miércoles, 26 de enero de 2022

EXCURSIÓN AL CASTILLO RIBAGORZANO DE MONESMA




      El grupo grausino Tardes al Sol organizó la pasada semana una excursión por el municipio ribagorzano de Monesma y Cajigar. El recorrido, en su mayor parte circular, incluyó paradas en la ermita de San Antonio, Las Badías, El Puyol y la ermita de Santa Valdesca y los restos del castillo medieval de Monesma.

Los dieciocho participantes en la actividad salimos de Graus a las 8.30 horas y nos dirigimos en coche hasta Castigaleu, situado a 25 km de la capital ribagorzana. Desde allí, continuamos por un tramo de la carretera que va a Monesma y Cajigar hasta el Km 15 de la A-2613, donde el GR-1 cruza la carretera y hay, a la derecha, un poste indicador y una explanada en la que aparcamos los vehículos. Nuestro primer objetivo era la ermita de San Antonio, o Sant Antoni, situada en un pequeño cerro a la izquierda de la carretera. Atentos a las marcas rojiblancas del GR-1, ascendimos por una ladera con bosque de robles y en menos de un kilómetro llegamos a la ermita. Se trata de una construcción grande y moderna, resultado de la restauración realizada en 2015, junto a la que se levantan varios robles centenarios.

Desde la ermita, descendimos por una pista de tierra hasta la carretera y por ella retornamos al lugar donde estaban los coches para conectar de nuevo con el GR-1, ahora ya al otro lado de la calzada, y bajar hasta el barranco de San Antonio. Tras cruzarlo sin dificultar, por un bello camino con paredes de piedras secas a ambos lados, ascendimos hasta Las Badías. Era este el centro administrativo y religioso de Monesma, un municipio con más de treinta casas en un hábitat muy disperso. Aquí había tres casas, hoy deshabitadas, y el ayuntamiento, la iglesia parroquial de San Vicente, la escuela y el cementerio, que sigue siendo el lugar de enterramiento de las gentes del lugar. El pequeño caserío se dispone en torno a una espaciosa plaza central. En ella, y al calor de un sol ya radiante, hicimos una parada para comer algo y reponer fuerzas.

Desde Las Badías proseguimos, siempre por el GR-1, hasta El Puyol, antigua aldea de seis casas de las que solo la Casa Sarroca, que contaba con capilla propia, sigue hoy habitada. Allí abandonamos el GR-1 para ascender por una pista de tierra y, en menos de media hora, llegar a lo alto del cerro en el que, a 1240 m. de altitud, se hallan los restos del antiguo castillo medieval de Monesma. De esta importante fortaleza, construida en el siglo XI por el rey Sancho el Mayor, solo quedan restos del ábside de la antigua iglesia castrense en el extremo norte y la base de la torre defensiva y de vigilancia en el extremo sur.  En el antiguo aljibe, próximo a la iglesia castrense, se construyó más tarde la pequeña ermita de Santa Valdesca, a la que se va en mayo en romería. Las vistas de los Pirineos aragonés y catalán y de las tierras situadas más al sur son extraordinarias. Tras disfrutar del lugar, descendimos a El Puyol y bajamos hasta la carretera que, rodeando el castillo de Monesma, seguimos hasta Las Badías para retornar por el GR-11 hasta el punto de inicio y terminar así nuestra ruta.

         Fue un recorrido de 13 km, con 454 m. de desnivel acumulado. El punto más alto fueron 1240 m. y 900 m. el más bajo. Invertimos algo más de cinco horas, incluyendo las largas paradas en los lugares visitados

domingo, 23 de enero de 2022

SEGUNDA CASA


Con la publicación de su trilogía “A contraluz” –compuesta por las novelas “A contraluz” (2016), “Tránsito” (2017) y “Prestigio” (2019)– Rachel Cusk (Canadá, 1967) se convirtió en una de las voces más originales e innovadoras del panorama literario actual. Su posterior libro “Despojos” (2020), en el que cuenta la crónica personal e íntima del periodo posterior a su separación matrimonial, aumentó aún más su aureola de autenticidad y sinceridad literarias.

