sábado, 14 de diciembre de 2024

"ME PIDEN QUE REGRESE", LA ÚLTIMA NOVELA DE ANDRÉS TRAPIELLO


Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) tiene una larga y completa trayectoria literaria. El escritor leonés, afincado en Madrid desde 1975, ha publicado poesía, ensayo, novela, relatos y artículos periodísticos. Ha recibido numerosos premios y, entre su extensa producción, destacan el clásico “Las armas y las letras” (1994), una mirada libre, minuciosa y completa sobre la literatura en la guerra civil española, o el libro por entregas “Salón de pasos perdidos”, denominado “una novela en marcha”, iniciado en 1990 y del que lleva publicados veinticuatro volúmenes. El propio autor ha señalado que los tres grandes temas de su obra literaria son Cervantes y el Quijote, Madrid y la Guerra Civil. Los tres, de una u otra manera, están presentes en “Me piden que regrese”, su más reciente novela, que ya va por su segunda edición.

“Me piden que regrese” es una magnífica narración de amor, aventuras y espionaje, ambientada en el Madrid de 1945. Nos encontramos en los estertores de la Segunda Guerra Mundial, cuando Alemania estaba perdiendo ya la guerra, Franco buscaba una difícil supervivencia política y los Estados Unidos pretendían aprovecharse del franquismo para evitar una temida expansión soviética en el sur de Europa. Ese Madrid, que pretende olvidar la guerra civil y volver a la vida normal, se convierte en un personaje más de la novela. Una ciudad que es un hervidero de espías, militares, policías, diplomáticos, buscavidas, pícaros… De vencedores que no quieren renunciar a sus privilegios y de vencidos que resisten como pueden. De ricos que disfrutan en reuniones sociales, salas de fiestas (como el famoso Pasapoga) o monterías en Extremadura, y de pobres que sobreviven a duras penas. De represores implacables y a veces ridículos y reprimidos atemorizados y a veces heroicos. De fútbol y de toros. Y de mucho cine. En 2001 Trapiello publicó “Madrid 1945. La noche de los Cuatro Caminos”, sobre el asesinato de dos falangistas por un grupo de comunistas en febrero de 1945, un hecho que está en el punto de partida de “Me piden que regrese”. Donde acaba la crónica se inicia la ficción, de los hechos documentados y objetivos de aquel ensayo surge la novela, siempre más libre, con personajes inventados, y algunos reales, cuyas peripecias se mueven sobre un completo fresco social del Madrid de aquel momento.   

El principal personaje de la novela es Benjamin Smith, antes Benjamín Cortés, hijo de una gitana, criado en la inclusa, aprendiz aventajado de tipógrafo, que escapó de España y acabó exiliándose en Estados Unidos tras haber participado en el levantamiento izquierdista de 1934. Ahora, el gobierno estadounidense lo ha enviado a Madrid con identidad falsa, para que haga un trabajo clandestino que favorezca los intereses norteamericanos en sus intenciones de aproximación al franquismo. Al poco de llegar a Madrid, conoce a Sol Neville, una atractiva joven de familia aristocrática, sobrina del cineasta Edgar Neville. Ambos jóvenes, sin prejuicios morales, independientes y libres, inician una relación sentimental que pretende sobreponerse a sus opuestos orígenes sociales y a su diferente posición política. Los dos son víctimas de la guerra civil y han perdido a seres queridos en la contienda. Además de Benjamín y Sol, hay un buen número de personajes secundarios (policías obtusos y algo ridículos, comunistas fanáticos y faltos de sentido común, diplomáticos yanquis con afición al bourbon…) Entre ellos, destaca el joven Chito, un chaval de la calle, gracioso y despierto, leal y con un acendrado sentido de la honra, al que Benjamín contratará como su ayudante. Incluso el propio Franco, tan bajito como se veía en la tele y con la misma voz meliflua, aparece como personaje en un divertido episodio del relato.

“Me piden que regrese” es una novela de estructura clásica, con muchos diálogos, en la que el autor se dirige en ocasiones directamente a los lectores. Hay ecos de la mejor tradición literaria española, de cierto costumbrismo madrileño, de Baroja (que “podía haber escrito él mismo esta novela”), de Galdós por descontado y, como no podía ser de otra manera tratándose de Trapiello, del mejor Cervantes de mirada siempre clemente y comprensiva y nunca dogmática, sectaria o maniquea. Otro elemento destacado de la novela es el trabajo del autor, casi de arqueología, con el vocabulario. Un léxico rico, con palabras propias de la época, algunas ya en desuso o con escasa presencia en nuestros días, que obligan en ocasiones al lector a consultar el diccionario, pero que contribuyen, como un aspecto más, a dar verosimilitud a la narración sin afectación alguna.

Andrés Trapiello ha escrito una novela redonda, una historia que fluye con la naturalidad de un río. Posiblemente, la mejor de todas las que ha publicado hasta el momento. Que merece figurar sin duda entre las más destacadas de este año que termina.

“Me piden que regrese”. Andrés Trapiello. Destino. 2024. 400 páginas

sábado, 30 de noviembre de 2024

"LOS EXTRAÑADOS", CUATRO ESCRITORES FUERA DE LUGAR

Jorge Freire (Madrid, 1985) es filósofo y escritor. Ha publicado los ensayos “Agitación. Sobre el mal de la impaciencia” (2020), “Hazte quien eres. Un código de costumbres” (2022) y “La banalidad del bien” (2023), en los que reflexiona sobre temas de actualidad social. Además, es autor de la biografía “Edith Wharton. Una mujer rebelde en la edad de la inocencia” (2015) y “Arthur Koestler. Nuestro hombre en España” (2017), sobre la estancia del escritor, periodista y filósofo judío de origen húngaro y nacionalizado británico en nuestro país durante la Guerra Civil. Freire colabora con frecuencia en medios de comunicación escritos y emisoras de radio y está considerado uno de los filósofos jóvenes con mayor proyección de nuestro país. Ahora, acaba de publicar “Los extrañados”, un brillante ensayo sobre el desarraigo vivido por cuatro conocidos escritores, todos ellos nacidos en el siglo XIX y fallecidos en el pasado siglo XX.

 “Los extrañados” consta de cuatro microbiografías de los escritores P. D. Wodehouse (“Un chiste  fuera  de  lugar”), José Bergamín (“El arte de quedarse solo”), Vicente Blasco Ibáñez (“La  naranja de la suerte”) y Edith Wharton (“Emboscadura”). Los cuatro sufrieron en algún momento de sus vidas algún tipo de extrañamiento o desarraigo, con respecto a sus países de origen o consigo mismos. Se convirtieron así, en mayor o menor medida, y en momentos y por circunstancias diferentes, en personajes ubicados fuera de lugar, como unas rara avis que volaban a contracorriente del viento mayoritario. Todos ellos, a pesar del éxito obtenido como escritores, nunca encontraron del todo su lugar en el mundo. El propio Freire ha explicado que la etimología de “extrañado” viene del latín “extraneare”, que significa “fuera de lugar”, y que él ha buscado profundizar en esa sensación universal. Así lo explica al inicio del libro: “En algún momento de nuestra vida, todos nos hemos sentido repentinamente ajenos y fuera de lugar, a la manera de teselas que no encajaran en un mosaico; como si, de alguna forma, nuestro sitio verdadero estuviera muy lejos”.

Excepto este nexo del extrañamiento, también diferente en cada uno de ellos, hay poco en común entre los cuatro escritores elegidos. P. D. Wodehouse fue un escritor inglés de enorme fama en su país. Sus novelas, de genuino humor inglés, blanco y sin mala intención, se vendían como churros, sobre todo en Inglaterra y Estados Unidos. La invasión alemana de Francia en 1939 cogió al escritor descansando en una mansión de su propiedad en suelo galo. Ensimismado en su mundo literario, Wodehouse parecía ajeno a la gravedad de la situación y, cuando quiso huir, ya era demasiado tarde. Los nazis lo detuvieron por su condición de inglés y lo trasladaron a varias prisiones, primero a Lieja y luego a la Alta Silesia. Embaucado por el ministerio de propaganda nazi, y a cambio de pasar de la prisión a un cómodo hotel, el escritor accedió a participar en algunas emisiones radiofónicas dirigidas al público estadounidense. El objetivo era mostrar que los nazis no trataban tan mal a sus prisioneros y favorecer así la no intervención de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Eso desató en Inglaterra una furibunda campaña de rechazo al escritor, que se fue a Estados Unidos tras la guerra y nunca más volvió a su país.

José Bergamín fue un destacado poeta de la generación del 27 y un excelente aforista. Toda su vida resulta bastante contradictoria. Hijo de una buena familia madrileña, monárquica y católica, Bergamín mantuvo siempre su catolicismo, y su afición a los toros, pero fue acérrimo defensor de la República. En su vuelta definitiva a España tras la muerte de Franco, el poeta renegó de la Transición y la nueva monarquía, que consideraba un neofranquismo sin el dictador. Renunció a integrarse en los círculos intelectuales madrileños y en sus últimos años se fue a vivir al País Vasco y abrazó la causa abertzale. Justo en los años de plomo en que arreciaban los asesinatos de ETA. Allí murió y fue enterrado, pues era su deseo que sus restos no reposaran en suelo español.

