Kobe Abe (Tokio, 1924 - 1993) fue, junto a Yukio Mishima, Yasunari Kawabata y Kenzaburo Oe, uno de los grandes renovadores de la literatura japonesa moderna. Nacido en Tokio, pasó parte de su infancia en Manchuria y se licenció en medicina, aunque, al contrario que su padre, él nunca llegó a ejercer como médico. Fue inventor y fotógrafo y, sobre todo, escritor. Autor de novelas, relatos breves, poesía, teatro y guiones de cine. Gran conocedor de la literatura europea, ha sido denominado en ocasiones el Kafka japonés, por la presencia de lo absurdo y lo pesadillesco en su obra. Algunos de sus libros han sido editados en español por Siruela y Eterna Cadencia. Su novela más destacada y conocida es “La mujer de la arena”, publicada originalmente en 1962. Con motivo del centenario del nacimiento del escritor, Siruela la ha reeditado en nuestro país con traducción de Kazuya Sakai. De “La mujer de la arena” se hizo una adaptación cinematográfica en 1964, dirigida por Hiroshi Teshigahara con guion del propio Kobe Abe. Es una película de culto que obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de ese año y que hoy se puede ver en internet en versión original subtitulada. Su visionado, aunque la película sea larga y algo lenta, dentro de la estética de la época, es un perfecto complemento de la lectura de la novela.
“La mujer de la arena” transcurre en el verano de 1955. Jumpei Niki, cuyo nombre conocemos al final del libro, es un profesor aficionado a la entomología que buscando insectos que viven en la arena, llega a una pequeña aldea en la costa japonesa asediada por las imparables dunas que amenazan con engullirla. Se le hace tarde y pierde el autobús de vuelta. Un aldeano le sugiere que se aloje en la casa de una mujer para pasar la noche. La casa está casi sepultada por la arena y tiene que acceder a ella por una escalera de mano. En la casa vive una mujer sola, de unos treinta años, que perdió a su marido y a su hijo en una tormenta de arena. La mujer, cuyo nombre nunca se cita en el libro, se dedica a sacar arena con una pala durante toda la noche y depositarla en unos cubos que hombres de la aldea retiran desde arriba con unas poleas. A la mañana siguiente, cuando el hombre se dispone a marcharse, se da cuenta de que la escalera ha desaparecido y que es imposible salir de allí escalando por las paredes arenosas. Además, los hombres de la aldea han tirado una pala para que ayude a la mujer en la extracción de arena. El hombre se ve atrapado en la casa, maquina formas de huida que devienen imposibles y establece una compleja relación con la mujer en la que se mezclan el erotismo y la violencia. Cada noche, para evitar el calor del día, y en un trabajo sin aparentes resultados reales, los dos personajes deben limpiar la arena que irremediablemente vuelve a asediar la casa al día siguiente.
La novela es un relato bello, claustrofóbico y angustiante, sugerente y misterioso. Con una fuerte carga simbólica y sensorial. Con intenciones de parábola y abierto a interpretaciones diversas. Una metáfora de raíz existencial sobre el sentido de la vida, de su valor real y de su inutilidad. El trabajo sin fin para evitar el avance imparable de la arena remite al mito de Sísifo y su infructuoso ascenso de la piedra a la cima de la montaña. Hay también una crítica social evidente contra el sometimiento y la anulación de la voluntad de los individuos en nombre de supuestos intereses superiores colectivos.
En la novela hay dos personajes principales y la presencia secundaria, pero importante, de los administradores de la comunidad que se erigen en defensores de la supervivencia de la aldea y tienen una actitud controladora y, en ocasiones, lasciva. Podríamos decir que otro personaje fundamental en el relato es la propia arena, siempre activa y en movimiento, impregnándolo todo y con una presencia continua y acechante.
El relato está narrado en tercera persona, aunque con monólogos interiores frecuentes que muestran los pensamientos y recuerdos del protagonista. Tal vez estas introspecciones sean la parte más pesada y prescindible de la narración. Pueden observarse en la novela conexiones con la obra de Kafka, algunas más puntuales con “La metamorfosis” y otras más estructurales con el relato titulado “La guarida”. “La mujer de la arena” se inscribe claramente en lo que solemos denominar como una historia kafkiana. Por otro lado, se trata de una narración proléptica, es decir, que desde el principio se adelanta ya el final del relato.
“La mujer de la arena” está considerada unánimemente como una de las obras maestras de la literatura japonesa moderna. Se trata, sin duda, de una novela intensa y rica, que muestra un dominio absoluto de los recursos literarios por parte de su autor y que no ha perdido un ápice de vigencia y modernidad. Su reedición en el centenario del nacimiento de Kobe Abe puede considerarse un verdadero acierto literario.
“La mujer de la arena”. Kobe Abe. Siruela. 2024. 248 páginas
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