Raquel Cusk, hija de británicos, nació en Canadá, pasó su infancia en Los Ángeles y estudió Literatura inglesa en Oxford. Como protesta y reacción ante el Brexit, el pasado año abandonó Inglaterra y se trasladó a París, ciudad en la que reside en la actualidad. El pasado otoño, la editorial Libros del Asteroide, que ya había editado sus anteriores libros en nuestro país, publicó su última novela “Segunda casa”, con traducción del inglés de Catalina Martínez Muñoz.

“Segunda casa” está narrada en primera persona por una voz femenina que utiliza la abreviación M. La narradora explica la historia a un tal Jeffers, a quien se dirige con frecuencia y de quien nada sabemos en todo el relato. M. es  una mujer de cincuenta años que vive con su actual pareja, Tony, un hombre bueno y tranquilo, en unas marismas, un lujar bastante remoto y alejado de todo. En su último viaje a París, M. estuvo viendo una exposición de un pintor cuyo nombre también aparece abreviado como L. Impactada por el efecto que han producido en ella sus cuadros, al cabo de un tiempo, M. invita a L., a quien no conoce ni ha visto nunca, a pasar un tiempo en la marisma. En un edificio separado del suyo, que su marido Tony ha construido para invitados y al que ellos llaman la segunda casa. L. acepta la invitación y se presenta en el lugar con una joven atractiva y extrovertida llamada Brett. Con Tony y M. se encuentran también en esos días Justine, hija de M. con su anterior pareja, y su novio Kurt. La llegada del pintor y su amiga va a alterar la convivencia en la casa y, sobre todo, va a generar un verdadero conflicto interior en M.

Desde luego, una de las características de la narrativa de Rachel Cusk es el profundo análisis de la psicología y los conflictos y emociones internas de los personajes. En este caso, podríamos decir que el personaje profundamente “autopsicoanalizado” es M., una mujer con tendencia a hurgar en los recovecos más escondidos de su intimidad y a diseccionar sus sentimientos y emociones. Como muy bien expresa Begoña Méndez en El Cultural, “la obsolescencia de la belleza de las mujeres, la pérdida de su estatuto como objetos de deseo, el amor y el matrimonio, la maternidad y la familia, la feminidad como autoagresión y la masculinidad todopoderosa son, de nuevo, los ejes temáticos de esta novela, que engarza con una lógica admirable con su trilogía “A Contraluz” así como con “Despojos”.

Pero hay otros temas de interés en la novela. Uno, no menor, es el papel del arte y del artista y el contraste que se produce en ocasiones entre el efecto terapéutico o casi religioso del arte como fuente de belleza salvadora que logra aflorar las emociones más profundas y el carácter egocéntrico y destructivo de algunos artistas de personalidad dañina. También Begoña Méndez explica bien esta contradicción: “La novela se adentra sin pudor en la fisura que se abre entre un hombre y su obra: señala sus privilegios y también la herida infectada en que puede convertirse la vida de un creador”. En ese sentido esa segunda casa del título del libro es como el reverso de la otra, en la que Tony encarna la paz y tranquilidad que no parecen suficientes para contrarrestar el deseo que se enciende en M. con la presencia del pintor. En cierto modo, el arte y el artista son en este caso un doctor Jekyll y un Mr. Hyde. Como lo son, en cierto modo, Tony y L. Es, sin embargo, M. la que se debate entre ambos polos.

Hay un párrafo al inicio de la novela que es bastante representativo de lo que luego se cuenta en ella: “¿Por qué vivimos tan dolorosamente en nuestras ficciones? ¿Por qué sufrimos tanto por cosas que nosotros mismos nos hemos inventado? ¿Tú lo entiendes, Jeffers? He querido ser libre toda mi vida y no he sido capaz de liberar ni el dedo meñique del pie”. Como la propia Cusk indica, “Segunda casa” está inspirada en “Lorenzo en Taos”, la crónica que en 1932 escribió Mabel Dodge Luhan sobre la estancia del escritor D. H. Lawrence en su casa de Taos, en Nuevo México.

