lunes, 26 de diciembre de 2022

EN BUSCA DE PEDRO SAPUTO

José Antonio Adell Castán (Tamarite de Litera, 1955) es uno de los más destacados y prolíficos escritores altoaragoneses actuales. Con una larga trayectoria iniciada a finales de la década de los 80, el escritor literano, que ha recibido importantes premios literarios y ha impartido numerosas conferencias, es autor de un buen número de libros sobre historia, leyendas, costumbres y tradiciones aragonesas, muchos de ellos escritos junto a su amigo Celedonio García. En 2007 debutó en el género narrativo con “El último templario” y, desde entonces, ha publicado nueve novelas, todas ellas firmadas en solitario salvo “El bandido Cucaracha”, también escrita con Celedonio García, editada el pasado año y reseñada, como casi todas las anteriores, en esta sección. “En busca de Pedro Saputo”, publicada recientemente por Editorial Pirineo, es la más reciente de sus narraciones.

Prácticamente todas las novelas de José Antonio Adell tratan sobre episodios, leyendas o personajes populares de la historia aragonesa de diferentes épocas. En este caso, Adell se ha inspirado en Pedro Saputo, un personaje perteneciente a la tradición oral aragonesa al que el turolense Braulio Foz convirtió en protagonista de su magnífica novela "Vida de Pedro Saputo", publicada en Zaragoza en 1844. Para seguir los pasos de Saputo, Adell ha creado otro personaje, también nacido en Almudévar, llamado Juan Captioso (la novela se subtitula “Las aventuras de Juan Captioso”), que es el verdadero protagonista del libro. Si el apellido Saputo significa sabio en su raíz etimológica latina, Captioso, del latín “captiosus”, significa que capta o entiende bien las cosas, es decir, persona inteligente o con gran capacidad de entendimiento. Captioso, admirador acérrimo de su paisano Saputo y seguidor de sus pasos y enseñanzas, se convertirá también él en otro ilustre almudevano, cuyo ingenio y sabiduría alcanzarán gran fama y predicamento en su localidad natal y en toda la provincia oscense. La creación de este personaje y la elección de su nombre son un verdadero logro y una muestra del ingenio y el sentido literario de José Antonio Adell, que inicia cada uno de los capítulos del libro con una cita de la novela de Braulio Foz.

Las aventuras de Juan Captioso se sitúan en el primer tercio del siglo XX. La novela se inicia en octubre de 1899 con el noviazgo de Calíope y Amador, padres de Captioso, que vendrá al mundo en la medianoche del último día de 1900, y termina en diciembre de 1928. En su afán por seguir los pasos de su ilustre predecesor, Captioso saldrá con frecuencia de Almudévar para recorrer la provincia de Huesca, la región aragonesa y buena parte de España. En ese aspecto, la novela puede considerarse en buena medida como un estupendo libro de viajes, en el que se hace referencia a los lugares más destacados, las anécdotas y chascarrillos populares, los motes y otras características peculiares de cada uno de los muchos pueblos y ciudades que visita el protagonista. De interés especial son también los diferentes personajes que Captioso conoce y trata en sus andanzas. Al final del libro, el lector encontrará una extensa relación de los topónimos geográficos de las ciudades, villas y lugares citados en la obra y de los personajes, tanto ficticios como reales, que aparecen en la novela. También un completo recorrido cronológico por la obra de Pedro Saputo desde la publicación de la novela de Braulio Foz hasta nuestros días y de los sucesos históricos reales, algunos de ellos citados en la novela, del periodo que abarcan las aventuras de Captioso.

Dividida en cuatro partes y cuarenta capítulos, la novela se lee con sumo placer e interés y el lector se regodea y disfruta con los lances y sucesos que vive el protagonista, su relación con la familia, con los personajes que encuentra en el camino, los oficios que aprende, las habilidades en que destaca, su enamoramiento de Nunilona en el vecino pueblo de Alcalá de Gurrea, las otras novias o candidatas a novias que va conociendo... Todo ello, escrito con un adecuado sentido del ritmo narrativo y una bien equilibrada mezcla de variados ingredientes (geográficos, etnográficos, costumbristas y hasta filosóficos) y aderezado con la continua presencia de una sátira y un sentido del humor típicamente aragoneses. Hay mucha sorna, ironía y picaresca en los hechos narrados y en la forma de contarlos. Y, como ya sabíamos de sobra, mucho conocimiento por parte del autor de las costumbres, leyendas, anécdotas, tradiciones y otras realidades del territorio aragonés. Pocos serán los lectores aragoneses, y en especial altoaragoneses, que no encuentren alguna referencia a su pueblo o ciudad en las páginas de este sustancioso relato.

