Del antiguo pueblo de Fornons sólo queda en pie una parte de la vieja ermita de Santa María. El resto son algunos montones de piedras diseminados por las proximidades de las ruinas de la que en su momento sería la iglesia parroquial del lugar. No lejos de ellas, pueden verse las paredes de una casa que parece haber sido utilizada como corral de ganado. Junto a su puerta de entrada se puede intuir lo que tal vez fuera un antiguo camino empedrado. Los robustos muros de la ermita de Santa María, construidos para durar, es lo único que ha sobrevivido a los efectos siempre devastadores del paso inexorable del tiempo.
Fornons se alza sobre un escarpe rocoso de las estribaciones de la sierra de Sis. Muy cerca del pequeño pueblo ribagorzano de Biascas de Obarra, en la margen izquierda del valle del río Isábena. Para llegar a Fornons debemos subir hasta la parte alta de Biascas, a un kilómetro de la carretera A-1605 que lleva de Graus al valle de Arán. Allí, muy cerca de un interesante panel informativo, debemos tomar una pista de tierra en dirección a la sierra de Sis. A los pocos metros, y sin ninguna indicación que nos oriente, es necesario abandonar la pista para atravesar un pequeño campo de labor. Enseguida llegamos a un camino que, trazando una curva, discurre por una ladera muy erosionada, en la zona conocida como el Caixigaret. Por un sendero bien marcado llegamos a la fuente de Caials, manantial de aguas muy apreciadas y de comprobados efectos refrescantes en verano. Siguiendo unos metros por el cauce del barranco de ese nombre, giramos enseguida a la derecha para, en una corta subida por una pista desgastada, alcanzar las ruinas de Fornons. Llegar hasta aquí andando desde Biascas de Obarra viene a costar alrededor de media hora. Algo más largo es el acceso al lugar desde el también vecino pueblo de Serraduy.
De Fornons hay una primera noticia documentada el año 905. El matrimonio formado por Sancho y Visimoda donó al monasterio de Obarra una heredad o alodio en dicho lugar. En otro documento del año 1010 ya se cita la existencia de la iglesia de Santa María, y en tres documentos sucesivos de los primeros años de ese mismo siglo XI comprobamos que el monasterio de Obarra acabó haciéndose con la propiedad completa de Santa María y de todo el lugar de Fornons, incluyendo sus hombres y sus tierras. Al convertirse Obarra en priorato dependiente del monasterio de San Victorián de Asán, Fornons pasó a ser parte de los dominios del cenobio sobrarbense en el año 1076. En un documento fechado en 1238 se dice que Joan, capellán de Fornons, y su cuñado Joan de Pardinella compraron al abad de San Victorián un molino abandonado, con el fin de restaurarlo, en el término de Fornons, en el lugar llamado de Entrambasaguas.
Sin embargo, las relaciones entre Fornons y Obarra no siempre fueron buenas. Así, en 1295, el prior de Obarra y el abad de San Victorián ordenaron la detención de Guillermo de Fornons por desacato a la autoridad religiosa. Guillermo consiguió quedar en libertad gracias a la intervención a su favor de Bernardo de Pardinella, lugarteniente del sobrejuntero de Ribagorza. Unos años más tarde, en 1322, el propio Guillermo de Fornons logró liberarse de la sangrante servidumbre de Obarra mediante el pago al nuevo prior de siete sueldos jaqueses.
De la antigua iglesia de Santa María sólo queda en pie una parte del perímetro de sus muros. La techumbre se derrumbó hace tiempo sobre el interior del templo, cubriéndolo casi por completo de unas ruinas sobre las que crecen inevitablemente algunos arbustos. No hace mucho que fue cortado un gran roble o caixigo que ocupaba el espacio interior de la ermita. Queda constancia de la existencia del gran árbol en el tomo I de la edición más reciente de “Arquitectura románica”, de Manuel Iglesias Costa, en una gran fotografía en color que ocupa una página completa del libro. Hoy la maleza continúa creciendo sin tregua por el lugar, dificultando los movimientos de quienes visitan las ruinas del viejo poblado.
La ermita es de una sola nave de planta rectangular. Estaría cubierta con bóveda de cañón con un amplio tramo presbiterial anterior al ábside. De su perímetro se aprecian las paredes de los muros septentrional y meridional y, sobre todo, del ábside semicircular orientado canónicamente al este. Estas paredes son robustas y gruesas, hechas de sillares desiguales, pero bien tallados y dispuestos de manera uniforme y bien alineada. La puerta, casi inapreciable, se abría sobre el muro sur y daba al parecer al antiguo cementerio. En esa misma pared, en los gruesos contrafuertes anteriores al ábside, se puede observar aún una ventana de forma rectangular y derrame interior. En el suelo, junto a las ruinas de la ermita, quedan dos piezas de piedra en forma de arco que constituían al parecer la antigua ventana que se abría en el centro del ábside semicircular.
