martes, 26 de febrero de 2008

GRACIÁN EN GRAUS, RESTAURADO

Ha terminado el cuarto centenario del nacimiento de Baltasar Gracián con una buena noticia para Graus: el retrato del escritor conservado en la sacristía de su iglesia parroquial de San Miguel ha sido restaurado.

Pronto hará un año que dábamos noticia de la existencia en la población ribagorzana de dicho retrato, víctima de un largo y lamentable abandono y prácticamente desconocido por la comunidad literaria e ignorado en las biografías y artículos escritos sobre el sabio jesuita, que, en su gran mayoría, sólo se referían al que se conserva en la sede de la UNED en Calatayud, también restaurado hace unos años. Además de señalar su vinculación con Graus a través de su castigo final en los primeros meses de 1658 y de una, más que posible, estancia anterior en la villa en 1652 - según la inscripción latina de la parte inferior del cuadro, que tras su limpieza se lee con mayor claridad, Gracián habría sido uno de los padres fundadores del colegio jesuita de la capital ribagorzana-, terminábamos nuestro trabajo manifestando la oportunidad que la celebración del año graciano brindaba para que desde donde correspondiera se llevara a cabo la restauración del deteriorado y olvidado retrato.

Para contribuir a ello, quien esto escribe asistió en Huesca al “Congreso Internacional Baltasar Gracián: pensamiento y erudición” que sobre el escritor belmontino se celebró en la primavera del pasado año en la capital de la provincia. Tanto el gran erudito y gracianista Miquel Batllori, quien con sus noventa años llenos de vitalidad y sabiduría asistió a todas las ponencias del Congreso, como si de un joven estudiante se tratara, como la profesora y comisaria del cuarto centenario Aurora Egido, mostraron su interés por el retrato grausino. La profesora Egido, a quien debemos más que a nadie el merecido reconocimiento que se ha tributado a nuestro insigne escritor en la celebración del cuarto centenario de su nacimiento que ahora termina, mostró su disposición, posiblemente a la postre decisiva, para que las autoridades competentes, a las que hay que agradecer en esta ocasión la eficacia y prontitud en su tarea, pusieran en marcha la necesaria restauración. Y hoy, justo cuando las abundantes celebraciones tocan a su fin y tal vez Gracián vuelva a caer en el olvido para los próximos cien años, su retrato, tras su restauración en Zaragoza, ha vuelto a Graus, recuperando el brillo y el color que largos años de desidia y ostracismo le habían arrebatado.

Un retrato que los grausinos y ribagorzanos deberían mostrar con orgullo, como muestran el monumento a su admirado y querido Joaquín Costa o, aunque menos conocido, el busto del siempre, por su bondad y labor en bien de su tierra, recordado mosén José Salamero. En estos tiempos de triunfo de la banalidad y de culto al dinero y a las apariencias, es necesario, más que nunca, mantener en el recuerdo el nombre y el ejemplo de aquellos que brillaron por el cultivo de la inteligencia y el humanismo, y dedicaron su vida a la cultura y a las letras, aunque en ocasiones, como le ocurriera a nuestro Gracián, sufrieran en sus carnes la envidia y la mezquindad de quienes nunca supieron apreciar su valía verdadera.

En los últimos meses algunos medios de comunicación -radio, televisión y publicaciones comarcales, provinciales y regionales (1)- se han ocupado del retrato grausino, y también en algunos libros de reciente aparición se hace referencia al mismo (2). Además, el cuadro, anónimo y al parecer del mismo siglo XVII, ha sido exhibido en la exposición que sobre Gracián y su mundo bibliográfico se ha celebrado recientemente en Zaragoza. Pero aún queda mucho por hacer para que su conocimiento sea mayor y más extendido.

Queda también pendiente buscar ahora una ubicación más relevante y adecuada para el restaurado retrato. Hay en Graus varios espacios que llevan el nombre del ilustre escritor: su Instituto de Enseñanza Secundaria y su nueva Biblioteca Comarcal, situada en el mismo lugar en que se levantaba el antiguo colegio jesuita en el que Gracián sufrió los sinsabores de la vida y donde tal vez también escribió antes algunas de sus mejores páginas. Se alza también allí lo que queda de la antigua iglesia de la Compañía, que está siendo restaurada y acondicionada para su conversión en museo y que tal vez sea el lugar idóneo para albergar el retrato del sabio. Volvería éste así al sitio del que salió y a cuyo abandono y deterioro sobrevivió de manera casi milagrosa. Quizás mediante las reproducciones correspondientes, el retrato pudiera estar en los tres lugares reseñados; quienes puedan hacerlo, deben decidirlo. Habrá que tener también en cuenta a la hora de buscar un nuevo lugar para el cuadro las adecuadas condiciones de iluminación, de humedad y seguridad que permitan su mejor conservación.

Todo menos olvidarnos otra vez de uno de nuestros mejores hombres, de un escritor de cuya obra emana tanta belleza y sabiduría para deleite y aprendizaje permanente de quienes a ella acudimos con frecuencia a refugiarnos de los fríos vientos de la intemperie.


NOTAS:
(1) “Lo que queda del año graciano”. Heraldo de Aragón, Zaragoza, 8 de enero de 2002, pág.60.
“El lifting de Gracián”. Heraldo de Aragón, Zaragoza, 3 de febrero de 2002.
(2) “Baltasar Gracián: Estado de la cuestión y nuevas perspectivas”, Aurora Egido y María Carmen Marín (Coords.), Gobierno de Aragón, Institución "Fernando el Católico", Zaragoza, 2001. La fotografía del retrato de Graus, antes de su restauración, ocupa en color la primera página del libro.

Carlos Bravo Suárez
(Artículo publicado en el Diario del Alto Aragón el 27 de enero de 2002)
(En la actualidad, el retrato restaurado de Gracián se encuentra en el Espacio Pirineos, ubicado en la que fue la iglesia del antiguo colegio jesuita de Graus)

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