El valenciano Vicente Blasco Ibáñez empezó siendo furibundo republicano y anticlerical. Se inspiró en el folletín para empezar a escribir novelas y obtuvo un éxito extraordinario en España y fuera de nuestro país. Sobre todo, en Francia y en Estados Unidos. Sus novelas “Sangre y arena” y “Los cuatro jinetes del apocalipsis” vendieron millones de ejemplares y fueron adaptadas al cine en Hollywood. Sin embargo, nunca fue apreciado en los círculos académicos españoles, que consideraban su literatura demasiado descuidada. Se hizo enormemente rico, se sintió envidiado y fijó su residencia definitiva en Francia.

Dice Jorge Freire que Edith Wharton siempre fue un bicho raro. Se casó con un hombre variable y agresivo y se construyó por un tiempo un exilio doméstico en su casa-castillo. Fue la primera mujer que ganó el premio Pulitzer y, aunque odiaba la moral victoriana, rechazó también el mercantilismo que presidia las relaciones humanas en la sociedad estadounidense. Vivió unos años en Paris, pero no se sintió nunca a gusto entre la abundante colonia de escritores estadounidenses que pululaban por la capital francesa en aquel tiempo.

“Los extrañados” es también, y sobre todo, un brillante ejercicio de estilo. Escrito con una prosa elegante, un vocabulario rico y una sintaxis exquisita, Jorge Freire mezcla con maestría biografía y reflexión con el ritmo narrativo de una novela. Una lectura muy amena y recomendable.

“Los extrañados”. Jorge Freire. Libros del Asteroide. 2024. 224 páginas

 

sábado, 16 de noviembre de 2024

AVENTURAS, MAR, AMOR Y GUERRA EN LA ÚLTIMA NOVELA DE ARTURO PÉREZ-REVERTE


Fiel a su costumbre de escribir prácticamente un libro al año, Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) acaba de publicar “La isla de la mujer dormida”, su última novela. Periodista, corresponsal de guerra durante más de veinte años, miembro destacado de la Real Academia Española de la Lengua, navegante, el escritor cartagenero es autor de más de una treintena de novelas y de centenares de artículos periodísticos. Polemista sin pelos en la lengua y libre del corsé de la corrección política imperante, con más de veinte millones de lectores en el mundo y traducido a más de cuarenta idiomas, Pérez-Reverte goza de un enorme éxito literario en nuestro país y de un gran reconocimiento internacional. Tras su brillante homenaje a Sherlock Holmes y a los relatos de misterio en “El problema final”, reseñada en esta sección el pasado año, con “La isla de la mujer dormida” el escritor cartagenero vuelve a la novela de aventuras en el mar. En este caso, con el telón de fondo de la Guerra Civil española, aunque su acción se sitúa lejos de nuestras fronteras.

“La isla de la mujer dormida” transcurre en 1937 en dos planos geográficos distintos: la pequeña isla griega del mar Egeo que da título al libro y la ciudad de Estambul. Durante la Guerra Civil española, la marina del bando nacional pone en marcha una operación encubierta en el mar Egeo para sabotear los envíos de armas desde la Unión Soviética a la Segunda República. Los ataques se realizan desde una lancha torpedera facilitada por los nazis, a cuyo mando se ha puesto a Miguel Jordán Kyriazis, español de madre griega, que ha trabajado como marino mercante y que, tras ser reclutado por el ejército y hacer un cursillo en Alemania, es ascendido directamente a teniente de navío. La tripulación a su cargo es mercenaria y variopinta en sus procedencias: un piloto griego, contrabandista, supersticioso y lobo de mar; un telegrafista inglés, ex alcohólico, irónico e irreverente que cita a Shakespeare con frecuencia; un torpedista holandés, desertor de la marina de su país; y otros tres marinos griegos y uno albanés.

La isla en la que se esconden es propiedad de un aristócrata griego, que vive en ella con su esposa, una mujer madura, antigua modelo, que aún retiene parte de la deslumbrante belleza que tuvo en su juventud. En los mares próximos a la isla, se desarrollarán los ataques de la torpedera, descritos pormenorizadamente con una prosa vívida y vigorosa y, como no podía ser de otro modo en el autor, un amplísimo despliegue de léxico marinero. Además de guerra y aventuras en el mar, en el reducido espacio isleño asistiremos a las turbias y morbosas relaciones del complejo triángulo amoroso que van a componer el desengañado aristócrata, un hombre culto y bibliófilo; su melancólica y vitalmente derrotada mujer; y el joven, serio, responsable y apuesto, teniente español, con un físico y unos rasgos más propios de un escandinavo.

En trama más breve y paralela, encontramos a dos espías españoles residentes en Estambul. Uno del bando franquista y otro del republicano. Ambos juegan al ajedrez y se sonsacan  mutuamente informaciones para seguir en la ciudad disfrutando de sabrosas comidas, rematadas con el servicio de refinadas prostitutas turcas. El republicano tiene como patronas de su pensión a dos españolas anarquistas, aunque él sea comunista y esté bajo la minuciosa observación de un implacable y ceñudo comisario ruso. Hay, pues, además de aventuras en el mar, otros ingredientes en la novela como el espionaje y el amor. La canción francesa “Parlez-moi d’amour”, de Lucciene Boyer, muy popular en los años treinta, se cita con frecuencia en el libro y lo enmarca en su principio y su final.

“La isla de la mujer dormida” es, ante todo, una emocionante novela de aventuras, de hombres cuya primera patria es el mar, al que pertenecen por encima de ideologías, países y creencias. Desde luego, detrás de la historia contada está la pasión y la experiencia marineras de Pérez­-Reverte y su gran bagaje de lecturas sobre el tema que acumula desde la infancia. Toda la extensa literatura del mar, desde Homero a la numerosa bibliografía de piratas y corsarios de diferentes épocas o de las hazañas bélicas de las guerras en los mares. Especial referencia merece la literatura de Joseph Conrad, nombrado varias veces en el libro, que se inicia con una cita suya, aunque no sea ésta marinera. Hay que decir que, como ha comentado el autor en algunas entrevistas, casi todo en la novela es ficción, desde la isla en que sucede hasta las acciones bélicas que en ella se narran, pues nunca hubo presencia militar española en la zona ni sabotajes organizados contra los barcos soviéticos que surcaban esas aguas con ayuda para la República. Todo lo ha diseñado con encaje, precisión y esmero el propio novelista.

Aventuras, mar, amor, guerra, emoción, intriga, magníficos personajes principal y secundarios, brillantes referencias literarias, trabajada estructura narrativa y… entretenimiento asegurado. Otra magnífica novela del prolífico y siempre exitoso Arturo Pérez-Reverte, que sigue contando historias convincentes y acentuando el adverbio “solo” y los pronombres demostrativos.

“La isla de la mujer dormida”. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara. 2024. 416 páginas.

domingo, 3 de noviembre de 2024

"ROPA DE CASA", LAS MEMORIAS PERSONALES DE IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN

Tras publicar el pasado año la magnífica novela “Castillos de fuego”, Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) ha sorprendido con “Ropa de casa”, un libro que recoge sus memorias personales y su proceso de formación como escritor. Con una impecable trayectoria, Martínez de Pisón es, sin duda, uno de los escritores más sólidos de la literatura española actual. Desde que hace ya cuarenta años publicara “La ternura del dragón”, el escritor zaragozano, afincado en Barcelona, ha escrito una quincena de novelas, entre las que destacan “Carreteras secundarias”, “Dientes de leche”, “El día de mañana”, “La buena reputación”, “Derecho natural”, “Fin de temporada” o la reciente “Castillos de fuego”. También es autor del ensayo “Enterrar a los muertos”, el libro de relatos “Aeropuerto de Funchal” y la novela de no ficción “Filek, el estafador que engañó a Franco”.

Con “Ropa de casa”, Martínez de Pisón ha escrito un magnífico libro de memorias de estructura clásica, cronológicamente lineal y con el contexto de los cambios socioeconómicos que llevaron a España de la dictadura franquista a la democracia. En cualquier caso, el escritor se centra fundamentalmente en sus recuerdos familiares y vivencias personales, entre las décadas de los sesenta y los noventa del pasado siglo. Y lo cuenta de manera sencilla y honesta, desde la humildad del hombre común, exenta de cualquier pretenciosidad, y sin cargar las tintas en el contexto social y político, que queda como un mero telón de fondo de su trayectoria vital y su crecimiento como escritor y persona. Una vida exenta de grandes problemas, con una infancia feliz, una juventud de estudiante con inquietudes humanísticas, una vocación de escritor satisfecha muy pronto y la consecución de una vida familiar estable con su novia de toda la vida y la posterior paternidad.

Este es el resumen que hace el propio autor al inicio del capítulo 7 de su libro. “Me pregunto ahora a quien, aparte de mí y mis allegados, pueden interesar estas páginas, que cuentan una vida en la que no han pasado demasiadas cosas. Digamos que, en comparación con otras, la mía ha sido una vida pequeña. Pero, en fin, no solo a los pomelos y a las naranjas se les puede sacar el jugo: también a las mandarinas. He gozado siempre de buena salud, he vivido rodeado de afecto y me he podido dedicar profesionalmente a lo que ha sido mi pasión, la literatura. Supongo que no hace falta mucho más para sentirse un privilegiado. A lo mejor este libro es solo un testimonio de emoción y gratitud hacia la gente que ha hecho que me sienta así, la gente que ha sido importante para mí. Un posible resumen del libro sería: niño en el Logroño de los años sesenta, muchacho en la Zaragoza de los setenta, aprendiz de novelista en la Barcelona de los ochenta. Un resumen aún más escueto diría que este es el relato de la formación de un escritor, porque uno es escritor desde mucho antes de escribir sus primeras líneas: en esa niñez y en esa juventud está la sustancia de la que luego se va a nutrir su mundo literario”.