La novela transcurre en gran medida, como si de una obra de teatro se tratara, en espacios interiores, con solo algún momento de encuentros en el exterior, junto al mar, en la marisma. Priman, en cierto modo, sobre los actos, que son en cualquier caso determinantes, los análisis de los pensamientos y las emociones y reflexiones de la narradora. En ese sentido, la narración es un monólogo interior en forma de confesión al mencionado Jeffers, que podría ser cualquiera de los lectores del libro. “Segunda casa” es una estupenda novela, original y bien construida, pero también es un relato perturbador e inquietante, que obliga a una lectura atenta, reflexiva y profunda.

miércoles, 19 de enero de 2022

EXCURSIÓN NOCTURNA A LA RENCLUSA CON RAQUETAS DE NIEVE



El Centro Excursionista Ribagorza organizó el pasado sábado una excursión nocturna con raquetas de nieve desde Llanos del Hospital hasta el refugio de la Renclusa, en el valle de Benasque. Fue una magnífica experiencia  en una noche muy fría, pero sin viento, y con una luna casi llena que iluminó intensamente el paisaje nevado por el que realizamos nuestro recorrido. En la actividad participamos 22 excursionistas, de los que 19 realizamos el itinerario completo.

La salida desde Graus se produjo a las 16.30 horas. Con nuestros vehículos nos desplazamos hasta Benasque y Llanos del Hospital, donde termina la carretera. En el aparcamiento del hotel que es hoy el antiguo hospital de montaña para acoger a quienes pasaban la frontera con Francia, aparcamos nuestros vehículos algo antes de las 18 horas. Tras coger las raquetas aquellos que necesitaban alquilarlas y calzárnoslas casi todos, a 1758 m. de altitud, iniciamos la excursión a las 18.20 horas. La temperatura a esa hora era de -7,5º, pero íbamos bien abrigados y la sensación de frío fue menguando a medida que nos pusimos a caminar.

Desde Llanos de Hospital  a la Besurta, pasando por el Plan de Están, fuimos siempre por la pista de esquí de fondo. En La Besurta, a 1920 m. de altitud, hicimos una breve parada. A partir de aquí, la pista se termina y continuamos por la huella que estaba marcada en la nieve, que encontramos en perfecto estado para el uso de las raquetas Aunque llevábamos nuestros frontales encendidos, la luna, brillando en un cielo estrellado, iluminaba nuestro camino. Dejamos a la izquierda el itinerario que lleva al Forau de Aigualluts y abordamos con decisión y buen ánimo la empinada subida a La Renclusa. A las 8.20 horas, llegamos al refugio, situado a 2140 m. de altitud. Allí, tal como habíamos concertado, nos esperaban para cenar.

Durante unas dos horas, estuvimos en el refugio, donde dimos buena cuenta de los huevos fritos con beicon que nos prepararon los guardas y cocineros del refugio. Tras hacernos una foto de grupo, y bien cenados y contentos por el buen ambiente reinante, a las 22.25 horas, iniciamos la bajada. Con atención para evitar resbalones, aunque la nieve no estaba muy helada, fuimos descendiendo por el mismo itinerario de subida. Hicimos otra parada en La Besurta y, con cuidado de no pisar la huella trazada para los esquiadores, volvimos por la pista hasta el Hospital. Allí llegamos un poco antes de las doce de la noche, con una temperatura de -9,5º. Devolvimos las raquetas alquiladas y con nuestros vehículos retornamos a Graus. Allí llegamos pasada la una de la madrugada y con una temperatura de -6,5º.

El recorrido de la excursión fue de poco más de 11 km y el desnivel acumulado de 434 m. Invertimos aproximadamente 5 horas y 45 minutos, aunque descontando las dos horas que estuvimos en el refugio, el tiempo en movimiento fue de algo menos de cuatro horas. La alegría y satisfacción de todos los participantes fue manifiesta y todos coincidimos en que había sido una experiencia inolvidable. Una noche mágica y extraordinaria

miércoles, 12 de enero de 2022

EXCURSIÓN CIRCULAR DESDE BENABARRE A LA SIERRA DE LA MELLERA


La pasada semana el grupo grausino Tardes al Sol organizó una excursión circular desde Benabarre a la Sierra de La Mellera, en la parte más oriental de la Sierra del Castillo de Laguarres. Los excursionistas iniciamos y terminamos el recorrido en el Parque de San Medardo, situado a las afueras de Benabarre.

