Hace doscientos años nació en la casa Vidal de Torre de Ésera, Torrodésera en el habla local, muy cerca de Graus, Ramón Baldellou, un cura singular y laborioso que se caracterizó por impulsar pequeños regadíos en algunos pueblos de la ribera del Ésera, en la baja Ribagorza. Su actividad benefactora y su iniciativa como constructor de acequias para el riego le hicieron ser conocido entre sus paisanos como “mosen Mata Fame” y “mosen Acequias”.
Ramón Baldellou fue durante muchos años cura párroco de Torre de Obato, o Torrobato, y en esta población, situada casi enfrente de su pueblo natal, al otro lado del río Ésera, murió a finales del siglo XIX. En su cementerio, en una fosa común, sin una lápida ni indicación alguna que lo recuerde, está enterrado este emprendedor e injustamente olvidado sacerdote altoaragonés.
Pero su meritoria y beneficiosa labor no fue olvidada por todos, y algunos ilustres paisanos suyos han escrito sobre él con admiración. El primero y principal, su coetáneo Joaquín Costa, que escribió un elogioso artículo en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (BILE), en 1883, cuando todavía vivía mosen Ramón. El artículo se tituló “Un cura ingeniero” y resulta hoy muy difícil de encontrar. Sobre su existencia dio noticia José María Auset Viñas, sobrino nieto de Costa y recientemente fallecido, en “El Llibré” de las fiestas de Graus de 1993, en una magnífica colaboración titulada ”Mosen Ramón Baldellou, un cura singular”, que fue reproducida unos años más tarde por la publicación comarcal “El Ribagorzano” (marzo, 2002). Auset encontró una nota biográfica sobre el cura de Torrobato entre los papeles de Costa, en su archivo de Graus, que habría servido de base para su posterior y más extenso artículo en el BILE.
Ya en 1906, Dámaso Carrera, amigo y discípulo de Joaquín Costa en Graus, escribió en “El Ribagorzano”, en la variedad grausina del aragonés, un breve pero entrañable artículo sobre “mosen Acequias”. En él se queja del olvido, clara muestra de ingratitud, en que se tenía en la comarca al sacerdote, muerto unos años antes, y escribe con tristeza que sólo Joaquín Costa, Vicente Castán y algún otro habían escrito sobre él. Vicente Castán, farmacéutico de Graus y miembro del círculo costista de la localidad, había dedicado un bello capítulo de su libro “Excursiones pirenaicas” a mosen Ramón.
Aparte de los artículos que acabo de citar, y de una breve reseña biográfica de Ricardo del Arco, no conozco ninguna otra referencia escrita sobre este peculiar sacerdote. De todos ellos -sobre todo del trabajo de José María Auset Viñas-, extraigo algunos datos que reproduzco en esta colaboración, que quiere servir de recordatorio y homenaje a “mosen Acequias” en el segundo centenario de su nacimiento.
Ramón Baldellou nació en junio de 1807. Estudió gramática latina, pero muy joven tuvo que abandonar la escuela para ayudar en su casa en los trabajos del campo. Sin embargo, a los veintidós años retornó al estudio y a los veintisiete fue ordenado sacerdote. En 1835 fue nombrado cura de Torre de Obato, donde permaneció hasta el final de sus días. No he podido averiguar la fecha de su muerte, pues ninguno de los autores citados la refiere. Sabemos, no obstante, que aún vivía en 1891, porque, como luego veremos, Joaquín Costa pretendió sin éxito que se le rindiera en ese año un merecido homenaje, cuando mosen Ramón era ya un anciano casi moribundo.
