia que les obliga a suspender la excursión que ambas habían programado, la autora mantiene con Edurne Pasaban en el refugio aranés de Montgarri.

Los lugares del Pirineo oscense visitados se agrupan en los capítulos “El Santo Grial” (San Juan de la Peña), “Canfranc y el oro de Hitler” (Canfranc), “Tomando las aguas” (Panticosa) y “Pirineo deshabitado, I y II” (Valle de Tena). Interesantes son las conversaciones con Ramón Campo sobre el tema de la estación de Canfranc y su importancia durante la Segunda Guerra Mundial; con Tere, una señora con la que habla de las iglesias mozárabes del Serrablo y la ejemplar labor en su restauración de la Asociación de Amigos del Serrablo; y con Enrique Satué sobre Ainielle y los despoblados de Sobrepuerto. Especialmente entrañable es el encuentro con Rosalía Ramón, mujer de 84 años y una de las pocas personas vivas nacidas en Ainielle, que recibe a la autora en su piso de Sabiñánigo.

Según explica Xavier Moret en el prólogo del libro, este responde a las tres fases que debe tener una buena crónica viajera. La primera consiste en documentarse bien antes de partir; la segunda, en emprender el viaje sin prisas, con los sentidos alerta y sin calendario cerrado, dejándote tentar por los desvíos y propuestas que puedan surgir en el camino; y la tercera consiste en saber contarlo, teniendo claro que el diario que recoge el día a día del viaje no es el libro, sino que hay que partir de una estructura bien trabada. Además de otros, el principal modelo literario de la autora, como de tantos cronistas de viajes, es Paul Theroux, cuya obra “El gran bazar del ferrocarril” sembró en ella el germen del interés por los viajes ya en su adolescencia

“Pirineos. Más allá de las montañas” es un buen libro de viajes, bien escrito, perfectamente estructurado y muy ameno, variado y entretenido.

“Pirineos. Más allá de las montañas”. Kris Ubach. Península. 2023. 360 páginas.

jueves, 12 de septiembre de 2024

SAROÏHANDY, EL LINGÜISTA QUE ESTUVO EN GRAUS Y FUE AMIGO DE COSTA


El lingüista y filólogo francés Jean-Joseph Saroïhandy (1867-1932) es considerado el descubridor científico de la lengua aragonesa. Durante más de treinta años, desde 1896 hasta 1932, recorrió las dos vertientes de los Pirineos para estudiar y recoger materiales sobre los idiomas vasco, aragonés, catalán y occitano. En sus vacaciones estivales, a pie o en caballería, visitó multitud de pueblos y aldeas en busca de materiales lingüísticos que le permitieran conocer, estudiar y comparar las diferentes hablas vivas de la cordillera pirenaica. La gran cantidad de fichas y materiales recogidos en sus trabajos de campo le sirvieron para escribir algunos artículos en diversas publicaciones filológicas francesas de su tiempo. Esperaba alcanzar la edad de jubilación para poder elaborar trabajos más ambiciosos y completos. Sin embargo, la muerte le sobrevino en 1932 antes de poder llevar a cabo sus proyectos, y sus materiales, notas y apuntes quedaron olvidados en la Biblioteca Interuniversitaria de Burdeos sin que nadie se preocupara por ellos. En los últimos tiempos, algunos estudiosos aragoneses y catalanes se han interesado por esa valiosa documentación lingüística.

El más interesante de los trabajos sobre el filólogo francés sigue siendo  "Misión lingüística en el Alto Aragón", publicado por la editorial Xordica en el año 2005. Se trata de una edición a cargo de Oscar Latas Alegre (Sabiñánigo, 1968), licenciado en Geografía e Historia, con prólogo de Artur Quintana i Font, profesor de la Universidad de Heidelberg. Abre la primera parte de "Misión lingüística en el Alto Aragón" un inventario del amplio legado aragonés perteneciente al fondo de Burdeos, constituido por 70 paquetes de fichas y 26 cuadernos de campo. Se transcriben varias notas biográficas sobre el lingüista francés, algunas de ellas escritas por colegas suyos, en algún caso como reseñas necrológicas tras su fallecimiento. Se cita a continuación la bibliografía de los ocho artículos que Saroïhandy publicó en vida sobre Aragón y el aragonés, y se traducen tres de ellos inéditos en España. Se citan los apuntes que el filólogo utilizó para sus clases de aragonés en el Collège de France entre 1920 y 1924: se transcribe la lección inaugural del curso y se resumen los apuntes utilizados en las demás sesiones. Se cierra la primera parte del libro con algunas referencias a los criterios de Saroïhandy sobre la delimitación lingüística de Aragón y a su inseguridad y dudas sobre las grafías que deben usarse en la lengua aragonesa.