La salida de Graus fue a las 8.15 horas. Nos dirigirnos en coche hasta Benabarre y, a la entrada del pueblo, tomamos a la izquierda la carretera A-1606, que abandonamos enseguida a la derecha por otra más estrecha que lleva al cementerio de Benabarre y, luego, por pista en perfecto estado, hasta San Medardo. En el aparcamiento señalizado situado en el extremo del parque, dejamos nuestros vehículos.

San Medardo es un sitio muy querido por los benabarrenses y muy concurrido por visitantes de distintas procedencias. Es un parque con árboles y mesas, muy bien acondicionado para hacer comidas y meriendas campestres. Junto a un enorme nogal, se halla la ermita dedicada al santo, un obispo francés que es patrón de la villa benabarrense. Tras visitar el lugar, empezamos nuestra excursión andando por el llamado camino del Coll, que coincide con el GR-18.1.

A los pocos metros del inicio del recorrido, dejamos a la derecha las ruinas del antiguo convento de Linares, otro lugar benabarrense de gran importancia histórica del que solo quedan restos de su iglesia. Siempre por pista y ya entre bosques de pinos, dejamos a la izquierda el arruinado Mas del Cerillo y a la derecha un pequeño embalse. Pasamos junto a la Font del Engardaix (Fuente del Lagarto) y llegamos a la casa del Coll. Rebasada unos metros esta construcción, abandonamos el GR-18 y tomamos una pista a la derecha. Tras pasar por un bosque de pinos y robles, llegamos al cerro de la Ternuda y a un espacio abierto. Estamos ya en la sierra de la Mellera y las vistas del Pirineo y de una parte del valle del Isábena son extraordinarias. Debajo, además de Laguarres y Lascuarre, tenemos la Casa de la Ternuda y su ermita románica de San Marcos, antiguo importante lugar de paso y hoy en progresiva ruina. Seguimos por lo alto de la sierra siempre en dirección al este hasta llegar al mirador de la Mellera.

Allí, a 1105 m. de altitud, se hallan los escasos restos del antiguo castillo medieval y los muros de una construcción en el extremo de una roca. Las vistas desde este punto son excepcionales. Tras una parada en esta magnífica atalaya, descendimos ya siempre por el PR-HU131. Pasamos por las casas dispersas que componen el poblado del Aguilar o aldea ecológica, muchas de ellas habitadas por alemanes, vimos en lo alto el famoso roble de la Mellera y bajamos hacía una explotación de ganado ovino. En el llamado Collado Nuevo, y muy atentos a las marcas, nos salimos de la pista para tomar un sendero a la derecha que desciende hasta el bello y umbrío paraje del barranco y la fuente de Catró. De nuevo por pista llegamos a la ermita de San Medardo y terminamos la excursión. Habíamos recorrido 16 km, con 440 m. de desnivel acumulado, en poco más de cinco horas con las paradas.

EL CENTRO EXCURSIONISTA RIBAGORZA SUBIÓ SU BELÉN A LA CIMA DEL TURBÓN






El pasado 6 de diciembre, Día de la Constitución, el Centro Excursionista Ribagorza subió, por décimo segundo año consecutivo, su belén montañero a la cima del Turbón, la mítica y mágica montaña ribagorzana cuya silueta, junto al embalse de Barasona, figura en el anagrama del club. Como en ediciones anteriores, el pequeño y coqueto nacimiento artesanal fue preparado por la Asociación Belenista de Graus que, ese mismo fin de semana, inauguró su monumental belén ubicado en la capital ribagorzana e incluido en la ruta de los belenes de la provincia.