Pues hay que decir que el libro sí resulta de gran interés para el lector común. Escrito con la prosa precisa y fluida habitual, sin retóricas ni adornos innecesarios, recorremos la vida del escritor desde sus orígenes familiares. Su padre era militar y murió prematuramente cuando Ignacio tenía diez años. Su madre, una mujer valiente y decidida, abrió varias tiendas de ropa y sacó adelante a sus cinco hijos huérfanos, siempre arropados por el cariño del resto de la familia. El abuelo materno era carlista convencido y en su biblioteca descubrió Ignacio algunas de las novelas de Valle-Inclán que lo iniciaron en la buena literatura. Ni con su padre militar ni con su abuelo carlista sufrió el escritor choque generacional alguno, pues ambos murieron antes que Franco.

Su madre zaragozana quiso que todos sus hijos nacieran en Zaragoza, pero la infancia del escritor en los sesenta transcurrió en Logroño, pequeña ciudad provinciana, donde su padre estaba destinado. A principios de los setenta, la familia se trasladó a Zaragoza. Ignacio estudió con los jesuitas y cursó Filología Hispánica en la universidad, con profesores tan sabios y eruditos como Aurora Egido y José Carlos Mainer. En la década de los ochenta se traslada a Barcelona, donde estudia Filología Italiana, inicia su carrera como escritor y consigue publicar muy pronto sus primeros libros en la emblemática editorial Anagrama de Jorge Herralde. A Barcelona se traslada su novia de Zaragoza, profesora de instituto, con quien se casa por lo civil y tiene dos hijos.

Mención especial merece el apartado literario del libro. Martínez de Pisón conoce y trata a muchos de los mejores escritores del momento y a cada uno dedica algunas líneas y, en algunos casos, jugosas anécdotas. Carlos Barral, Vázquez Montalbán, Muñoz Molina, Brice Echenique, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Cristina Fernández Cubas o Bernardo Atxaga, con quien viajó a Edimburgo, son algunos de ellos. Y los aragoneses José Antonio Labordeta, José Luis Melero, Luis Alegre, Javier Tomeo, Cristina Grande o los prematuramente muertos Félix Romeo y Chusé Izuel.

En resumen, una estupenda autobiografía que se lee con el deleite de una novela. Y que, en mi caso, por ser de la edad del autor, haber estudiado Filología Hispánica y vívido también los años ochenta y noventa en Barcelona, he disfrutado especialmente.

“Ropa de casa”. Ignacio Martínez de Pisón. Seix Barral. 2024. 304 páginas.




 

sábado, 19 de octubre de 2024

"LA GUARDIA DEL ALBA", UNA BRILLANTE Y COMPLETA BIOGRAFÍA DE JOSEP CONRAD


Con motivo de la celebración este año del centenario de su muerte, se ha publicado en nuestro país “La guardia del alba”, una completa biografía del gran escritor polaco Joseph Conrad (1857 – 1924). Su autora es la historiadora estadounidense Maya Jasanoff, catedrática en la Universidad de Harvard, que ha publicado varios ensayos, no traducidos al español, y colabora en importantes medios escritos como The New York Times, The Guardian y The New York Review of Books. El libro, subtitulado “Joseph Conrad en el nacimiento de un mundo global”, fue publicado originalmente en 2017 y, ahora, Debate lo ha editado en España con traducción del inglés a cargo de María Serrano Giménez y Francesc Pedrosa Martín.

“La guardia del alba” es una lúcida y brillante exploración en la vida, la obra y la época del escritor polaco, que se trasladó muy joven a Inglaterra (más tarde adquirió la nacionalidad británica), se hizo marinero y viajó por buena parte del mundo, desde el Sudeste Asiático y Australia al Congo y el Caribe, y adoptó el inglés como lengua literaria. Se trata de un completo recorrido por el periplo vital de Conrad, desde sus orígenes familiares hasta su muerte, pero también de su inserción en el contexto social y político de su tiempo, con atención especial a las grandes transformaciones que se producen en el transporte marítimo (con el paso de las embarcaciones a vela a los modernos barcos de vapor y la construcción de los canales de Suez y Panamá) y en la expansión del colonialismo europeo y estadounidense en las décadas finales del siglo XIX e iniciales del XX. Una época que, según la autora del libro, supone el nacimiento de un mundo global, embrión y precursor, en buena medida, del que vivimos más ampliamente en nuestros días.

Maya Jassanoff, que ha rastreado a Conrad leyendo sus libros y realizando algunos de sus viajes, apuesta por una biografía que, siendo lineal en lo cronológico, adopta una estructura poliédrica y poco convencional, con variados enfoques y una suma bien amalgamada de los diferentes aspectos que engloban la complejidad de una vida, una obra y una época abordadas con amplitud. La autora muestra sus intenciones en el prólogo. “En este libro me dispongo a explorar el mundo de Conrad empleando una brújula de historiadora, la gráfica cronológica de una biógrafa y el sextante de navegación de una lectora de ficción. A través de la narración de la historia de su vida deseo entrelazar las historias de Europa, Asia, África y Latinoamérica  –y los océanos entre ellas–, y reflexionar acerca de lo que Conrad explicó sobre estas regiones en cuatro de sus novelas más conocidas: ‘El agente secreto’, ‘Lord Jim’, ‘El corazón de las tinieblas’ y ‘Nostromo’”. 

El punto de partida son los orígenes familiares intensamente polacos del escritor. Józef Teodor Konrad Korzeniowski, que este era su nombre de pila, nació en Berdichef, una ciudad que hoy pertenece a Ucrania y entonces al imperio zarista. Sus padres eran fervientes católicos y activos nacionalistas polacos, de una Polonia entonces engullida por sus vecinos. Por ello, fueron perseguidos y deportados a Rusia, lo que aceleró su muerte y dejó pronto huérfano al joven Konrad. Importante personaje familiar fue para él su tío Tadeusz, sensato tutor y prudente consejero a lo largo de buena parte de su vida, y con gran presencia en el libro.

Sorprendió a todos, y parece asombroso, que a los dieciséis años Konrad decidiera abandonar una región sin salida al mar para hacerse marinero. Tras pasar por Italia y Marsella (donde tuvo un intento de suicidio), se trasladó a Londres y durante veinte años, antes de escribir una sola palabra, trabajó como marino profesional, ascendiendo penosa y lentamente en la escala de rango, y navegó por medio mundo. Esos viajes inspiraron luego sus obras literarias y lo convirtieron en uno de los grandes “escritores de mar”, aunque su mejor libro, “El corazón de las tinieblas”, está inspirado en su navegación por el río Congo. Uno de los aspectos más destacados del libro de Maya Jasanoff es la conexión que establece entre la vida de Conrad y su literatura, cómo traslada a sus relatos las experiencias vividas en sus viajes como marinero. En cualquier caso, Conrad nunca acabó de adaptarse a los progresos de la navegación marina y siempre añoró el “romanticismo” de las embarcaciones a vela de sus primeros años frente a la posterior modernidad del vapor. También en sus apreciaciones éticas y morales sobre el colonialismo europeo modificó su pensamiento y pasó de defender la superioridad blanca y del imperio británico a una abierta crítica a la hipocresía occidental que disfrazaba de libertad y progreso lo que era en realidad una explotación despiadada. Su experiencia en el Congo belga fue probablemente determinante en ese cambio.

Son muchas las cuestiones que se abordan en esta espléndida biografía de Conrad y su mundo. La edición en España del libro de Maya Jasanoff, en el año del centenario de su muerte, es un merecido homenaje al gran escritor anglo-polaco.

“La guardia del alba”. Maya Jasanoff. Destino. 2024. 432 páginas

jueves, 10 de octubre de 2024

RUTA CIRCULAR DESDE LASCUARRE EN EL MARCO DE "EN CLAVE ARAGÓN".


Unas sesenta personas participaron el pasado domingo en una excursión circular desde Lascuarre, organizada por el Centro Excursionista Ribagorza. La actividad formaba parte del festival “En clave de Aragón”, que se celebró durante todo el fin de semana en esta villa ribagorzana. Tras la caminata, los excursionistas y otros participantes en el festival disfrutaron de una multitudinaria comida popular al aire libre en una de las plazas del pueblo.

A las ocho de la mañana, los caminantes nos dimos cita en el bar social de Lascuarre, donde fuimos obsequiados con café y torta. Desde la salida del pueblo, tomamos una pista en dirección a la Torre de los Moros. A los pocos metros, pasamos junto al antiguo convento de los Trinitarios, del que solo quedan algunas ruinas de su iglesia de la Piedad. Tras algo menos de una hora de camino, llegamos a la Torre de los Moros, una torre de vigilancia de planta rectangular, cuyo origen y basamento son tal vez medievales, aunque la construcción actual date probablemente de los siglos XV o XVI. Hace unos años, fue restaurada y se colocó en su interior una plataforma metálica que permite ascender hasta sus bordes y contemplar desde lo alto una magnífica panorámica del valle del Isábena.

Tras caminar un rato por bosque de pinos, se llega a la arruinada iglesia del Mon de Roda, núcleo central de un antiguo hábitat disperso con diversas casas diseminadas por la zona. Se desciende luego hasta un pequeño arroyo para ascender por un tramo más umbrío con algunos bellos robles y rincones más húmedos y verdes. Al final de la subida, alcanzamos la llamada Casa Chordi, restaurada no hace mucho y con un pequeño oratorio en su interior. Siempre por pista, nos desviamos un poco hacia el norte para llegar hasta la Mora de Mariñós, una antigua aldea de tres casas, hoy despoblada, en la que destaca la iglesia dedicada a San Pedro Apóstol.

