domingo, 4 de enero de 2015

LA MUERTE DEL PEQUEÑO SHUG


                             
 “La muerte del pequeño Shug”. Daniel Woodrell. Alba Editorial. 2014. 216 páginas.

            Hace algo menos de un año, reseñé en esta sección “Los huesos del invierno”, de Daniel Woodrell  (Springfield, Misuri, 1953). Una novela sobria, realista, impactante y dura que había sido llevada al cine en una magnífica película, dirigida por Debra Granik y protagonizada por una jovencísima Jennifer Lawrence, que ganó el festival de cine independiente de Sundance de 2010 y tuvo cuatro candidaturas a los premios Oscar. Gracias al film, conocimos la novela homónima que el año pasado publicó en España la exquisita Alba Editorial. Descubrimos así a un excepcional novelista a quien grandes escritores, como Dennis Lehane o George Pelecanos, consideran un autor esencial e imprescindible de la narrativa norteamericana contemporánea. La misma editorial Alba publicó en 2014 “La muerte del pequeño Shug”, no menos cruda e impactante que la anterior y también inscrita en lo que, en expresión acuñada por su autor, se ha venido en denominar "country noir".

            Como “Los huesos del invierno”, “La muerte del pequeño Shug” transcurre en las montañas de Ozark, en el estado de Misuri, cerca de la frontera con Arkansas, en una de las zonas más pobres y socialmente más deprimidas de los Estados Unidos. El propio Daniel Woodrell nació y vive en esas montañas, a las que, como explica en una apéndice del libro, llegaron gentes procedentes de Kentucky y Tennesse –entre ellos su familia– que consideraban que esos estados eran “demasiado civilizados y fácilmente gobernables”. En la región viven numerosos alcohólicos y drogadictos, que fabrican metanfetaminas en sus cocinas y llevan una vida llena de instintivo primitivismo, degradación y violencia.

            Si la protagonista de “Los huesos del invierno” era una chica de dieciséis años con un padre en la cárcel y dos hermanos pequeños y una madre loca a quienes cuidar, el principal personaje de “La muerte del pequeño Shug” es Morris "Shug" Atkins, un niño gordito de trece años que vive con su atractiva pero cada vez más alcoholizada madre Glenda, quien está dominada por Red Akins, un pequeño delincuente enganchado a las drogas y presunto padre de Shug, al que no duda en utilizar, ejerciendo sobre él la violencia física cuando lo cree necesario, para efectuar robos de medicinas a enfermos de la zona. El niño se verá obligado a vivir una serie de situaciones extremas que lo llevarán a un precipitado, terrible y emocionalmente impactante final de la infancia, que el autor ha sintetizado con precisión en el metafórico título de la novela.

            Como no puedo extenderme mucho más en estas líneas, reproduzco unas palabras de Dennis Lehane en uno de los anexos que complementan la edición española del libro y que definen perfectamente las dos obras que hasta ahora conocemos aquí de Daniel Woodrell: “Sus novelas tratan de temas escandalosos: asesinato, tribalismo, incesto y la estupidez de la regeneración a través de la violencia como concepto, sin caer en el sensacionalismo en su manera de narrarlos. Escribe, en cambio, con una claridad poética tal que su prosa parece lavada y relavada en un arroyo frío”. Probablemente las novelas de Daniel Woodrell no figurarán jamás entre las más vendidas, pero están envueltas en una afilada y salvaje poesía y pertenecen sin duda a la mejor literatura realista contemporánea.

Carlos Bravo Suárez

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