lunes, 25 de febrero de 2008

DEL ÉSERA AL ISÁBENA POR FANTOVA Y GÜEL




Procedentes de las cumbres pirenaicas, los ríos Ésera e Isábena se encuentran en Graus, en la confluencia de las sierras de Torón y de Laguarres. Sus aguas recién mezcladas se abren camino entre los extremos rocosos de la Peña del Morral y de las Forcas, y  pasan juntas bajo las viejas piedras del puente de Abajo en su andadura hacia las tierras llanas del sur. Su punto de unión en la capital ribagorzana es el vértice de un extenso y despoblado territorio con forma aproximada de triángulo invertido, abierto hacia el norte, en el que los cursos de ambos ríos delimitarían los lados occidental y oriental, y Galirón y la sierra de Eslodomada con el morrón de Güel el lado septentrional. La masa pétrea del Turbón pone a lo lejos su magnífico telón de fondo. A este amplio espacio, a sus pueblos y lugares de interés histórico, vamos a referirnos en este artículo.

Hay que comenzar diciendo que, desde hace pocas fechas, la pista de tierra que arrancaba de la casa La Bayona y llevaba a Fantova y Güel ha sido asfaltada y convertida en carretera hasta el puente de La Colomina, un poco más arriba de la casa de ese nombre y algo más abajo del desvío a Roda de Isábena. De esta manera, hay en la actualidad una estrecha carretera que atraviesa de forma transversal el territorio que hemos delimitado y pone en contacto las orillas de ambos ríos, conectando la A-139 que lleva a Benasque con la A-1605 que conduce al Valle de Arán por el alto de Bonansa. Esta pequeña vía mejora el acceso a algunos núcleos habitados de la zona y facilita la visita a uno de sus lugares más emblemáticos e importantes: el castillo de Fantova. Vamos a seguirla, desde Las Ventas de Santa Lucía hasta el puente de La Colomina, reseñando los lugares que atraviesa, y a detenernos luego, brevemente, en otros de interés que quedan en sus aledaños.

Iniciamos nuestro recorrido unos cinco kilómetros al norte de Graus por la A-139, en el pequeño núcleo de Las Ventas de Santa Lucía, donde se toma un desvío a la derecha que nos permite continuar enseguida, ahora a la izquierda, hacia La Puebla de Fantova. Vemos, en este lado, en una ladera, la ermita de Santa Lucía, de dimensiones considerables por contener la que en otro tiempo fuera vivienda del ermitaño que cuidaba del lugar. Seguimos la calzada, dejando en su lado derecho la llamada casa El Rubio y, poco después, el desvío a las casas de La Mariñosa o aldeas de La Puebla Fantova. De inmediato, llegamos a esta población que nació en la época bajomedieval, cuando el núcleo más septentrional y defensivo de Fantova quedó abandonado y los nuevos colonos, atraídos por las cartas de poblamiento, buscaron en el llano mejores y más cómodas tierras de cultivo. La Puebla de Fantova tiene un magnífica calle Mayor. Se inicia con un sugerente paso abovedado y con las torres de las casas Páriz y Girón, ésta con matacanes en su último piso desde donde podían arrojarse proyectiles en caso de defensa. La calle Mayor continúa, con bocacalles que descubren bellos rincones, hasta la iglesia parroquial de la Asunción. Es ésta del siglo XVI y tiene elementos tardogóticos y renacentistas. Destaca su portada de aire clasicista, con arco de medio punto, pilastras y cornisa. Encima hay una hornacina vacía y dos curiosos escorpiones esculpidos en la piedra. Sobre ellos, un llamativo rosetón con celosía. Cerca de la población se halla la ermita de la Virgen de Laude, patrona del lugar.