En la segunda parte, se publican, agrupados por comarcas, los materiales de literatura oral y los escritos recogidos por Saroihandy entre 1896 y 1906 en la provincia de Huesca. Los hay de Jacetania (Ansó, Hecho, Fago y Biniés), Hoya de Huesca (Ayerbe y Agüero), Somontano (Alquézar y Estadilla), Cinca Medio (Fonz), Sobrarbe (Plan, Parzán, Espierba, San Juan de Plan, Bielsa y Gistaín) y Ribagorza (Benasque, Foradada, Grustán, Besians, Graus, Torre de Ésera, Torres del Obispo, Perarrúa, Tierra de Graus –parece que este nombre correspondería a La Terrazuala o La Terrazola–, La Puebla de Castro y La Puebla de Fantova). La tercera parte es un extenso vocabulario recogido en 139 poblaciones del Alto Aragón entre 1896 y 1913.

Jean-Joseph Saroïhandy nació en 1867 en Saint-Maurice-sur-Moselle, en la región de Los Vosgos. Su padre era originario del País Vasco francés, de un caserío que aún conserva el nombre de su apellido aunque nada tenga que ver ya con su familia. Cuando a los 18 años acabó el bachillerato, la muerte de su padre le obligó a ganarse la vida por sí mismo. Estuvo en Inglaterra e Irlanda trabajando como profesor de francés y en 1886 se fue a Argentina, donde aprendió el castellano. Dos años después volvió a Francia y obtuvo el certificado de profesor de español, lengua que enseñó en el College de France y en diversos institutos y centros de enseñanza del país vecino. Impartió además numerosos cursos de eusquera (idioma que dominaba a la perfección) y también de aragonés y catalán. Murió de una crisis hepática en junio de 1932.

Como hemos dicho, Saroïhandy visitó los Pirineos durante más de treinta años de su vida en las vacaciones estivales. En algunos casos tras recibir una beca, pero casi siempre por su cuenta, viviendo con sencillez y austeridad, movido siempre por su apasionado afán de conocer y estudiar las lenguas vivas de los pueblos y las aldeas de las montañas pirenaicas. Hasta 1913 se dedicó a recorrer sobre todo los dominios del aragonés y del catalán, a partir de ese año se ocupó casi en exclusiva de la lengua vasca.

Joaquín Costa tuvo mucho que ver en que Saroïhandy visitara por primera vez el Alto Aragón. En 1878, Costa había publicado un trabajo sobre los dialectos ribagorzanos que interesó al gran lingüista francés Alfred Morel-Fatio, quien envió a su discípulo Saroïhandy a realizar investigaciones sobre el terreno. Morel-Fatio puso al joven estudioso en contacto con Costa y éste le preparó con esmero su estancia en Graus. Así lo explica el gran polígrafo en su prólogo al "Informe Saroïhandy", publicado en 1902 en la Revista de Aragón: "El joven profesor se instaló en Graus, donde ayudado eficazmente y con la mejor voluntad por la juventud inteligente de aquella villa, Dámaso Carrera, Ruperto Sazatornil, Vicente Solano, Vicente Mur, Marcelino Gambón, etc, y previas algunas excursiones a lugares de los contornos, como Grustán, y a poblaciones más apartadas, pero situadas en la misma línea isoglosa de Graus, como Fonz, pudo fijar en breve plazo la gramática, la fonética y demás del primero de los dialectos del grupo, que ya él hablaba a las pocas semanas con la misma propiedad y corrección de los naturales del país.(...) Propónese un volumen dedicado por entero a la lengua aragonesa". Y, constatando la importancia de la visita, concluye Costa: "No olvidemos nosotros que le debemos ese servicio eminente: el haber iniciado el estudio científico del habla aragonesa".

Saroïhandy llegó a Graus por vez primera en 1896 y se hospedó en Casa Samblancat, popular fonda de la calle Barranco. Sobre el excelente recibimiento que tuvo en la villa ribagorzana, escribe una carta en francés a Costa que se encontraba entonces en Madrid: "Estoy desde hace varios días en Graus donde he recibido la acogida más cordial. Se hace demasiado por mí. (...) Me llevaré de Graus el mejor recuerdo, y creo que la lengua que se habla aquí interesará mucho". También Morel Fatio escribe a don Joaquín dándole las gracias por lo bien que dispuso la visita de su discípulo. Durante los años siguientes, Saroïhandy regresaría siempre al Alto Aragón y sobre todo a esa comarca de Ribagorza que tan bien le había acogido.