Podemos imaginar la desazón que produciría en el cura de Torrobato ver pasar diariamente las caudalosas aguas del río Ésera sin que los pueblos ribereños pudieran aprovecharse de ellas para mejorar sus penosas condiciones de vida. Por ello, con más maña y voluntad que medios y conocimientos especializados, muy pronto buscó la manera de regar las tierras más próximas al río. Fue en 1837 cuando realizó su primera gran obra: la entonces llamada acequia de Vidal, hoy conocida como acequia de Santa Lucía, entre Perarrúa y Graus, con una longitud de 8 Km. Continuó con otro canal de riego de 5 Km que iba desde Santaliestra hasta Perarrúa. E incluso proyectó otra acequia en la Alta Ribagorza, entre las poblaciones de Sahún y Chía. Según escribe Dámaso Carrera, mosen Baldellou construyó un total de 33 acequias, que contribuyeron a paliar en algo el hambre al que la pobreza y la poca productividad de la tierra condenaban a muchos de sus paisanos, quienes, con el ingenio que caracteriza al pueblo llano, comenzaron a llamar al activo sacerdote “mosen Mata Fame” y “mosen Acequias”.
También construyó mosen Ramón tres puentes colgantes. El más notable fue el de Montañana, sobre el río Noguera Ribagorzana, que se mantuvo en funcionamiento hasta su destrucción en la pasada guerra civil. Otro fue levantado en Jánovas, aunque “el cura ingeniero” sólo fuera una vez a la localidad sobrarbense y enviara a su párroco, mosen José Solano, las instrucciones necesarias para su construcción. Desconozco cuál fue el tercero de los puentes que se le atribuyen, pero como tal funcionaba el rudimentario transbordador o palanca que construyó para cruzar el río y trasladarse de Torrobato a Torrodésera, pueblo al que también atendía ocasionalmente en lo religioso.
Vicente Castán nos proporcionó un completo y literario retrato de “mosen Acequias”: “Era el célebre Mosen Ramón, cura perpetuo de Torre de Obato, alto, fornido, sanote, noble de carácter, sencillo de temperamento, franco como buen aragonés y de dilatado estómago; vestía balandrán viudo, es decir, sin sotana, corto era el pantalón, de grueso cordobán el zapato, cuando no calzaba alpargata abierta o cerrada, bastón rústico y la teja mirando siempre al firmamento, a estilo de su pueblo natal Torre de Ésera; los ratos que le dejaba libre el cumplimiento de su ministerio los dedicaba a trabajos agrícolas a que era muy aficionado, y al estudio de puentes y pequeños canales de riego, y son de notar los útiles que empleaba en sus trabajos preliminares, pues desconocía la mecánica de altura y no era muy versado en la física. La teja colocada sobre el bastón le servía de visual; las ramas de un porrón provisto de agua, de nivel, las cañas que allí abundan, con un trapo en el extremo, eran el señuelo o banderola, y éstas indicaban la altura por cintas de colores que las ceñían, y como término o remate de semejantes pertrechos, una cuerda con nudos de trecho a trecho, hacía las veces de cinta métrica; como se ve, el procedimiento era de lo más primitivo”.
Según el propio mosen Baldellou, la envidia y las rivalidades entre pueblos vecinos frustraron algunos de sus proyectos. La envidia, como bien señaló Antonio Machado en varios de sus mejores poemas, ha sido un secular defecto español y, durante mucho tiempo, una de las principales causas del atraso del país. Es muy probable que mosen Ramón la sufriera en propias carnes a lo largo de su vida. Sobre todo, por parte de algunas autoridades ribagorzanas, a quienes tal vez disgustaran sus esfuerzos en mejorar el bien común, pues dejaban en evidencia la defensa que ellos hacían de sus intereses particulares antes que los de la comunidad a la que decían representar. Así parece deducirse del intento frustrado de Joaquín Costa de tributarle homenaje antes de su muerte. “El León de Graus” no encontró, como le ocurrió con frecuencia a lo largo de su vida, la necesaria colaboración de las instituciones para llevar a cabo su noble iniciativa.
En efecto, Joaquín Costa -nada clerical, pero honrado y justo como pocos a la hora de criticar defectos y de reconocer méritos ajenos- pretendió organizar un acto de homenaje y reconocimiento a mosen Baldellou con motivo de la fundación de la Liga de Contribuyentes de Ribagorza y de la proximidad de las fiestas de Graus de 1891. Así lo escribe en una nota transcrita por Auset: “Rendir homenaje solemne y público a una persona de un mérito original, que está a punto de bajar al sepulcro y con quien Graus y otros pueblos de Ribagorza tienen contraída una deuda de gratitud que a toda alma bien sentida ha de extrañar que no haya sido ya pagada, tratándose de un pueblo tan agradecido como es Graus. Me refiero al anciano cura de Torre de Obato Mosén Ramón”. El homenaje propuesto por Costa nunca llegó a celebrarse.