Salimos de La Puebla y seguimos la pequeña carretera con tablillas que indican la dirección al castillo de Fantova. Antes de llegar a éste, dejamos a la derecha La Bayona, casa fuerte ya documentada en el siglo X y donde hasta hace muy poco terminaba el asfalto. No muy lejos de la casa se encuentra la ermita de San Clemente, de planta rectangular y tejado de losas a dos aguas. Ahora la carretera continúa, llevándonos en poco tiempo al magnífico lugar de Fantova, al que hay que subir por sendero de piedra en corto tramo desde la izquierda de la carretera. Tal vez el emplazamiento tuviera un origen romano, pero en el periodo medieval alcanza su máxima importancia. Aparece en los documentos como “civitas” (el lugar), “castrum” (el castillo), “palazo” (tal vez, la residencia condal) y “parietes altas” (la torre). Se levanta sobre un altozano a 1010 metros de altitud y constituyó un magnífico enclave fortificado en los inicios de la expansión hacia el sur del condado de Ribagorza, poco después del año 1000. En el centro del recinto destaca una torre circular -restaurada hace unos años-, de estilo románico lombardo y bóveda de arista, con puerta elevada a la que hoy se accede por una plataforma exterior de madera. En el extremo occidental se halla la iglesia románica de Santa Cecilia, de sorprendente doble ábside: el orientado a poniente sobre el que se eleva el campanario sería el aprovechamiento de una primitiva torre defensiva de la fortificación. Entre la torre y la ermita se encuentran algunas tumbas antropomórficas excavadas en la roca y también de origen medieval. Vemos, además, un aljibe y algunos restos de murallas del recinto, que en veranos recientes ha sido objeto de limpieza y acondicionamiento por parte de jóvenes integrados en campos de trabajo. No podemos dedicar aquí más espacio a un lugar que sin duda merece gran atención y sobre el que hay amplias reseñas en diversos libros y publicaciones. Además, unos completos paneles informan con detalle al visitante.

Descendemos de nuevo a la carretera y dejamos a al izquierda, a los pies mismos del cerro de Fantova, la llamada casa Turmo. Tras breve bajada, iniciamos una cuesta que nos lleva a La Portiella, divisoria entre los valles del Ésera y el Isábena. Ya en la vertiente de este río, encontramos muy pronto las primeras casas de la muy diseminada población de Güel (se dice en la comarca que “Güel e más gran que Barcelona”), cuyas edificaciones -algunas habitadas, otras en ruinas- se desperdigan por un extenso territorio desde las faldas del morrón que lleva su nombre hasta las orillas del Isábena. Siguiendo nuestra carretera, encontramos, muy próximas entre sí, las casas Buira y Betrán. Algo más adelante, junto a la arruinada casa Castell, hay un cruce de caminos. El de la derecha, asfaltado, lleva a las casas de El Rincón: casa Cusulari, casa Solano y casa Trespueyo. El del frente, hacia el sur, conduce por pista de tierra hasta El Soler. El de la izquierda, que es el que seguiremos, nos deja de inmediato en el núcleo central de Güel: la iglesia, la antigua vivienda del cura, la escuela y la casa Balasanz. Al núcleo se le denomina Las Badías. Uno intenta imaginar, en la soledad actual de estos parajes, una época no tan lejana en la que niños de alrededor de treinta casas dispersas por este amplio territorio se desplazaban andando hasta esta vieja escuela, aún hoy perfectamente conservada, con sus pupitres con tintero, su crucifijo, sus mapas y sus retratos de Franco y José Antonio. Proseguimos por la nueva vía hasta casa Picontó, o Puycontó, junto a la cual hay una pequeña y rústica ermita dedicada al Santo Cristo. Tras dejar en lo alto la casa Mazana, descendemos hasta el puente de La Colomina, ya en la A-1605.

Fuera de la carretera que hemos seguido, nos referiremos a otros lugares próximos que también atraen nuestro interés. En primer lugar, dos pequeñas ermitas románicas cercanas al castillo de Fantova: San Gregorio y San Clemente de la Tobeña. A la primera se llega desde La Portiella tomando una pista a la derecha que luego se convierte en sendero. A la segunda, andando desde la primera o, más fácilmente, desde una pista que arranca de Colloliva, por la carretera de Benavente y Bellestar, desde esta última localidad. Ambas son probablemente del siglo XII, las dos cuentan con una pequeña espadaña y ambas resisten con dignidad el abandono y el paso del tiempo. Muy cerca de la segunda, está el lugar de La Tobeña, antigua casa fuerte con torre defensiva que hoy es establo para el ganado.