Considero un gran acierto la reivindicación que este libro supone de la obra y el personaje de Pedro Saputo. La "Vida de Pedro Saputo" de Braulio Foz no ha sido nunca, en mi opinión, suficientemente valorada, siendo como es, sin duda alguna, la mejor novela aragonesa del siglo XIX. Una  narración híbrida y atípica, de difícil clasificación, de estructura itinerante y delicioso costumbrismo de raigambre cervantina y claras influencias picarescas. José Antonio Adell ha mantenido estas características y recreado con oficio y buen gusto, criterio propio y sobrada documentación, las andanzas de este singular personaje en las de su Juan Captioso. Todo un mérito digno de aplauso y reconocimiento.

“En busca de Pedro Saputo”. José Antonio Adell. Editorial Pirineo.2022. 400 páginas

 

jueves, 22 de diciembre de 2022

EL CER DESPIDE EL AÑO CON EXCURSIÓN Y COMIDA NAVIDEÑA EN SAN MARTÍN



Un año más, el Centro Excursionista Ribagorza celebró el pasado domingo su despedida de la temporada en la ermita de San Martín, en la sierra de Torón, en el término municipal de Secastilla, entre los valles del Ésera y el Cinca. La jornada festiva constó de una excursión circular desde Graus y una suculenta comida al aire libre junto a la citada ermita. En la excursión participamos 29 personas y 47 en la comida rematada con cotillón navideño.

Los participantes en la caminata salimos de Graus a las 8.30 horas y nos dirigimos a Grustán, primero por el GR-1 y luego por el sendero PR de la Ruta de los Miradores. En el despoblado Grustán hicimos una parada de descanso junto a la bonita iglesia románica de Santa María, cuyo interior visitamos. Ya siempre por el GR-1 y por el tramo de sendero abierto recientemente, subimos hasta la Sierra de Torón, más conocida en la zona como de San Martín o de Panillo. En lo alto de la sierra, dejamos el GR-1 y por una pista a la izquierda, a las 12.30 horas, llegamos a la ermita de San Martín.

Tras una visita al nuevo mirador instalado en la zona, con magníficas vistas del Cinca y del Pirineo, al aire libre, a algo más de mil metros de altitud, con muy buena temperatura y en las mesas que ya estaban dispuestas, los 47 comensales dimos buena cuenta de la magnífica comida preparada por la Peña La Meliguera de Capella. En un espléndido ambiente, rematamos la comida con cotillón navideño, cava, chupitos y un animado baile.

A las 15.30 horas, los excursionistas iniciamos la caminata de bajada. Descendimos por la ermita de San Pedro de Verona, la Piedra Plana y el barranco del Torroc y casi a las 18 horas, y ya oscureciendo, llegamos de vuelta a Graus. En el itinerario completo, habíamos recorrido una distancia de 22,5 km, con 780 m. de desnivel. Estuvimos unas seis horas y media caminando. A las que hay que sumar las tres horas largas de comida campestre y celebración. Un magnífico broche para cerrar la temporada anual del Centro Excursionista Ribagorza.




miércoles, 14 de diciembre de 2022

EL BELÉN MOINTAÑERO DEL CER VUELVE UN AÑO MÁS A LA CIMA DEL TURBÓN



Por decimotercer año consecutivo el Centro Excursionista Ribagorza depositó su Belén montañero en la cima del Turbón, la montaña más mágica, mítica y emblemática de la comarca ribagorzana. Fue el pasado día 6 de diciembre, fecha en la que el CER suele cumplir con esta tradición navideña que se ha convertido en uno de los hitos de su calendario anual de excursiones.

Fuimos dieciocho los miembros del club excursionista que participamos en la actividad. Salimos de Graus a las 7.30 horas con una ligera lluvia que afortunadamente cesó cuando comenzamos la ascensión andando. Desde Graus, nos desplazamos con nuestros vehículos por carretera hasta la localidad de Las Vilas del Turbón. Un poco más arriba, tras un tramo de pista que recorrimos en todoterrenos, a las 8.45 horas, iniciamos la subida a pie por un sendero entre matorrales, algo resbaladizo por la capa de barro consecuencia de la lluvia anterior.

Llegados al collado, subimos por el empinado sendero de la llamada Canal de los Pasos, donde ya encontramos nieve, pero bastante blanda y con poco espesor. Giramos un poco a la derecha y llegamos a la parte alta y abierta de la montaña, donde ya giramos hacia la izquierda. Descendimos ligeramente hasta la Portella, donde nuestro camino confluye con el que sube por la Canal o Valle de San Adrián desde la cara norte. Desde allí, encaramos la subida final sin viento y con la nieve que seguía en buen estado y sin excesivo espesor. A las 12 horas, llegamos a la cima del Turbón, donde, a 2492 m. de altitud, colocamos con mimo nuestro belén en una oquedad entre las piedras de la cumbre.