Desde allí, descendimos hasta Lascuarre, pasamos junto a la bonita ermita románica de San Martín, en el cementerio de la localidad, y la majestuosa iglesia parroquial de Santa María la Mayor y bajamos hasta el local social, donde cerramos el círculo y terminamos la excursión. Habíamos recorrido 16 km, con 420 m. de desnivel acumulado, en algo menos de cinco horas con las paradas. Tras un breve descanso y unos refrescos, dimos cuenta de una estupenda comida popular al aire libre, a base de ensalada de garbanzos y una sabrosa caldereta de cordero. Una completa jornada de excursionismo, gastronomía y convivencia.

https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/deportes/2024/10/09/ruta-circular-desde-lascuarre-en-el-marco-de-en-clave-de-aragon-1768644-daa.html?utm_source=Facebook&fbclid=IwY2xjawF03G5leHRuA2FlbQIxMQABHcePaKGT97JbpdwKyOeqFkKsSWeA7umvZ6hKNu_SwJ0p0Nvy1m-Q63_ZGg_aem_IJIhRWSI7nGNnWzEx8qmBw

sábado, 5 de octubre de 2024

"NELA 1979", AUGE Y CAÍDA DE LA CONTRACULTURA EN LA DÉCADA DE LOS SETENTA

Juan Trejo (Barcelona, 1970) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Ha colaborado en diversas publicaciones literarias y de viajes y trabaja como traductor. Es autor de las novelas “El fin de la Guerra Fría”, “La máquina del porvenir” (ganadora del Premio Tusquets de Novela en 2014),”La otra parte del mundo” y “La barrera del sonido”.  Ahora, acaba de publicar “Nela 1979”, libro en el que ha intentado reconstruir la vida de su hermana Manuela, muerta en 1979 a los 21 años.

Como tantas familias en aquel tiempo, los Trejo emigraron desde Extremadura a Barcelona en 1962. Procedentes de la localidad de Oliva de Mérida, en la provincia de Badajoz, se instalaron en un humilde piso del barrio barcelonés de Valcarca. Componían la familia los padres y sus tres hijos: Paco, de seis años; Manuela, de cuatro; y Carmen, de apenas once meses. Juan nació en Barcelona ocho años más tarde. Manuela, Nela como ella prefería, manifestó muy pronto un carácter más rebelde que sus hermanos y tenía frecuentes choques con su madre. A los 16 años abandonó el hogar familiar y se fue a vivir por su cuenta. Enseguida entró en contacto con los ambientes contraculturales que en esos años proliferaron en Barcelona. A partir de la segunda mitad de los setenta, Nela empezó a consumir heroína, lo que la llevó primero a Génova y después a Valencia. Con 21 años, murió en un hospital valenciano, oficialmente por una perforación estomacal. El consumo de heroína era por entonces muy escaso en nuestro país y suponía un tabú y un estigma que la familia trató de ocultar.

Todo lo que acabo de contar lo conoce el lector casi desde el inicio del libro, que en buena medida es una investigación casi detectivesca del autor en busca de informaciones que aporten más luz sobre la vida de su hermana, de la que, tras su muerte, dejó de hablarse en las conversaciones familiares. El propio escritor ha confesado en alguna entrevista que sin la muerte de su madre no  hubiera escrito el libro. El detonante fue la tristeza con llanto que lo embargó cuando, hace unos años, vio en televisión “Sonrisas y lágrimas”, que había ido a ver al cine con su hermana cuando él tenía cuatro años. Al volver a visionarla sintió una necesidad apremiante de conocer mejor a su hermana y de intentar comprender los derroteros de su vida. 

La investigación que emprende aborda diferentes momentos temporales que confieren al relato un cierto valor de crónica de una época reciente de la historia de nuestro país. Por un lado, conocemos los antecedentes de la vida familiar en la Extremadura rural y su desembarco como emigrantes pobres en una Barcelona en pleno desarrollo. Por otro, recorremos la vida contracultural barcelonesa, de 1973 a 1979, que en la ciudad catalana estuvo impregnada de un espíritu hippy, anarquista y libertario, casi inexistente en el resto del país. Proliferaban los llamados pisos comuna, se leía la revista Ajoblanco y miles de personas participaron en las Jornadas Libertarias de 1977, celebradas en el barrio de La Floresta en el que vivió un tiempo Nela, o en las cuatro ediciones del Canet Rock entre 1975 y 1978. Recorremos lugares de encuentro como las plazas Real y de San Felipe Neri o locales como Zeleste, Magic, Café de la Ópera, London o Els Enfants. Siguiendo el rastro de su hermana, el autor entrevista a algunos de los personajes más conocidos de aquella Barcelona, y constata que, entre los que abrazaron la nueva manera de vivir, también había clases y diferentes niveles económicos. Muchos pertenecían a familias acomodadas de la ciudad y siempre tuvieron las espaldas cubiertas; otros, como Nela, procedían de extractos sociales más bajos, saltaron sin red al vacío y fueron carne de cañón. Luego vino el desencanto y la llegada de la heroína. Aunque el contacto de Nela con esa droga se produjo cuando su presencia en España era aún muy escasa y estaba al alcance de muy pocos. Tampoco en Italia, adonde Nela viaja con su pareja Valerio, importante personaje del libro, era fácil de encontrar. La devastadora epidemia de heroína se produjo más tarde, ya en la década de los ochenta.  

El choque generacional fue tremendo. Lo explica muy bien Juan Trejo en una entrevista reciente: “Aquel era un momento especial porque las viejas reglas habían caducado y las nuevas estaban por construirse. Eso hacía que la brecha entre padres e hijos fueran inmensa. Mis padres venían de un pueblecito de Extremadura, tenían un pensamiento muy rígido, como casi todos los que estaban en ese estado, digamos, de inmigración. Aquel fue un extraño momento, en el que un sector de la juventud consiguió una libertad de movimientos anómala para lo que era el país. Mi hermana creyó en eso y no hubo manera de conciliar sus ideas con las de mis padres”.

“Nela 1979” se presenta como un libro de no ficción, aunque tal vez sea más acertado definirlo como una crónica novelada. Se trata de un ejercicio de memoria personal y familiar del autor y una reconstrucción, todo lo fiel que los escasos datos lo permiten, de la vida de su hermana. Solo al final, la tenacidad indagadora de Juan Trego tiene una relativa recompensa. En cualquier caso, el libro se lee con fluidez y gusto y supone, en cierto modo, una crónica de una época, hoy algo olvidada, que tuvo, como todas, sus luces y sus sombras. 

“Nela 1979”. Juan Trejo. Tusquets. 2024. 336 páginas

 

jueves, 3 de octubre de 2024

MAB Y CER CULMINAN LA RUTA DE SAN RAMÓN EN SAINT BERTRAND DE COMMINGES



Los clubes Montañeros de Aragón de Barbastro y Centro Excursionista Ribagorza de Graus culminaron el pasado domingo, en la localidad francesa de Saint Bertrand de Comminges, el llamado “Camino del destierro del obispo San Ramón”, comenzado conjuntamente en 2016. Han sido ocho etapas con salidas y llegadas en Capella, Roda de Isábena, Obarra, Casa Arro de Montanuy, Forcat, Hospital de Viella, Viella, Bosost, Arlos, Chaum y, finalmente, Saint Bertrand de Comminges, recorriendo la comarca oscense de Ribagorza, la Alta Ribagorça catalana, el Valle de Arán y el sur de Francia. Siempre hacia el norte, por los valles de los ríos Isábena, Noguera Ribagorzana y Garona, y teniendo como máximas elevaciones el Port y la Tuca del Port de Viella, de 2442 y 2605 m. de altitud respectivamente. Este itinerario coincide con tramos del Camino de Santiago y con el antiguo camino histórico que unía Roda de Isábena y Saint Bertrand de Comminges, dos pequeñas poblaciones con magníficas catedrales de origen medieval.

La etapa del domingo tuvo una participación de 46 personas. Treinta del club barbastrense y trece del grausino. Además, en Francia se unieron al grupo dos miembros del Club Alpin Français de Tarbes. Y nos acompañó, buena parte del recorrido, Navidad Peguera, nacido en la localidad ribagorzana de Aneto, que emigró de niño con sus padres a Francia y vive actualmente en Bertren, muy cerca de Saint Bertrand.

La actividad se inició a las siete de la mañana para viajar en autobús desde Barbastro a Chaum. Tras casi tres horas de carretera, eran las diez cuando empezamos a andar. La mañana era algo fría y ventosa, aunque enseguida amainó el viento y disfrutamos de un día agradable y soleado. El camino discurre por una vía ciclista paralela al río Garona, por terreno llano, con verdes prados en los que pastaban plácidamente algunos caballos. Íbamos dejando a nuestra espalda la recortada silueta del Gar, la montaña más emblemática de Comminges. Pasamos por las poblaciones de Bertren, Lucan y Loures-Barouse y, poco antes de llegar a Saint Bertrand, vimos a nuestra izquierda la solitaria basílica de Saint Just.

