domingo, 11 de septiembre de 2016

APÓSTOLES Y ASESINOS

Apóstoles y asesinos”. Antonio Soler. Galaxia Gutenberg. 2016. 440 páginas.

“Apóstoles y asesinos” es la última novela de Antonio Soler (Málaga, 1956). El escritor malagueño es autor de una docena de obras narrativas, entre las que destacan “Las bailarinas muertas” (Premio Herralde y Premio de la Crítica en 1996), “El camino de los ingleses” (Premio Nadal en 2004) o su penúltima novela “Una historia violenta” (2013). Ahora, con “Apóstoles y asesinos” Soler recrea la vida del mítico líder anarcosindicalista catalán Salvador Seguí (1886 – 1923), más conocido como El noi del sucre. Y, de paso y de manera muy documentada, nos presenta un extraordinario friso social de la Barcelona convulsa, obrera y violenta de las dos primeras décadas del siglo XX.

Podríamos decir con bastante propiedad que “Apóstoles y asesinos” es un libro de historia contado como una novela. Y que se lee con la fluidez y amenidad de una buena novela. El narrador es el propio autor y cuenta su relato en tercera persona, mirando hacia atrás desde los tiempos actuales. A pesar de algunas, tal vez sorprendentes, referencias por similitud a Johnny Deep, Scorsese o Coppola, el narrador apenas opina y busca y consigue la mayor objetividad y el máximo rigor histórico en su relato. El eje central es la vida de El noi del sucre, pero son muchos los personajes que aparecen en la novela y algunos adquieren un gran protagonismo. Así ocurre con tres grandes figuras de la política catalana de la época: Lluís Companys, Francesc Layret y Ángel Pestaña. Con los dos primeros mantuvo Seguí relaciones de amistad y compartió destino trágico. Como Pestaña, militó en el anarcosindicalismo y en la CNT; aunque ambos pasaron de un inicial distanciamiento personal a una coincidencia en el alejamiento y rechazo de la violencia y una progresiva aproximación a la política.

Porque el libro muestra también la evolución sindical de Salvador Seguí, desde sus radicales posiciones juveniles a unos postulados cada vez más pacíficos y conciliadores. Sin abandonar jamás su compromiso obrero y la defensa inquebrantable de los derechos de su clase social, entendió la inutilidad de la violencia y de la acción directa de algunos de sus correligionarios y consideró que la liberación obrera debía estar indisolublemente unida a la formación cultural de los trabajadores. Él mismo, pese a sus humildes orígenes y su oficio de pintor de paredes, fue un buen lector, un hombre de una elocuencia proverbial y un colaborador asiduo de la prensa anarcosindicalista de la época. Si hubiera llegado a participar en política, como hizo posteriormente su compañero Pestaña, es algo que su muerte violenta nos impidió saber. La muerte de Seguí está anunciada por el narrador desde el inicio del libro y son magistrales las páginas en que se narra su asesinato en las calles del Raval barcelonés.

La otra gran protagonista de “Apóstoles y asesinos” es Barcelona, una ciudad absolutamente convulsa y violenta en ese periodo inicial del siglo XX. Una ciudad industrial donde prendió como en ningún otro lugar la llama del anarquismo y donde los asesinatos callejeros se sucedían a diario, tanto por causa de la feroz represión gubernamental, dirigida por personajes tan siniestros como Martínez Anido o Miguel Arlegui, como por los pistoleros a sueldo del sindicalismo amarillo o de algunos anarquistas aficionados a los atentados con pistola o bomba. Una imparable espiral de violencia y sangre. El libro cuenta los episodios que se suceden en la ciudad o la repercusión e influencia que en ella tienen los ocurridos en otros lugares: el incipiente catalanismo de la Lliga Regionalista, la Primera Guerra Mundial, la larga huelga de La Canadiense, la Semana Trágica, la Revolución rusa, la aplicación de la ley de fugas, el nacimiento de la FAI o los momentos previos a la inminente dictadura del general Primo de Rivera. El relato apenas abandona la ciudad condal. Sólo visita Mahón, en la isla de Menorca, donde Seguí y otros anarquistas fueron deportados por un tiempo, o acompaña a Madrid a los anarquistas catalanes que van a asesinar al entonces presidente del gobierno Eduardo Dato.

La dicotomía del título del libro muestra la doble cara del anarquismo español. La tremenda violencia urbana de esos años en la ciudad condal preludia y ayuda a entender mejor la posterior Guerra Civil española y su inusitada crueldad. Antonio Soler cuenta con oficio literario y rigor histórico un periodo importante de nuestro pasado. La vida de Salvador Seguí sirve para presentar de manera bastante completa el contexto histórico del momento y la cruenta realidad social de la Barcelona obrera del primer cuarto del siglo XX.

Carlos Bravo Suárez

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