Tras las fotos de rigor y después de comer algo, una repentina niebla enfrió el ambiente y precipitó nuestro descenso. Por suerte, las nubes bajas enseguida desaparecieron e incluso salió un tímido sol por primera vez a lo largo de la mañana. Pasada la Portiella, nos desviamos un poco de nuestro camino para ascender a los picos Turbonet y Áligas, desde donde descendimos hacia la Canal de los Pasos, por donde bajamos con atención para evitar resbalones en la nieve. Nos reagrupamos en el collado y bajamos hacia la pista, donde llegamos a los coches poco después de las tres de la tarde.

Con un desnivel de 920 metros, la distancia recorrida fueron 10 km, en los que invertimos seis horas y veinte minutos con las paradas. Un año más habíamos cumplido con la tradición y subido nuestro belén a la cima de nuestra montaña más querida. A una altitud de 2492 metros, lo que, según creemos y si nadie lo desmiente, supone que es el belén depositado a mayor altitud en nuestro Pirineo. En primavera, volveremos al Turbón a recogerlo. Feliz Navidad para todos.

domingo, 4 de diciembre de 2022

UN ESPAÑOL EN LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Tras “Sidi” (2019), “Línea de fuego” (2020) y “El italiano” (2021), Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951)  acaba de publicar “Revolución”, una magnífica novela ambientada en los primeros años de la Revolución Mexicana. El escritor cartagenero, autor ya de treinta y dos novelas y con más de veinte millones de lectores en todo el mundo, ha vuelto a México, un país que, como él mismo señala, forma parte de su geografía personal y de sus escenarios vitales y literarios, y en el que ya había situado su relato “Ojos azules” y su exitosa “La reina del sur”, publicada en 2002.

“Revolución” transcurre en los años 1911, 1912 y 1913, durante los inicios de la Revolución Mexicana, un episodio capital de la historia del principio del siglo XX que, sin embargo, pronto sería eclipsado por la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa. El protagonista del relato es Martín Garret, un joven ingeniero de minas español que está trabajando en una empresa hispano-mexicana en el país americano y que, de manera casual, entra en contacto con un grupo de revolucionarios en Ciudad Juárez y, por su dominio del uso de la dinamita, se va involucrando cada vez más con los insurgentes que actúan en el norte del país bajo las ordenes de Pancho Villa. Martín Garret está inspirado en parte en un personaje real. Un colega de un bisabuelo de Pérez-Reverte, que también era ingeniero de minas, se fue a México y vivió allí los inicios de la revolución, sobre cuyas incidencias enviaba cartas a su compañero de profesión. De esa relación epistolar había oído hablar el novelista cartagenero desde niño en las conversaciones familiares.

Como en todas sus novelas, la documentación histórica de “Revolución”  es exhaustiva, fidedigna e impecable. Podríamos hablar de una novela histórica, pero, como aclaró su autor en la presentación del libro en Madrid, Reverte solo utiliza la historia como pretexto y marco narrativo. Sobre una precisa ambientación histórica, se construye una novela de aventuras y de aprendizaje. En esos días de acontecimientos frenéticos y vivencias extremas, el joven ingeniero español aprende con rapidez sobre conceptos como la vida, la lealtad, el amor, la violencia, la muerte o la amistad. Como corresponsal de guerra durante años en los que vivió experiencias con cierto grado de similitud con las narradas, Pérez-Reverte ha señalado que hay algunos elementos de su biografía en la novela, pero pasados por el filtro de la literatura, y que el modo de mirar el mundo del protagonista es en buena medida el suyo.

Un aspecto muy destacable de la novela es el uso del lenguaje de los personajes, claramente diferenciado según su estrato social. Los procedentes del pueblo llano utilizan numerosas expresiones populares mexicanas, como “van a sobrar sombreros”, “pos vamos a verlo, que pa luego es tarde”, “¡Abran jijos de la chingada o entramos echando bala!”, “tiznar igual que a un perro”, “quihúbole”, “épale”, “chingatumadre”, “újole, es el mero mero”, “me vale madres” y muchísimas más. El autor logra su pretensión de hacer que el lector no solo lea esas expresiones sino que además las oiga. Este uso del rico e ingenioso lenguaje popular se inscribe en unos diálogos dinámicos y ágiles, con gran sentido del humor, dentro de una novela con mucho ritmo narrativo y una perfecta estructura constructiva.

