Hace un tiempo describí en estas mismas páginas el itinerario de una excursión que, con el Centro Excursionista de la Ribagorza, había realizado desde Muro de Roda hasta Ligüerre de Cinca, en la comarca de Sobrarbe. Al final de aquel largo recorrido, desde el congosto del Entremón (o Entremont) por donde transita el GR-1, veíamos asomar en lo alto de la pared derecha de ese impresionante desfiladero las siluetas de la ermita y la torre defensiva que componen el conjunto medieval de Samitier. Algunos miembros del C.E.R. decidimos entonces que en fechas futuras haríamos una excursión que incluyera ese extraordinario paraje en su recorrido. Después de visitar la zona elegimos un itinerario fácil y poco exigente, jalonado con varias paradas en lugares de gran interés cultural y paisajístico. Consistía en una excursión que debía llevarnos desde el Mesón de Ligüerre, donde habíamos terminado nuestro recorrido anterior, hasta el citado conjunto monumental de San Emeterio y San Celedonio, pasando antes por el pueblo de Samitier y por la ermita de Santa Waldesca. Este itinerario es el que voy a describir sin demasiado detalle en este artículo.
Desde el Mesón de Ligüerre hasta el pueblo de Samitier se puede ir andando siguiendo el GR-1. Es, por tanto, un sendero marcado con rayas rojas y blancas. Entre ambos lugares hay una distancia de poco más de dos kilómetros y medio y un desnivel de unos ciento cincuenta metros. El camino arranca de la izquierda de la carretera que lleva al pueblo de Ligüerre y a Tierrantona, detrás del restaurante del Mesón de Ligüerre, muy cerca de donde se encuentra un panel explicativo de senderos. Se inicia con una fuerte pero corta subida por una ladera algo pelada, pasa después por un pequeño bosque de carrascas y quejigos y, en aproximadamente cuarenta minutos, nos deja en Samitier.
Es éste un pueblo perteneciente al municipio de La Fueva, muy poco habitado durante el año pero con buena parte de sus casas arregladas y aire acogedor en su conjunto. Se extiende longitudinalmente en sentido descendente por una ladera en cuya parte baja destaca una esbelta y llamativa torre que se levanta en el cementerio de la localidad. Es una construcción del siglo XVI, campanario en su momento de la primitiva iglesia del lugar que desapareció por algún motivo desconocido. Tras hacer la obligada visita, ascendemos atravesando todo el pueblo por su calle principal. Pasamos junto a una fuente de piedra y dejamos la iglesia parroquial a la derecha para salir del lugar y seguir por una pista de tierra que, en constante subida y con un desnivel de unos doscientos metros, nos llevará en unos 45 minutos al conjunto fortificado de los santos Emeterio y Celedonio. Este camino carece de marcas pintadas porque ya no corresponde al GR-1, que desde Samitier y en sentido opuesto al nuestro se dirige a la ermita de San Antonio, La Pardina y Castejón de Sobrarbe. Sin embargo, se trata de una pista de tierra que asciende todo el rato en dirección al este y sin posibilidad de pérdida hasta su conclusión en lo más alto de la ladera, donde se encuentra el conjunto medieval principal objetivo de nuestra excursión.
Aproximadamente a mitad de camino, encontramos a nuestra izquierda la ermita de Santa Waldesca. Como la de San Emeterio y San Celedonio fue restaurada por Prames en la segunda mitad de los años noventa. Es una construcción de planta rectangular con dos tramos muy diferenciados y una pequeña cabecera. El primer tramo tiene cubierta de madera a dos aguas mientras que el segundo, mucho más interesante, tiene bóveda de crucería, pintada de azul, con cuatro brazos nervudos que irradian del centro y terminan sobre cuatro ménsulas que representan toscos rostros humanos. En el exterior destacan, ambas en el muro meridional, la puerta de acceso, de arco de medio punto con grandes dovelas, y una bonita ventana de arco apuntado. En las esquinas del edificio se disponen sillares de gran tamaño.
Junto a la ermita encontramos una bifurcación de pistas. Hay que tomar la de la izquierda. Enseguida tendremos, también por el lado izquierdo del camino y justo debajo de nosotros, excelentes vistas del pantano de Mediano. Y, casi de inmediato, en lo más alto de la ladera veremos aparecer la silueta de la ermita de San Emeterio y, sobre ella, los restos de una torre defensiva de tronco hexagonal. Tras una última subida algo más empinada, llegaremos a ese paraje excepcional desde el que se contemplan unas vistas verdaderamente extraordinarias.
