“Felices los felices”. Yasmina Reza.
Anagrama. 2014. 192 páginas.
Yasmina Reza (París,
1959) es una destacada escritora francesa de origen judío. De padre ruso-iraní
y madre húngara, comenzó en el mundo artístico como actriz y pasó después a
escribir varias obras teatrales por las que ha recibido importantes premios en
el país vecino, incluido el Gran Premio del Teatro de la Academia Francesa del
año 2000 en reconocimiento a toda su carrera como dramaturga. Tras una década
sin escribir teatro, regresó en 2007 con “Un dios salvaje”, que fue adaptada al
cine en 2011 por Roman Polanski, para quien había traducido anteriormente “La
metamorfosis” de Kafka. “Felices los felices”, publicada recientemente en
nuestro país por Anagrama, es su séptima novela.
“Felices los felices” es una obra coral dividida en
dieciocho capítulos en los que otros tantos personajes, que al principio
parecen no tener nada en común, cuentan en primera persona un episodio de su
vida que, aunque en algún caso aparenta ser banal, siempre acaba resultando
significativo. A la manera de la película “Vidas cruzadas”, de Robert Altman,
las existencias de estos dieciocho personajes se van entrelazando componiendo
una compleja telaraña de relaciones vitales. Una cita de Borges (“Felices los
amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices”)
sirve de arranque a esta polifonía de voces y sentimientos dispares. Como reza la
contraportada de la edición española, se trata de un conjunto de relaciones
extramatrimoniales, tendencias sadomasoquistas, insatisfacciones sexuales y
fantasías consumadas, rupturas, decepciones, y, también, algunos finales
felices.
La abundante presencia de relaciones extraconyugales hace
que la novela se pueda interpretar en buena medida como una clara y explícita
crítica a la pareja tradicional y al matrimonio. Algo que la autora ha
manifestado claramente en alguna entrevista reciente, en la que llega a afirmar
que “el matrimonio es una construcción perfecta para la práctica del adulterio”.
Pero no sólo hay relaciones adúlteras en “Felices los felices”, hay personajes
esclavos de su situación social, mujeres a las que les gusta sentirse
dominadas, un homosexual que sólo tiene sexo pagando por él, una anciana que
implora a su padre muerto para que desde el más allá le conceda una persona que
la acompañe en sus paseos por el campo, un jugador de cartas compulsivo que en
un arrebato colérico llega a comerse un naipe, un joven que enloquece porque se
cree Céline Dion, una mujer que sufre alzhéimer, algunas parejas y varios padres
e hijos que discuten por cualquier nimiedad, y también la siniestra presencia
de la muerte y las discrepancias sobre la conveniencia o no de la incineración de
los cadáveres después de que esta llegue. En su mayoría son seres heridos,
desolados, casi siempre solos en el fondo, que buscan la felicidad por diversos
y tortuosos caminos y no siempre la hallan.
Yasmina Reza es atrevida y políticamente incorrecta.
Desbarata tópicos y no cree demasiado en los sentimientos como camino a la
felicidad. Uno de los personajes de la novela afirma que “es una estupidez
pensar que el sentimiento acerca, por el contrario, consagra la distancia entre
las personas”. Tampoco, por otro lado, prescindir de ellos evita la desdicha y
la soledad, aunque tal vez las atempera. En resumen, una novela áspera y
amarga, aunque no exenta para nada de ironía, que por momentos parece rozar el
existencialismo y que, si no pude decirse que lo abraza por completo, se mueve casi
siempre en las antípodas de cualquier romanticismo más o menos edulcorado.
Carlos
Bravo Suárez
Lo disfruté tanto en sus pequeñas piezas como el conjunto del mosaico. Es una autora a la que tendré más en cuenta.
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