domingo, 2 de febrero de 2014

POR SI SE VA LA LUZ

         
Por si se va la luz. Lara Moreno. Lumen. 2013. 325 páginas.

Lara Moreno (Sevilla, 1978) es uno de los valores en alza de la nueva literatura española. Autora de los libros de relatos Casi todas las tijeras (Quorum, 2004) y Cuatro veces fuego (Tropo, 2008), y de los poemarios La herida costumbre (Puerta del mar, 2008) y Después de la apnea (Ediciones del 4 de Agosto, 2013), la escritora andaluza ha dado un salto cualitativo en su carrera literaria al publicar su primera novela, Por si se va la luz, con la editorial Lumen del importante grupo Random House Mondadori.

Por si se va la luz es una novela de personajes y mundos interiores, con poca acción y escasa trama. Aunque puede tener un cierto tono apocalíptico, no es en absoluto un relato de ciencia-ficción. No hay referencias temporales concretas –aunque es el mundo actual–, ni tampoco geográficas, salvo la oposición ciudad/mundo rural, como consecuencia de una decadencia urbana, por causas no demasiado explicadas, que supone una cierta vuelta, más o menos obligada por las circunstancias y por una enigmática organización, a la naturaleza y a la vida sencilla del campo.

Nadia y Martín son dos jóvenes treintañeros que abandonan la ciudad y se refugian en una vieja casa a las afueras de una pequeña aldea alejada del mundo. Allí se relacionan con Enrique, un hombre maduro, bebedor y solitario, que regenta un pequeño bar; aunque en la aldea más que el comercio con dinero se practica el canje de productos y alimentos básicos. En ese remoto lugar viven también dos personas mayores: Damián, un viudo que sueña con el mar y cae irremediablemente enfermo; y Elena, una vieja medio bruja que prepara tisanas y brebajes, convive con un cerdo, cultiva un huerto y luego cría pollos y gallinas que proveen de huevos a la pequeña comunidad. Más tarde, regresa de la ciudad Ivana, una mujer que había dejado la aldea y trae ahora consigo a una hija adoptiva de origen ruso llamada Zhenia. Estos son los siete personajes que llenan el libro y van intercalando sus visiones y pensamientos a la largo de sus páginas. Cuatro de ellos son narradores internos en primera persona; los otros tres aparecen a través de un narrador externo omnisciente.

Además de sobrevivir y adaptarse a las nuevas condiciones de vida que excluyen la mayor parte de las comodidades urbanas, los personajes se ven obligados a enfrentarse a ellos mismos, a su pasado y su futuro, a sus contradicciones, sus miedos y sus nuevos deseos. El viaje a esa remota y alejada geografía supone, por tanto y ante todo, un viaje interior y una vuelta, no del todo idealizada, a los orígenes elementales de la especie: el huerto, el cerdo y las gallinas, la caza, el trueque, la supervivencia. Pero también hay literatura y libros en ese mundo casi primigenio; de Kapuscinski, Anne Sexton o Sylvia Plath, entre otros. Y unas relaciones humanas complejas que, en general, y con algunas dudas y vaivenes, se hacen amables, de mutua comprensión y ayuda entre los pocos habitantes de la pequeña aldea.

No es Por si se va la luz un mal debut de la escritora sevillana en la novela. Tal vez se le notan demasiado sus querencias por el relato breve y la poesía; pero, en cualquier caso, compone una emotiva y hermosa narración intimista, que coincide con unos momentos de crisis que tal vez nos obligue a reconsiderar las relaciones humanas modernas y nos empuje, con lo bueno y lo malo que eso puede suponer, a retornar en cierto modo a formas de vida más elementales y sencillas.

Carlos Bravo Suárez

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