Javier Reverte (Madrid, 1944 – 2020) es, sin duda, el mejor escritor español de libros de viajes de las últimas décadas. Antes de dedicarse en exclusiva a la literatura, trabajó como periodista, corresponsal en diversos países y articulista de prensa. Publicó después un buen número de novelas, unos cuantos libros de poesía, varias biografías y algunos cuentos, pero destacó sobre todo como autor de literatura de viajes. Desde sus inicios con “El sueño de África” en 1996, escribió casi una veintena de crónicas viajeras en las que recorrió prácticamente los cinco continentes. Tras su muerte en 2020, Reverte dejó tres obras póstumas: la novela “Hombre al agua”, el libro de memorias “Queridos camaradas. Una vida” y el libro de viajes “La frontera invisible”. Los dos primeros fueron publicados el año pasado; el tercero, hace unos meses por la editorial Plaza & Janés.
“La frontera invisible” relata el viaje que el escritor madrileño, ya enfermo de cáncer y sabedor de una muerte próxima, realiza a Turquía e Irán, para recalar finalmente en Dubái tras atravesar el estrecho de Ormuz y haber recorrido un total de unos cuatro mil kilómetros. El libro tiene como subtítulo “Un viaje a Oriente” y hace referencia a la difusa y porosa frontera histórica entre Oriente y Occidente. El propio Reverte explica al inicio del libro el motivo de su elección viajera: “Quería ir a Oriente Próximo, una región cuyo nombre resuena a inmensidad, ancianos imperios, guerras estremecedoras, ejércitos perdidos, ciudades enterradas, religiones muertas, viejas lenguas enmudecidas; también a pogromos y genocidios, sanguinarios sultanes, guerreros feroces y reyes belicosos, y junto a todo ello, a sensualidad, aventura y poesía. ¿Puede haber razones más sugestivas para emprender un viaje a tan rico y brutal escenario?”.
Reverte inicia su recorrido en Estambul, ciudad que había visitado en numerosas ocasiones pero cuya belleza no deja nunca de sorprenderle. Disfruta, entre otros lugares, de las excepcionales vistas del Bósforo y el Cuerno de Oro y de la mezquita que los musulmanes llaman Ayasofya y los cristianos Santa Sofía. Recuerda la historia de la ciudad, antes llamada Constantinopla y Bizancio, y transcribe citas de otros viajeros que la visitaron anteriormente. Un cruce de caminos, tradicionalmente abierto a la convivencia de etnias y credos diversos, que hoy, como señala una escritora turca con la que conversa el viajero español, ve peligrar esa proverbial diversidad por la política islamista uniformadora del actual presidente Erdogan. Desde Estambul, Javier Reverte viaja hasta Ankara en ferrocarril, su medio de transporte favorito. Acompañado de un amigo español, funcionario en la embajada en Turquía, visita la ciudad que Atatürk, en 1923, convirtió en capital del país, pasando de su condición de casi una aldea a la de una metrópoli que hoy cuenta con más de cinco millones de habitantes. El primer lugar al que acude es al Mausoleo de Atatürk, el padre de la Turquía moderna, sobre cuya figura reflexiona ampliamente el escritor y viajero madrileño.
De Turquía, Reverte se traslada en tren a Irán, país que recorre de norte a sur. Su primera parada es Teherán, una gran urbe de doce millones de habitantes, “desmedida, exagerada y fea, una ciudad agobiada por el tráfico, a medio asfixiar por un elevado índice de polución, sin diseño alguno, surcada por puentes que sobrevuelan avenidas, casi siempre atascadas y con un tráfico caótico”. De las demás ciudades en su viaje hasta el estrecho de Ormuz, destacan Isfahán, cuya plaza, llamada “la mitad del mundo” es para muchos la más hermosa del planeta, y Shiraz, la ciudad de las rosas, el vino y la poesía. También deslumbran al viajero las ruinas de Persépolis, que le dan pábulo para recordar la grandeza del antiguo imperio persa y trazar una amplia semblanza de Alejandro Magno quien, pese a su proverbial tolerancia, mandó, al parecer en el arrebato de una noche de borrachera, destruir la ciudad. Reverte constata la excepcional hospitalidad iraní con quienes visitan el país, el conato de rebeldía y ansias de modernidad de las mujeres jóvenes obligadas a llevar al menos el pañuelo en sus cabezas, la peculiaridad de los taxistas, lo barato del cambio al euro de la moneda iraní, la recurrente pregunta de si es del Real Madrid o del Barcelona que todos le hacen cuando dice que es español o, cuando visita su mausoleo, lo retrógrado de las ideas del ayatola Jomeini, artífice de la revolución islamista que implantó el régimen teocrático aún vigente tras derrocar al último sah en 1979.
Como en todos sus libros de viajes, Javier Reverte combina con maestría y equilibrio sus experiencias personales y magníficas descripciones con amplias referencias históricas sobre los lugares visitados, y alude con frecuencia a otros viajeros que han escrito sobre ellos en diferentes épocas. En este caso, además de muchos de otros países ya desde la Antigua Grecia, encontramos a españoles como Ibn Battuta, Pedro Tafur, Ruy González de Clavijo, García de Silva, Blasco Ibáñez o Julio Camba. Es una pena que “La frontera invisible” narre el último viaje de Javier Reverte. Sus devotos lectores lo echaremos mucho de menos y le estaremos siempre agradecidos por los buenísimos momentos que nos ha hecho pasar leyendo sus libros.
“La
frontera invisible”. Javier Reverte. Plaza & Janés. 2022. 320 páginas.
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