Don Manuel Iglesias Costa indica en su libro citado que en su opinión las ruinas hoy existentes corresponden a la iglesia de Santa María que aparece en el documento del año 1010. Su construcción dataría por tanto de los primeros años del siglo XI, y es posible que el templo escapara a la devastadora razzia o expedición de castigo que el caudillo musulmán al-Malik realizó sobre la zona en el año 1006. Otros estudiosos del románico, atendiendo a sus características arquitectónicas, fechan la construcción de la ermita en los finales del siglo XI o los inicios del XII.
Asomándonos al extremo del roquedo escarpado sobre el que se levanta la ermita de Fornons, podemos contemplar hermosas vistas del valle del Isábena, la siempre presente y majestuosa silueta del Turbón y algunos de los pueblos que se cobijan al abrigo de esta mítica montaña. Si volvemos la cabeza, tendremos frente a nosotros las imponentes paredes rocosas de la sierra de Sis.
Junto a las viejas piedras de Santa María de Fornons no es necesario imaginar demasiado para retrotraerse a los lejanos tiempos medievales. Aquellos en los que en estos hermosos parajes del valle del Isábena se fraguó el embrión del antiguo Condado de Ribagorza.
Carlos Bravo Suárez
Fornons se alza sobre un escarpe rocoso de las estribaciones de la sierra de Sis. Muy cerca del pequeño pueblo ribagorzano de Biascas de Obarra, en la margen izquierda del valle del río Isábena. Para llegar a Fornons debemos subir hasta la parte alta de Biascas, a un kilómetro de la carretera A-1605 que lleva de Graus al valle de Arán. Allí, muy cerca de un interesante panel informativo, debemos tomar una pista de tierra en dirección a la sierra de Sis. A los pocos metros, y sin ninguna indicación que nos oriente, es necesario abandonar la pista para atravesar un pequeño campo de labor. Enseguida llegamos a un camino que, trazando una curva, discurre por una ladera muy erosionada, en la zona conocida como el Caixigaret. Por un sendero bien marcado llegamos a la fuente de Caials, manantial de aguas muy apreciadas y de comprobados efectos refrescantes en verano. Siguiendo unos metros por el cauce del barranco de ese nombre, giramos enseguida a la derecha para, en una corta subida por una pista desgastada, alcanzar las ruinas de Fornons. Llegar hasta aquí andando desde Biascas de Obarra viene a costar alrededor de media hora. Algo más largo es el acceso al lugar desde el también vecino pueblo de Serraduy.
De Fornons hay una primera noticia documentada el año 905. El matrimonio formado por Sancho y Visimoda donó al monasterio de Obarra una heredad o alodio en dicho lugar. En otro documento del año 1010 ya se cita la existencia de la iglesia de Santa María, y en tres documentos sucesivos de los primeros años de ese mismo siglo XI comprobamos que el monasterio de Obarra acabó haciéndose con la propiedad completa de Santa María y de todo el lugar de Fornons, incluyendo sus hombres y sus tierras. Al convertirse Obarra en priorato dependiente del monasterio de San Victorián de Asán, Fornons pasó a ser parte de los dominios del cenobio sobrarbense en el año 1076. En un documento fechado en 1238 se dice que Joan, capellán de Fornons, y su cuñado Joan de Pardinella compraron al abad de San Victorián un molino abandonado, con el fin de restaurarlo, en el término de Fornons, en el lugar llamado de Entrambasaguas.
Sin embargo, las relaciones entre Fornons y Obarra no siempre fueron buenas. Así, en 1295, el prior de Obarra y el abad de San Victorián ordenaron la detención de Guillermo de Fornons por desacato a la autoridad religiosa. Guillermo consiguió quedar en libertad gracias a la intervención a su favor de Bernardo de Pardinella, lugarteniente del sobrejuntero de Ribagorza. Unos años más tarde, en 1322, el propio Guillermo de Fornons logró liberarse de la sangrante servidumbre de Obarra mediante el pago al nuevo prior de siete sueldos jaqueses.
De la antigua iglesia de Santa María sólo queda en pie una parte del perímetro de sus muros. La techumbre se derrumbó hace tiempo sobre el interior del templo, cubriéndolo casi por completo de unas ruinas sobre las que crecen inevitablemente algunos arbustos. No hace mucho que fue cortado un gran roble o caixigo que ocupaba el espacio interior de la ermita. Queda constancia de la existencia del gran árbol en el tomo I de la edición más reciente de “Arquitectura románica”, de Manuel Iglesias Costa, en una gran fotografía en color que ocupa una página completa del libro. Hoy la maleza continúa creciendo sin tregua por el lugar, dificultando los movimientos de quienes visitan las ruinas del viejo poblado.