Tras 16,5 km de recorrido, a las dos de la tarde llegamos a Saint Bertrand. La visita a su impresionante iglesia catedral de Santa María fue el broche de oro a la excursión. Un extraordinario templo gótico con orígenes románicos que visitamos con detenimiento. Llaman la atención su órgano en una esquina, su recogido claustro y, sobre todo, la magnífica sillería del coro, situado en el centro de la iglesia. Tras comer y pasear por las turísticas calles del lugar, nos esperaba un largo regreso en autobús. Felices por haber culminado un proyecto de ocho años, que nos ha deparado grandes momentos de excursionismo y estrechado fuertes lazos de amistad y convivencia.

https://www.diariodelaltoaragon.es/noticias/deportes/2024/10/02/culmina-la-ruta-de-san-ramon-en-saint-bertrand-de-comminges-1766772-daa.html?utm_source=Facebook&fbclid=IwY2xjawFrl6hleHRuA2FlbQIxMQABHX6-atK4__omHX0AMugKPxrBs80zTuE_Tu-LvYKtAMFIJzavl6iPIzNXMw_aem_tHn0mlt81GV11kvMWiYR4A

domingo, 22 de septiembre de 2024

"PIRINEOS. MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS": UN VIAJE POR LA CORDILLERA PIRENAICA


 

Kris Ubach, nacida en Barcelona con orígenes familiares pirenaicos, es una reconocida fotógrafa, periodista y viajera. Ha visitado más de ochenta países y publicado numerosos artículos en revistas especializadas y diversos diarios nacionales e internacionales. “Pirineos. Más allá de las montañas”, que creo que va ya por la quinta edición, es su primer libro de viajes.

“Pirineos. Más allá de las montañas” narra un viaje a través de los Pirineos, de extremo a extremo de la cordillera, de oeste a este, desde Irún hasta el Cabo de Creus. Aunque, en cierta medida, sigue el itinerario del GR-11 o senda transpirenaica, no se trata de un recorrido andando, ni siquiera es un viaje lineal ininterrumpido, sino un viaje en coche, con varios puntos de partida desde los que la autora visita diferentes lugares y también hace algunas excursiones a pie, como buena montañera y excursionista que es. Ella misma lo explica en el libro: “Por motivos prácticos y sobre todo porque una modesta escritora de viajes como yo, que vive de publicar artículos en revistas, de hablar sobre viajes en la radio y de hacer fotografías profesionales para los más variados clientes, no puede permitirse el lujo de pasar fuera de casa cuatro meses enteros como hizo Theroux, el viaje en coche desde Irún hasta el Cap de Creus se desarrolló en realidad en cinco viajes largos entre el verano de 2021 y la primavera de 2022: uno para Navarra, otro para Aragón y tres más para la Vall d’Aran, Andorra y Catalunya oriental, además de varias escapadas adicionales para completar informaciones y entrevistas”.

La escritora recorre, por tanto, lugares de los Pirineos vasco y navarro, aragonés (desde el que hace varias incursiones en el francés), aranés, andorrano y catalán oriental. Pero, como indica su título, no se para solo en las montañas y los paisajes, sino que va mucho más allá y atiende a la gastronomía, la cultura, los pequeños pueblos, el patrimonio, las formas de vida, la historia y, sobre todo las gentes que habitan esas montañas. Como símbolo de la condición fronteriza de los Pirineos, el primer capítulo está dedicado a la Isla de los Faisanes, llamada Île de la Conférence por los franceses, situada en la desembocadura del Bidasoa y que, desde el Tratado de los Pirineos en 1659, es española durante seis meses del año y francesa durante los seis siguientes. Luego irán apareciendo historias de brujas, molinos del Batzan, agotes proscritos, monjas de clausura, espías y contrabandistas, el Santo Grial, balnearios, pueblos deshabitados, ciclistas y puertos míticos del Tour, montañeras pioneras, nazis, historias de pastoreo antiguo y de trashumancia  moderna, vírgenes secuestradas, cultivadores andorranos de tabaco, cuadros del Museo del Prado escondidos… También hay muchas referencias gastronómicas y alusiones a personajes importantes de la literatura que visitaron los Pirineos, como Ernest Hemingway, Pío Baroja, Victor Hugo, Gustave Flaubert,  Camilo José Cela, Josep Maria Espinás o George Sand. Pero, como buena periodista, Kris Ubach busca siempre los testimonios personales y orales de gentes que viven en esas montañas o que las conocen bien por su oficio o afición. Muy interesantes son las reflexiones sobre el montañismo actual que se desprenden de la conversación que, en un  día de lluvia que les obliga a suspender la excursión que ambas habían programado, la autora mantiene con Edurne Pasaban en el refugio aranés de Montgarri.

Los lugares del Pirineo oscense visitados se agrupan en los capítulos “El Santo Grial” (San Juan de la Peña), “Canfranc y el oro de Hitler” (Canfranc), “Tomando las aguas” (Panticosa) y “Pirineo deshabitado, I y II” (Valle de Tena). Interesantes son las conversaciones con Ramón Campo sobre el tema de la estación de Canfranc y su importancia durante la Segunda Guerra Mundial; con Tere, una señora con la que habla de las iglesias mozárabes del Serrablo y la ejemplar labor en su restauración de la Asociación de Amigos del Serrablo; y con Enrique Satué sobre Ainielle y los despoblados de Sobrepuerto. Especialmente entrañable es el encuentro con Rosalía Ramón, mujer de 84 años y una de las pocas personas vivas nacidas en Ainielle, que recibe a la autora en su piso de Sabiñánigo.

Según explica Xavier Moret en el prólogo del libro, este responde a las tres fases que debe tener una buena crónica viajera. La primera consiste en documentarse bien antes de partir; la segunda, en emprender el viaje sin prisas, con los sentidos alerta y sin calendario cerrado, dejándote tentar por los desvíos y propuestas que puedan surgir en el camino; y la tercera consiste en saber contarlo, teniendo claro que el diario que recoge el día a día del viaje no es el libro, sino que hay que partir de una estructura bien trabada. Además de otros, el principal modelo literario de la autora, como de tantos cronistas de viajes, es Paul Theroux, cuya obra “El gran bazar del ferrocarril” sembró en ella el germen del interés por los viajes ya en su adolescencia

“Pirineos. Más allá de las montañas” es un buen libro de viajes, bien escrito, perfectamente estructurado y muy ameno, variado y entretenido.

“Pirineos. Más allá de las montañas”. Kris Ubach. Península. 2023. 360 páginas.

jueves, 12 de septiembre de 2024

SAROÏHANDY, EL LINGÜISTA QUE ESTUVO EN GRAUS Y FUE AMIGO DE COSTA


El lingüista y filólogo francés Jean-Joseph Saroïhandy (1867-1932) es considerado el descubridor científico de la lengua aragonesa. Durante más de treinta años, desde 1896 hasta 1932, recorrió las dos vertientes de los Pirineos para estudiar y recoger materiales sobre los idiomas vasco, aragonés, catalán y occitano. En sus vacaciones estivales, a pie o en caballería, visitó multitud de pueblos y aldeas en busca de materiales lingüísticos que le permitieran conocer, estudiar y comparar las diferentes hablas vivas de la cordillera pirenaica. La gran cantidad de fichas y materiales recogidos en sus trabajos de campo le sirvieron para escribir algunos artículos en diversas publicaciones filológicas francesas de su tiempo. Esperaba alcanzar la edad de jubilación para poder elaborar trabajos más ambiciosos y completos. Sin embargo, la muerte le sobrevino en 1932 antes de poder llevar a cabo sus proyectos, y sus materiales, notas y apuntes quedaron olvidados en la Biblioteca Interuniversitaria de Burdeos sin que nadie se preocupara por ellos. En los últimos tiempos, algunos estudiosos aragoneses y catalanes se han interesado por esa valiosa documentación lingüística.

El más interesante de los trabajos sobre el filólogo francés sigue siendo  "Misión lingüística en el Alto Aragón", publicado por la editorial Xordica en el año 2005. Se trata de una edición a cargo de Oscar Latas Alegre (Sabiñánigo, 1968), licenciado en Geografía e Historia, con prólogo de Artur Quintana i Font, profesor de la Universidad de Heidelberg. Abre la primera parte de "Misión lingüística en el Alto Aragón" un inventario del amplio legado aragonés perteneciente al fondo de Burdeos, constituido por 70 paquetes de fichas y 26 cuadernos de campo. Se transcriben varias notas biográficas sobre el lingüista francés, algunas de ellas escritas por colegas suyos, en algún caso como reseñas necrológicas tras su fallecimiento. Se cita a continuación la bibliografía de los ocho artículos que Saroïhandy publicó en vida sobre Aragón y el aragonés, y se traducen tres de ellos inéditos en España. Se citan los apuntes que el filólogo utilizó para sus clases de aragonés en el Collège de France entre 1920 y 1924: se transcribe la lección inaugural del curso y se resumen los apuntes utilizados en las demás sesiones. Se cierra la primera parte del libro con algunas referencias a los criterios de Saroïhandy sobre la delimitación lingüística de Aragón y a su inseguridad y dudas sobre las grafías que deben usarse en la lengua aragonesa.

En la segunda parte, se publican, agrupados por comarcas, los materiales de literatura oral y los escritos recogidos por Saroihandy entre 1896 y 1906 en la provincia de Huesca. Los hay de Jacetania (Ansó, Hecho, Fago y Biniés), Hoya de Huesca (Ayerbe y Agüero), Somontano (Alquézar y Estadilla), Cinca Medio (Fonz), Sobrarbe (Plan, Parzán, Espierba, San Juan de Plan, Bielsa y Gistaín) y Ribagorza (Benasque, Foradada, Grustán, Besians, Graus, Torre de Ésera, Torres del Obispo, Perarrúa, Tierra de Graus –parece que este nombre correspondería a La Terrazuala o La Terrazola–, La Puebla de Castro y La Puebla de Fantova). La tercera parte es un extenso vocabulario recogido en 139 poblaciones del Alto Aragón entre 1896 y 1913.