Los 24 participantes en la actividad salimos de Graus a las 7.30 horas para dirigirnos por carretera en nuestros vehículos hasta Las Vilas del Turbón, donde a las 8.15 horas, y desde las puertas del balneario, a 1437 m. de altitud, iniciamos nuestra ascensión andando. La mañana era bastante fría, la calle estaba algo helada y había nieve ya desde el principio del camino. Además, veíamos cómo el viento levantaba la nieve en remolinos en la parte alta de la montaña, aunque confiábamos en que, como indicaban los pronósticos, amainara en las horas posteriores. Algunos ya nos calzamos las raquetas desde el inicio del recorrido, otros siguieron solo con la bota y unos cuantos llevábamos también crampones en la mochila por si encontrábamos hielo más arriba. Era incierto cuál iba a ser el estado de la nieve a lo largo del recorrido.

Seguimos el itinerario clásico, rodeando el macizo y con un primer tramo en el que estábamos protegidos del viento. Fuimos rimero por pista y luego por bosque, con la nieve aún en los árboles y cayendo a veces de las ramas sobre nuestras cabezas, hasta la fuente de Canales. Allí, dejando las paredes del frontón de las Brujas a nuestra izquierda, iniciamos la primera fuerte subida, con la nieve abundante pero blanda, hasta el collado de Pasoturbiello, a 2059 m., donde cambiamos de vertiente y entramos en espacio más abierto. La ascensión en zig-zag y la ausencia de huella previa hicieron que tuviéramos que extremar la atención y esta parte del camino supuso un considerable esfuerzo para todos. Dos participantes acusaron ya el cansancio y decidieron no seguir adelante y darse la vuelta.

Tras una breve parada para comer algo, vimos que el viento era fuerte pero solo a rachas y que, en buena medida, iba amainando. Continuamos por lo alto del macizo y encontramos algunas zonas con bastante nieve y otras casi limpias de ella por el efecto del viento. Todas estas adversidades contribuyeron a que el ritmo de subida fuera más lento de lo esperado. Cuando llegamos cerca del Turbonet, hicimos una parada en la que buena parte del grupo –por el frío, el viento, el cansancio o el temor a que se nos hiciera de noche–, manifestó su deseo de no continuar. Tras barajar la posibilidad de dejar el belén en el Turbonet, y en amistoso consenso, diez participantes decidimos seguir hasta la cima. Pasamos por el collado de Porroduno, junto a la parte alta de la Canal de San Adrián, y emprendimos la última subida hasta la cima, a la que llegamos a las 14 horas.

En la cima, a 2492 m. de altitud, con bastante frío, aunque con menos viento del esperado, comimos algo para recuperar fuerzas, depositamos el belén en el lugar acostumbrado, en una pequeña oquedad bajo el vértice geodésico, e hicimos algunas fotos. Y sin recrearnos tanto como otras veces por la premura del tiempo y el frío, contemplamos las magníficas vistas de Cotiella, Cervín o Peña Montañesa y de la cornisa pirenaica más septentrional, que se hallaba algo más tapada por las nubes.

A las 14.30 horas iniciamos un rápido descenso por el mismo itinerario de la subida. Aunque el cielo se cubrió con algunas nubes amenazadoras, el viento amainó y la temperatura se hizo más suave. Solo en la parte final del recorrido cayeron algunos ligeros copos de nieve que se convirtieron en una fina lluvia ya llegando a Las Vilas. A buen ritmo, y sin apenas hacer paradas en todo el descenso, llegamos de nuevo al Balneario, donde habíamos dejado los coches, entre las 17.30 y las 18 horas, ya prácticamente oscureciendo y con la noche cayendo sobre el valle.