Se transcriben, como se ha dicho, en el libro de Oscar Latas tres artículos de Saroïhandy hasta ese momento inéditos en castellano. El primero, titulado "Un saint bordelais en Aragón" (1906), es un estudio más bien etnológico sobre San Úrbez con material recogido en Nocito, donde se encuentra el santuario dedicado a este santo francés. Más interesantes desde el punto de vista filológico son las notas sobre el Poema de Yúçuf ("Remarques sur le Poème de Yuçuf", 1905) referidas a una composición en verso sobre la leyenda de José, hijo de Jacob, en su cautiverio en Egipto tras ser vendido como esclavo por sus hermanos. Se trata de un texto aljamiado, es decir, en español pero escrito en caracteres árabes. Existen dos manuscritos incompletos del poema, ambos en Madrid, uno en la Biblioteca Nacional y otro en la Academia de la Historia. Tras una brillante argumentación filológica en la que se comprueba el gran conocimiento que Saroïhandy tenía de las hablas aragonesas, el lingüista francés defiende la tesis de que se trata de una composición escrita por moriscos altoaragoneses que utilizaban alguna de las hablas de la zona geográfica entre Graus y Boltaña mezclada con el castellano, y cree que los manuscritos son copias posiblemente realizadas en el siglo XVI de originales quizás del siglo XIV. El tercer texto es un estudio sobre una pastorada de Perarrúa ("La Pastorada de Perarrúa", 1916), que se transcribe en la segunda parte del libro. Saroihandy explica que en Ribagorza se localiza este tipo de teatro popular representado en las fiestas patronales, al aire libre, en la plaza pública, y que consiste básicamente en un diálogo humorístico entre dos pastores. La de Perarrúa se celebraba el 26 de julio, día de Santa Ana, y la copia que utiliza Saroïhandy cuenta con 459 versos octosílabos, la mayoría con rima asonante. En toda ella, salvo en la despedida en que utilizan el castellano, los dos pastores, Paluguiño y Pericoñón, hablan en el dialecto ribagorzano local. Saroïhandy, para reafirmar la importancia lingüística de estas composiciones populares, recuerda que Costa hizo escribir la de Capella para el filólogo francés G. Herelle, que depositó la copia en la Biblioteca Nacional de París. Entre los materiales de Saroïhandy  encontramos otra pastorada completa, compuesta por el cura de Grustán, mosén Vicente Solano, para las fiestas de Charo en La Fueva, y fragmentos de otras tres: una de Besians y otras dos posiblemente de La Puebla de Fantova y de Foradada del Toscar.

Por lo que se deduce de su principal artículo, "Vestiges de phonétique ibérienne en territoire roman" (1913), y de los apuntes utilizados para sus clases, Saroïhandy dividía el territorio altoaragonés en cuatro zonas lingüísticas: español regional, dialectos aragoneses o aragonés, dialectos catalanes o catalán de Aragón y dialectos de transición entre estos dos últimos. El aragonés ocuparía una amplia franja en toda la zona norte que alcanzaba por el sur hasta Sos, Biel, Ayerbe, Alquézar y Fonz. El catalán de Aragón llegaría quizás un poco más hacia occidente que en la actualidad e incluiría prácticamente todo el valle del Isábena. Los dialectos de transición ocupaban una estrecha franja en la línea trazada de sur a norte por Graus, Perarrúa, Campo, Castejón de Sos y Benasque; esto es, el valle del Ésera. El benasqués o patués presenta más dificultades para su clasificación y Saroïhandy muestra sus dudas a la hora de incluirlo en alguna de las delimitaciones que establece.

Como escribió Joaquín Costa hace ya más de cien años, no debemos olvidar que el lingüista francés fue el iniciador de las investigaciones científicas sobre las hablas aragonesas y ribagorzanas y merece por ello un lugar destacado en nuestro recuerdo.

(Artículo publicado en El Llibré de Fiestas de Graus 2024)

sábado, 7 de septiembre de 2024

EL VALLE, UNA ABSORBENTE NOVELA NEGRA AMBIENTADA EN EL PIRINEO FRANCÉS


 

Bernard Minier (Béziers, 1960) es uno de los autores más destacados de la actual novela negra francesa y europea. Desde su debut en 2011 con “Bajo el hielo”, el escritor galo ha publicado una docena de novelas, muchas de ellas traducidas al español. El año pasado, Salamandra publicó “Lucía”, ambientada en España y, como otras del autor, reseñada en esta sección. Y este año, de nuevo con la traducción de Dolors Gallart, le ha tocado el turno a “El valle”. En realidad, la editorial española no ha seguido el orden cronológico de su aparición en el país vecino, pues “Lucía” se publicó allí en 2022 y “El valle” en 2020.