Jean-Joseph Saroïhandy nació en 1867 en Saint-Maurice-sur-Moselle, en la región de Los Vosgos. Su padre era originario del País Vasco francés, de un caserío que aún conserva el nombre de su apellido aunque nada tenga que ver ya con su familia. Cuando a los 18 años acabó el bachillerato, la muerte de su padre le obligó a ganarse la vida por sí mismo. Estuvo en Inglaterra e Irlanda trabajando como profesor de francés y en 1886 se fue a Argentina, donde aprendió el castellano. Dos años después volvió a Francia y obtuvo el certificado de profesor de español, lengua que enseñó en el College de France y en diversos institutos y centros de enseñanza del país vecino. Impartió además numerosos cursos de eusquera (idioma que dominaba a la perfección) y también de aragonés y catalán. Murió de una crisis hepática en junio de 1932.

Como hemos dicho, Saroïhandy visitó los Pirineos durante más de treinta años de su vida en las vacaciones estivales. En algunos casos tras recibir una beca, pero casi siempre por su cuenta, viviendo con sencillez y austeridad, movido siempre por su apasionado afán de conocer y estudiar las lenguas vivas de los pueblos y las aldeas de las montañas pirenaicas. Hasta 1913 se dedicó a recorrer sobre todo los dominios del aragonés y del catalán, a partir de ese año se ocupó casi en exclusiva de la lengua vasca.

Joaquín Costa tuvo mucho que ver en que Saroïhandy visitara por primera vez el Alto Aragón. En 1878, Costa había publicado un trabajo sobre los dialectos ribagorzanos que interesó al gran lingüista francés Alfred Morel-Fatio, quien envió a su discípulo Saroïhandy a realizar investigaciones sobre el terreno. Morel-Fatio puso al joven estudioso en contacto con Costa y éste le preparó con esmero su estancia en Graus. Así lo explica el gran polígrafo en su prólogo al "Informe Saroïhandy", publicado en 1902 en la Revista de Aragón: "El joven profesor se instaló en Graus, donde ayudado eficazmente y con la mejor voluntad por la juventud inteligente de aquella villa, Dámaso Carrera, Ruperto Sazatornil, Vicente Solano, Vicente Mur, Marcelino Gambón, etc, y previas algunas excursiones a lugares de los contornos, como Grustán, y a poblaciones más apartadas, pero situadas en la misma línea isoglosa de Graus, como Fonz, pudo fijar en breve plazo la gramática, la fonética y demás del primero de los dialectos del grupo, que ya él hablaba a las pocas semanas con la misma propiedad y corrección de los naturales del país.(...) Propónese un volumen dedicado por entero a la lengua aragonesa". Y, constatando la importancia de la visita, concluye Costa: "No olvidemos nosotros que le debemos ese servicio eminente: el haber iniciado el estudio científico del habla aragonesa".

Saroïhandy llegó a Graus por vez primera en 1896 y se hospedó en Casa Samblancat, popular fonda de la calle Barranco. Sobre el excelente recibimiento que tuvo en la villa ribagorzana, escribe una carta en francés a Costa que se encontraba entonces en Madrid: "Estoy desde hace varios días en Graus donde he recibido la acogida más cordial. Se hace demasiado por mí. (...) Me llevaré de Graus el mejor recuerdo, y creo que la lengua que se habla aquí interesará mucho". También Morel Fatio escribe a don Joaquín dándole las gracias por lo bien que dispuso la visita de su discípulo. Durante los años siguientes, Saroïhandy regresaría siempre al Alto Aragón y sobre todo a esa comarca de Ribagorza que tan bien le había acogido.

Se transcriben, como se ha dicho, en el libro de Oscar Latas tres artículos de Saroïhandy hasta ese momento inéditos en castellano. El primero, titulado "Un saint bordelais en Aragón" (1906), es un estudio más bien etnológico sobre San Úrbez con material recogido en Nocito, donde se encuentra el santuario dedicado a este santo francés. Más interesantes desde el punto de vista filológico son las notas sobre el Poema de Yúçuf ("Remarques sur le Poème de Yuçuf", 1905) referidas a una composición en verso sobre la leyenda de José, hijo de Jacob, en su cautiverio en Egipto tras ser vendido como esclavo por sus hermanos. Se trata de un texto aljamiado, es decir, en español pero escrito en caracteres árabes. Existen dos manuscritos incompletos del poema, ambos en Madrid, uno en la Biblioteca Nacional y otro en la Academia de la Historia. Tras una brillante argumentación filológica en la que se comprueba el gran conocimiento que Saroïhandy tenía de las hablas aragonesas, el lingüista francés defiende la tesis de que se trata de una composición escrita por moriscos altoaragoneses que utilizaban alguna de las hablas de la zona geográfica entre Graus y Boltaña mezclada con el castellano, y cree que los manuscritos son copias posiblemente realizadas en el siglo XVI de originales quizás del siglo XIV. El tercer texto es un estudio sobre una pastorada de Perarrúa ("La Pastorada de Perarrúa", 1916), que se transcribe en la segunda parte del libro. Saroihandy explica que en Ribagorza se localiza este tipo de teatro popular representado en las fiestas patronales, al aire libre, en la plaza pública, y que consiste básicamente en un diálogo humorístico entre dos pastores. La de Perarrúa se celebraba el 26 de julio, día de Santa Ana, y la copia que utiliza Saroïhandy cuenta con 459 versos octosílabos, la mayoría con rima asonante. En toda ella, salvo en la despedida en que utilizan el castellano, los dos pastores, Paluguiño y Pericoñón, hablan en el dialecto ribagorzano local. Saroïhandy, para reafirmar la importancia lingüística de estas composiciones populares, recuerda que Costa hizo escribir la de Capella para el filólogo francés G. Herelle, que depositó la copia en la Biblioteca Nacional de París. Entre los materiales de Saroïhandy  encontramos otra pastorada completa, compuesta por el cura de Grustán, mosén Vicente Solano, para las fiestas de Charo en La Fueva, y fragmentos de otras tres: una de Besians y otras dos posiblemente de La Puebla de Fantova y de Foradada del Toscar.

Por lo que se deduce de su principal artículo, "Vestiges de phonétique ibérienne en territoire roman" (1913), y de los apuntes utilizados para sus clases, Saroïhandy dividía el territorio altoaragonés en cuatro zonas lingüísticas: español regional, dialectos aragoneses o aragonés, dialectos catalanes o catalán de Aragón y dialectos de transición entre estos dos últimos. El aragonés ocuparía una amplia franja en toda la zona norte que alcanzaba por el sur hasta Sos, Biel, Ayerbe, Alquézar y Fonz. El catalán de Aragón llegaría quizás un poco más hacia occidente que en la actualidad e incluiría prácticamente todo el valle del Isábena. Los dialectos de transición ocupaban una estrecha franja en la línea trazada de sur a norte por Graus, Perarrúa, Campo, Castejón de Sos y Benasque; esto es, el valle del Ésera. El benasqués o patués presenta más dificultades para su clasificación y Saroïhandy muestra sus dudas a la hora de incluirlo en alguna de las delimitaciones que establece.

Como escribió Joaquín Costa hace ya más de cien años, no debemos olvidar que el lingüista francés fue el iniciador de las investigaciones científicas sobre las hablas aragonesas y ribagorzanas y merece por ello un lugar destacado en nuestro recuerdo.

(Artículo publicado en El Llibré de Fiestas de Graus 2024)

sábado, 7 de septiembre de 2024

EL VALLE, UNA ABSORBENTE NOVELA NEGRA AMBIENTADA EN EL PIRINEO FRANCÉS


 

Bernard Minier (Béziers, 1960) es uno de los autores más destacados de la actual novela negra francesa y europea. Desde su debut en 2011 con “Bajo el hielo”, el escritor galo ha publicado una docena de novelas, muchas de ellas traducidas al español. El año pasado, Salamandra publicó “Lucía”, ambientada en España y, como otras del autor, reseñada en esta sección. Y este año, de nuevo con la traducción de Dolors Gallart, le ha tocado el turno a “El valle”. En realidad, la editorial española no ha seguido el orden cronológico de su aparición en el país vecino, pues “Lucía” se publicó allí en 2022 y “El valle” en 2020.

“El valle” es la sexta entrega de las novelas de Minier protagonizadas por el comandante Martin Servaz, de la Policía Judicial de Toulouse. La saga se inició con “Bajo el hielo” y le siguieron “El círculo”, “No apagues la luz”, “Noche” y “Hermanas”. Hay que decir que, aunque hay muchas referencias a sucesos ocurridos en las precedentes, cada una de las entregas se puede leer de manera independiente y entenderse sin haber leído las anteriores. En esta ocasión, encontramos al comandante Servaz rebajado a capitán y apartado momentáneamente del cuerpo policial hasta que se resuelva el expediente disciplinario que se le ha abierto.