Unos años más tarde, en 1906, escribe Dámaso Carrera en lengua ribagorzana: “Un hombre qu’ha fecho ricos a Santaliestra, Besians, Perarruga, Torrodésera, Benabén y Bellestá, y ha sacau mucha fame de Graus, no han dicho cosa de’l sino ha siu Costa, Vicente Castán y algún otro po’l estilo, ninguno ha pensau en que s’en acordasen de’l toz los que vivan d’en t’a aquí adeván, pa que ñ’habese recuerdo de un home que tanto ben ha fecho”. Y añade: “Da pena que llevantan estatuas a homes que han arruinau la nación, y a uno que con más fe y güena intención que conocimientos, va llevá el pan y sosiego a muchas casas, ninguno s’en acorda de’l”. Dámaso Carrera concluye así su entrañable artículo: “¿No podrían fe que a on cruza la ceqlla la carretera, se posase aunque solo fuese un pilaret de pedra, con uno u dos letreros, que disen: “Al cura ingeniero, Mosen Mata Fame, Mosen Ramón Baldellou” y d’ixa manera fuese eterna su memoria?”.
Nosotros, que no podemos poner el “pilaret” que reclamaba hace cien años Dámaso Carrera, queremos recordar a mosen Ramón Baldellou dedicándole, antes de que termine en un completo olvido el año de su segundo centenario, este artículo de homenaje, con todo el reconocimiento que merece la provechosa labor que realizó en su tiempo en muchos pueblos de la Ribagorza.
NOTA: Escribo “mosen” sin acento, con la pronunciación llana que se da a esta palabra en el Alto Aragón, aunque la forma correcta castellana sea la pronunciación aguda “mosén”.
Carlos Bravo Suárez
Ramón Baldellou fue durante muchos años cura párroco de Torre de Obato, o Torrobato, y en esta población, situada casi enfrente de su pueblo natal, al otro lado del río Ésera, murió a finales del siglo XIX. En su cementerio, en una fosa común, sin una lápida ni indicación alguna que lo recuerde, está enterrado este emprendedor e injustamente olvidado sacerdote altoaragonés.
Pero su meritoria y beneficiosa labor no fue olvidada por todos, y algunos ilustres paisanos suyos han escrito sobre él con admiración. El primero y principal, su coetáneo Joaquín Costa, que escribió un elogioso artículo en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (BILE), en 1883, cuando todavía vivía mosen Ramón. El artículo se tituló “Un cura ingeniero” y resulta hoy muy difícil de encontrar. Sobre su existencia dio noticia José María Auset Viñas, sobrino nieto de Costa y recientemente fallecido, en “El Llibré” de las fiestas de Graus de 1993, en una magnífica colaboración titulada ”Mosen Ramón Baldellou, un cura singular”, que fue reproducida unos años más tarde por la publicación comarcal “El Ribagorzano” (marzo, 2002). Auset encontró una nota biográfica sobre el cura de Torrobato entre los papeles de Costa, en su archivo de Graus, que habría servido de base para su posterior y más extenso artículo en el BILE.
Ya en 1906, Dámaso Carrera, amigo y discípulo de Joaquín Costa en Graus, escribió en “El Ribagorzano”, en la variedad grausina del aragonés, un breve pero entrañable artículo sobre “mosen Acequias”. En él se queja del olvido, clara muestra de ingratitud, en que se tenía en la comarca al sacerdote, muerto unos años antes, y escribe con tristeza que sólo Joaquín Costa, Vicente Castán y algún otro habían escrito sobre él. Vicente Castán, farmacéutico de Graus y miembro del círculo costista de la localidad, había dedicado un bello capítulo de su libro “Excursiones pirenaicas” a mosen Ramón.
