martes, 29 de julio de 2014

ENVUELTO EN LA SENYERA (O TREINTA AÑOS DESPUÉS)

He tenido que esperar treinta años. En 1984, yo vivía en Barcelona cuando estalló el caso Banca Catalana. Recuerdo cómo el entonces presidente Jordi Pujol se envolvió en la senyera y dijo que aquello era una jugada indigna de Madrid y un ataque a Cataluña. Recuerdo cómo, sin levantar la voz y con argumentos, me atreví a criticar esa actitud con un grupo de amigos y conocidos que me tacharon de anticatalán, centralista y algunas cosas peores, en medio de una exaltación que nunca había visto antes en ellos. 

Yo, hasta entonces y aun después y ahora, había defendido siempre el Estatut y la lengua y la cultura catalanas; pero aquello supuso un punto de inflexión en mi percepción de la realidad catalana y la constatación del peligro que significaba para la razón y la tolerancia el creciente fervor nacionalista. Ahora sé que aquel líder que clamó contra Madrid y llamó a los suyos a manifestarse a su favor ya tenía entonces dinero sin declarar en una cuenta suiza y, treinta años más tarde, sospecho que todo aquello fue un ejercicio cínico de hipocresía y el inicio de una estrategia que nos ha llevado hasta la complicada situación actual que vive la sociedad catalana.
                                                                                                                                       
Carlos Bravo Suárez


Carta publicada en los diarios La Vanguardia, El Mundo (con ligeras variaciones y con el título de "Jordi Pujol y la cuestión catalana")  y El País.



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