domingo, 20 de abril de 2025

"HASTA QUE EMPIECE A BRILLAR", UNA NOVELA SOBRE LA VIDA DE MARÍA MOLINER


Coincidiendo con el 125 aniversario del nacimiento de María Moliner (Paniza, Zaragoza, 1900 – Madrid, 1981), el escritor hispano-argentino Andrés Neuman ha publicado “Hasta que empieza a brillar”, una novela sobre la vida de la autora del famoso “Diccionario de uso del español”, más conocido como el María Moliner. Andrés Neuman (1977) nació en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos exiliados (padre de origen judío y madre franco-española), con catorce años se trasladó con su familia a Granada, donde estudió Filología, trabajó como profesor universitario y vive en la actualidad, compartiendo las nacionalidades argentina y española. Brillante y prolífico escritor y traductor, ha publicado poesía, ensayos, cuentos y novelas, entre las que destaca “El viajero del siglo”, ganadora de los premios Alfaguara y de la Crítica en 2009. Ahora, acaba de publicar “Hasta que empieza a brillar”, novela en la que ha estado trabajando casi diez años.

Por utilizar una etiqueta al uso, podríamos decir que “Hasta que empieza a brillar”, título tomado de un poema de Emily Dickinson (“A veces escribo una palabra y me quedó mirándola hasta que empieza a brillar”), es una biografía novelada de María Moliner. Andrés Neuman ha rastreado toda la documentación generada sobre la lingüista aragonesa y ha completado, con imaginación y verosimilitud, su retrato biográfico desde su infancia hasta su muerte. Desde su nacimiento en Paniza, donde su padre ejercía como médico rural, hasta su fallecimiento en Madrid, con su mente ausente y habiendo perdido por completo, qué terrible paradoja, la expresión de la palabra. Aunque la confección de su extraordinario diccionario fue la ingente contribución de María Moliner a la lengua y la cultura españolas, toda su vida constituye materia novelesca y biográfica de interés en el libro de Andrés Neuman.

Desde Paniza, la familia Moliner se trasladó a Madrid. Allí nació Matilde, la tercera hija del matrimonio y también estudiante brillante e intelectual destacada, que se unió a sus hermanos Enrique y María. El padre se enroló en un viaje a Buenos Aires como médico de barco y acabó abandonando para siempre a su familia y formando otra en Argentina. Esto obligó a la madre y sus tres hijos a volver a Zaragoza y aceleró la maduración de María, que contribuyó en lo que pudo al sustento familiar, trabajando para pagarse sus estudios. Tras el bachillerato, tuvo que cursar Historia, pues la Universidad de Zaragoza no ofertaba Filología. Terminó la carrera antes de cumplir los 22 años con Premio Extraordinario al mejor expediente. Trabajó en el archivo de Simancas y después en Murcia y Valencia. Se casó con Fernando Ramón, catedrático de Física en la Universidad de Murcia, con quien tuvo cuatro hijos. Durante la Segunda República dirigió la biblioteca de la Universidad de Valencia, llevó a cabo un destacado trabajo en la creación de una red de bibliotecas escolares y rurales y participó en la Junta de Adquisición de Libros e Intercambio Internacional para dar a conocer al mundo los libros que se editaban en España. Tras la guerra civil, María fue represaliada, descendiendo en el escalafón laboral del cuerpo de archiveros y su marido fue apartado de su cátedra universitaria.

Dos temas constituyen el eje central de la novela: la confección del “Diccionario de uso del español” y el rechazo a la propuesta de su ingreso en la Real Academia de la Lengua Española. Con cincuenta años y su carrera profesional estancada, María Moliner, presa de “la melancolía de las energías desaprovechadas”, comenzó un trabajo ímprobo, titánico y casi quijotesco, desde su casa madrileña, ubicada precisamente el número 1 de la calle Don Quijote. Mientras desempeñaba un rutinario trabajo en una biblioteca de una escuela de ingenieros, robando horas al sueño, María llenaba el comedor de su casa de fichas escritas a mano, hasta culminar un diccionario de 80.000 palabras. A esa desmesurada empresa individual dedicó más de 15 años, hasta que en 1966 y 1967, tras rectificaciones y añadidos producto de su afán perfeccionista, la editorial Gredos publicó los dos tomos del diccionario que, en un rasgo de justicia y reconocimiento, se hizo popular con el nombre de su autora. El diccionario es en buena medida una enmienda al de la RAE, que María veía como tautológico, insuficiente e impreciso. Neuman intercala algunas entradas de palabras en su novela y sugiere la idea de que tal vez pueda rastrearse un cierto vínculo biográfico de la autora en la elaboración de su diccionario.

En 1972, María Moliner es nominada para ingresar en la RAE. Defienden su candidatura pesos pesados como Dámaso Alonso, Laín Entralgo o Rafael Lapesa. Sin embargo, la propuesta fue rechazada en favor de Emilio Alarcos Llorach, brillante filólogo pero con la juventud suficiente para entrar en la RAE en posteriores candidaturas. Uno de los mayores detractores de la admisión de la aragonesa fue Camilo J. Cela. María Moliner hubiera sido la primera mujer en entrar en la RAE, pocos años después lo fue su amiga Carmen Conde. Neuman ficciona una jugosa conversación entre María Moliner y Dámaso Alonso a propósito de este asunto.  

“Hasta que empieza a brillar” es una magnífica novela y un merecido homenaje a María Moliner en el 125 aniversario de su nacimiento.