Al noroeste de Fantova, por encima de la citada carretera, hay una línea de antiguos lugares defensivos, hoy todos ellos despoblados y en ruinas, que tuvieron su importancia estratégica en otro tiempo. Empezamos, de oeste a este, por Aguilar, al que se puede acceder desde Santaliestra por un empinado y bello camino de herradura. En un cerro, a poca distancia, se levanta la ermita de San Saturnino, románica, con añadidos y con muchas ruinas alrededor, tal vez de una anterior ubicación del pueblo. Aún más en lo alto, en otro cerro, quedan algunos restos de la que fue ermita se San Andreu. Un camino de tierra nos lleva en dirección al monte Galirón y luego gira para descender a las aldeas de La Torre y Es Camps. Desde aquí podemos ir a Abenozas, con dos núcleos separados: el de arriba y el de abajo. Entre ambos queda la ruinosa escuela del pueblo. Cerca de Abenozas está la ermita de la Virgen de los Baños, adonde aún se va de romería. Una pista desciende hasta Torruella de Aragón, con una arruinada iglesia románico-lombarda, y continúa hasta Centenera, pueblo con disposición defensiva, calle principal e iglesia popular separada del caserío. Aquí finaliza una carretera que viene desde La Puebla de Fantova y se inicia una pista que conduce a la casa de Castellblanc y al despoblado de La Corona, desde donde, por la ermita de Santiago, se puede descender hasta Santaliestra. Si, desde Centenera, tomamos la carretera que lleva a La Puebla de Fantova pasaremos por un viejo molino y podremos tomar una pista a la izquierda que nos lleva a los abandonados pueblos de Erdao (Yardo) y Bafalluy. El primero, con una bella iglesia románico-lombarda en lastimosa ruina. Por esta misma pista llegaríamos al ya descrito castillo de Fantova.

Desde Las Ventas se puede llegar también a los pueblos de Benavente (Benavén) y Bellestar. El primero tiene bella estampa y antigua entrada por doble paso abovedado. Tenía castillo en lo alto, donde hoy hay un hermoso mirador. Desde Bellestar parte una estrecha carretera que enseguida se bifurca: por la derecha llegamos al enorme caserón de La Miranda; por la izquierda, al ya citado Colloliva.

En Güel, un lugar destacado es la ermita románica de la Virgen de las Rocas, encaramada en la subida al morrón, en un paraje con vistas excelentes. A ella se accede desde un camino que se toma junto a la casa Pelegrín, por donde pasa el sendero balizado que lleva a Roda. También en Güel, bastante escondida y en ruinas, se halla la ermita románica de San Pedro de Sarrau, de factura parecida a las nombradas de San Gregorio y San Clemente. No lejos del cruce de caminos de la casa Castell, en un cerro llamado del Castiello, se encuentran los escasos restos del que fuera importante castillo de Güel. Si en dicho cruce tomamos la pista que desciende –asfaltada hasta la casa Farreras–, llegaremos a El Soler, donde destaca su iglesia románica, restaurada no hace mucho por el popular mosen Lemiñana, cura párroco de Roda de Isábena. Desde allí una carretera local nos conduce a la A-1605, en el llamado puente de Torrelabad, pueblo que dista un kilómetro y que tiene un bonito crucero de piedra junto a su iglesia. Desde el puente de Torrelabad y tras pasar por Capella y su magnífico puente medieval, llegamos a Graus y cerramos el triángulo trazado al inicio de este artículo.

Carlos Bravo Suárez

(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón, el 26 de diciembre de 2004)

(Fotos: Ermita de Santa Lucía en Las Ventas, Calle de La Puebla de Fantova, Portada de la iglesia de La Puebla de Fantova, La Puebla de Fantova desde lejos, Fantova -ermita de Santa Cecilia y torre defensiva-, la torre circular del castillo de Fantova, el castillo de Fantova y casa Turmo desde la carretera a Güel, los morrones de Güel -dos fotos-, la ermita de la Virgen de las Rocas bajo los morrones de Güel, la iglesia de Güel en Las Badias y la ermita del Santo Cristo de la casa Picontó)

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