 Habíamos recorrido 17 km, con 1200 m. de desnivel acumulado, invirtiendo en el trayecto unas nueve horas y media contando las escasas paradas. De todas las ascensiones al Turbón, esta había sido la más dura y sufrida, pero teníamos la satisfacción de haber logrado una vez más nuestro objetivo. En primavera, como todos los años, volveremos a nuestra montaña preferida a recoger el belén que, cumpliendo la tradición, dejamos depositado en su cima. A 2492 m. sobre el nivel del mar, nuestro pequeño nacimiento montañero es, según creemos, el situado a mayor altitud de toda nuestra provincia.




domingo, 9 de enero de 2022

GOLPES DE LUZ


Ledicia Costas (Vigo, 1979) es una reconocida escritora gallega que ha publicado numerosos libros para niños y adolescentes en su lengua natal. En este género, ha recibido diversos galardones tanto en su comunidad autónoma como en el conjunto del ámbito literario español, en el que, en 2015, obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil por la obra “Escarlatina, la cocinera cadáver”.​ En 2019, publicó “Infamia”, su primera novela para adultos, un thriller psicológico a través de una trama de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica que obtuvo un considerable éxito. Ahora, también editada por Destino, acaba de publicar “Golpes de luz”, una novela que también está recibiendo una muy favorable acogida entre la crítica y los lectores.

“Golpes de luz”, como su anterior “Infamia”, está ambientada en Galicia, aunque en ningún momento se especifica el nombre de la población en que sucede la historia narrada. Sus protagonistas son los tres miembros de una familia que comparte vivienda en esa localidad costera gallega. Pertenecen a tres generaciones distintas: Luz, la abuela; Julia, la hija; y Sebas, el nieto. Los tres personajes narran la historia en primera persona, alternándose en los sucesivos capítulos del libro.

Julia es periodista, acaba de separarse de su pareja y decide abandonar Madrid con su hijo, Sebas, para irse a vivir a Galicia a cuidar a su madre, Luz, ya octogenaria y con crecientes síntomas de demencia senil. Sebas tiene diez años, va a quinto de primaria y se ha adaptado muy bien en su nuevo colegio gallego, donde tiene dos muy buenos amigos: David, un chico con sobrepeso que conoce a fondo la mitología escandinava, y Ruth, una niña muy inteligente. La abuela es bastante malhablada, juega al parchís con sus amigas, bebe coñac hasta ver doble y siempre lleva un martillo, del que no se separa ni para dormir, y con el que da fuertes golpes cuando se enfada. Por ello, su nieto, que la adora, y sus amigos están convencidos de que ella es el dios Thor.

Con su vuelta a Galicia, Julia vuelve a asediar a su madre con preguntas sobre la misteriosa desaparición de su padre, conocido como “El Argentino” y del que no han tenido noticias durante años. Julia reanuda también su trabajo como periodista, investigando el tráfico y el consumo de heroína en Galicia y remontándose a la verdadera epidemia de autodestrucción y muerte que vivió la juventud gallega en los años ochenta del pasado siglo, mientras las desaprensivas y violentas mafias de traficantes se enriquecían ostentosamente.

“Golpes de luz” es una novela llena de ternura que mezcla con equilibradas dosis diversos géneros y temas. Tiene pasajes muy divertidos, sobre todo los relacionados con la abuela, que la acercan por momentos a la comedia o la novela de humor. Pero hay otros momentos mucho más serios y dramáticos, con toques de novela policiaca y mayores dosis de novela social y de denuncia, principalmente en lo relacionado con el narcotráfico gallego. Son muchos los temas que de una manera u otra se tocan en la novela: las dificultades de las familias modernas, el cuidado de la vejez, las enfermedades mentales de la senectud, la conciliación familiar, la búsqueda de la verdad y del pasado familiar, la fantasía en el mundo infantil, el acoso escolar y, como ya se ha dicho, el narcotráfico y los estragos provocados en una generación de jóvenes gallegos por el consumo de heroína.

Así lo resume la autora en una entrevista reciente: “En esta ocasión quería escribir una novela llena de esperanza y de luz, llena de ternura, pero al mismo tiempo parte de temas muy oscuros que resuenan en nuestra memoria, que pululan envolviendo de suciedad y toxicidad todo lo que tocan”. “Vivimos cosas muy fuertes, somos hijos de una generación robada por la droga, y eso sigue muy presente en nuestros recuerdos. Yo quería escribir sobre esto, pero al mismo tiempo me daba pudor. Al final pensé que lo más honesto sería hacerlo desde mis propias vivencias, porque creo que es una cuestión que sigue palpitando en el subconsciente colectivo de mi región”.