“El valle” es la sexta entrega de las novelas de Minier protagonizadas por el comandante Martin Servaz, de la Policía Judicial de Toulouse. La saga se inició con “Bajo el hielo” y le siguieron “El círculo”, “No apagues la luz”, “Noche” y “Hermanas”. Hay que decir que, aunque hay muchas referencias a sucesos ocurridos en las precedentes, cada una de las entregas se puede leer de manera independiente y entenderse sin haber leído las anteriores. En esta ocasión, encontramos al comandante Servaz rebajado a capitán y apartado momentáneamente del cuerpo policial hasta que se resuelva el expediente disciplinario que se le ha abierto.

Una noche, Servaz recibe una interrumpida llamada de auxilio de Marianne, su ex mujer, que lleva años misteriosamente desaparecida. La llamada lo lleva hasta un remoto valle del Pirineo francés cuya capital es Aiguesvives. Como escribe el autor al final del libro, se trata de un valle de ficción situado entre Cominges y los Altos Pirineos. En la zona se encuentra un solitario monasterio con algunos monjes, en el que Servaz es inicialmente acogido. En el valle se producen varios horribles crímenes que alteran su tranquilidad. La capitana Irène Ziegler, de la Brigada de Homicidios de Pau, se hace cargo de las investigaciones. Esta joven policía había trabajado en otros casos anteriores a las órdenes de Servaz, quien de manera extraoficial colabora en las pesquisas. Un deslizamiento de tierras provocado deja el valle aislado del exterior, lo que convierte la situación en aún más claustrofóbica y angustiosa.

“El valle” se inscribe en los parámetros de la novela negra, de la que Minier ha demostrado con creces ser un consumado maestro. Estamos, de nuevo, ante un relato absorbente, con un ritmo trepidante y un absoluto dominio en el manejo de la tensión y el suspense, que se mantienen, sin decaer en ningún momento, hasta la última página del libro. Los giros inesperados y la apertura de nuevas líneas narrativas, que no parecen tener relación entre sí, atraen la atención del lector que busca con creciente interés el desenlace de la intriga. Como en novelas anteriores, el Mal tiene gran presencia en el relato y, en este caso, Minier da una vuelta de tuerca en su tratamiento del horror y de las partes más oscuras del ser humano. Así lo dice Servaz en un momento de la investigación: “Más terrorífico que todo a cuanto nos hayamos enfrentado hasta ahora”. Al final, como siempre, todas las piezas del puzle encajan a la perfección.

La novela transcurre en el verano de 2018. Lo sabemos porque los hechos narrados coinciden con la celebración en Francia del campeonato mundial de fútbol que ganó el equipo anfitrión. Está contada en tercera persona, con un narrador omnisciente que, sin embargo, adopta enfoques distintos desde la perspectiva de diferentes personajes. El protagonista es, obviamente, Martin Servaz, aquí ya a punto de cumplir los cincuenta, más maduro, igual de culto, responsable e íntegro y preocupado por su nuevo hijo, Gustav, y su incipiente relación sentimental con Léa. De los compañeros policías que han trabajado con él en otras novelas, destaca Irène, moderna y deportista y ahora preocupada por la enfermedad que corroe a su compañera sentimental. Pero hay en esta narración un elenco interesantísimo de personajes que representan a diferentes profesiones con influencia social en el valle: el profesor Gildas Delahaye; el padre Adriel, abad del monasterio; la psiquiatra Gabriela Dragoman; la alcaldesa Isabelle Torres; el cabecilla de la revuelta popular William Guerrand…

De las opiniones de algunos de ellos y de la atmósfera social del valle, se extrae una lectura que transciende de manera sustancial el relato policial de la novela. Con un claro diagnóstico: el malestar social generalizado que se ha apoderado de la sociedad francesa, y por extensión de la europea, y, en especial, de algunos colectivos como policías y profesores. Son muchos los temas sobre los que se reflexiona, desde cuestiones existenciales y filosóficas a políticas y relacionadas con el uso actual y las influencias de las nuevas tecnologías.

En resumen, otro estupendo thriller de Bernard Minier, que tiene vínculos familiares y vitales con la comarca altoaragonesa de Ribagorza. Sin ir más lejos, el escritor es el pregonero de las fiestas de Graus que se celebran estos días.

 “El valle”. Bernard Minier. Salamandra. 2024. 450 páginas