viernes, 11 de febrero de 2011

EL ARTE DE LO SENCILLO


Un padre de película. Antonio Skármeta. Planeta. 2010. 147 páginas.

El escritor chileno Antonio Skármeta (Antofagasta, 1940) logró hace unos años un gran éxito mundial con su novela El cartero de Pablo Neruda. Es, además, autor de otros magníficos libros que han obtenido importantes premios en diferentes lugares del mundo. Su última novela, Un padre de película, es un ejercicio de sencillez con gran fuerza literaria y poética, que se ajusta plenamente a la máxima graciana de “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

La historia está contada en primera persona por Jacques, que ejerce como maestro en un pequeño pueblo llamado Contulmo, en el Chile más rural y atrasado. Jacques vive con su madre porque su padre, Pierre, se marchó supuestamente a París al no poder soportar por más tiempo la triste vida del pueblo. Los habitantes de Contulmo son en su mayoría de etnia mapuche y en el lugar hay una escuela, un molino harinero y poco más. A unas dos horas de tren se encuentra Angol, una población algo más grande que cuenta con cine y burdel.


Con unos pocos personajes, Skármeta crea una historia entrañable y conmovedora, verdaderamente hermosa y tierna. Que habla de amores perdidos y de amores que nacen, de parejas que tal vez se reencuentren, de viajes en un viejo tren en busca de
sexo y compañía, de prostitutas que hablan de geografía y adivinan capitales de países, de la urgencia adolescente por perder la virginidad, de cines con sesión “vermouth” que pasan películas como Río Bravo y Un viento salvaje, de discos de 45 r.p.m. con canciones de Lucho Gatica, Johnny Ray, Paul Anka o Elvis Presley, de permanentes apuros económicos, de amistades que se ayudan en la común carencia, de traducciones del francés de “versos de aldea y no catedrales de palabras” para un periódico comarcal, de la receta para hacer el pan de “baguette”, de alumnos que escriben “El cacareo del sol revienta los tímpanos del gallo”, del maestro que pone largos dictados para mantener a los alumnos en sus asientos.

Un relato contado como un susurro o una confesión, con un lenguaje de frases cortas, rápidos diálogos con las palabras justas, una brevedad exquisita, una ironía triste, una cadencia dulce y llena de ternura.


Un padre de película es una pequeña joya, una novelita deliciosa en la que el lector descubre múltiples sensaciones y disfruta plenamente del difícil arte de lo sencillo.

Carlos Bravo Suárez

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