El conjunto religioso-militar de Samitier está situado en un lugar impresionante, casi inverosímil. En lo más alto de la montaña, en el extremo de un promontorio rocoso, literalmente colgado sobre los abismos verticales del congosto del Entremón. Consta de una ermita de tres naves con sus correspondientes ábsides, una parte de una torre cuadrangular adosada al extremo oeste de la nave septentrional de dicho templo y, unos metros más al norte, los restos de una torre defensiva de tronco hexagonal. En una elevación rocosa situada a unos trescientos metros más al sur, quedan algunos restos más exiguos de otra torre de vigilancia de corte semicircular.
La ermita o iglesia románica de San Emeterio y San Celedonio fue construida en el siglo XI y, pese a algunas transformaciones, ha conservado en buena medida la mayor parte de los elementos de su edificación original. Fue restaurada, sobre todo para frenar su progresivo deterioro, en los años 1996 y 1997. Por una inscripción que puede leerse en uno de sus arcos interiores, sabemos que ya había sido reformada anteriormente en el año 1893.
Se cree que fue mandada edificar por Ramiro I, quien al parecer, y adelantándose a la creación de las órdenes militares, encargó la custodia del recinto defensivo a una comunidad de monjes soldados en aquellos remotos tiempos medievales. Sería el origen del posterior pueblo de Samitier, que ya se levantó en una zona más cómoda y accesible y con más tierras de cultivo en sus alrededores. El topónimo Samitier parece una clara transformación del inicial San Emeterio.
No voy a describir aquí con detalle este magnífico conjunto monumental. Recomiendo sobre todo su visita y, para quienes deseen saber más sobre el lugar, la lectura de las referencias que se le dedican en las publicaciones existentes sobre el románico aragonés. Entre ellas quiero destacar sendos libritos monográficos dedicados a San Emeterio y a su vecina Santa Waldesca, publicados por Prames en 1999 y escritos por José Luis Acín Fanlo y Antonio Lorenzo Burillo.
Uno de los aspectos más llamativos del conjunto es que para acceder a la torre defensiva es necesario atravesar el interior de la ermita, entrando por su puerta meridional y saliendo por la septentrional. Es también interesante conocer que la verdadera puerta de acceso a la iglesia estaba elevada sobre el nivel del suelo y que se hacía necesario el uso de una escalera lanzada desde el interior para acceder a ella. Dicha puerta, tapiada hoy en parte, quedó más tarde convertida en una ventana situada justo encima de la entrada actual.
San Emeterio y San Celedonio es sin duda uno de los lugares más interesantes de la geografía altoaragonesa. El itinerario que aquí hemos propuesto permite visitar este magnífico conjunto medieval disfrutando de algunos otros atractivos durante el camino que a él nos conduce.
Desde el Mesón de Ligüerre hasta el pueblo de Samitier se puede ir andando siguiendo el GR-1. Es, por tanto, un sendero marcado con rayas rojas y blancas. Entre ambos lugares hay una distancia de poco más de dos kilómetros y medio y un desnivel de unos ciento cincuenta metros. El camino arranca de la izquierda de la carretera que lleva al pueblo de Ligüerre y a Tierrantona, detrás del restaurante del Mesón de Ligüerre, muy cerca de donde se encuentra un panel explicativo de senderos. Se inicia con una fuerte pero corta subida por una ladera algo pelada, pasa después por un pequeño bosque de carrascas y quejigos y, en aproximadamente cuarenta minutos, nos deja en Samitier.
Es éste un pueblo perteneciente al municipio de La Fueva, muy poco habitado durante el año pero con buena parte de sus casas arregladas y aire acogedor en su conjunto. Se extiende longitudinalmente en sentido descendente por una ladera en cuya parte baja destaca una esbelta y llamativa torre que se levanta en el cementerio de la localidad. Es una construcción del siglo XVI, campanario en su momento de la primitiva iglesia del lugar que desapareció por algún motivo desconocido. Tras hacer la obligada visita, ascendemos atravesando todo el pueblo por su calle principal. Pasamos junto a una fuente de piedra y dejamos la iglesia parroquial a la derecha para salir del lugar y seguir por una pista de tierra que, en constante subida y con un desnivel de unos doscientos metros, nos llevará en unos 45 minutos al conjunto fortificado de los santos Emeterio y Celedonio. Este camino carece de marcas pintadas porque ya no corresponde al GR-1, que desde Samitier y en sentido opuesto al nuestro se dirige a la ermita de San Antonio, La Pardina y Castejón de Sobrarbe. Sin embargo, se trata de una pista de tierra que asciende todo el rato en dirección al este y sin posibilidad de pérdida hasta su conclusión en lo más alto de la ladera, donde se encuentra el conjunto medieval principal objetivo de nuestra excursión.