Una noche, Servaz recibe una interrumpida llamada de auxilio de Marianne, su ex mujer, que lleva años misteriosamente desaparecida. La llamada lo lleva hasta un remoto valle del Pirineo francés cuya capital es Aiguesvives. Como escribe el autor al final del libro, se trata de un valle de ficción situado entre Cominges y los Altos Pirineos. En la zona se encuentra un solitario monasterio con algunos monjes, en el que Servaz es inicialmente acogido. En el valle se producen varios horribles crímenes que alteran su tranquilidad. La capitana Irène Ziegler, de la Brigada de Homicidios de Pau, se hace cargo de las investigaciones. Esta joven policía había trabajado en otros casos anteriores a las órdenes de Servaz, quien de manera extraoficial colabora en las pesquisas. Un deslizamiento de tierras provocado deja el valle aislado del exterior, lo que convierte la situación en aún más claustrofóbica y angustiosa.

“El valle” se inscribe en los parámetros de la novela negra, de la que Minier ha demostrado con creces ser un consumado maestro. Estamos, de nuevo, ante un relato absorbente, con un ritmo trepidante y un absoluto dominio en el manejo de la tensión y el suspense, que se mantienen, sin decaer en ningún momento, hasta la última página del libro. Los giros inesperados y la apertura de nuevas líneas narrativas, que no parecen tener relación entre sí, atraen la atención del lector que busca con creciente interés el desenlace de la intriga. Como en novelas anteriores, el Mal tiene gran presencia en el relato y, en este caso, Minier da una vuelta de tuerca en su tratamiento del horror y de las partes más oscuras del ser humano. Así lo dice Servaz en un momento de la investigación: “Más terrorífico que todo a cuanto nos hayamos enfrentado hasta ahora”. Al final, como siempre, todas las piezas del puzle encajan a la perfección.

La novela transcurre en el verano de 2018. Lo sabemos porque los hechos narrados coinciden con la celebración en Francia del campeonato mundial de fútbol que ganó el equipo anfitrión. Está contada en tercera persona, con un narrador omnisciente que, sin embargo, adopta enfoques distintos desde la perspectiva de diferentes personajes. El protagonista es, obviamente, Martin Servaz, aquí ya a punto de cumplir los cincuenta, más maduro, igual de culto, responsable e íntegro y preocupado por su nuevo hijo, Gustav, y su incipiente relación sentimental con Léa. De los compañeros policías que han trabajado con él en otras novelas, destaca Irène, moderna y deportista y ahora preocupada por la enfermedad que corroe a su compañera sentimental. Pero hay en esta narración un elenco interesantísimo de personajes que representan a diferentes profesiones con influencia social en el valle: el profesor Gildas Delahaye; el padre Adriel, abad del monasterio; la psiquiatra Gabriela Dragoman; la alcaldesa Isabelle Torres; el cabecilla de la revuelta popular William Guerrand…

De las opiniones de algunos de ellos y de la atmósfera social del valle, se extrae una lectura que transciende de manera sustancial el relato policial de la novela. Con un claro diagnóstico: el malestar social generalizado que se ha apoderado de la sociedad francesa, y por extensión de la europea, y, en especial, de algunos colectivos como policías y profesores. Son muchos los temas sobre los que se reflexiona, desde cuestiones existenciales y filosóficas a políticas y relacionadas con el uso actual y las influencias de las nuevas tecnologías.

En resumen, otro estupendo thriller de Bernard Minier, que tiene vínculos familiares y vitales con la comarca altoaragonesa de Ribagorza. Sin ir más lejos, el escritor es el pregonero de las fiestas de Graus que se celebran estos días.

 “El valle”. Bernard Minier. Salamandra. 2024. 450 páginas

domingo, 25 de agosto de 2024

"LA MUJER DE LA ARENA", UNA OBRA MAESTRA DE LA LITERATURA JAPONESA MODERNA


 

Kobe Abe (Tokio, 1924 - 1993) fue, junto a Yukio Mishima, Yasunari Kawabata y Kenzaburo Oe, uno de los grandes renovadores de la literatura japonesa moderna. Nacido en Tokio, pasó parte de su infancia en Manchuria y se licenció en medicina, aunque, al contrario que su padre, él nunca llegó a ejercer como médico. Fue inventor y fotógrafo y, sobre todo, escritor. Autor de novelas, relatos breves, poesía, teatro y guiones de cine. Gran conocedor de la literatura europea, ha sido denominado en ocasiones el Kafka japonés, por la presencia de lo absurdo y lo pesadillesco en su obra. Algunos de sus libros han sido editados en español por Siruela y Eterna Cadencia. Su novela más destacada y conocida es “La mujer de la arena”, publicada originalmente en 1962. Con motivo del centenario del nacimiento del escritor, Siruela la ha reeditado en nuestro país con traducción de Kazuya Sakai. De “La mujer de la arena” se hizo una adaptación cinematográfica en 1964, dirigida por  Hiroshi Teshigahara con guion del propio Kobe Abe. Es una película de culto que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de ese año y que hoy se puede ver en internet en versión original subtitulada. Su visionado, aunque la película sea larga y algo lenta, dentro de la estética de la época, es un perfecto complemento de la lectura de la novela.

“La mujer de la arena” transcurre en el verano de 1955. Jumpei Niki, cuyo nombre conocemos al final del libro, es un profesor aficionado a la entomología que buscando insectos que viven en la arena, llega a una pequeña aldea en la costa japonesa asediada por las imparables dunas que amenazan con engullirla. Se le hace tarde y pierde el autobús de vuelta. Un aldeano le sugiere que se aloje en la casa de una mujer para pasar la noche. La casa está casi sepultada por la arena y tiene que acceder a ella por una escalera de mano. En la casa vive una mujer sola, de unos treinta años, que perdió a su marido y a su hijo en una tormenta de arena. La mujer, cuyo nombre nunca se cita en el libro, se dedica a sacar arena con una pala durante toda la noche y depositarla en unos cubos que hombres de la aldea retiran desde arriba con unas poleas. A la mañana siguiente, cuando el hombre se dispone a marcharse, se da cuenta de que la escalera ha desaparecido y que es imposible salir de allí escalando por las paredes arenosas. Además, los hombres de la aldea han tirado una pala para que ayude a la mujer en la extracción de arena. El hombre se ve atrapado en la casa, maquina formas de huida que devienen imposibles y establece una compleja relación con la mujer en la que se mezclan el erotismo y la violencia. Cada noche, para evitar el calor del día, y en un trabajo sin aparentes resultados reales, los dos personajes deben limpiar la arena que irremediablemente vuelve a asediar la casa al día siguiente.

La novela es un relato bello, claustrofóbico y angustiante, sugerente y misterioso. Con una fuerte carga simbólica y sensorial. Con intenciones de parábola y abierto a interpretaciones diversas. Una metáfora de raíz existencial sobre el sentido de la vida, de su valor real y de su inutilidad. El trabajo sin fin para evitar el avance imparable de la arena remite al mito de Sísifo y su infructuoso ascenso de la piedra a la cima de la montaña. Hay también una crítica social evidente contra el sometimiento y la anulación de la voluntad de los individuos en nombre de supuestos intereses superiores colectivos.

En la novela hay dos personajes principales y la presencia secundaria, pero importante, de los administradores de la comunidad que se erigen en defensores de la supervivencia de la aldea y tienen una actitud controladora y, en ocasiones, lasciva. Podríamos decir que otro personaje fundamental en el relato es la propia arena, siempre activa y en movimiento, impregnándolo todo y con una presencia continua y acechante.

El relato está narrado en tercera persona, aunque con monólogos interiores frecuentes que muestran los pensamientos y recuerdos del protagonista. Tal vez estas introspecciones sean la parte más pesada y prescindible de la narración. Pueden observarse en la novela conexiones con la obra de Kafka, algunas más puntuales con “La metamorfosis” y otras más estructurales con el relato  titulado “La guarida”. “La mujer de la arena” se inscribe claramente en lo que solemos denominar como una historia kafkiana. Por otro lado, se trata de una narración proléptica, es decir, que desde el principio se adelanta ya el final del relato.

“La mujer de la arena” está considerada unánimemente como una de las obras maestras de la literatura japonesa moderna. Se trata, sin duda, de una novela intensa y rica, que muestra un dominio absoluto de los recursos literarios por parte de su autor y que no ha perdido un ápice de vigencia y modernidad. Su reedición en el centenario del nacimiento de Kobe Abe puede considerarse un verdadero acierto literario.

“La mujer de la arena”. Kobe Abe. Siruela. 2024. 248 páginas

domingo, 11 de agosto de 2024

"LAS PROPIEDADES DE LA SED", UNA GRAN NOVELA ÉPICA ESTADOUNIDENSE


La narrativa es el género por excelencia de la literatura estadounidense. Uno de sus permanentes debates es la existencia o no de una gran novela americana, que recoja las esencias de la idiosincrasia, los valores y las luces y las sombras de ese extenso país. Aunque ninguna novela ostenta de momento sin discusión ese título, “Las propiedades de la sed” podría estar, posiblemente, entre el selecto y reducido número de candidatas a alcanzarlo. Su autora es Marianne Wiggins (Lancaster, Pensilvania, 1947), que ha publicado nueve novelas, entre las que destacan “John Dollar” (1989) y “Evidence of Things Unseen” (2003), finalista del premio Pulitzer de ficción. Casada con el novelista Salman Rushdie entre 1988 y 1993, la escritora estadounidense es muy poco conocida en nuestro país. Ahora, la siempre meritoria Libros del Asteroide ha editado en español, con traducción del inglés de Celia Filipetto, su última y más importante novela, “Las propiedades de la sed”, publicada originalmente en Estados Unidos en 2022. En 2016, cuando aún estaba escribiendo el libro, Wiggins sufrió un derrame cerebral que le impedía leer y escribir y mermó en gran medida su memoria. Recuperó en parte sus capacidades y con la  abnegada ayuda de su hija Lara Porzak, que describe este arduo proceso en el epílogo, logró terminar la novela.