Aparte de los artículos que acabo de citar, y de una breve reseña biográfica de Ricardo del Arco, no conozco ninguna otra referencia escrita sobre este peculiar sacerdote. De todos ellos -sobre todo del trabajo de José María Auset Viñas-, extraigo algunos datos que reproduzco en esta colaboración, que quiere servir de recordatorio y homenaje a “mosen Acequias” en el segundo centenario de su nacimiento.
Ramón Baldellou nació en junio de 1807. Estudió gramática latina, pero muy joven tuvo que abandonar la escuela para ayudar en su casa en los trabajos del campo. Sin embargo, a los veintidós años retornó al estudio y a los veintisiete fue ordenado sacerdote. En 1835 fue nombrado cura de Torre de Obato, donde permaneció hasta el final de sus días. No he podido averiguar la fecha de su muerte, pues ninguno de los autores citados la refiere. Sabemos, no obstante, que aún vivía en 1891, porque, como luego veremos, Joaquín Costa pretendió sin éxito que se le rindiera en ese año un merecido homenaje, cuando mosen Ramón era ya un anciano casi moribundo.
Podemos imaginar la desazón que produciría en el cura de Torrobato ver pasar diariamente las caudalosas aguas del río Ésera sin que los pueblos ribereños pudieran aprovecharse de ellas para mejorar sus penosas condiciones de vida. Por ello, con más maña y voluntad que medios y conocimientos especializados, muy pronto buscó la manera de regar las tierras más próximas al río. Fue en 1837 cuando realizó su primera gran obra: la entonces llamada acequia de Vidal, hoy conocida como acequia de Santa Lucía, entre Perarrúa y Graus, con una longitud de 8 Km. Continuó con otro canal de riego de 5 Km que iba desde Santaliestra hasta Perarrúa. E incluso proyectó otra acequia en la Alta Ribagorza, entre las poblaciones de Sahún y Chía. Según escribe Dámaso Carrera, mosen Baldellou construyó un total de 33 acequias, que contribuyeron a paliar en algo el hambre al que la pobreza y la poca productividad de la tierra condenaban a muchos de sus paisanos, quienes, con el ingenio que caracteriza al pueblo llano, comenzaron a llamar al activo sacerdote “mosen Mata Fame” y “mosen Acequias”.
También construyó mosen Ramón tres puentes colgantes. El más notable fue el de Montañana, sobre el río Noguera Ribagorzana, que se mantuvo en funcionamiento hasta su destrucción en la pasada guerra civil. Otro fue levantado en Jánovas, aunque “el cura ingeniero” sólo fuera una vez a la localidad sobrarbense y enviara a su párroco, mosen José Solano, las instrucciones necesarias para su construcción. Desconozco cuál fue el tercero de los puentes que se le atribuyen, pero como tal funcionaba el rudimentario transbordador o palanca que construyó para cruzar el río y trasladarse de Torrobato a Torrodésera, pueblo al que también atendía ocasionalmente en lo religioso.
Vicente Castán nos proporcionó un completo y literario retrato de “mosen Acequias”: “Era el célebre Mosen Ramón, cura perpetuo de Torre de Obato, alto, fornido, sanote, noble de carácter, sencillo de temperamento, franco como buen aragonés y de dilatado estómago; vestía balandrán viudo, es decir, sin sotana, corto era el pantalón, de grueso cordobán el zapato, cuando no calzaba alpargata abierta o cerrada, bastón rústico y la teja mirando siempre al firmamento, a estilo de su pueblo natal Torre de Ésera; los ratos que le dejaba libre el cumplimiento de su ministerio los dedicaba a trabajos agrícolas a que era muy aficionado, y al estudio de puentes y pequeños canales de riego, y son de notar los útiles que empleaba en sus trabajos preliminares, pues desconocía la mecánica de altura y no era muy versado en la física. La teja colocada sobre el bastón le servía de visual; las ramas de un porrón provisto de agua, de nivel, las cañas que allí abundan, con un trapo en el extremo, eran el señuelo o banderola, y éstas indicaban la altura por cintas de colores que las ceñían, y como término o remate de semejantes pertrechos, una cuerda con nudos de trecho a trecho, hacía las veces de cinta métrica; como se ve, el procedimiento era de lo más primitivo”.