Aproximadamente a mitad de camino, encontramos a nuestra izquierda la ermita de Santa Waldesca. Como la de San Emeterio y San Celedonio fue restaurada por Prames en la segunda mitad de los años noventa. Es una construcción de planta rectangular con dos tramos muy diferenciados y una pequeña cabecera. El primer tramo tiene cubierta de madera a dos aguas mientras que el segundo, mucho más interesante, tiene bóveda de crucería, pintada de azul, con cuatro brazos nervudos que irradian del centro y terminan sobre cuatro ménsulas que representan toscos rostros humanos. En el exterior destacan, ambas en el muro meridional, la puerta de acceso, de arco de medio punto con grandes dovelas, y una bonita ventana de arco apuntado. En las esquinas del edificio se disponen sillares de gran tamaño.
Junto a la ermita encontramos una bifurcación de pistas. Hay que tomar la de la izquierda. Enseguida tendremos, también por el lado izquierdo del camino y justo debajo de nosotros, excelentes vistas del pantano de Mediano. Y, casi de inmediato, en lo más alto de la ladera veremos aparecer la silueta de la ermita de San Emeterio y, sobre ella, los restos de una torre defensiva de tronco hexagonal. Tras una última subida algo más empinada, llegaremos a ese paraje excepcional desde el que se contemplan unas vistas verdaderamente extraordinarias.
El conjunto religioso-militar de Samitier está situado en un lugar impresionante, casi inverosímil. En lo más alto de la montaña, en el extremo de un promontorio rocoso, literalmente colgado sobre los abismos verticales del congosto del Entremón. Consta de una ermita de tres naves con sus correspondientes ábsides, una parte de una torre cuadrangular adosada al extremo oeste de la nave septentrional de dicho templo y, unos metros más al norte, los restos de una torre defensiva de tronco hexagonal. En una elevación rocosa situada a unos trescientos metros más al sur, quedan algunos restos más exiguos de otra torre de vigilancia de corte semicircular.
La ermita o iglesia románica de San Emeterio y San Celedonio fue construida en el siglo XI y, pese a algunas transformaciones, ha conservado en buena medida la mayor parte de los elementos de su edificación original. Fue restaurada, sobre todo para frenar su progresivo deterioro, en los años 1996 y 1997. Por una inscripción que puede leerse en uno de sus arcos interiores, sabemos que ya había sido reformada anteriormente en el año 1893.
Se cree que fue mandada edificar por Ramiro I, quien al parecer, y adelantándose a la creación de las órdenes militares, encargó la custodia del recinto defensivo a una comunidad de monjes soldados en aquellos remotos tiempos medievales. Sería el origen del posterior pueblo de Samitier, que ya se levantó en una zona más cómoda y accesible y con más tierras de cultivo en sus alrededores. El topónimo Samitier parece una clara transformación del inicial San Emeterio.
No voy a describir aquí con detalle este magnífico conjunto monumental. Recomiendo sobre todo su visita y, para quienes deseen saber más sobre el lugar, la lectura de las referencias que se le dedican en las publicaciones existentes sobre el románico aragonés. Entre ellas quiero destacar sendos libritos monográficos dedicados a San Emeterio y a su vecina Santa Waldesca, publicados por Prames en 1999 y escritos por José Luis Acín Fanlo y Antonio Lorenzo Burillo.
Uno de los aspectos más llamativos del conjunto es que para acceder a la torre defensiva es necesario atravesar el interior de la ermita, entrando por su puerta meridional y saliendo por la septentrional. Es también interesante conocer que la verdadera puerta de acceso a la iglesia estaba elevada sobre el nivel del suelo y que se hacía necesario el uso de una escalera lanzada desde el interior para acceder a ella. Dicha puerta, tapiada hoy en parte, quedó más tarde convertida en una ventana situada justo encima de la entrada actual.
San Emeterio y San Celedonio es sin duda uno de los lugares más interesantes de la geografía altoaragonesa. El itinerario que aquí hemos propuesto permite visitar este magnífico conjunto medieval disfrutando de algunos otros atractivos durante el camino que a él nos conduce.
Carlos Bravo Suárez
(Artículo publicado en Diario del Alto Aragón)
(Fotos: Samitier, torre del cementerio de Samitier, ermita de Santa Waldesca, interior de la ermita de Santa Waldesca, conjunto medieval de Samitier -dos fotos-, ermita de San Emeterio y San Celedonio, interior de la ermita, restos del torreón, el conjunto medieval de Samitier visto desde el congosto del Entremón, el pantano de Mediano y el congosto del Entremón vistos desde el conjunto medieval de Samitier)
Pepe Graus.
ResponderEliminarExcelente descripción de la ruta y magnífica exposición del conjunto medieval, fotos adecuadas para el artículo. He tenido la suerte de haber realizado la excursión que comentas.
Muchas gracias. Pepe, por tu comentario.
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