La ermita es de una sola nave de planta rectangular. Estaría cubierta con bóveda de cañón con un amplio tramo presbiterial anterior al ábside. De su perímetro se aprecian las paredes de los muros septentrional y meridional y, sobre todo, del ábside semicircular orientado canónicamente al este. Estas paredes son robustas y gruesas, hechas de sillares desiguales, pero bien tallados y dispuestos de manera uniforme y bien alineada. La puerta, casi inapreciable, se abría sobre el muro sur y daba al parecer al antiguo cementerio. En esa misma pared, en los gruesos contrafuertes anteriores al ábside, se puede observar aún una ventana de forma rectangular y derrame interior. En el suelo, junto a las ruinas de la ermita, quedan dos piezas de piedra en forma de arco que constituían al parecer la antigua ventana que se abría en el centro del ábside semicircular.
Don Manuel Iglesias Costa indica en su libro citado que en su opinión las ruinas hoy existentes corresponden a la iglesia de Santa María que aparece en el documento del año 1010. Su construcción dataría por tanto de los primeros años del siglo XI, y es posible que el templo escapara a la devastadora razzia o expedición de castigo que el caudillo musulmán al-Malik realizó sobre la zona en el año 1006. Otros estudiosos del románico, atendiendo a sus características arquitectónicas, fechan la construcción de la ermita en los finales del siglo XI o los inicios del XII.
Asomándonos al extremo del roquedo escarpado sobre el que se levanta la ermita de Fornons, podemos contemplar hermosas vistas del valle del Isábena, la siempre presente y majestuosa silueta del Turbón y algunos de los pueblos que se cobijan al abrigo de esta mítica montaña. Si volvemos la cabeza, tendremos frente a nosotros las imponentes paredes rocosas de la sierra de Sis.
Junto a las viejas piedras de Santa María de Fornons no es necesario imaginar demasiado para retrotraerse a los lejanos tiempos medievales. Aquellos en los que en estos hermosos parajes del valle del Isábena se fraguó el embrión del antiguo Condado de Ribagorza.
Carlos Bravo Suárez
(Fotos: Ábside de la ermita de Santa María de Fornons, piedras posiblemente pertenecientes a la ventana del ábside y vista de Biascas de Obarra)
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón, 10-1-2010)
Hola¡
ResponderEliminarPermiteme presentarme soy tatiana administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu página y está genial, me encantaría contar con ella en mi sitio web y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
Exitos con tu página.
Un beso
tatiana.
ta.chang@hotmail.com
Gracias por tu comentario, Tatiana. Me pongo en contacto contigo vía e-mail.
ResponderEliminarHola Carlos,
ResponderEliminarSoy Jose, y navegando he hallado tus artículos, y me han gustado, por ello, y desde la humildad que obliga ser un escritor que intenta abrirse paso a nivel nacional con una novela, La muerte de Zacarías, te pongo la dirección de mi blog, http://joseliterario.blogspot.com/ por si despertara tu interés. En realidad, es menos política que la editorial en la sinopsis pudiera dar a entender, pero no dependía de mí, lleva sólo un mes desde la presentación y la acogida primera ha sido buena. Bueno, disculpa si soy atrevido, un saludo y enhorabuena por tu blog,
Jose
Gracias por tu comentario, Jose.Visitaré tu blog e intentaré conseguir y leer tu novela, aunque no siempre es fácil ni posible llegar a todo.
ResponderEliminarPor otro lado, no hay nada que disculpar, todo lo contrario. Es lógico que quieras dar a conocer tu libro y, además, lo haces con una humildad que no siempre es frecuente. Ya es un éxito haber publicado la novela. Ojalá te vayan bien las cosas y escribas muchas más.
Un cordial y amistoso saludo.
Carlos
Oh,me encantan estos posts que relacionan la arquitectura con el arte, el arte con la geografía y sobre todas las cosas la historia...me encantaría que nos contaras algo sobre el antiguo condado de la Ribagorza: Sus orígenes,el territorio ocupado por el condado, poblaciones que perduran,señores del condado,Casas y nombres....
ResponderEliminarHoy,en un alarde, me he comprado 4 libros "a sentimiento", me entretendré en tu blog por si los has comentado (aunque no creo,son un poco banales, para leer y leer sin parar!,je,je
Me alegra mucho tener otro comentario tuyo.Iré añadiendo nuevos artículos sobre Ribagorza que espero sigan siendo de tu agrado.
ResponderEliminarEn cuanto a los libros,tengo gustos variados. Me gustaría que me dijeras cuáles te han gustado más de esas cuatro adquisiciones o de otras lecturas recientes.
Leer es una de mis pasiones junto a las excursiones y la bicicleta.
En la primera afición creo que coincidimos ¿También en las otras dos?
Hoy 3 de agosto de 2021 hemos visitado los restos de la ermita de Fornons. Hay muchísima maleza que hace casi imposible visitarla y a lo lejos queda totalmente oculta por los árboles. Aún así me ha encantado la ruta, que inicié en Serraduy, por sus preciosos paisajes. Ciao!
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