Según el propio mosen Baldellou, la envidia y las rivalidades entre pueblos vecinos frustraron algunos de sus proyectos. La envidia, como bien señaló Antonio Machado en varios de sus mejores poemas, ha sido un secular defecto español y, durante mucho tiempo, una de las principales causas del atraso del país. Es muy probable que mosen Ramón la sufriera en propias carnes a lo largo de su vida. Sobre todo, por parte de algunas autoridades ribagorzanas, a quienes tal vez disgustaran sus esfuerzos en mejorar el bien común, pues dejaban en evidencia la defensa que ellos hacían de sus intereses particulares antes que los de la comunidad a la que decían representar. Así parece deducirse del intento frustrado de Joaquín Costa de tributarle homenaje antes de su muerte. “El León de Graus” no encontró, como le ocurrió con frecuencia a lo largo de su vida, la necesaria colaboración de las instituciones para llevar a cabo su noble iniciativa.
En efecto, Joaquín Costa -nada clerical, pero honrado y justo como pocos a la hora de criticar defectos y de reconocer méritos ajenos- pretendió organizar un acto de homenaje y reconocimiento a mosen Baldellou con motivo de la fundación de la Liga de Contribuyentes de Ribagorza y de la proximidad de las fiestas de Graus de 1891. Así lo escribe en una nota transcrita por Auset: “Rendir homenaje solemne y público a una persona de un mérito original, que está a punto de bajar al sepulcro y con quien Graus y otros pueblos de Ribagorza tienen contraída una deuda de gratitud que a toda alma bien sentida ha de extrañar que no haya sido ya pagada, tratándose de un pueblo tan agradecido como es Graus. Me refiero al anciano cura de Torre de Obato Mosén Ramón”. El homenaje propuesto por Costa nunca llegó a celebrarse.
Unos años más tarde, en 1906, escribe Dámaso Carrera en lengua ribagorzana: “Un hombre qu’ha fecho ricos a Santaliestra, Besians, Perarruga, Torrodésera, Benabén y Bellestá, y ha sacau mucha fame de Graus, no han dicho cosa de’l sino ha siu Costa, Vicente Castán y algún otro po’l estilo, ninguno ha pensau en que s’en acordasen de’l toz los que vivan d’en t’a aquí adeván, pa que ñ’habese recuerdo de un home que tanto ben ha fecho”. Y añade: “Da pena que llevantan estatuas a homes que han arruinau la nación, y a uno que con más fe y güena intención que conocimientos, va llevá el pan y sosiego a muchas casas, ninguno s’en acorda de’l”. Dámaso Carrera concluye así su entrañable artículo: “¿No podrían fe que a on cruza la ceqlla la carretera, se posase aunque solo fuese un pilaret de pedra, con uno u dos letreros, que disen: “Al cura ingeniero, Mosen Mata Fame, Mosen Ramón Baldellou” y d’ixa manera fuese eterna su memoria?”.
Nosotros, que no podemos poner el “pilaret” que reclamaba hace cien años Dámaso Carrera, queremos recordar a mosen Ramón Baldellou dedicándole, antes de que termine en un completo olvido el año de su segundo centenario, este artículo de homenaje, con todo el reconocimiento que merece la provechosa labor que realizó en su tiempo en muchos pueblos de la Ribagorza.
NOTA: Escribo “mosen” sin acento, con la pronunciación llana que se da a esta palabra en el Alto Aragón, aunque la forma correcta castellana sea la pronunciación aguda “mosén”.
Carlos Bravo Suárez
(Fotos: mosen Ramón Baldellou y Torre de Ésera en la actualidad)
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón.
Artículo publicado en Diario del Alto Aragón.
El puente de Tragó de Noguera, que daba acceso de Tragó a Estopiñan y Camporrells, también era colgante i a mi parecer muy similar al de Puente de Montañana, ¿podria ser el tercer puente de Mosen Ramon?, o tal vez una influencia o copia,....
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ResponderEliminarPodria ser este el 3r puente de mosen acequias?