“Golpes de luz” es una novela de lectura fácil, con capítulos cortos, con un lenguaje en muchos casos muy coloquial, con bastantes expresiones gallegas en boca de la abuela, con situaciones muy divertidas pero también con intriga y cierto misterio. Una novela que gustará a todo tipo de lectores. Demostrado sobradamente su dominio de la literatura infantil y juvenil, Ledicia Costas ha irrumpido con fuerza en la narrativa para adultos con dos magníficas novelas. Esperemos que siga por esta senda.

“Golpes de luz”. Ledicia Costas. Editorial Destino. 2021. 288 páginas.

jueves, 6 de enero de 2022

DE RIGUALA DE SERRADUY A ISCLES POR EL COLL DE VENT


El pasado jueves el grupo grausino Tardes al Sol organizó una excursión a la localidad de Iscles, en el municipio de Arén. El recorrido tuvo su inicio y final en Riguala, uno de los cuatro núcleos de Serraduy, en el municipio de Isábena, desde donde los excursionistas ascendimos a Coll de Vent. Desde este lugar, a la entrada de la sierra de Sis, realizamos un itinerario circular por el tozal de Aspra, Iscles Alto, Iscles Bajo y la zona conocida como La Paúl, ya en el municipio de Monesma y Cajigar.

Los 19 participantes en la excursión salimos de Graus a las 8.15 horas para dirigirnos en coche hasta Serraduy por la A-1605. A la salida del Pont o Puente de Serraduy, tomamos a la izquierda una estrecha carretera local que, tras dejar a la derecha los desvíos a El Barri y La Vileta, nos llevó hasta Riguala, núcleo de cuatro casas, de las que solo la Casa Espuña permanece habitada. Allí, a 947 m. de altitud, iniciamos nuestro recorrido a pie.

Desde Riguala, subimos por una pista de 3,5 km que nos condujo al Coll de Vent, donde enlazamos con el GR-18 que viene de Cajigar. Continuamos por el GR-18 y dejamos a la derecha el desvío del PR-HU46 que lleva a Iscles, pues nuestra intención era bajar por el camino que arranca poco antes del refugio de pastores que se halla en lo alto del Coll de Vent.

Junto al refugio, hicimos una parada para reponer fuerzas. Tras ella, retrocedimos unos pasos y tomamos una pista por un bosque de pinos que bordea el tozal de Aspra, en cuya cima asomaba un buen número de buitres. Por pronunciada bajada, llegamos a Iscles Alto, también conocido como Casa Bonet, nombre de una de las cinco casas que componían el despoblado. En el pilaret de Santa Bárbara conectamos con el PR-HU46.

Poco después de pasar la Casa Bonet, llegamos a un cruce de caminos. A la izquierda dejamos el PR-HU247 que lleva a Puimolar y Cornudella; nosotros seguimos por el PR-HU46. Cruzamos el barranco de Iscles e iniciamos la subida hacia Iscles Bajo, llamado casi siempre simplemente Iscles. En pocos minutos llegamos a su caserío. Iscles quedó despoblado en 1971, pero desde hace unos años está habitado por un grupo de nuevos pobladores que han arreglado algunas de sus casas y están construyendo algunas más. Con varios de ellos hablamos amablemente durante un rato y nos enseñaron el lugar y nos contaron algunos de sus proyectos. Junto a la iglesia de San Martín, cuyo interior se halla en ruinas, nos hicimos una foto de grupo.

Desde Iscles, subimos al paraje conocido como La Paúl, por una pista de tierra en cuyo arreglo se está trabajando en la actualidad. En La Paúl, junto a una caseta, paramos a comer. Desde allí, conectamos con el GR-18 y subimos hacia Coll de Vent para bajar luego a Riguala por el mismo camino de la ida. El recorrido total fue de 18 km con un desnivel acumulado de 690 m. El punto más alto fueron 1333 m. y el más bajo 947m. Invertimos  en  la caminata algo más de siete horas, incluyendo las paradas. Fue la última excursión de 2021. Feliz 2022.