domingo, 31 de julio de 2016

UNA PRIMAVERA DE PERROS

Una primavera de perros”. Antonio Manzini. Salamandra. 2016. 286 páginas.

No es fácil encontrar autores nuevos de novela negra que aporten una visión diferente y personal a los habituales convencionalismos del género. Se publica tanto y está tan de moda en los últimos años esta corriente narrativa que cada vez resulta más difícil separar el grano de la abundante paja que lo envuelve. El pasado año leí “Pista negra”, cuya reseña se publicó en abril en esta misma sección, y me pareció un magnífico relato policiaco, diferente aunque dentro de los cánones del género, bien escrito, ambientado en el valle de Aosta y protagonizado por un policía poco ortodoxo, atormentado y nostálgico, con una pasado oscuro y desplazado, como castigo por alguna actuación anómala anterior, de su hábitat natural romano a las para él inhóspitas y extrañas tierras alpinas del norte de Italia.

El singular policía protagonista se llamaba Rocco Schiavonne, subjefe aunque muchos insistan en llamarlo siempre comisario, y el escritor a seguir era el italiano Antonio Manzini (Roma, 1964), actor de cine y televisión, con dos novelas anteriores y varios relatos escritos conjuntamente con Niccolò Ammaniti y ahora también autor de tres novelas protagonizadas por el citado Schiavonne, que se han convertido en un enorme éxito de crítica y público en Italia y se están traduciendo y editando en numerosos países europeos. En España, y las tres en la colección “black” de Salamandra, a la citada “Pista negra” le han sucedido “La costilla de Adán” y “Una primavera de perros”. Esta última, publicada muy recientemente con traducción de Regina López Muñoz y Julia Osuna Aguilar,

Si “Pista negra” era una buena novela, “Una primavera de perros” es, en mi opinión, todavía mejor. El relato profundiza más en el personaje Schiavonne, que sigue inadaptado al medio, destrozando zapatos “clarcks” porque se niega a calzar botas de montaña, en todo momento nostálgico de Roma y sus amigos y de su esposa muerta con la que sigue dialogando en soledad, malhumorado y sarcástico con compañeros y enemigos, escaqueándose siempre que puede de los periodistas; pero entregándose a fondo y dejándose la piel en cuanto toma las riendas de un caso y decide investigarlo. Esta vez la historia arranca con un accidente de tráfico de madrugada en el que mueren el conductor de una furgoneta y su acompañante. Schiavonne quiere esquivar el caso, pero debe investigarlo porque el vehículo llevaba extrañamente una matrícula falsa. El suceso coincide con el secuestro de una joven estudiante del instituto de Aosta, tras una noche de discoteca en la que uno de los chicos de la pandilla estuvo hablando con los fallecidos en el accidente. La chica es hija de una rica y conocida familia del valle, propietaria de una importante empresa que estaba hasta hace poco en graves apuros económicos, de los que parece haber salido gracias a un extraño préstamo salvador que sin embargo no proviene del principal banco de la comarca. Schiavonne inicia la investigación de lo que intuye como una oscura trama mafiosa, más propia de la Roma de donde él procede que del tranquilo valle al que ha sido trasladado como castigo. Su prioridad, usando la vehemencia y los métodos poco ortodoxos habituales, será siempre salvar la vida de la joven secuestrada.

Al relato de la investigación policial del caso se suman los diálogos introspectivos de Rocco con su esposa muerta, que ya aparecían en “Pista negra”, y la inesperada presencia de la novia de uno de sus amigos romanos, que propiciará la aparición final de una triste y trágica fatalidad y contribuirá sin duda a acentuar el carácter nostálgico y atormentado del policía en futuras entregas de la serie. Además, la novela adopta diferentes puntos de vista, con varias voces y diversas líneas narrativas que mantienen siempre viva la intriga hasta su confluencia final. Ello hace de “Una primavera de perros” una novela no sólo entretenida y amena para cualquier lector, sino dotada además de una rica, y en cierto modo compleja, estructura literaria. Sin olvidar su contenido social y de denuncia, tan ligado desde siempre al género negro: escandalosas diferencias económicas en la sociedad italiana, presencia de grupos mafiosos que actúan por todo el país y llegan a confabularse con los propios bancos o, incluso, las evidentes y crecientes penurias de la policía a la hora de llevar a cabo sus investigaciones.

Al parecer, Manzini y su personaje Schiavonne se han convertido en todo un fenómeno literario en Italia, por lo que la continuidad de la serie narrativa parece asegurada. Estaremos atentos a próximas entregas.

Carlos Bravo Suárez


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