“Hasta que empieza a brillar”. Andrés Neuman. Alfaguara. 2025. 296 páginas


domingo, 6 de abril de 2025

"HABITADA", LA NUEVA NOVELA DE CRISTINA SÁNCHEZ-ANDRADE


De Cristina Sánchez-Andrade (Santiago de Compostela, 1968) han sido reseñados en esta sección sus dos magníficos libros anteriores en el género narrativo: el conjunto de relatos “El niño que comía lana” (2019) y la novela "La nostalgia de la Mujer Anfibio" (2022). Licenciada en Ciencias de la Información y en Derecho, la escritora compostelana, afincada en Madrid, es crítica literaria y traductora, articulista en diversos medios de comunicación y docente universitaria. Receptora de varios premios literarios y traducida a varios idiomas, ha publicado una docena de novelas, media docena de libros de relatos, un par de ensayos y un libro de poesía. Ahora, también en Anagrama, acaba de publicar “Habitada”, su última novela, nuevamente ambientada en una Galicia rural y profunda, mágica y misteriosa. 

“Habitada” está inspirada en un extraño suceso ocurrido en 1925, que fue conocido como el caso de la espiritada o iluminada de Maeche. En este concello coruñés, Manuela Rodríguez Fraga, una labriega analfabeta de unos veintiséis años, que llevaba cuatro años enferma en la cama, comenzó a hablar en español con acento cubano y con una voz ronca y masculina, mostrando inusitados conocimientos de filosofía y liturgia religiosa e incluso utilizando el latín en ocasiones. En torno a su cama, atraídos por el extraño fenómeno, acudieron vecinos de aldeas próximas, algunos periodistas de la capital y varios médicos que intentaron curarla con diferentes métodos. Manuela les contó que un día bebiendo agua de una fuente entró en su cuerpo el espíritu de un clérigo de Ortigueira que había muerto en La Habana. Se trataba de un fenómeno que en Galicia y Brasil se conoce como “corpo oberto” y consiste en que el espíritu de una persona muerta entra en el cuerpo de otra para manifestarse y hablar a través de ella y, en ocasiones, para terminar algún asunto que le quedó pendiente en vida.

La protagonista de la novela se llama Manuela Fernández Fraga y se presenta como “joven labriega de San Xurxo de Moeche”. Solo hay, pues, un pequeño cambio en el primer apellido de la espiritada del caso ocurrido en 1925, año que también se mantiene como momento central en la cronología del relato. Es la propia Manuela quien narra los hechos en primera persona y divide su historia en dos partes (“muda” y “huésped”), rematados por un breve epílogo (“desalojo”). En “muda”, Manuela cuenta su vida antes de ser “habitada” por el clérigo de Ortigueira. Una vida dura, trabajando sin descanso desde niña, explotada por su padre tras la muerte de su madre. La propia Manuela lo explica así: “nunca pensé que el tiempo fuera algo mío: ir a por agua, lidiar con mi padre, ir a por agua, cortar el tojo y secarlo para la corte y también hacer estiércol, dar de comer a las gallinas, ir a por agua, cocinar, ordeñar a las vacas, plantar patatas y cortar las berzas, ir a por agua, recoger hierbas silvestres y flores: esa es la sustancia de mi tiempo”. Luego, por mediación del señor abad, como llaman al cura del pueblo, Manuela irá a trabajar a la casa del amo, como denominan al cacique local, para cuidar a su mujer que sufre depresión desde que su hija murió ahogada. Manuela empieza a oír voces de los niños no nacidos, de las vagalumes o luciérnagas del bosque… y aprende los secretos de las hierbas y las artes mágicas con Maimiña, la vieja meiga local.

La primera parte está escrita sin uso de mayúsculas tras los puntos, en una prosa más simple, que intenta reproducir las limitaciones de Manuela, que está perdiendo progresivamente su cordura. También usa muchos galleguismos (me gusta especialmente “faladoiros”, lugares donde se junta la gente para hablar). En la segunda parte, con Manuela ya “habitada”, se recuperan las mayúsculas y la prosa es más elaborada, con la inclusión de expresiones cubanas. La novela se ambienta en la Galicia rural del primer tercio del siglo XX, una sociedad pobre y atrasada, violenta y caciquil, donde la religión católica convive con supersticiones ancestrales. Predominan los personajes femeninos potentes, de fuerte personalidad. Además de Manuela, destacan la madre del abad, que tiene a su hijo dominado; la mujer del amo, doña Sinforosa, obsesionada por su hija muerta; la meiga Maimiña, trotadora y aficionada al orujo; o la Jerónima, que trabaja en la casa del amo. Entre los masculinos, sobresalen los representantes del poder en el concello: el artero y rijoso señor abad y, por encima de este, el dominante amo don Diego. También el cura joven Santiago, que amenaza el monopolio eclesiástico del abad en el lugar. Y hasta el espantallo o espantapájaros, que Manuela lleva siempre consigo, acaba siendo casi un personaje más del relato.

Podemos decir que la novela se inscribe en un realismo mágico muy presente en la literatura gallega, que fue antes que el hispanoamericano, pues no olvidemos, entre otras cosas, que la abuela de García Márquez era gallega. Cuyo principal representante es Álvaro Cunqueiro, pero al que se suman Wenceslao Fernández Flórez, el Torrente Ballester de “La saga fuga de J. B.” o tantos otros hasta nuestros días. Esa Galicia misteriosa y mágica, llena de leyendas y tradición oral, de meigas y santas compañas, de bosques encantados, de espíritus errantes, de corpos obertos… Esa Galicia en la que se inspira, y que tan bien plasma, Cristina Sánchez-Andrade en su envolvente literatura.

“Habitada”. Cristina Sánchez-Andrade. Anagrama. 2025. 232 páginas