“Las propiedades de la sed” es una larga narración, de más seiscientas páginas, que transcurre principalmente en California durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Tras el fallecimiento en Nueva York de su riquísimo padre, Rocky Rhodes se queda con las posesiones más alejadas del amplio patrimonio que ha dejado su progenitor: unas tierras y un rancho (Las Tres Sillas) en el valle de Owens, al norte de Los Ángeles, en California. Rocky, lector de Emerson y de Thoreau y defensor de la naturaleza, tiene que luchar con poco éxito contra el Departamento de Agua de Los Ángeles, que ha comprado las tierras colindantes y ha drenado y secado el valle para abastecer de agua a la creciente urbe angelina. Su mujer, francesa y muy querida en la zona, acaba de morir y Rocky queda con sus dos hijos mellizos, Stryker y Sunny, Su hermana Cas, de gran estatura como él, culta y expeditiva, se desplaza al rancho desde el este para ayudar a Rocky en la crianza de sus hijos. El joven Stryker es un poco tarambana y, tras dar algunos tumbos, se acaba enrolando en el ejército y es destinado a Pearl Harbor. Su hermana Sunny, que ha heredado de su madre el gusto y la pasión por la cocina, se queda en el rancho y regenta un restaurante en una localidad próxima.

Tras estos antecedentes, la novela arranca con el bombardeo japonés a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, que supuso la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Esto hizo que el gobierno de Washington confinara en diversos campos de internamiento a los más de cien mil japoneses que vivían en los estados situados al oeste del país. Uno de esos campos, con más de diez mil internos, se construyó en El Manzanar, en el valle de Owens, muy cerca del rancho de la familia Rhodes. Para dirigir ese campo, llega a la zona el que va a ser otro de los personajes principales de la novela, un joven abogado judío, apellidado Schiff, que trabaja en el Departamento de Interior del gobierno estadounidense y entrará en contacto con los Rhodes y, en especial, con la inquieta y temperamental Sunny.

De esta manera, “Las propiedades de la sed” combina el aliento épico y las vivencias y relaciones de los miembros de la familia Rhodes con dos hechos históricos, algo oscuros y muy relevantes en el desarrollo del relato: la desecación y contaminación de territorios próximos, provocada por el abastecimiento de agua a la ciudad de Los Ángeles, y la creación de campos de concentración para japoneses, muchos de ellos con nacionalidad estadounidense, desde 1942 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

Aunque la autora se toma algunas licencias ortográficas en el uso de mayúsculas y signos de puntuación, la novela tiene una estructura clásica y la historia que cuenta remite incluso, en el mejor de los sentidos, a las grandes narraciones decimonónicas. Se trata de una novela de intención épica con una saga familiar como protagonista central y unos personajes muy potentes y bien definidos. El título hace referencia a los problemas de sequía de la geografía principal del relato y cada capítulo alude a una de las once propiedades de la sed (la sorpresa, el reconocimiento, la memoria, el deseo y la frustración de ese deseo, el sabor de lo inevitable…). Wiggins hace un uso exquisito del narrador omnisciente y del estilo indirecto libre, entrando en los pensamientos de cada uno de los personajes.  Puede rastrearse en algún momento el aliento narrativo de John Steinbeck, el más importante de los novelistas californianos, sobre todo en las alusiones a los años de la gran depresión que él tan bien describió en novelas como “Las uvas de la ira” y, en menor medida, a la profundidad narrativa de William Faulkner. También hay algunos paralelismos con “Lo que el viento se llevó”, el novelón de Margaret Mitchell llevado al cine y al que se hacen algunas alusiones en el libro de Marianne Wiggins.

“No puedes salvar lo que no amas”, es la frase que abre la novela y en cierta manera el leitmotiv del relato. Incluso del también épico rescate y terminación del libro en un admirable ejercicio de amor mutuo y a la literatura de la autora y su hija Lara. “Las propiedades de la sed” es una extraordinaria novela, llamada a ser, probablemente, un clásico de la literatura moderna estadounidense.

“Las propiedades de la sed”, Marianne Wiggins. Libros del Asteroide. 2024. 616 páginas.

domingo, 28 de julio de 2024

"TARÁNTULA", LA ÚLTIMA NOVELA DEL ESCRITOR GUATEMALTECO EDUARDO HALFON


No es exagerado considerar a Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971) como uno de los mejores escritores actuales en lengua española. Halfon es un caso singular de nuestras letras. Con tres abuelos judíos libaneses y otro polaco, que sobrevivió a los campos de concentración nazis, su familia emigró a Guatemala, donde nació y pasó sus diez primeros años hasta que la dictadura guatemalteca obligó a sus padres a exiliarse en Estados Unidos. De condición nómada por naturaleza, el escritor se casó con una riojana y tiene la nacionalidad española, lengua en la que escribe sus obras. Desde hace tres años, y gracias a una beca literaria, reside en Berlín.

Desde 2003, Eduardo Halfon ha publicado casi una veintena de libros, su obra ha sido traducida a más de quince idiomas y ha recibido importantes galardones literarios. La magnífica editorial Libros del Asteroide ha dado a conocer la obra de Halfon en España con la publicación del libro de cuentos “El boxeador polaco” y las novelas cortas (algunas de ellas reseñadas en esta sección) “Monasterio”, “Signor Hoffman”,Duelo”, “Canción”, “Un hijo cualquiera” y, ahora, “Tarántula”. En todas ellas, Halfon parte de los recuerdos de su infancia para crear unas composiciones literarias que podemos considerar, en cierto modo, y aunque el autor niegue un plan previo de proyecto, lo que algunos han llamado una obra en marcha. Como si cada una de esas entregas fuera un nuevo capítulo de la novela de su vida.

“Tarántula” se inscribe también en esa eficaz mezcla narrativa de memoria y ficción, de invención y realidad. Y, en este caso, combinando los dos aspectos más problemáticos y a la vez más presentes en la obra del escritor: su condición, simultánea e ineludible, de judío y guatemalteco. El propio Halfon confiesa con frecuencia que los libros que más lo han marcado son dos libros que no ha leído: la “Torá” y el “Popol Vuh”, el libro de los judíos y el libro de los guatemaltecos. “Heredé de mis antepasados las ansias de huir” es la ilustrativa cita de la escritora argentina Alejandra Pizarnik que encabeza la novela.

“Tarantula”, narrado como todos sus libros en primera persona, se inicia con un tenebroso recuerdo infantil. En 1984, cuando la familia Halfon ya llevaba tres años en Estados Unidos tras abandonar el país centroamericano, marcado por la violencia desatada entre el ejército y la guerrilla, Eduardo, de trece años, y su hermano son enviados por sus padres a participar en unos campamentos para jóvenes judíos en las montañas del altiplano guatemalteco.  Lo que parecían unas jornadas de supervivencia en el bosque se convierte de repente en una siniestra historia de terror que marcará a los niños para siempre. Muchos años después, el autor se encontrará en París y Berlín, sucesivamente, con dos personajes clave de aquella angustiosa experiencia: Regina, la joven junto a la que Eduardo hacia siempre las guardias nocturnas en el campamento y con quien vivió su despertar erótico y sentimental, y Samuel Blum, el rubio monitor del grupo que llevaba una tarántula tatuada en su brazo. Eduardo resolverá entonces algunos enigmas de aquellos extraños hechos, pero, como suele ocurrir en sus novelas, siempre serán más las nuevas preguntas que se abren que las respuestas encontradas.

El propio autor resume así la estructura del relato: «Hay tres momentos narrativos en esta novela: el recuerdo del campamento, el encuentro en París entre dos supervivientes ya de adultos y la búsqueda en Berlín del monitor del campamento. En el borrador inicial del libro yo tenía los tres relatos separados pero descubrí que el efecto Stephen King, el suspense y el terror lo lograba intercalando las partes. Descubrí que el miedo depende de esperar, de mostrar la daga pero no usarla todavía».

Además de las historias que relata, destaca sobremanera en Eduardo Halfon su brillante manera de contarlas. Su escritura rítmica y pulida, su prosa cadenciosa y a la vez siempre sencilla, comprensible, amena y elegante, con expresiones centroamericanas y sintaxis perfecta. “Tarántula” se lee casi de un tirón y el lector más que leerla parece que la escucha. Como botón de muestra de ese estilo suyo, sirva este pasaje de su reencuentro con Regina, tantos años después, que es además un maravilloso homenaje a Proust: “... se llevó la tacita blanca a los labios y yo me estremecí al reconocer su mano. Una mano que había olvidado por completo, o que creía olvidada por completo. Reconocí su forma. Sus dedos largos y delgados. Las pecas casi invisibles en el dorso. La redondez y el tinte rosáceo de sus uñas. Sin saberlo, había guardado durante años el recuerdo de esa mano, al alcance pero bien sepultado en alguna grieta de mi memoria, nada más esperando ser desenterrado y desempolvado en el instante mismo en que ella alzara una tacita blanca de café”.

Cada nueva novela de Eduardo Halfon es un joyita literaria. Y sus devotos lectores ya estamos esperando la siguiente.

“Tarántula”. Eduardo Halfon. Libros del Asteroide. 2024. 184 páginas.