Capítulo aparte merece la extraordinaria galería de personajes que encontramos en el libro. Además del joven Martín Garret, de 24 años, nacido en Linares y protagonista del relato, se mueve por él un variado elenco de personajes tanto históricos como inventados. Entre los históricos, destaca el desmesurado Pancho Villa, de espontaneidad campesina sin filtros ni cortapisas, risa estentórea y capaz de la máxima generosidad y de la crueldad más implacable. En menor medida, aparece el más bajito de talla y más refinado, idealista e  intelectual presidente Francisco Madero y, con aún menor presencia, el revolucionario sureño Emilio Zapata. De los inventados, sobresale Genovevo Garza, valiente y disciplinado revolucionario del pueblo llano con el que Martín Garret establece mayor relación. También de interés son el taimado indio Sarmiento, el oficial del ejército mexicano Jacinto Córdova, rival amoroso de Garret y con un decimonónico y estricto sentido del honor, o el mercenario estadounidense Tom Logan, que lucha con los revolucionarios.

Mención aparte y especial merecen los tres principales personajes femeninos: la soldadera Maclovia Ángeles, que sigue con fidelidad a su hombre durante la guerra; la guapa, coqueta y de familia adinerada Yunuen Laredo, que asume los códigos de su clase social en la época; y la periodista yanqui Diana Palmer, decidida, independiente, algo masculina y nada convencional, inspirada en parte, según el autor, en Nellie Bly, pionera periodista en aquellos años. Un conjunto de personajes y sucesos que componen un México en el que se mezclan de manera singular y paradójica la crueldad y la ternura, la lealtad y la violencia, la brusquedad y la cortesía.

No hay aquí espacio para más. “Revolución” es una espléndida novela de un escritor de gran oficio literario, amante de la historia y ampliamente documentado en ella, que trabaja a fondo y cuida al detalle sus narraciones, que a la vez que instruyen al lector le hacen pasar inolvidables momentos placenteros de lectura. No hace falta pedir más.

Revolución”. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara. 2022. 464 páginas.

jueves, 1 de diciembre de 2022

EXCURSIÓN DEL CER DESDE CAMPO A FORADADA DEL TOSCAR


El pasado domingo, el Centro Excursionista Ribagorza organizó una bonita excursión, en parte circular, desde la localidad de Campo hasta Foradada del Toscar, por la margen derecha del río Ésera, en la parte oriental de la Sierra Ferrera, en la Ribagorza más occidental, ya en el límite con Sobrarbe.

Los veintiséis participantes en la actividad salimos de Graus a las siete de la mañana y nos dirigimos a Campo con nuestros vehículos por carretera. A la salida del pueblo, giramos a la izquierda y aparcamos en la chopera que hay a orillas del río Ésera. Sobre las 7.30 horas, iniciamos nuestra caminata y enseguida cruzamos un puente y pasamos a la margen derecha del río. Allí tomamos a la izquierda el PR-HU121 y, por pista, llegamos a la ermita de San Blascut, un santo exclusivo de Campo y muy venerado en la localidad. En la ermita, abandonamos el PR y tomamos un bonito sendero no señalizado que asciende de manera pronunciada junto a un barranco con poco caudal y algunos hermosos robles.

En poco rato, llegamos al mirador de Collabardina y conectamos de nuevo con el PR-HU121, que va cortando la pista y que, siempre en subida, nos lleva al mirador de Naspún y al llamado Árbol de las Dos Cabezas, una curiosa encina con dos ramas y dos copas que le confieren una forma característica. Allí hicimos una primera parada, disfrutamos de magníficas vistas de Campo con Cervín y Turbón de fondo y nos hicimos la foto de grupo. Tras el receso, nos adentramos en un espeso bosque de encinas o carrascas y llegamos a un cruce de caminos. Uno se dirige hacia Senz y otro, que fue el que nosotros seguimos, a Foradada del Toscar. Por una pista, y ya en bajada, llegamos a esta localidad ribagorzana cabeza de municipio. Visitamos los dos barrios que componen Foradada, la Villa Alta y la Villa Baja, separadas por la carretera N-260. En el barrio bajo, junto a la iglesia de San Andrés, que visitamos, hicimos la parada para el almuerzo.

Retornamos por la misma pista, ahora en subida, hasta el cruce donde habíamos dejado el camino que lleva a Senz, que ahora tomamos. Con tramos de pista y otros de bello sendero por bosque, y con muy buenas vistas, seguimos en dirección a Senz, pero, antes de llegar a esta localidad, tomamos un camino señalizado a nuestra derecha que, en descenso, nos condujo de nuevo a Campo. Sobre las 13.30 horas llegamos a los coches y dimos por terminada la excursión.

Habíamos recorrido una distancia de 17,5 km con 710 m. de desnivel acumulado. El punto más bajo fueron 680 m. y el más alto 1150 m. Invertimos unas seis horas con las paradas. En un día con algo de frío a primera hora de la mañana, pero con buena temperatura durante prácticamente todo el recorrido.