domingo, 25 de noviembre de 2012

ANTIGUA LUZ


                                                    
                  Antigua luz. John Banville. Alfaguara. 2012. 293 páginas.

La semana pasada reseñamos aquí Muerte en verano, la ultima novela de Benjamín Black, el pseudónimo o alter ego que el escritor John Banville utiliza para sus narraciones de género negro. La propia editorial Alfaguara acaba de publicar recientemente en nuestro país Antigua luz, el esperado nuevo libro de Banville, uno de los novelistas más destacados del actual panorama literario internacional. El autor irlandés ganó el pasado año el prestigioso Premio Franz Kafka y su nombre figuraba hace unas semanas entre los posibles candidatos al Premio Nobel de Literatura.

Antigua luz forma una trilogía con Eclipse (2002) e Imposturas (2003), pero puede leerse con total independencia de las mismas. El narrador de la novela es Alexander Clave, un actor de teatro que a los 65 años recuerda su iniciación erótica con la señora Celia Gray durante los años cincuenta en una pequeña población irlandesa. Él era entonces un fogoso muchacho de solo 15 años y ella, una atractiva mujer madura de 35, que además era la madre de su mejor amigo. Ahora, Alexander está casado con Lydia, con quien tuvo una hija que se suicidó unos años atrás, y va a rodar una película con Dawn Davonport, una de las estrellas cinematográficas del momento.

Estas dos historias se van intercalando en la narración, aunque predominan los recuerdos del episodio amoroso inicial con la señora Gray. Y aquí toma protagonismo uno de los temas de la novela: la memoria, con sus trampas, sus vacíos, sus errores y su difuminación y pérdida con el paso del tiempo y la lejanía de los hechos recordados.

Pero si algo destaca en la narrativa de John Bandeville es su primoroso estilo literario, su cuidado extremo por el lenguaje, su permanente búsqueda de la palabra exacta y de la frase redonda. Si en sus novelas negras tiende a la concisión, aquí cultiva  un periodo más largo y elaborado y se recrea en el detalle. Tanto o más que lo que narra, que en esta novela en definitiva no es demasiado, lo importante en Banville es casi siempre cómo cuenta y verbaliza su relato. En este empeño es innegable su vinculación con la escritura de su paisano Joyce, de la misma manera que en su tratamiento del erotismo hay evidentes ecos de Nabokov. La historia del joven Alex y su iniciación sexual en brazos de una mujer madura guarda algunas similitudes  –tal vez menos de las que algunos han querido ver y con una evidente inversión en el papel de los sexos–  con la famosa novela Lolita del gran novelista ruso afincado posteriormente en Estados Unidos. Sin embargo, en Antigua luz hay muchas más cosas que el lector paciente y atento irá descubriendo gozosamente en su lectura.

Carlos Bravo Suárez
             

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